viernes, 28 de noviembre de 2008

Cronología del Antiguo Egipto según Shaw

Etiquetas de marfil y hueso encontradas por el egiptólogo alemán G. Dreyer en la Tumba U-j de Abydos

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Ian Shaw cayó en mis manos hace algún tiempo con una obra suya que me impresionó por su lenguaje directo y cómodo, y la frescura de su actualidad científica.

Este trabajo forma parte de una serie que se inicia en 1995 y que, en la actualidad, cubre tópicos sobre Historia, Religión, Ciencia y Humanidades. “Very Short Introductions” es el título de la serie, y el de su obra “Ancient Egypt”, publicada en 2004 por la Oxford University Press.

Y ahora, me lo vuelvo a encontrar en “The Oxford History of Ancient Egypt”, en su última edición de 2003.

Contrariamente a la “Egypt of the Pharaohs” de Gardiner de 1961, esta publicación no sólo considera los cambios políticos acaecidos durante el período faraónico, sino que analiza su desarrollo socio-económico y la evolución de los procesos religiosos, ideológicos y culturales, ya se refieran éstos a estilos arquitectónicos, técnicas de momificación, formas de trabajar la cerámica, o a la evolución del Arte y la Literatura.

La obra, cronológicamente ordenada en capítulos, cubre las diferentes fases de la historia del Antiguo Egipto en boca de expertos que, no sólo analizan la secuencia de acontecimientos políticos bajo las diferentes dinastías reinantes, sino que se adentran en sus patrones socio-culturales.

De los quince ensayos, el Profesor Ian Shaw se hace cargo de la Cronología en el primero, como parte de la Introducción, y en el undécimo que titula “Egypt and the Outside World”.

Quisiera iniciar un recorrido por cada uno de ellos mediante un resumen, breve si es posible, que me ayudaría a su retención y, con algo de suerte y paciencia si consigo acabarlo, a disponer, de una forma ordenada y actualizada, de una también breve Historia del Antiguo Egipto refrendada por un cuerpo de elite.

Como decía, en este primer capítulo Ian Shaw nos introduce a las cronologías y cambios culturales en el Antiguo Egipto al considerar que su historia, como cualquier otra, requiere un marco cronológico en que moverse y encuadrarse, objetivo este que ha sido durante siglos la meta y el motor de estudiosos y profanos aventajados.

Y así fue como, en el siglo III A.C., el sacerdote egipcio Maneton diseñó un sistema cronológico, que abarcaba casi tres mil años de vida faraónica, que dividió en bloques, cuya estanqueidad está hoy en tela de juicio, a los que llamó “dinastías”. Cada una agrupaba a una serie de gobernantes cuyo factor común consistía en poco más que su propia realeza y/o sus lugares de residencia.

Si bien este sistema cronológico parece haber cumplido bien su cometido, los relativamente recientes avances tecnológicos han permitido apreciar que los cambios de dinastía no han sido siempre acompañados de cambios sociales y/o culturales, o bien que éstos no se han extendido por igual, ni en el lugar ni en el tiempo, a los cambios políticos.

Actualmente, los estudios cronológicos se están llevando a cabo mediante la utilización de tres métodos que a veces se solapan, a veces se sustituyen y, casi siempre, se complementan.

En primer lugar debemos hablar de la cronología que se basa en la llamada “datación relativa”; ya sea por medio de excavaciones estratigráficas, o por la bien conocida “datación secuencial” inventada por Flinders Petrie en 1899, aún totalmente vigente. Los progresivos avances de estas dos últimas décadas han permitido a egiptólogos apreciar mejor la evolución y el efecto en los materiales debido al paso del tiempo y, muy específicamente, en la evolución de la cerámica. Esto ha permitido la aplicación de métodos de seriación a una diversidad de materiales, como ha sido el caso de Harco Willems cuyo trabajo ha arrojado nueva luz sobre los cambios culturales en diversas provincias durante las dinastías XI y XII, aportando datos que vienen así a complementar los ya existentes acerca de los cambios políticos acaecidos en este período.

Por otra parte, disponemos de la cronología basada en la “datación absoluta” de registros sobre hechos y/o datos astronómicos procedentes de textos ancestrales.

Y, por último, y no precisamente por su menor importancia, tenemos la cronología que tiene su base en la “datación radioactiva”, con la aplicación de métodos como el del Carbono-14, que mide la edad isotópica de elementos orgánicos, o la termoluminiscencia, que mide el grado de absorción luminosa de ciertos elementos a lo largo del tiempo.

Sobre estos dos últimos métodos hace ya más de sesenta años que se alcanzó un consenso sobre la aceptable equiparación de resultados, si bien el primero ofrece un margen de error ligeramente menor que el segundo. La aparición, por otra parte, de las curvas de calibración dendrocronológicas ha logrado que los resultados de la datación por radiocarbono se puedan convertir en años civiles reales, o años de calendario. Aún así, la inevitable existencia de errores, aunque marginales, nos hace insistir en la necesidad de hablar siempre de fechas aproximadas y nunca de específicas.

La incorporación de la datación radioactiva, o radiométrica, ha favorecido enormemente a la Prehistoria de Egipto que ha conseguido no ya colocar las dataciones secuenciales de Petrie dentro de un marco de fechas absolutas en unos márgenes razonables, sino extender la linde de la Prehistoria de Egipto más allá del Neolítico hasta los albores del propio Paleolítico.

Ian Shaw continúa con un repaso detallado de las fuentes que han servido a los egiptólogos para elaborar un marco cronológico tradicional en el que encuadrar los cambios políticos en el Antiguo Egipto.

Son escasos los artefactos, como las estelas funerarias, las mazas ceremoniales, o las paletas votivas del Período Predinástico Tardío, que puedan servir de fuentes que nos permitan documentar la transición hacia un estado unificado completo.

De cualquier forma, se hace a veces difícil discernir cuándo la información en ellos contenida es de carácter narrativo o conmemorativo; o si estamos ante un rito o un acontecimiento, lo que hace cuestionarse su valor histórico.

Igual podemos decir de las numerosas etiquetas encontradas en los últimos tiempos que proporcionan información sobre el origen y naturaleza de los objetos funerarios a los que están unidas.
Especial consideración merecen las 173 más pequeñas, de hueso y marfil (hacia 3200 A.C.), excavadas por el alemán G. Dreyer recientemente junto a un cetro ceremonial de marfil, en la tumba real U-j de la dinastía predinástica conocida como Dinastía 0, en Abidos (Ver foto que encabeza esta “Hoja Suelta”)

Su importancia radica, eso sí, en que lo que muestran no son meros pictogramas sino representaciones de sonidos de una lengua hablada; es decir, fonogramas. Aunque difíciles de leer, constituyen sin duda el uso más temprano de escritura jeroglífica que se conoce, habiéndose podido identificar en algunas de ellas nombres de conocidas ciudades frecuentemente mencionadas en posteriores inscripciones como Buto y Bubastis.

En el mismo contexto se analizan la Paleta Nermer y la Maza de Escorpión cuya interpretación, de nuevo, se hace difícil en cuanto que no sabemos si estamos ante una pieza de carácter ritual, narrativo o conmemorativo. Y teniendo en cuenta la ideología egipcia del período faraónico, no sería de extrañar que hubiese sido de interés para el propio sistema y para la misma realeza alentar dicha confusión entre la realidad y lo puramente ritual o mágico.

Y, finalmente, se llega a la Piedra de Palermo como fuente histórica más importante. Se trata de parte de una estela de basalto, inscrita en ambas caras, con anales de los reyes del Bajo Egipto que se remontan a los míticos gobernantes prehistóricos; uno de los fragmentos está en el Museo Arqueológico de Palermo, en Sicilia, otro en el Museo de El Cairo, y un tercero en el Museo Petrie de Londres.

El texto muestra registros horizontales separados por líneas verticales con una pequeña curva en la parte superior, posible imitación del jeroglífico que representa el año reinal, rempet. El hecho de que durante el Imperio Antiguo las fechas se refiriesen a los censos bienales ganaderos y no a los años de reinado, hace surgir la confusión.

