sábado, 27 de diciembre de 2008

La Prehistoria Egipcia del Paleolítico a la Cultura Badariense (700.000-4.000 A.C.) 1/8.- El Paleolítico Inferior

 Homo Erectus
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INTRODUCCION

Hoy, ya podemos, sin complejos, considerar un tópico que el Antiguo Egipto fuese un regalo del Nilo por aquello de que sus aguas daban vida a su rico Valle con sus ansiadas crecidas del tardío verano de cada año.

Con esta reflexión se inicia el ensayo sobre el tema que nos va a ocupar y que representa el segundo ensayo de los quince que componen la obra “Oxford History of Ancient Egypt”, y a los que ya hice alusión en mi “Hoja Suelta” titulada “Cronología del Antiguo Egipto según Shaw”, como temas a tratar, de forma más o menos esporádica, y sin calendario fijo, en mis futuras intervenciones.

Sus autores forman parte de ese “grupo de elite” con el que yo calificaba a los expertos y eruditos que han colaborado con el Profesor Shaw en la mencionada obra.

En este caso se trata de los profesores belgas Stan Hendrikx, Provinciale Hogeschool, Limburg, Hasselt, y Pierre Vermeersch, Katholieke Universiteit, Lovaina.

El objeto, como ya expuse en su momento, es lograr un resumen, una síntesis, de sus contenidos, que aún siendo sólo una visión global, sencilla pero ajustada, nos facilite su asimilación y nos ayude a su retención; y vuelvo de nuevo a mis “cuadros sinópticos” de mis años de estudiante, de los que, al parecer, no consigo escapar. La dificultad estriba en hacerlo de una forma breve.


Aclaremos primero algunos conceptos que nos sitúen en el tiempo: ¿Qué entendemos por el término “Badariense”?

El término “Badariense” proviene del nombre de una pequeña localidad del Alto Egipto, la moderna El-Badari donde, durante el quinto milenio A.C., se desarrolló, como en otras diminutas comunidades, una cultura cuyas raíces son incluso anteriores a las de Nagada. Y entendemos como Cultura Badariense a la fase inicial del Predinástico de Egipto, posterior al Neolítico de Fayum y Merimda, y anterior al Amratiense, entre antes de 4.000 y 4.900 A.C.

El-Fayum es, por otra parte, un yacimiento tipo del Neolítico egipcio, junto con Merimda, en el oasis de igual nombre, al suroeste de El Cairo, fechado entre 4.700 y 4.000 A.C, consistente en varias elevaciones (koms), con restos de cabañas muy livianas, con hogares y graneros, y abundante material (cerámica lisa, morteros, hachas pulimentadas, puntas de flecha con retoques bifacial, etc.)

Merimda Beni Salame (Merimda o Merimdé), es también un yacimiento neolítico en el inicio del Delta del río Nilo, datado entre 4.800 y 4.100 A.C., de características parecidas al de Fayum, aunque de mayor tamaño y organización más compleja (casas de adobe 
en los niveles superiores, enterramientos femeninos e infantiles entre las viviendas, esculturas en arcilla, etc.)

Amratiense (de Amrat) se denomina a la fase cultural del Predinástico, también conocida como Nagada I, posterior a la Badariense, y anterior a la Gerzeense, entre 3.900 y 3.650 A.C.

Gerzeense (de Gerzeen) se denomina a la fase cultural del Predinástico, también llamada Nagada II, posterior a la Amratiense, entre 3.650 y 3.300 A.C.

Así pues, el estudio que nos ocupa da un somero repaso al período entre 700.000 B.P. y 4.000 A.C. Es decir, hasta el Eneolítico, o Período Predinástico, llamado así, como es sabido, por ser anterior a las más antiguas dinastías, y cuyo descubrimiento, como ya se dijo en otro momento, representa la más valiosa, innegable y significativa aportación a la Egiptología del omnipresente y sempiterno Arqueólog Flinders Petrie.
 
En esta etapa, la aparición del metal y un mayor desarrollo del comercio en relación a otras anteriores, va a plantear, en un momento dado, nuevos problemas a los investigadores, ya que los contactos con el exterior y la utilización de nuevas materias primas, como la obsidiana, darán paso a nuevas formas de vida y a la aparición de nuevas culturas, más desarrolladas.

Y volviendo ahora a la reflexión con que iniciamos esta “Hoja Suelta”, Egipto, ese rico oasis descolgado de un extremo del inmenso desierto del Sahara, no siempre fue lo que es en la actualidad, y sus habitantes vivían en un entorno bien distinto.

Por un lado, el clima no era tan árido como lo es hoy, ya que la región del Alto Egipto está considerada como una de las más áridas del mundo, sino que oscilaba entre la extrema aridez de ahora y el clima tórrido semiárido del Sáhel, palabra árabe que sinifica “borde”, quizás por estar situado en el cinturón que separa el Desierto del Sahara de las sabanas y selvas del Golfo de Guinea y África Central, con precipitaciones inferiores a 200 mm anuales.