Resulta interesante la coincidencia en el tipo de información que ofrecen la Piedra de Palermo y las etiquetas de marfil y hueso de Abidos, si bien las segundas contienen información administrativa y la primera no; mientras las segundas la tienen de las inundaciones del Nilo, cosa de la que carece la primera.

Y desandando lo ya andado, podríamos resumir que la base de la cronología tradicional de los cambios políticos, aparte de la Piedra de Palermo, la constituyen por una parte la historia de Menatón de la que sólo existen extractos recopilados por autores posteriores, las conocidas Listas Reales, los informes fechados de observaciones astronómicas, los documentos literarios y artísticos en forma de relieves o estelas, las informaciones genealógicas, y los sincronismos procedentes de otras culturas, como es el caso de las Listas Reales asirias. Y para las dinastías XXVIII a la XXIX, la Crónica Demótica de la Bibliothèque Nationale, en París, que compensa la ausencia de información histórica en los papiros y monumentos de esta época.


Otro punto a considerar que dificulta el trabajo, es el hecho de que el pueblo egipcio carecía de un origen o punto de partida que les sirviese de referencia para situar un determinado acontecimiento en el tiempo; como por el contrario ocurre, por ejemplo, en nuestro mundo occidental donde nuestra referencia se fija en el nacimiento de Cristo.

La ascensión de un nuevo faraón marcaba un nuevo origen; un nuevo amanecer; no sólo filosófico sino también real.

Una fecha comenzaba por uno de los treinta días de uno de los cuatro meses de las tres estaciones del año correspondiente al del reinado del faraón. Y a su muerte, comenzaba otro nuevo ciclo. Con lo que nunca se hablaba de número de años a la hora de situar un determinado evento en el tiempo.

Parecido argumento podemos esgrimir con la “Titulación Quíntuple” que permitía al faraón su nominación de cinco formas diferentes: tres de ellas ensalzaban la triple divinidad del rey; las otros dos daban constancia de la unificación de dos tierras.

Entre estos últimos, el de nesu-bit, traducido como “Señor de las Dos Tierras”, nos permite, por su étimo, determinar su carácter a su vez divino y mortal. “Nesu” parece que nos da a entender una divinidad exenta de cambios; mientras que “bit” nos parece hablar de una realeza efímera, mortal.

Las listas reales que aparecen en muros de templos y tumbas pueden tener así su origen y significado en un deseo explícito del faraón - encarnación a la vez de Horus y de Osiris – de rendir así homenaje a sus ancestros.

Aunque la lista real más informativa sea la que nos ofrece el Canon de Turín, como ocurre con todas ellas, nos dice más de culto que de historia.

En cuanto a las observaciones astronómicas, éstas se centran en Siro, como eje de la reconstrucción del calendario egipcio y eslabón clave en el total de la cronología. También lo ha sido en otras culturas, como es el caso del calendario maya que comienza el 26 de junio, cuando la estrella Sirio y el Sol amanecen a la vez.

Sirio, situada en la constelación de Can Mayor, conocida como “Alfa del Can Mayor” o “La Estrella del Perro”, es la estrella más brillante del cielo nocturno vista desde la Tierra. Este cuerpo celeste está en realidad compuesto por dos estrellas que viajan juntas, vinculadas por la fuerza de la gravedad, describiendo una trayectoria con forma de espiral. La segunda, conocida como Sirio B, fue descubierta en 1844. Y como toque lúdico que alivie la aridez del tema, la escritora Joanne Rowling se inspiró en Sirio para crear el personaje conocido como Sirus Black en la saga de Harry Potter.

Shaw se explaya en el tema que por su tecnicismo obviamos, si bien cabe mencionar que es esencial determinar de dónde provienen los datos que, unos sitúan como obtenidos en Menfis, otros en Tebas y algunos, como es el caso de D. Franke y R. Krauss, en Elefantina. Y también si los datos obtenidos han sido medidos desde un solo punto, desde más de uno y, de ser así, si se han tomado de forma simultánea o independientemente en el tiempo.

Otro factor que completa la lista de dificultades ya enumeradas es el tema de las llamadas co-regencias.

Para empezar, el término utilizado, extrapolado a nuestro sistema, puede no reflejar una realidad, y cuya existencia algunos, como el erudito Gae Gallender, incluso niegan, si bien ciertas formas de co-regencias parecen haber existido, irregular en forma y duración, a lo largo de su historia, que ha dado lugar a algunas conjeturas cabalísticas de egiptólogos e historiadores por igual.


Finalmente, el Profesor Shaw no sumerge en los arbitrariamente llamados “Períodos Intermedios”, tiempos de inestabilidad, desgobierno, duplicidad y descentralización, una vez más carentes de una estanqueidad que les permita ceñirse al corsé del tiempo. Son las “Dark Ages” o Edades Oscuras por las que se les conoce en el mundo anglosajón.

El Tercer Período Intermedio, en especial, está siendo objeto de intensos y controvertidos estudios que abarcan tres áreas bien distintas: Una, cultural, relacionada con la diversidad de materiales y estilos de, por ejemplo, la cerámica y/o los elementos funerarios; otra, lingüística, iconográfica y antropológica; y, una tercera, la más comprometida y la de mayor impacto en el total del período faraónico: El alcance real del Tercer Período Intermedio que podría acortarse en unos 200 años, lo que reduciría el final de la Dinastía XX y el comienzo del Período Tardío a unos 150 años.

Estos argumentos, sin embargo, parecen estar refutados gracias al apoyo científico de los sistemas modernos de datación del radiocarbono y de la dendrocronología.

A su vez, las excavaciones realizadas en los 80 y 90 en los cementerios de Umm el-Qa’ab en Abidos, parecen cuestionar, aunque más en el terreno cultural que en el cronológico, las históricas distinciones entre los períodos prehistórico, faraónico, ptoloméico y romano.

En las últimas dos décadas del pasado siglo, se ha intensificado el estudio de la cerámica egipcia lo que ha supuesto un tremendo impacto en el marco cronológico que nos interesa, a la vez que un mejor entendimiento de la existencia de métodos más sofisticados en la cultura cerámica. Pero es tan poco aún lo que se conoce sobre los cambios culturales y medioambientales durante los períodos de prosperidad y estabilidad, como es el caso del Imperio Antiguo y Medio, que hace que la interpretación en épocas de crisis sea aún más difícil.

Y para terminar, es el propio Profesor Shaw quien concluye: “...el sentido egipcio de la Historia es uno en el que los rituales y los hechos reales son inseparables”.

E insiste en su apreciación de que el vocabulario del Arte y de los Textos Egipcios apenas distingue lo ideal de lo real; Historia y Mito son parte integral de un mismo proceso.


Y sólo nos queda agradecer al Profesor Shaw su valiosa aportación a nuestro tan reducido y flaco saber.

Rafael Canales

En Benalmádena-Costa, a 28 de noviembre de 2008

Bibliografía:

"Ancient Egypt. Anatomy of a Civilization". Barry J. Kemp. Routledge, 2006
"The Oxford History of Ancient Egypt". Ian Shaw. Oxford University Press, 2003
"Ancient Egypt. A Very Short introduction". Ian Shaw. Oxford University Press, 2004

miércoles, 26 de noviembre de 2008

"La Bella ha llegado" .... ¡Y se queda!

Nefertiti. Neues Museum, Berlín
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Así es. ¡Nefertiti .... se queda!

El domingo 22 de febrero de 2009 se cerrarán las puertas del Museo Egipcio de Berlín situado en la planta superior del Altes Museum, en Lustgarten.

El cierre será temporal, y se hace necesario ante los preparativos de traslado de la exposición completa al Neues Museum en la zona museística denominada Isla de los Museos, considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La reapertura de la exposición tendrá lugar a mediados de octubre de 2009 y será con carácter permanente.

El Altes es el museo más antiguo de Berlín y está considerado como el primero del mundo diseñado y construido como tal. Su fachada, con un frente de más de 90 metros de ancho, presenta un impresionante pórtico de 18 columnas jónicas con una leyenda en Latín que lee: ”Fredrick William III en 1828 dedicó este silencioso lugar al estudio de las Bellas Artes de toda la Antigüedad”.

La Isla, si bien la zona museística más famosa de Berlín por la concentración de importantes museos, entre los que destaca el famoso Pergamon, forma parte del conjunto de más de 175 museos con que cuenta la capital alemana.

El busto de “La Bella ha llegado” continuará expuesto durante el traslado y entre los meses de marzo y junio lo hará en una exposición titulada “kulturGUTerhalten” donde se mostrarán algunas de las actividades de restauración que se desarrollan en los museos berlineses. Y a partir de entonces, en la espectacular rotonda de la Planta Baja del Altes Museum cuyo diseño estuvo inspirado en el Panteón Romano.

La noticia, difundida ya hace algún tiempo, es de especial interés ya que a partir del 22 de febrero de 2009 los visitantes se verán privados de poder visitar, muchos por vez primera, la fabulosa exposición completa. Nefertiti, por su parte, y como única representante temporal del Antiguo Egipto en la capital, tendrá que llevar sobre sí el peso que le puede corresponder de los dos millones y medio de visitantes que la exposición soporta desde su traslado al Altes Museum en 2005.

En su actual ubicación, la exposición ocupa ocho salas situadas en la planta superior del Altes y la visita se inicia con un recorrido en el sentido contrario a las agujas del reloj.

En la sala 1 nos encontramos con las esculturas egipcias distribuidas ordenadamente por tipos. En la 2, con los padres de Nefertiti, Amenofis III y Tiya, junto a una interesantísima colección de máscaras de particulares en yeso. En la sala 3, por fin Nefertiti, bellísima; a veces casi tapada por los visitantes que rodean la urna de cristal que celosamente la protege. Su sola presencia llena la sala. La 4 nos ofrece temas relacionados con la vida cotidiana. En la 5 se puede admirar el impresionante tesoro en oro de la reina Amanishakheto de Meroë que permite al visitante dar una ojeada al vecino y Antiguo Sudan. La 6 nos impresiona por los fabulosos papiros cuya visión hace que el tiempo se detenga y quedemos extasiados con su belleza. Y le sigue la 7, sobre temas relacionados con la vida en el Más Allá y, finalmente, el Mundo de los Dioses en la 8. Yo diría que se necesitan tres horas si se quiere ver a conciencia, tomar notas, fotos sin flash y disfrutar de un poco de regodeo egiptológico.

Y, a título informativo, hagamos un breve recorrido por su historia.

La Colección Egipcia se crea con la recomendación de Alexander von Humboldt al rey Friedrich Wilheim III en 1828, y prácticamente se inicia con los más de 1500 objetos traídos de Egipto por Lepsius durante su larga visita a Egipto y Sudan entre años 1842 y 1845, como regalo de Mohamed Ali al pueblo germano. Fruto documental del viaje de Lepsius fue el famoso Denkmäler con sus más de 900 láminas y 3500 páginas manuscritas de texto.

La Colección siguió creciendo, en su mayoría, gracias a la aportación de las excavaciones que siguieron a raíz del mencionado viaje; en especial las de Amarna entre 1911 y 1914.

La Segunda Guerra Mundial tuvo una incidencia muy negativa en la Colección pues el Neues Museum sufrió grandes desperfectos y muchos de sus objetos fueron pasto de las llamas, por lo que la Colección quedó desmembrada siendo trasferida a diferentes lugares con lo que, terminada la guerra, quedó dividida en dos.

Los objetos devueltos por Rusia a Berlín fueron a engrosar el contenido del Bode Museum, en la Isla, en una exposición más bien enfocada hacia la cultura y la religión. Los devueltos a la Alemania Federal encontraron su hogar permanente en el antiguo edificio de la guardia real, el edificio Stüler, en Charlottenberg. Hasta ese momento, el busto de Nefertiti había sido expuesto junto a otros objetos de importancia en el Museo de Arte de Dahlem.

Bajo los auspicios de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, el Museo Egipto continuó operativo en ambas localidades hasta que en 1998, y con motivo de la clausura del Bode Museum por reformas, muchos de sus objetos se trasladaron a almacenes para su conservación y custodia, y sólo unos pocos se integraron en la exposición del Stüler.

Finalmente, antes de terminar el 2005, y debido a los trabajos de renovación y rehabilitación del edificio Stüler, el Museo Egipcio se cerró, volviéndose a abrir en el mes de agosto de ese mismo año; esta vez en el Altes Museum.

Y será en 2009 cuando regresará definitivamente a su antigua casa, el Neues Museum, ya reconstruido y rediseñado, donde le dará la bienvenida un nuevo concepto de exposición.

Rafael Canales

Benalmádena-Costa, a 26 de noviembre de 2008
Bibliografía:
"Egyptian Museum and Papyrus Collection". Berlin, 2008

martes, 25 de noviembre de 2008

Los Colosos Recuperan sus Cabezas

Retoques finales

¿Original o Copia?

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El 23 de marzo del presente año, una delegación del gobierno egipcio encabezada por su Primer Ministro Ahmed Mohammed Nazif, acompañado del Ministro de Cultura Farouk Hosny, del Gobernador de Luxor, Samir Farag, y del Secretario General del Consejo Superior de Antigüedades (SCA) Zahi Hawass, en una visita al emplazamiento, quiso mostrar el interés institucional por el desarrollo de los trabajos llevados a cabo por el conocido como “Proyecto de Conservación del Templo de Amenhotep III y de Los Colosos de Memnon”.

El Proyecto, bajo la Dirección de Hourig Sourouzian y Rainer Stadelmann, está compuesto de unos treinta especialistas de doce diferentes nacionalidades y viene financiado, en su mayoría, por la Association des Amis des Colosses de Memnon - gracias a la generosidad de Monique Hennessy - y por la Förderverein Memnon, encabezada por Ursula Lewenton. De sus recientes logros nos informa su propia Directora Houring Sourouzian. (Ver el Nº 33 de la Revista Boletín “Egyptian Archaeology” de la Egypt Exploration Society”.

Las fotos que encabezan esta “Hoja Suelta”, procedentes de la base de datos del Museo Británico, nos muestran, en la primera, a Michael Neilson del Departamento de Conservación, Documentación y Ciencia del Museo, enfrascado en los retoques finales de “su recién nacida cabeza” y, en la segunda, el producto ya terminado con las dos cabezas gemelas de las que una es una pura e indistinguible réplica.

La original, una de las dos cabezas de cuarcita de Amenhtep III, joyas preciadas del Museo, fue adquirida en 1823 del coleccionista Henry Salt procedente del templo funerario del rey en Kom el-Hettan. La cabeza, de 117 centímetros de altura, luce la corona roja del Bajo Egipto.

El equipo se ha esforzado en localizar los colosos de cuarcita a cuyos cuerpos pertenecen dichas cabezas que representan al faraón con la Corona del Bajo Egipto, erguido, con sus brazos cruzados sobre el pecho, y sujetando contra él las insignias reales. Extraídos de las canteras de cuarcita de Gebel el-Ahmar habrían estado colocados en la mitad norte del peristilo del templo.

Desde el inicio de los trabajos, se han ido recogiendo y acumulando, junto a trozos de torsos de considerable tamaño, miles de fragmentos que se han ido catalogando, emparejando y reensamblando, de forma que en el 2007 se pudo reconstruir una estatua hasta la altura de la cintura que, una vez colocada sobre su base original de granito, quedó finalmente situada en la mitad occidental del pórtico oeste en su correcta posición.