Por otra parte, el río Nilo carecía de muchos de esos serpenteados meandros que regaban generosamente los valles con sus crecidas de fin de verano, sino más bien contribuía a la formación de una serie de dársenas dispersas a lo largo y ancho de sus valles, o carecía de descarga suficiente, ahogada ésta por los enormes depósitos de aluvión que arrastraba.

Y otro efecto devastador del río Nilo ha sido la tremenda erosión de los antiguos y valiosos restos arqueológicos que hacen que sean muy escasos y mal conservados los vestigios de ocupaciones más tempranas.

Lo que sí sabemos es que Egipto, por su posición geográfica, ha servido de vía migratoria del África Oriental hacia el Viejo Mundo. Sabemos también que el temprano Homo Erectus salió de África y llegó a Israel hace 1’8 millones de años, y para ello tuvo que pisar suelo egipcio y atravesar el río Nilo aunque, desgraciadamente, son escasas las pruebas que lo confirman y, lo que es peor, la casi inexistencia de pruebas circunstanciales que hagan posible su datación.


Y en cuanto a los recientemente publicados artefactos encontrados en las canteras de Abbassiya y en los depósitos tebanos de grava, no son de origen humano y todos provienen de depósitos secundarios.

EL PALEOLÍTICO INFERIOR (700/500.000-250.000 B.P.)

El Achelense representa la cultura más importante del Paleolítico Inferior en Europa Oriental, y su denominación proviene del lugar epónimo de Saint Acheul, suburbio de Amiens, al norte de Francia. A pesar de ello, parece ser que su definición aún sigue sujeta a revisiones periódicas.

La industria Achelense se desarrolla en el Pleistoceno Medio y comienzos del Superior (c. 600.00 a 90.000 B.P.) en Europa. Su elemento tipológico más característico es el bifaz y unas técnicas de lascado relativamente sencillas. Desarrolla la técnica de Levallois y la talla con percusor blando.

La "Técnica Levallois" es un método de talla que aparece durante el Achelense Medio y tendrá su gran desarrollo en el Paleolítico Medio. Consiste en la preparación previa del núcleo del que se extraerán lascas, láminas y puntas de forma predeterminada por levantamientos previos que se denominan "levallois", y se caracterizan por la dirección centrípeta de las aristas dorsales y por el talón facetado. La mayor o menor presencia de útiles y uso de la técnica Levallois en un determinado conjunto lítico se expresa mediante índices porcentuales.

Son muchas las hachas tipo Achelense encontradas en depósitos de grava locales, pero no así restos óseos humanos que puedan asociarse con esta fase del Paleolítico Inferior en todo Egipto, aunque se considera al Homo erectus como el responsable de la fabricación de dichos artefactos.

Sin embargo, un error de interpretación de la geomorfología del desierto ha hecho creer a ciertos investigadores en la existencia de una correlación entre el Achelense y la cronología de las terrazas aluviales del Nilo que, por desgracia, no existe. Se piensa, eso sí, que el Homo erectus, a su paso por estas tierras, dejaría tras de sí, en forma dispersa, hachas u otros utensilios, de ahí que no sea improbable encontrar hachas Achelenses en la superficie de las zonas desérticas del Valle del Nilo.

Recordemos que a principios del siglo pasado, las colinas sobre las que se deslizaba un sendero que iba de Deil el-Medina al Valle de los Reyes, llegaron a ser muy populares para muchos “coleccionistas” de hachas.

Es curioso observar cómo en Nag Ahmed el-Khalifa, cerca de Abidos, y en otros lugares de la región de Qena, se han encontrado artefactos que permanecen agrupados, aún cuando no estén ya en su entorno original. El hecho de que aparezcan en la superficie de depósitos de arcilla, confirmaría la conexión entre el río Nilo y sus cabeceras en Etiopía. La antigüedad de tales conjuntos se ha estimado entre los años 400.000-300.000 B.P.

Conviene destacar que para tener una base documental fiable de la ocupación Achelense, se requeriría más información de la que se dispone sobre factores tales como la distribución espacial original y los restos fáunicos asociados.

La Prehistoria de Nubia, sin embargo, se conoce comparativamente bien debido a las excavaciones de rescate llevadas a cabo antes de que la zona fuese finalmente inundada por el Lago Nasser.

En estos casos, las agrupaciones de hachas Achelenses reposaban sobre las erosionadas cumbres de las colinas, o “inselbergs”, donde se pudo extraer una buena materia prima: la arenisca ferruginosa.

No era de esperar, sin embargo, que dichos yacimientos, tras una exposición a la erosión de miles de años, pudiesen ofrecer restos en condiciones de conservación medio aceptables, excepto piedras; pero incluso de ellas sólo se posee una información limitada y se carece de medios fiables para una posible datación que no sean los de su propia topología, que los asigna a los períodos Achelenses Inferior, Medio y Superior.