Simultáneamente, y contando con el apoyo financiero de la Förderverein Memnon, el Museo Británico puso en las manos de Michael Neilson, la tarea de crear - y enfatizo lo de “crear” - una réplica exacta de la cabeza que, terminada, presentaba un perfecto acabado en cuanto a la precisión de detalles, color, textura y veteado, e indistinguible del original.

Durante este año 2008, se añadirían los fragmentos del pecho que faltaban y se completaría así la escultura en bulto redondo del soberano a la que, previa autorización del SCA, se añadiría la réplica, una vez transportada de Londres a Egipto. Y es allí donde ahora podemos verla, erguida y orgullosa, en el marco del pórtico oeste del peristilo.

Mientras los colosos de la mitad norte van tocados de la corona roja del Bajo Egipto, los colosos de la mitad sur, sin embargo, lucen la corona blanca del Alto Egipto, habiéndose recuperado a lo largo de estos últimos diez años grandes piezas de granito rojo de Aswan y miles de pequeños fragmentos que se han ido catalogando según procedencia, color, textura e iconografía. Y, de hecho, este mismo año se ha encontrado una cara real de granito rojo, con visibles desperfectos, en la zona próxima a la entrada.

Por otra parte, los trabajos de conservación de la estela norte del peristilo continúan. Se trata del trabajo que se viene realizando en una de las dos estelas que flanqueaban el pasillo axial y que se derrumbaron en la Antigüedad.

La del sur, rota en dos trozos, fue restaurada y colocada en 1949 por la entonces Service des Antiquités, ahora SCA. La del norte, por el contrario, estaba totalmente fraccionada y esparcida por la zona próxima a la entrada.

Más de ciento cincuenta piezas han sido ya limpiadas y catalogadas; algunas de ellas, de enorme tamaño, han sido trasladadas con la ayuda de colchones de aire a la zona de conservación donde se ha llevado a cabo una reconstrucción, a forma de rompecabezas, sobre un terreno cercano a su emplazamiento original. Con sus 9 metros de largo, 3 de ancho y 1 de grueso, este monumento, esculpido en cuarcita, como su gemela, sólo se conocía por un dibujo reproducido en un trozo de texto.

El examen estratigráfico de los terrenos próximos al peristilo ha dejado evidenciar la existencia en algunos estratos del llamado “efecto de licuefacción”, fenómeno este también observado en los cimientos del segundo pilono y considerado fuente y posible origen de un fuerte terremoto. Este importante descubrimiento de Arkady Karakhanyan arroja nueva luz sobre el que causó la destrucción del templo, mucho antes del 27 A.C. del que dan testimonio los antiguos registros.

En otro orden de cosas, y continuando los trabajos de limpieza y conservación, a finales de la temporada última, los ingenieros han llevado a cabo el examen de la zona próxima a la entrada del segundo pilono en la que descasan restos de otras estatuas colosales de cuarcita de Amenhotep III, con la intención de desarrollar un proyecto de consolidación de cimientos que les permita la eventual colocación de los colosos en su situación original.

El coloso del sur, descubierto en 2003 y desenterrado en 2006, ha dejado al descubierto, después de una meticulosa limpieza, una estatua de la “Gran Consorte Real Tiya” de grandes proporciones que, con sus 3’62 metros de altura, aparece junto a la pierna derecha del monarca. La reina va tocada de una ancha peluca, en la que se aprecia el hueco de un inexistente uraeus, coronada por altas plumas. Su mano izquierda descansa abierta en las jambas del trono mientras la derecha, rota, sostiene lo que queda de un papiro. Viste un largo y ajustado traje y, bajo sus manos, su nombre y títulos aparecen grabados en las jambas del trono.

Continúan, eso sí, los problemas causados por los constantes depósitos de excrementos de pájaros que hacen de los Colosos de Memnon su cálido hogar donde libremente anidan. Se prueban todo tipo de elementos disuasorios, como puede ser la utilización de redes galvanizadas muy finas, invisibles a la vista del visitante, que evitan la utilización de métodos más agresivos pero que resultan ineficaces en las holgadas y a veces profundas oquedades.

Existen ya planes de protección de la mitad oeste del emplazamiento que alberga el peristilo, la sala hipóstila y los santuarios, con vista a una apertura al público del lugar dentro de los próximos cinco años. Los planos del proyecto, concebido y dibujado por el arquitecto Nairy Hampikian, han sido ya presentados al SCA para su aprobación, si procede.


Rafael Canales


Benalmádena-Costa a 25 de noviembre de 2008
Bibliografía:
"Egyptian Archaeology". Bulletin of The Egypt Exploration Society. No. 33 2008
"British Museum Collection Database"



jueves, 20 de noviembre de 2008

Hace 160 años....

NASA

Dekmäler. Expedición 1842-1845. C.R. Lepsius

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Durante cierto tiempo he sabido de la existencia en mis archivos de estas dos láminas objeto ahora de esta “Hoja Suelta”.
Viéndolas juntas y, por una coincidencia del azar, a escalas casi idénticas, me hacen reflexionar:
Aquí tenemos dos panorámicas de las Pirámides de Giseh que, en principio, no parecen tener nada trascendental que las distinga. Excepto el tinte general del fondo de la lámina.
A no ser porque:
La primera fue tomada por un satélite a miles de kilómetros de la Tierra.
La segunda la dibujó un topógrafo a pié de obra.
La primera es de principios de este siglo XXI.
La segunda es del siglo XIX; entre los años 1842 y 1845; hace 160 años.
La primera es obra de la NASA.
La segunda es una de las casi mil láminas que componen la que se considera la referencia más importante que se haya escrito sobre Egiptología; me refiero al "Denkmäler", del alemán Richard Lepsius (1810-1884). Publicada a su regreso de Egipto en 1846, comprende 13 volúmenes de fabulosas láminas, y 5 más con casi 1.500 páginas manuscritas, fruto del trabajo de campo de más de tres años. Las láminas, de una belleza y calidad impresionantes, muchas de ellas en color, muestran reproducciones de grabados y monumentos, algunos ya desaparecidos o seriamente deteriorados fruto del saqueo continuado o del efecto devastador de los agentes externos.
¿Que tienen ambas en común?
La impresionante exactitud casi milimétrica de detalles que permanecen inalterados; en completa hibernación, como congelados por el tiempo.
Es como si el trabajo de un hombre, dotado de un simple taquímetro, de una mente menos simple, y de un corazón de artista, no hubiese podido ser superado por los más de 160 años de inimaginable avance tecnológico. Hombres que "desde abajo" eran ya capaces de plasmar, con total precisión, lo que no se podía aún ver "desde arriba”.
Que las disfrutéis

Un cordial saludo,

Rafael Canales

Benalmádena-Costa, a 9 de noviembre de 2008
Bibliografía:
"Denkmäler". Richard Lepsius. Topographie und Architektur. Abtheilung I, Band I, Blatt 14. 1842-1845

lunes, 17 de noviembre de 2008

Nebamun vuelve a casa

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La revista “Egyptian Archaeology”, Boletín de The Egypt Exploration Society, en su No.33, Autumn 2008, publica, entre otros temas de interés, un dibujo-reconstrucción de Claire Thorne y Richard Parkinson, que incorpora tres fragmentos de los famosos murales de la capilla-tumba de Nebamun una vez sometidos a un delicadísimo y altamente especializado proceso de conservación realizado por personal cualificado del Museo Británico.

La página la encabeza un par de detalles ampliados de gansos y ganado vacuno de un sorprendete realismo y perfección.

La página opuesta muestra la famosa escena de Nebamun cazando en los pantanos, acompañada también de un par de preciosos detalles ampliados de la vida salvaje que le rodea: el de una Mariposa Tigre que revolotea, y un pájaro en vuelo.

Richard Parkinson, Director de Conservación del Departamento del Antiguo Egipto y Sudán del Museo Británico, nos lo cuenta:

Allá por el año 1820, Giovanni d’Athanasi descubre intacta una capilla-tumba construida en memoria de Nebamun, un contable de grano del Templo de Amon que probablemente estaba aún en activo a finales del reinado de Amenhotep III. Los trabajos de restauración parecen indicar que la tumba probablemente permaneció abierta hasta pasado el Período de Amarna.