En el Desierto Occidental existen yacimientos que pertenecen al Achelense Superior, como es el caso del oasis de Kharga y Dakhla, y de Bir Sahara y Bir Tarfawi, todos ellos claramente relacionados con condiciones más húmedas en las que la vida para el cazador-recolector era posible, en su mayoría en mal estado de conservación.

Sorprende, por otra parte, la ausencia, en los mencionados conjuntos, de “hendidores”, utensilios fundamentalmente africanos, lo que parece sugerir que, durante el período Achelense, Nubia constituía por sí misma una provincia; un enclave original en el interior de África.

El hendidor, o hendedor, es un útil prehistórico, que aunque por su tamaño pueda ser considerado de la familia de los bifaces, los picos triédricos (lo que suele llamarse "útiles nucleares"), el proceso de fabricación y su concepto tipológico, lo separan netamente de este grupo, haciéndolo un tipo diferente, especial.

Tallado en piedra, es típico del Paleolítico Inferior y Medio en el sur de Europa y, especialmente, en África.


Morfológicamente, se caracteriza por ser un instrumento alargado, de grandes o medias dimensiones, con un filo terminal transversal al eje morfológico de la pieza, como el de un hacha. Se sabe muy poco o nada sobre su utilización, pese a que su forma y filo puedan sugerir que fuese similar a la del hacha. No se sabe si iba enmangado y si se usaba con movimientos transversales o paralelos al filo.

Por otra parte, y con ello terminamos este apartado, se ha hablado del descubrimiento por el “space shuttle” de canales subterráneos en el desierto occidental, ricos en yacimientos Achelenses, bien conservados, aún sin excavar.
 
P.D. Para las fechas absolutas se ha utilizado el Cuadro Cronológico de Ian Shaw, Edición “The Oxford History of Ancient Egypt”, Oxford, 2.000, páginas 479-83. Las fechas del Paleolítico y el Epipaleolítico se dan en años de datación por radiocarbono o años B.P. ("before present" o "before phisycs").


Rafael Canales

En Banalmádena-Costa, a 5 de enero de 2009

Bibliografía:

"The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw. Oxford University Press, 2003.
"Prehistoria", Tomos I y II. Dra. Ana María Muñoz Amilibia y otros. UNED, 2001.
“Historia Antigua Universal. Próximo Oriente y Egipto", Tomo I, 2ª Parte. Dra. Ana Mª Vázquez Hoys. UNED, 2001.
“Ancient Egypt. Anatomy of a Civilization”. Barry J. Kemp. Routledge, 2006.
“The Prehistoric Egypt”, W.M. Flinders Petrie. British School of Archaeology in Egypt and Egyptian Research Account, Twenty-Third Year, 1917. London, 1920.
"Dictionario de Prehistoria", Mario Menéndez, Alfredo Jimeno y Víctor M. Fernández. Alianza Editorial, 2001.
"The British Museum"

 

lunes, 8 de diciembre de 2008

Una Visita a The Egypt Exploration Society..... y algo más

("Pinchar" y ampliar)

PRÓLOGO

A decir verdad, cuando uno empieza a interesarse por la Egiptología y se inicia en la lectura de libros de conocidos y prestigiosos especialistas; se familiariza con la vida y logros de los Padres de la Egiptología; se remonta uno, incluso, a textos de finales del siglo XIX y principios del XX; o se ahonda en los informes y resultados de las grandes exploraciones; va surgiendo, de forma tímida pero reiterada, desde hace ciento y pico de años, un nombre: The Egypt Exploration Fund, hoy The Egypt Exploration Society (EES), cuyo logotipo encabeza esta “Hoja Suelta”.

Pronto te das cuenta de la continua implicación de esta sociedad en la mayoría de los grandes acontecimientos; ya haya sido directamente o a través de sus profesionales; algunos de ellos auténticas referencias de la Egiptología actual, y otros mitos ya que traspasan las fronteras del tiempo. Y entre estos últimos reconozco que no voy a ofrecer la mínima resistencia en mencionar a Matthew Flinders Petrie - para muchos, el fundador de la arqueología moderna - sin por ello desmerecer a otros de innegable valía.

Así que surge la curiosidad y, de pronto, un día, te aventuras y le preguntas a Internet que te cuente algo. Y sólo obtienes una dirección. Llamas a su puerta, y ésta se te abre tímida y sigilosamente, y tú, impaciente, entras y te aventuras por interminables pasillos y recovecos. ¡Y ante ti se abre todo un mundo!