D’Atanasi literalmente sustrajo varias escenas del muro de yeso y barro de cuyos trozos once fueron a parar al Museo Británico. Desde un principio se supo el extraordinario valor de las pinturas. Y así estuvieron expuestas hasta bien entrado el año 1990.

Y a pesar del estado fraccionario del conjunto, el delicado pero amplio proyecto de restauración ha conseguido consolidar las superficies de forma que muchas de las pinturas se han vuelto a montar para ser expuestas de nuevo.

Aunque se desconoce la ubicación original de la tumba, recientes trabajos de archivo realizados por Lise Manniche parecen apuntar a que estaba situada en la zona norte de la necrópolis de Tebas, pero sin precisar el lugar exacto.

Algunas pistan parecen sugerir la zona denominada Dra Abu el-Naga, donde la misión egipcio-española encabezada por José M. Galán, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), está realizando excavaciones en las tumbas de Djehuti y Heri (TT 11 y 12.

La obra, ya terminada, volverá a ser expuesta en el Museo Británico en el mes de diciembre de 2008 y sobre el propósito original del proyecto nos habla de nuevo Parkinson.

Uno de los objetivos ha consistido en recrear el sentido de las pinturas en un entorno altamente decorado, pequeño e íntimo, de forma que el diseño de la galería, evocativo pero simple, se complemente con una reconstrucción animada de la capilla-tumba y de su ubicación; todo ello se podrá ver en la galería, y su versión interactiva en la Web del Museo. Con ello se pretende situar las pinturas en un marco adecuado al paisaje egipcio.

Junto a las pinturas aparecerán unos 150 elementos contemporáneos que resaltarán el intenso realismo de estas pinturas, pero que también recordarán a los visitantes que estas escenas pertenecen al mundo idealizado de una élite, y que la experiencia de la vida de la gran mayoría no consiste en la continua ostentación de ocio y prestigio de que el eternamente joven Nebamun parece hacer gala en estas escenas.

Pero el fin último, nos asegura, ha sido conseguir que estas maravillosas obras maestras del arte egipcio sean asequibles a todos; de forma que la galería también dispondrá de una guía en Braille para los visualmente incapacitados visitantes.

Rafael Canales

Benalmádena-Costa, a 17 de noviembre de 2008
Bibliografía:
"Egyptian Archaeology". The Bulletin of The Egypt Exploration Society. No. 33 Autumn 2008
"British Museum Collection Database"

sábado, 15 de noviembre de 2008

Solidaridad en el Nilo

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Con el peso de una pérdida irreparable a cuestas y un dramático diagnóstico en el pensamiento, como flotando en una fría nube que me envuelve y a la vez me arropa, medio aturdido y despistado, llego a Barajas para engrosar un grupo variopinto de “valientes” que se embarcan en un viaje, mitad científico, mitad turístico, a tierras de faraones.

El viaje lo organiza el Instituto de Estudios del Antiguo Egipto (IEAE) y va encabezado por la propia Dirección. Van a ser quince días de convivencia en los que compartiremos todo menos cama y pareja. Yo, al viajar solo, tengo poco que compartir. Y el peso que llevo, es sólo mío.

Quince días de Nubia al Delta en un inolvidable viaje que muchos calificaron de irrepetible. Exorcizante, lo llamaría alguien a su regreso en su intento de explicar sensaciones y sentimientos que afloraron dentro y fuera del grupo y que aún perduran.

Hubo sudor y cansancio; calor y hambre, a veces; risas, tarareos, suspiros y, porqué no, lágrimas; pocas, eso sí; y yo diría que sólo las provocadas por mis impulsivas palabras, objeto de esta “Hoja Suelta”.

Éramos: Jimena, “La Novia del Nilo”, inteligente, viva. Jacobo, su hermano, profundo y reflexivo; Martita, con ojos Azul Fayenza y mirada tierna; Lourdes, mi Ángel Guardián, cariñosa y vigilante; Vicente, mi hijo adoptivo, sabio y travieso, díscolo y divertido, que cubría mis espaldas y me hacía sentir protegido; Nuria, de ojos de largas pestañas y escultural figura, silenciosa a veces, espontánea otras; Raquel y Luis, la pareja perfecta, tranquilos, confidentes, amorosos, un alma con dos cabezas; Juan López del Toro, admirable compañero y admirador; María, recatada y dulce; y, no podría faltar Cristina, “La pequeña Miss”, la más joven, la muñeca de a bordo, siempre alegre y distendida; y así una larga lista de hasta más de una veintena con nuestro docto y polifacético amigo José Ignacio a la cabeza, y Gonzalo, Sonia, Blanca, Esperanza, Marina. Y, desde el Olimpo, vigilantes, una pareja de enamorados, cuyos nombres no divulgo por respeto a su justa intimidad, pero que sus íntimos los conocen con los seudónimos de Paco y Mayte. Y sería injusto, sino ingrato, no mencionar a Walid, el perfecto e ilustrado guía que nos enseñó mucho y bueno, y nos habló del uso del agua bendita para “loritos sagrados”. (Ahora veo que perdió una “s” en el camino. Y finalmente, yo.

Los menciono por lo mucho que su compañía aportó al rotundo éxito de la prueba - pues para algunos, eso es lo que fue - una prueba de ilusión, fortaleza y constancia; por su cariño, solidaridad, comprensión y compañerismo.

Y fue el momentáneo extravío de mi pasaporte lo que puso a prueba la solidaridad del grupo, ya que eran más de uno los que estaban dispuestos a permanecer en Egipto hasta su recuperación.

Así que una vez en el autocar, desde mi asiento al fondo, sentí la necesidad de compartir con ellos lo que sentía. Escribí algo en un papel y, armándome de valor y superando mi timidez radiofónica, cogí por vez primera en mi ya larga vida ese "lollipop" o “chupachup” electrónico, y poniéndolo ante mis labios, como si de un helado de cucurucho se tratase a punto de ser ingerido, y con voz entrecortada, leí lo que a continuación reproduzco:


“Soy yo, Rafael. Rafa para los amigos; Titi para mis allegados.
Una nueva semilla se ha plantado en el negro limo del Nilo.
La semilla de la amistad, que germinará con el calor de nuestros recuerdos
y dará flor con nuestro amor; ese nexo invisible que, sin notarlo,
nos va uniendo día a día, entre sudor y risa,
en ese nuestro caminar que nos aproxima a una diáspora no deseada.
Pero no es el fin; sólo el inicio de vivencias y recuerdos jocosos.
He vuelto a aprender de vosotros el apego a la vida
y vivido el amor compartido.
Voy a sentir dejaros con pocas esperanzas de un reencuentro deseado.
He sentido vuestro arrope sobre mis cansados hombros
y vuestra protectora mirada en estos mis ojos doloridos.
Habéis sido solaz y refugio de mis contenidas emociones;
aire fresco, soplo de vida sobre el rostro de un corazón cansado.
Y por todo ello:

¡OS QUIERO!





Y alguien lloró.


Rafael Canales

Benalmádena-Costa a 10 de noviembre de 2008

viernes, 14 de noviembre de 2008

El ba, el ka, el akh, el Nombre y la Sombra

Detalle del ataud de Seni, mostrando un jeroglífco que representa al pájaro-akh crestado. Imperio Medio, hacia 2.000 a.C., madera pintada, 15cm de altura.
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Nunca he llegado a ver con claridad diáfana, yo diría que ni siquiera con cierta claridad, el significado de estos conceptos egipcios, sus funciones, y sus manifestaciones.

Así que abusemos, una vez más, de la oportunidad que me brindan estas “Hojas Sueltas” para reflexionar e intentar, por interés propio y la esperanza de que también lo sea ajeno, plasmar dichos conceptos de una forma más gráfica y ordenada, analizarlos, y apreciar así sus interacciones. Entorpece la tarea las discrepancias y poco rigor en sus definiciones con que me he topado. Más aún al tratarse de conceptos que abarcan diversos planos semánticos.