Es un mundo de cultura, de historia, de experiencia, de erudición, de profesionalidad, de “bien hacer”. Sientes como que “todo está allí”. Como que “lo saben todo”. Es como el católico que, pletórico de fe, llega al Vaticano con la esperanza de ver al Papa .... ¡y algo más! La EES no es el Vaticano, ni tiene Papa. Y a los profanos que la visitan no les mueve la fe sino la afición, el entusiasmo, las ansias de saber. La EES tiene “popes”, eso sí; auténticos eruditos en su disciplina. Son los PhDs de la Egiptología. Algo así como los Sabios de esta disciplina; o así preferimos creérnoslo “los no-papados”.

Y así es como se inicia mi contacto con la EES en la que acabé integrándome como “Full Member” o Socio Numerario; sólo, aclaremos, como un aficionado más dispuesto a aprender, si es que queda tiempo.

Y apelando al pragmatismo, tomemos tierra, y continuemos.

Todos, pues, conocemos, en mayor o menor medida, la historia de la Egypt Exploration Society, por lo que resumiremos, muy de pasada, sus orígenes y evolución para pasar luego, también de forma breve, a la EES actual, a sus funciones, sus logros y sus metas. Para finalmente ver qué nos ofrece.

SUS COMIENZOS

Durante el invierno de 1873-74, la ya famosa novelista inglesa Amelia Ann Blandford Edwards, nacida un 7 de junio de 1831, en Londres, viajera empedernida, amante de la aventura, el calor, el frío, las dificultades y el reto, huye con su eterna acompañante y amiga de la fría y húmeda Europa y se refugia en el cálido y soleado Egipto. Su vida va a dar un giro inesperado e imprevisto pero muy en línea con su carácter.

Con un grupo de amigos alquila una dahabiyeh, embarcación/casa flotante que les llevará, en brazos del Nilo, de El Cairo a Abu Simbel, donde permanecerá seis semanas, en un inolvidable viaje pleno de experiencias y anécdotas que Miss Edwards describirá en su libro titulado “A Thousand Miles up the Nile”.

Durante la última etapa de su viaje acomete una improvisada excavación en el Templo de Rameses II en la que saldrá a la luz un santuario desconocido que durante algún tiempo llevaría su nombre.

A su regreso a Europa en 1876 publica su libro en el que, de forma fascinante, describe el Egipto decimonónico y muestra al mundo las maravillas de una civilización ancestral olvidada e ignorada. Pronto se convertirá en un best-seller” cuyo éxito superará con sucesivas e innumerables reediciones, todos sus anteriores éxitos literarios.

Consciente de los peligros a que están expuestas las maravillas de un mundo casi irreal frente al turismo, los avances del mundo moderno y el evidente desenfreno especulativo de las obras de arte, se convierte en una incansable defensora de la investigación, preservación y conservación de los tesoros artísticos egipcios.

En el año 1882 propone a Reginald Stuart Poole, Director del Departamento de Monedas y Medallas del Museo Británico, la puesta en marcha de un proyecto encaminado a explorar, inspeccionar y excavar en zonas de Egipto y Sudán, y publicar sus resultados. Y es así como en 1882 nace el aún hoy famoso Egypt Exploration Fund, precursor de la actual Egypt Exploration Society (EES), en el que Edwards permanecerá como Secretaria General Honoraria hasta su fallecimiento 10 años más tarde.

En un principio se fomenta y divulga la idea de concentrar los trabajos en la zona del Delta del Nilo con la intención de así atraer a aquellos donantes y patrocinadores interesados en encontrar pruebas arqueológicas que respaldasen algunas historias bíblicas relacionadas con Egipto, entre los que lógicamente tenían holgada cabida los miembros del clero.

Entre los benefactores, sin embargo, cabe destacar la figura independiente de Sir Erasmus Wilson quien sufragó los gastos de transporte de Alejandría a Londres de “La Aguja de Cleopatra”, el famoso obelisco de Tutmosis III.

Amelia Edwards acaba prácticamente por abandonar su actividad literaria anterior para dedicarse de lleno a la Egiptología, participando en la redacción de la novena edición de la Encyclopoedia Británica, el Standard Dictionary, y otros.

Y como parte de sus esfuerzos se embarca en un ambicioso y agotador proyecto de conferencias en los Estados Unidos entre los años 1889 y 1890 que, bajo el título de "Pharaohs, Fellahs, and Explorers", verán la luz en 1891. A raiz de la fractura de un brazo durante una de estas conferencias, su salud comienza a deteriorarse, con lo que su energía decae, pero no su entusiasmo.

Amelia Edwards fallece como consecuencia inmediata de una severa gripe en Weston-super-Mare, Somerset, el 15 de Abril de 1892, tres meses después de hacerlo su inseparable amiga y compañera de viajes duarante cerca de treinta años, habiendo legado toda su colección de antigüedades egipcias y su inmensa biblioteca al University College London, y la suma de 2.500 libras esterlinas para la creación de la Cátedra Edwards de Egiptología. Sus restos descansan en la St. Mary’s Church Henbury, Bristol.

Hubiera sido feliz de saber que a su muerte se cumplirían sus deseos y su puesto sería ocupado por su amigo y colega Flinders Petrie.

LAS PRIMERAS EXCAVACIONES

La estrategia de concentrar los primeros trabajos en el Delta dio su fruto, y a principios de 1983, bajo la dirección del suizo Edouard Naville, se inicia la primera excavación en la localidad de Tell el-Maskhuta, que inmediatamente se identifica como la ciudad bíblica de Pithom, en la que según la Biblia los hebreos trabajaron en su construcción - si bien hoy no aceptada como tal - con lo que se abrieron las puertas a nuevas donaciones.

Esto justifica que en noviembre del mismo año se decida abrir un nuevo frente en Tanis (la actual San el-Hagar), la bíblica Zoan, también en el Delta, de la que se hace cargo el joven arqueólogo británico William Matthew Flinders Petrie, considerado por muchos como el fundador de la arqueología moderna, en particular de Egipto y Oriente Próximo.

Su incorporación a la recientemente creada entidad, si bien no siempre idílica y armoniosa, ayudó a establecer un “antes” y un “después” en la reputación del Egypt Exploration Fund como estamento arqueológico de prestigio.

Por otra parte, la metodología y técnica de Naville y Petrie eran tan dispares, por no decir antagónicas, que mientras que el primero se limitaba a los grandes monumentos de piedra bien conservados, infravalorando objetos pequeños como cascotes de barro, restos de vasijas y artefactos menores, Petrie no desaprovechaba ocasión alguna para reunir, coleccionar, catalogar y datar cuanto encontraba logrando crear un inteligente sistema personal y eficaz que aún hoy perdura; me refiero a la "datación secuencial”.

La labor de Petrie representó un tremendo avance en el conocimiento de la vida cotidiana, usos y costumbres del pueblo egipcio; muy en contraste con el que se obtiene del estudio y lectura de textos, inscripciones, papiros y jeroglíficos sobre sus gobernantes, cortesanos y ciudadanos de elite, de carácter religioso, funerario, legal o incluso propagandístico carente, en general, del mínimo contenido social.

Naville prosiguió con sus trabajos en diversos lugares del Delta, como Bubastis, hasta que en 1883 se le envía a la localidad de Deir el-Bahari, en el Alto Egipto, cerca de Tebas, donde, muy a pesar de las lamentaciones y justificadas advertencias de Petrie de que se le enviase “a donde pudiese causar el menor daño posible”, permanece hasta 1907 donde, una vez terminada la limpieza del templo de Hatshepsut, acomete igual tarea en un primer templo de Mentuhotep Nebhepetre.

Es durante este período cuando se incorpora al Proyecto un joven artista británico llamado Howard Carter con la misión de copiar los relieves tan bellamente pintados del templo de Hatshepsut.

Petrie, por su parte, desatendidas sus advertencias, siguió en el Delta en compañía de su nuevo y joven ayudante, Frances Llewellyn Griffith, en la ciudad griega de Naucratis, identificada así por el propio Petrie, y de ahí pasó a Tell Nebeshah y Tell Defeneh.

UN PROYECTO DE EXPLORACIÓN ARQUEOLÓGICA

En el año 1890, Griffith propone al Egypt Exporation Fund (en adelante el Fondo), la puesta en marcha de un proyecto de exploración arqueológica de todo Egipto (en adelante el Proyecto) encaminado a identificar nuevos emplazamientos, describir los ya existentes y que, además, incluyese un registro de todos sus monumentos. Pero el Proyecto, encomiable y ambicioso es modificado por el Fondo y, recortado, se inicia con una primera expedición encabezada por Percy Newberry con la consigna de concentrarse en las tumbas de Beni Hassan y el-Bersheh.

Ocho años más tarde, en 1898, se incorpora al Proyecto una pareja de profesionales formada por un hábil delineante llamado Norman de Garis Davies y su igualmente dotada esposa Nina, que consiguen mejoran notablemente la calidad y precisión de los primeros trabajos del Proyecto. Su labor se concentra en las tumbas de Sheik Said y Deir el-Grebawi, cuyos resultados publican, pasando luego a Tell el-Amarna para confeccionar los registros de sus tumbas y estelas. En 1907 dejan Tebas para continuar su labor en el Museo Metropolitano de Nueva York.

Los trabajos prosiguen en su misma línea tradicional, esta vez en la localidad de Meir, bajo la dirección de Aylward Blackman, y en 1955 el Fondo se congratula de nuevo al asegurarse los servicios del egiptólogo Ricardo Caminos cuya impronta dejará huella en esta institución hasta nuestros días por su valioso legado y generosas aportaciones posteriores. Caminos, junto con Harry James, se responsabiliza de confeccionar el registro de las capillas de Gebel es-Silsila, realizando después personalmente la misma labor en los templos de Nubia como parte de la contribución de la Egypt Exploration Society a la campaña nubia de la UNESCO.