Empecemos, pues, por el principio, realizando una dicotomía del Individuo en sus aspectos físico y metafísico.

Los Egipcios consideraban al Individuo compuesto de cinco elementos esenciales y distintos:

El Cuerpo, el Ba, el Ka, el Nombre y la Sombra.

Del primero, poco hay que hablar. Se trata del cuerpo físico del Individuo.
Los dos últimos son de sobra conocidos, pero aclararemos su significado en un contexto determinado.
El ba, simplifiquemos por el momento, representa la Personalidad del Individuo.
El ka, de igual forma, representa su Vitalidad.

Dicho esto, cuando el Individuo fallecía, para garantizar la supervivencia del Cuerpo en la otra vida, había de re-unirse – pues habían estado ya unidos en vida – a su ba, cada noche.
El ba, a su vez, se re-unía al ka, con lo que el fallecido se transformaba en akh, o “Ser Luminoso”, que perduraría inalterable eternamente; concepto nuevo éste que aparece y que definiremos con más amplitud en su momento, junto al ba y al ka.

En cuanto a sus respectivas representaciones:
El ba aparece normalmente representado por un pájaro con cabeza y brazos humanos; en especial en las tumbas del Imperio Nuevo.
El ka lo hace mediante un jeroglífico que representa unos brazos alzados formando una U.
El akh, o más bien la palabra akh, por una ibis encrestada.

EL BA

El ba, sin una traducción concreta consensuada, tiene similitudes con nuestro concepto de la Personalidad ya que abarca todos los atributos físicos que hacen del ser humano único. Pero también se relaciona con la fuerza y alcanza también a los dioses, e incluso a objetos inanimados. El término ba podría incluso describirse como la manifestación física de ciertos dioses, como es el caso del Toro Apis. De hecho, los Egipcios consideraban las aves migratorias como reencarnaciones del ba que volaban libremente de la tumba al Inframundo.

Para que los cuerpos de los muertos sobreviviesen en la otra vida, tenían pues que re-uniese a su ba, cada noche, de ahí que en el Spell 89 del Libro de los Muertos se recomendase la colocación de un ba de oro en el pecho de la momia para facilitar así esa re-unión. Y muy lejos de corresponder con el concepto occidental moderno de “espíritu” por el que a veces se le traduce, el ba está más bien ligado al cuerpo físico, hasta el punto de que se le consideraba con las mismas apetencias físicas que el propio cuerpo, como podían ser la comida, la bebida e incluso las satisfacciones sexuales. Los dioses y los reyes disponían de un sinnúmero de bas en los que se exteriorizaba su poder. En cuanto al propio difunto, el ba aparece como la personificación de todas sus fuerzas vitales que, a diferencia de la momia, constituyen su elemento activo, dotado a la vez de una total libertad de movimientos. El ba del difunto reside en el cielo, pero también vuelve periódicamente a la tierra, a su tumba, a alimentarse de las ofrendas. El pájaro ba es incorporado a la decoración de los ataúdes privados de la Dinastía XXI en adelante.

EL KA

El ka, al igual que el ba, carece de una traducción exacta. La usaban los Egipcios para describir la fuerza generadora de vida de cada individuo; tanto humano como divino. Se le consideraba como el principal ingrediente para diferenciar a la persona viva de la muerta, de ahí que, a veces se tradujese, por “sustento”. Nacía con el Individuo y, a partir de entonces, hacía las funciones de “doble” suyo. En el arte funerario aparecía, a veces, como una figura más pequeña, de píe, junto a la del viviente. El ka, como se ha dicho, se consideraba como el portador de las fuerzas generadoras y vivificantes, pero también como símbolo de la vitalidad ininterrumpida que se transmite de generación en generación. Empezaba a existir en el momento del nacimiento y seguía existiendo en el más allá después de su muerte.

Cuando un individuo fallecía, el ka continuaba viviendo por lo que requería el mismo “sustento” que el ser humano había disfrutado durante su vida, de ahí que se le proveyese de ofrendas auténticas de alimento, o bien mediante su representación en las paredes de las tumbas, todo ello mediante la invocación de la Fórmula de las Ofrendas directamente dirigidas al ka. Se daba por hecho que el ka realmente no consumiría los alimentos pero sí asimilaría la fuerza generadora que poseían. Estas eran las ofrendas que solían colocarse en las tumbas ante la Falsa Puerta.

EL AKH

Denominación dada al espíritu del difundo que estaba dotado de poderes mágicos. Cada muerto, rey o vasallo, aspiraba a seguir existiendo en el más allá celestial encarnado en la forma deificada de un akh. El akh no constituye, pues, en mi modesta opinión, “uno de los cinco (ya serían seis) elementos principales que los Egipcios consideraban necesarios para formar la personalidad del Individuo”, como aparece definido en un prestigioso diccionario de Egiptología, obra de también prestigiosos autores, de cuyo título no puedo acordarme. A mi entender, El akh, “ser luminoso divino”, “iluminado”, es el resultado, como se ha dicho ya, de la re-unión del ba y del ka en el momento de la muerte del Individuo; es, por lo tanto, consecuencia de aquella y no parte de éste antes de fallecer; el ba y el ka van ligados a su nacimiento; el akh a su muerte. Estaba considerado como la forma en que el muerto, ya bendito, habitaba en el Inframundo como unión, ahora sí, de su ba y de su ka. Una vez creado, su vida sería eterna e inalterable.

EL NOMBRE

Para los Egipcios, el Nombre era considerado un elemento tan esencial para todo ser humano como el ba o el ka para poder sobrevivir como Individuo. Con frecuencia se tomaban los nombres de soberanos del momento, e incluso de algún dios local, por lo que el nombre, a veces, podía servir para fijar fechas u orígenes geográficos, e incluso la procedencia de la persona que lo tenía. La conocida como Teoría Menfita nos permite evaluar la importancia para los Egipcios de palabras y nombres, no ya como símbolos abstractos sino como manifestaciones físicas de ciertos fenómenos.

Como elemento esencial del ser humano, el nombre había que asignarse inmediatamente al nacer ya que, de no ser así, el Individuo podría ver abocado incluso a no alcanzar su propia Existencia. Su importancia simbólica era tal que, borrar de los monumentos nombres, tanto de personas como de reyes, equivalía a la total desaparición de su recuerdo y, por tanto, de su propia existencia. Por el contrario, y curiosamente, añadir un nombre nuevo a un relieve o a una estatua existente se consideraba como una “usurpación” que permitía, sin embargo, al nuevo propietario adquirir su personalidad y su esencia, independientemente de su apariencia física.

Y ya en el terreno puramente doméstico, al nacer una persona, la madre, convencida de que la vulnerabilidad, el Talón de Aquiles, del ser humano radicaba en su propio nombre, le daba uno que sólo ella conocía para evitar así posibles manipulaciones mágicas contra su persona.

Recordemos que cuando el dios Sol Ra fue mordido por una serpiente, Isis, “La Grande de la Magia”, se ofreció para curarle con la condición de que le desvelase su nombre secreto. Una vez desvelado, se convirtió en “Señora de los dioses que conoce a Ra por su propio nombre”. Luego se lo pasó a su hijo Horus dotándolo así de grandes poderes.

LA SOMBRA

Y para completar este cuidadoso desgrane de conceptos, tenemos la Sombra que, como hemos visto, estaba igualmente considerada por los Egipcios como uno de los cinco elementos esenciales del Individuo, al que había que proteger de todo mal.