En los años 70, Vivian Davis, Alan Lloyd y Jeffrey Spencer, copiarían para el Proyecto las tumbas del Imperio Antiguo en Saqqara.

LA SECCIÓN GRECO-ROMANA

Durante la última década de 1890, y como resultado de las numerosas visitas realizadas por David Hogarth y Bernard Grenfell a los emplazamientos greco-romanos del Delta y el Fayun, se plantea la conveniencia de crear una Sección Greco-Romana dentro del propio Fondo cuyo cometido será la excavación y publicación de cualquier documento griego o romano encontrado en Egipto.

A partir de 1893 y hasta 1908 Grenfell y Arthur Hunt pasan prácticamente todos los inviernos excavando en la antigua ciudad de Oxyrhynchus, la actual Bahnesa, de donde periódicamente regresan a casa con miles de papiros y fragmentos, a veces escondidos en cajas de galletas vacías, cuya traducción, aún hoy, sirven de ocupación a un gran número de estudiosos.

En 1998, y coincidiendo con el primer centenario de la primera publicación de este trabajo, la Academia Británica celebró un simposio titulado “Oxyrhynchus: a City and Texts” cuyo contenido está pendiente de publicación por la EES.

TRABAJOS EN ABYDOS Y ARMANT

Y volvemos de nuevo a la relevante figura de Petrie que en absoluto limita su trabajo a los “pots” o tiestos de barro, u otras minucias de incalculable valor por el que le valió el apelativo árabe de “Abu Bagousheh” o “Father of pots”.

Es así que durante cerca de 40 años Petrie realiza excavaciones en la mayoría de los principales emplazamientos de Egipto, si bien de toda su innegable y valiosa aportación a la Egiptología la más significativa sería su descubrimiento de la existencia de un extenso período de civilización anterior al que corresponde a la Primera Dinastía y que hoy se le conoce como Período Predinástico.

Y es en 1899 que deja el Delta y marcha a Abydos, en el Alto Egipto, donde excava las tumbas de los primeros reyes de Egipto y el principal templo de Osiris.

En este punto, sus relaciones con el Comité del Fondo se rompen definitivamente, mientras que su amistad con Amelia Edwards perdura, con lo que sus futuros trabajos arqueológicos van a ser, en adelante, para terceros.

El advenimiento de la Primera Guerra Mundial va a representar un punto de inflexión en la vida del Fondo. Terminada ésta y superado ya el mundo victoriano en el que se fundó, el Fondo se convierte en The Egypt Exploration Society (EES) y los “Subscriptores” pasan a ser “Socios”; y se publica el primer ejemplar anual de “The Journal of Egyptian Archaeology”. Entre los años 20 y 30, la EES concentra sus excavaciones en tres emplazamientos del Alto Egipto: Abydos, Armant y Tell el-Amarna.

En Abydos es Henri Frankfort quien en 1925 reanuda la labor iniciada por Naville en el Osireion, enigmática estructura situada en la parte posterior del templo de Seti mientras Amice Calverley y Myrtie Broome se responsabilizan del proyecto que surge de esa excavación y consistente en registrar y dejar constancia de los hermosos y sutiles relieves del propio templo de Seti que se reproducen en cuatro suntuosos volúmenes con detalles minuciosos, muchos de ellos en color.

En cuanto a la excavación de Armant, si bien no era un proyecto de la EES y su financiación había corrido a cargo del rico industrial Sir Robert Mond, la EES se responsabilizó de la publicación del trabajo de Oliver Myers en el templo de Monthu y en el lugar de enterramiento de los toros sagrados del dios.

LA EES EN TELL EL-AMARNA

La primera expedición de la EES a Tell el-Amarna se monta entre los años 1901 y 1907 como resultado del registro, para el Proyecto de Exploración Arqueológica ya mencionado, de las Tumbas de los Nobles y las estelas-fronteras, con Norman de Garis Davies a la cabeza.

Los trabajos se inician en 1920 y extenderán hasta 1936 con una serie de altamente cualificados directores de excavación que desvelarían la existencia, en su día, de templos y edificios en esta única y singular ciudad.

La lista la encabeza Leonard Woolley, que alcanzaría fama con el descubrimiento de la ciudad de Ur, al que seguirán Francis Newton y Henri Frankfort, antes de pasar en 1931 a manos del dotado John Pendlebury, Director de Excavación en Knossos, Creta.

Pero complementando este trabajo, la EES participa en los trabajos de la Tumba Real que Akhenaton tenía preparada para él y su familia en un cercano y desértico “wadi”. Los resultados se recopilan en tres detallados volúmenes que acaban languideciendo en los archivos de la EES hasta que Geoffrey Martin los complementa con su propio trabajo de investigación y los prepara para su publicación entre los años 70 y 80.

En 1977, esta vez bajo la dirección de Barry J. Kemp, la EES regresa a Amarna con la misión de realizar un fiel y preciso trabajo topográfico de la zona que eventualmente sería publicado por la EES en 1993, pasando el equipo a trabajar en el Pueblo de los Trabajadores y, más recientemente, en la localidad de Kom el-Nana amenazada por el extenso cultivo.

En la actualidad, el equipo se encuentra comprometido con proyectos de investigación relacionados con la fabricación de cerveza y pan, y la elaboración del vidrio.

LA EES EN NUBIA

En el año 1936, la EES cesa sus trabajos en Amarna y se interesa por el norte de Sudán, y bajo la dirección de Alyward Blackman, primero, y de Hubert Fairman, después, comienza a excavar en la ciudad de Selebi, de igual antigüedad que Amarna.

En 1938, la EES traslada sus trabajos, con Fairman a la cabeza, a la ciudad egipcia de Amara West. Ambas ciudades, de población egipcia más que nubia, eran ciudades amuralladas que contenían templos dedicados a dioses egipcios.

La Segunda Guerra Mundial paraliza las excavaciones que hasta 1947 no las reanuda Fairman. Las dos últimas temporadas, en los años 1948 y 1950, las dirige Peter Shinnie pero los resultados no se publican hasta 1992.

Durante la crisis del Canal de Suez, las restricciones arqueológicas impuestas, obligan a la EES a regresar al Sudán, esta vez bajo la dirección de Bryan Emery, a Buhen, donde los antiguos egipcios habían construido una impresionante fortificación para cubrir la frontera sur.

En los 60, la “crisis” se llama ahora “La Gran Presa de Aswan”, por lo que tras la campaña de salvaguardia de la UNESCO, EES decide extender su labor al registro de los templos y capillas de Buhen, Semna, Kumma y Qasr Ibrim, copiado y publicado de forma impecable y meticulosa, por Ricardo Caminos; las tres primeras yacen ahora bajo las aguas del Lago Nasser, detrás de la Gran Presa. De la cuarta, la EES se responsabilizó de la excavación del emplazamiento de la fortaleza, que se pensó quedaría sumergida bajo las aguas, pero ha quedado convertida en una preciosa isla que parece emerger, tímida pero orgullosa, del lago.

La excavación, que continúa bajo la dirección de la egiptóloga Pamela Rose, se ve de nuevo amenazada por la reciente decisión de elevar el nivel del agua de la presa para facilitar así el desarrollo de la región de Tushca, si bien, como resultado de la misma, se ha obtenido un incalculable número de papiros y documentos en papel, a la vez que numerosos artefactos en buen estado de conservación.

LA EES EN SAQQARA Y MENFIS

Los trabajos de la EES en Saqqara empezaron en realidad en 1898 con algunos registros de las tumbas de Ptahhotep y Akhethotep para el Proyecto Arqueológico, pero la Sociedad no se involucra de lleno hasta 1952 cuando se le pide a Bryan Emery que continúe para la EES el trabajo que él había iniciado de la antigua necrópolis para el Servicio de Antigüedades Egipcias en los años 30.

En su inicio, Emery descubre una serie de tumbas de ladrillo que identifica como pertenecientes a reyes de las dos primeras dinastías pero que actualmente se atribuyen a oficiales de la corte real.

En 1964, la EES se mueve hacia otra zona en la que encuentran tumbas pertenecientes al Período Tardío y galerías subterráneas, dedicadas a animales sagrados de los antiguos dioses.

En 1971 fallece Emery en el propio trabajo por lo que la dirección del proyecto de la Necrópolis del Animal Sagrado queda a cargo de Harry Smith y Geoffrey Martin. Y en 1975 este último pasa a ser Director de la expedición Leiden, EES/Rijksmseum van Oudheden, que había descubierto tumbas de nobles entre las que figuraban las del futuro rey Horemheb y la de su Tesorero Maya. Mientras tanto, Harry Smith y David Jeffreys dirigían la excavación del templo-ciudad del Período Tardío, Anubieion.

Y es en 1982, primer centenario de la fundación de la EES, cuando se inicia una nueva inspección en la antigua ciudad de Menfis que, dirigida por David Jeffreys y Lisa Giddy, ha redundado en la elaboración de primeros mapas y planos de la ciudad, y más recientemente, en el inicio de trabajos encaminados a localizar el emplazamiento de un arcaico asentamiento en Menfis.

INFORMACIÓN BIBLIOGRAFICA Y REFERENCIAS

En el año 1982, coincidiendo con el primer centenario de su fundación, T.G.H. James, British Museum Press, 1982, publicó el libro titulado “Excavating in Egypt” que cubre los primeros cien años en la vida de The Egypt Exploration Society.

En 2007, en conmemoración del 125 aniversario, P. Spencer, EES, 2007, publicó el volumen titulado “The Egypt Exploration Society – the early years”, que cubre los trabajos de la Sociedad anterior a la Primera Guerra Mundial.