Los textos literarios describen la Sombra como una entidad provista de fuerza y capacidad para moverse a gran velocidad. Pero la palabra egipcia para “sombra” tiene también connotaciones de sombra en el sentido de “protección”, de ahí que al Faraón generalmente se le representase bajo la sombra de una pluma o de un gran abanico de plumas. Las escenas pintadas que decoran las tumbas reales del Valle de los Reyes muestran, por otra parte, la sombra que genera el Sol a su paso por el Inframundo, y se creía en la fuerza que transmitía a aquellos sobre los que caía. En la ciudad de El-Amarna se levantaba un tipo especial de altar dedicado a Aton, conocido como shwt-Ra (El Quitasol)

Y con esto acabo este ejercicio encaminado, como decía al principio, a desglosar, desgranar o desgajar cada uno de los componentes del Individuo de acuerdo con las creencias del Antiguo Egipto. He querido aclarar conceptos, manifestaciones y funciones de una forma más ordenada que las por mí conocidas hasta el momento. Para facilitar su visión conjunta, he intentado hacerlo siguiendo mentalmente el esquema de un cuadro sinóptico con los que siempre he trabajado en mis estudios cuando he querido “ver” algo y “retenerlo”. Para mí creo haberlo conseguido. Espero que ayude a otros. Y al resto, mis disculpas si les he aburrido.


Rafael Canales


Benalmádena-Costa, a 14 de noviembre de 2008

Bibliografía:

"Atico Egitto". María Cristina Guidotti, Valeria Cortese
Giunti Editoriale, Firenze-Milano, 2002
"Egipto. El Mundo de los Faraones". Regine Schulz, Matthias Seidel. Editorial Könemann, Colonia, 1997
"Ancient Egypt". Lionel Casson,Time-Life International (Netherlands) N.V., 1966
"The Egyptian Gods and Myths". Angela P. Thomas
Shire Publications Ltd, 2001
"The British Museum Dictionary of Ancient Egypt". Ian Shaw, Paul Nicholson. The British Museum Press, 2003

domingo, 9 de noviembre de 2008

No quiero....

In Memoriam

No quiero que el recuerdo de Alfonso De Ramón, “el cuñadísimo”, caiga en la implacable espiral del olvido. No quiero que su imparable fuerza envolvente se lo lleve de nuestro entorno. No quiero que su arte, intuitivo, deje de sonar en el día de su muerte. Quiero hacer ruido. Quiero que todos los que le queremos participemos en un homenaje mudo que suene a gloria. Quiero que hoy se siente en el lugar reservado a los grandes. Sin aspavientos; sin populismo; como él habría querido.

Alfonso nació artista. Alfonso nació creador. Todo lo que sus manos trabajaban se volvía arte; sólo con su caricia; sólo con su don.

Ya Picasso lo vio; lo intuyó. En aquel ya manido, y a veces manipulado, viaje a París de 1957. Su obra tenía ese “algo”, ese “duende” que lo distinguía de los demás. No era la musa que desde la altura te inspira. Era ese“cosquilleo” que, como en el flamenco - decía el poeta - te empieza en la planta de los piés y trepa por las piernas hasta llegar al corazón. Y de ahí, al alma.

Alfonso De Ramón, Aries puro - también de un 19 de abril - cumplió como tal sus deberes de esposo y padre a la perfección. Infatigable trabajador, su inquebrantable sentido del deber hizo que la vida, cicatera y mezquina, le robase parte de ese tiempo, patrimonio íntimo, precioso e irrecuperable, que el creador y el artista necesitan.

Y sí quiero que hoy seamos conscientes del alto lugar que le corresponde entre los pintores malagueños. De esa silla, a veces vacía, en la que Alfonso de Ramón Monterde, por timidez enmascarada, nunca quiso sentarse.


Rafael Canales

En Málaga a 6 de noviembre de 2008

sábado, 8 de noviembre de 2008

Las Pirámides de Mendelssohn

Pirámide de Meidum
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(De vuelta al IEAE, y con el sólo objeto de colaborar con opiniones, reflexiones y, en el mejor de los casos, aportaciones, adjunto esta "Hoja Suelta", comentario sobre una obra - de proyección popular menor -dedicada en exclusiva a las pirámides y mastabas de Egipto).

Hola, amigos.

Me hago eco de la recomendación que hace Julio González a la aportación del eminente y prolífico científico Kurt Mendelssohn a la Egiptología, faceta ésta menos conocida - muy lejos de la Física - a la que finalmente dedica sus diez últimos años de vida. Me refiero a su libro titulado “The Riddle of the Pyramids”, Thames and Hudson, 1974.

Ya en cierta ocasión algún compañero del I.E.A.E. solicitaba algún libro sobre las Pirámides y no me atreví a recomendar esta obra por considerarla muy sui géneris y, quizás, poco digerible por lo que agradezco la oportunidad que se me brinda ahora de rectificar.

De formato pequeño, con escasamente 200 páginas en papel de pobre calidad, letra muy pequeña y texto denso, su inglés es fluido pero muy técnico; asequible si se está familiarizado con una terminología inglesa muy especializada; muy cómoda de lectura y contenido, eso sí, en casos muy excepcionales como es el mío propio, dada mi larga estancia en el Reino Unido y mi graduación y especialización en Londres, precisamente, en la especialidad de Estructuras, dentro de la Ingeniería.
El estudio realizado por Mendelssohn me parece excepcional en cuanto a su incuestionable objetividad y metodología; propias de un científico de su talla.

Kurt Mendelssohn desarrolla su tesis doctoral en la Universidad de Berlín donde estudia Física bajo el tutelaje de Einstein, Scrödinger, Nerst y Plank. Ante la situación creada por los nazis, en 1933 marcha a Inglaterra donde se convierte en el primer científico que logra la licuación del helio, recibiendo innumerables premios por su variadísima aportación científica y numerosísimas publicaciones.

Ante la falta de puestos académicos disponibles en estos tiempos difíciles, investiga y subsiste a partir de becas y subvenciones; algunas procedentes de asignaciones para excavaciones en Egipto que Sir Robert Mond, químico de profesión, “desvía” hacia la Física en un encubierto mecenazgo que eventualmente dio su fruto.

Según palabras del propio Mendessohn en el Prólogo, su libro, dedicado en gratitud a Sir Robert, representa, “el pago a una muy antigua deuda” no saldada.

En uno de sus exóticos viajes con su esposa de regreso de pasar el invierno de 1964/65 en Ghana, deciden pasar unos días en El Cairo donde vuelve a encontrarse con las pirámides que, por entonces, muchos aún consideraban inútiles monumentos, fuera de su aceptada función funeraria. Queda maravillado con lo que considera la primera y más impresionante aventura tecnológica de la Humanidad y, sobretodo, por el enorme esfuerzo e impecable organización requeridos para lograr con éxito, en los albores de una civilización, tan magna e irrepetible obra.

En un viaje posterior visita Meidum, cuya pirámide desconocía, y comprueba el estado ruinoso de esta pirámide situada a unos 50km al sur de Saqqara. No entiende cómo las grandes pirámides de Giza, a pesar de la proximidad con el Cairo y la evidente necesidad de material de construcción barato, han conservado su silueta básica mientras que en la de Meidum los desperfectos son infinitamente superiores. Discrepa así, pues, de la explicación dada por Petrie y Borchardt de que sus ruinas se deben al robo de piedras por bandas de fedayines. ¡Algo no le cuadra!

Un trágico acontecimiento actúa de detonante para acometer su estudio. En el año 1967 un desastre nacional conmovió a todo el mundo. En la pequeña localidad galesa de Aberfan, una gigantesca “pirámide de carbón”, típica de las minas de carbón locales, de proporciones excepcionales, compuesta de polvo y desechos de carbón empapada de agua de lluvia, se movió sigilosamente, y en total silencio y sin aviso alguno, en sólo minutos, se “tragó” la escuela infantil con 116 niños. Yo, que vivía en Londres, recuerdo con detalles los dolorosos documentales televisivos de un horror nunca visto. De pronto, Mendelssohn se dio cuenta de que algo no encajaba en Meidum.

Animado, asesorado e instruido por los mejores egiptólogos del momento, decide acometer la tarea de realizar un estudio totalmente científico de las más relevantes pirámides de Egipto. Egiptólogos y filólogos, deciden entusiasmados participar, ayudar y escuchar al científico con la esperanza de que pueda aportar algo nuevo al estudio de las pirámides de forma independiente y lejos de interpretaciones corporativistas.

Según su teoría, el Profesor Mendelssohn cree que el que las pirámides hayan servido de mausoleos reales no implica que éste fuese el único objetivo de su construcción; probablemente no fuese siquiera el motivo principal. Él propone una respuesta última a un problema que ha intrigado a la Humanidad a través de siglos. Lo que importa no es la pirámide en sí sino el hecho de construirla; no representa un fin en sí misma sino los medios para conseguirlo: la creación de una nueva forma de sociedad. “Estos enormes cúmulos de piedra marcan el lugar donde el Hombre inventó el Estado”.

El libro hace un repaso sistemático a las mastabas y su construcción, pasando luego a las pirámides, con gráficos con planos de plantas, alzados, perfiles y secciones de toda índole que justifican planteamientos y observaciones, producto de un típico trabajo de campo. Muy interesantes resultan sus conclusiones y, muy específicamente, las correspondientes a la pirámide de Meidum que obligó a posteriores estudios realizados por terceros. Ningún detalle escapa a su observación.

En www.amazon.co.uk encuentran el libro a precios bajísimos: desde 0.01 libras esterlinas + 3.94 de gastos de envío.

Insisto en que se trata de un libro puramente técnico, nada atractivo para los más profanos en la materia que, por tanto, recomendaría a pocos. Su lectura es enormemente didáctica y el análisis es exhaustivo. Pienso que es un libro con el que hay que contar si se está interesado en las pirámides.

Mis disculpas si mis comentarios os han aburrido y espero que, al menos, haya sido de algún interés para otros.

Un cordial saludo,

Rafael Canales

Benalmádena-Costa a 27 de junio de 2008
Bibliografía:
"The Riddle of the Pyramids". K. Mendelssohn. Thames and Hudson Ltd, 1974



El Vidrio en Egipto




Recipiente de vidrio policromo en forma de pez procedente de Amarna. Estos recipientes se solían usar para cosméticos. Dinastía XVIII, reinado de Akhenaton. Longitud 145mm . Museo Británico.
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(Esta "Hoja Suelta" la envié para su circulación entre los compañeros del Foro del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto (IEAE), en el que sólo ocasionalmente participo, a principios de año, por las razones que expongo en su introducción)
Ante todo, Feliz Año.
Hace unos días, me pareció leer el correo de una estudiante que requería información sobre la existencia y evolución del vidrio en el Antiguo Egipto. A la vuelta de un par de viajes que he realizado, he localizado dicho mensaje, de fecha 26/12/07, y pienso que, quizás, pueda aportar algo sobre tan especializado tema. Con permiso, claro está, de los “mayores de edad, saber y gobierno” de esta respetable disciplina.


Existe en Inglaterra una interesante librería cibernética que cubre casi todas las ramas del saber y que en su sección titulada "Egyptology" ofrece unos veinte libros de formato pequeño, lectura densa y buena ilustración - la mayoría en blanco y negro - cada uno dedicado a temas monográficos. Sus autores son especialistas con una amplia experiencia en Arqueología egipcia. Los temas van desde Medicina a Juegos y Deportes, pasando por Momias, Shabtis, Templos Cavados en Roca, Alimentación y Bebida, etc.

Yo los tengo leido todos y puedo asegurar que, en su mayoría, son muy buenos y altamente didácticos. Los precios varían entre 4.99, 5.99 y 6.99 libras esterlinas. Formato: 21 x 15; 80 páginas aproximadamente.

El número 18, “Egyptian Faience and Glass” le puede aportar lo que necesita ya que Amarna está bien cubierta. Su autor, Paul Nicholson, hizo Arqueología y Prehistoria en la Universidad de Sheffield donde obtuvo su BA en 1981 y, en 1987, el prestigioso Ph D.

Empezó su andadura egiptológica en 1983 en la expedición de la Egypt Exploration Society en Amarna y en el posterior Memphis Proyect en 1987.

La primera parte está dedicada al “Faience” (Fayenza) y la segunda al “Glass” (Vidrio) y se inicia con una referencia a Plinio El Viejo y su teoría – carente de soporte histórico - sobre su descubrimiento a orillas del antiguo río Belus, en Fenicia, hoy Na’ aman en Israel.

Después de un recorrido por sus componentes se centra en la tecnología y en el proceso de fabricación que divide en dos fases: la primera que denomina “fritting”, consistía en calentar los componentes a entre 700 y 850°C – el límite de los hornos era de 1000°C – hasta conseguir una masa con la textura del azúcar derretido; la segunda en la adición de un álcali, en proporciones superiores a las utilizadas hoy, para reducir las temperaturas máximas requeridas. En los hornos modernos la temperatura es de 1550° C para que el vidrio fluya.

Le sigue un amplio capítulo sobre el primer vidrio en Egipto, comentando que si bien tanto el vidrio como la fayenza tienen un uso temprano, el primero aparece - como material de propio derecho - relativamente tarde y las más recientes y fidedignas dataciones lo sitúan en el Imperio Nuevo, mientras que los más recientes hallazgos, incluido Amarna, sugieren que la fabricación de vidrio y fayenza coexistieron, como substituto de las piedras semipreciosas, junto a otros productos de artesanía.

No se ignora la noción de importación de vidrio en Egipto como lo demuestran los lingotes de vidrio azul encontrados entre los restos del naufragio de Ulu Burun frente a la cosa turca, datados aproximadamente durante el reinado de Amehotep III, cuyo análisis coincide con los vidrios micénicos y egipcios de la época por lo que distingue entre el vidrio “fabicado” y el vidrio “trabajado”. Es posible que alguno de los talleres de Amarna se dedicase a “trabajar” el vidrio suministrado por otros fabricantes locales o extranjeros. Amarna puede haber representado un punto de inflexión en la fabricación del vidrio en Egipto con talleres que fabricaban su propio vidrio con materia prima local. De éstos se conoce un número importante del Imperio Nuevo destacando Malkata y Tell el-Amarna. De la Dinastía XX destacan los de Lisht y Menshiyeh. El número de talleres y objetos ha sido suficiente como para que estudiosos de la categoría de Birgit Nolte se hayan interesado en la catalogación cronológica de los diferentes talleres de fabricación. Hay que hacer la salvedad de que el “vidrio soplado”, en efecto, no es conocido hasta el Período Romano.

Las ilustraciones que aparecen en el libro tienen una importante base en el impresionante contenido del Museo Petrie con más de 80,000 objetos catalogados entre los que se encuentra el conocido - no sé si por su valor intrínseco como espécimen de “vidrio soplado” o por el simbólico - Falo de Hawara, del Período Romano. Parte del material procede también de otros museos como el Museo del Vidrio de Pilkington, la Egypt Exploration Society, el Toledo Museum of Art, el Czechoslovak Institute of Egyptology, el British Museum, el Victoria and Albert, etc.

Los dos capítulos que siguen abarcan el Tercer Período Intermedio y el Período Tardío. Respecto al primero, hasta muy recientemente, se pensaba que la fabricación de vidrio había prácticamente agonizado no volviendo a revivir hasta la dinastía XXVI pero en 1980 el Profesor J.D. Cooney sugiere que puede que hubiese sobrevivido, ya que la puerta de la capilla de Amasis y una pieza similar de la Dinastía XXVII dedicada a Darío I, muestran el mismo colorido que el vidrio de la Dinastía XVIII. El colorido, incluido el rojo, una vez perdida la continuidad de uso, no habría podido recuperarse nunca, lo que indicaría una cierta continuación en la fabricación del vidrio. El libro termina con un capítulo dedicado al Período Greco-Romano.

Un cordial saludo,


Rafael Canales

En Benalmádena-Costa, a 8 de enero de 2008.







Bibliografía:


"Egyptian Faience and Glass". Paul T. Nicholson. Shire Publications Ltd, 1993.