Morris Bierbrier, en la tercera edición del libro publicado en 1995 “Who is who in Egiptology”, cubre las biografías y bibliografías de los famosos egiptólogos ya fallecidos.

Los viajes de Amelia Edwards en Egipto se encuentran reflejados en su obra “One Thousand Miles up the Nile”, originalmente publicada en 1877 y reeditada por diversas editoriales.

La biografía de Amelia Edwards, por Joan Rees titulada “Amelia Edwards: Traveller, Novelist and Egyptologist”, fue publicada por Rubicán Press en 1998.

Una biografía de Petrie, por Margaret Drower titulada “Flinders Petrie: A life in Archaeology", fue publicada por Gollanze en 1985.

El propio Petrie plasma su trabajo en Egipto en dos entretenidas e informativas obras bajo el título de “Seventy Years in Archaeology” (1931)

Los trabajos de Howard Carter durante los años de asociación con la Sociedad están bien cubiertos en la obra de Nicholas Reeves y John Taylor titulada “Howard Carter before Tutankhamun”, British Museum Press 1992. Y su vida, en dos biografías: “Howard Carter, the path to Tutankhamun” de T.G.H. James, KPI, 1992 y “Howard Carter and the discovery of the tomb of Tutankhamun”, H.V.F. Winstone, Constable, 1991.

Una relación de los trabajos de EES/Leiden en Saqqara se puede encontrar en “The hidden tombs of Menphis”, de Geoffrey Martin, Thames and Hudson, 1991.

La mayoría de los trabajos realizados por la EES en sus 125 años de actividad se encuentran publicados en sus Excavation Memoirs, Achaeological Survey Memoirs, Texts from Excavation Memoirs, y en la Journal of Egyptian Archaeology.

En los últimos años, frecuentes informes de campo se publican en la revista de la EES en color “Eyptian Archaeology”. Y los papiros griegos y romanos encontrados por Grenfell y Hunt están aún siendo publicados de forma regular bajo el nombre de “Graeco-Roman Memoirs”.

LA EES: PASADO Y PRESENTE

Y hemos llegado ya al final de un recorrido breve en cuanto se ha intentado calzar una larga y prolífera historia, rica pero no exenta de incidencias, dentro de un espacio estrecho y limitado por la dudosa idoneidad del momento.

La EES lleva, pues, trabajando en Egipto desde que Amelia Edwards dio la primera palada hace ya siglo y cuarto, y lo viene haciendo con el mismo espíritu y tesón, a veces casi visionarios, inculcados por su creadora, en los lugares más representativos del país, como son Deir El Bahari, Abydos, Saqqara, Beni Hasan, Amarna y Menfis.

La EES sigue así su cometido arqueológico, que abarca todo el Antiguo Egipto desde el Período Predinástico, con la visión y empuje original heredados de Amelia Edwards, y el valioso legado de sus grandes directores, entre los que habría que destacar a Petrie, Griffith, Newberry, Carter y Emery, sin por ello desmerecer a los que hoy, dignamente, siguen sus pasos.

Actualmente, la EES está presente en los siguientes emplazamientos:

Menfis, la capital del Antiguo Egipto durante la mayor parte de su historia.

El-Amarna, la breve capital de Akhenaton y Nefertiti.

Qasr Ibrim, en la Nubia egipcia, el último emplazamiento superviviente de la región inundada por el Lago Nasser.

Sais, en el Delta, capital de Egipto durante la Dinastía XXVI.

La EES, por otra parte, patrocina un número de Proyectos Menores en diversos lugares del país.

Y habría que destacar, por su enorme trascendencia, el conocido como “Delta Survey” que, aunque se inicia en 1997, es aceptado en 2007 como Proyecto de Investigación de la Academia Británica, si bien sus orígenes se remontan a la exhaustiva información recogida por Jeffrey Spencer durante años ampliada por otros.

Este ambicioso proyecto proporciona a estudiosos de todo el mundo una base de datos “online” de los diferentes centros arqueológicos del Delta, que hace posible y facilita la planificación de futuros trabajos de excavación y conservación.

La información se presenta a través de páginas Web que muestran un despliegue alfabético de los distintos emplazamientos. Los datos se actualizan al final de cada estación e incluyen los correspondientes a 2008.

LA VISITA

Si volvemos hacia atrás, y repasamos el Prólogo que encabeza esta “Hoja Suelta”, se comprende que el egiptólogo, ya sea profesional o aficionado, erudito o profano, se sienta atraído ante la oportunidad de visitar a ese “santuario” del que os hablaba. Y siguiendo con el símil, u otro paralelo, uno siente la necesidad, no imperante ni forzada, de hacer lo que la religión del Islam le pide al musulmán: Visitar La Meca, al menos una vez en tu vida, y dar las siete vueltas o rondas rituales, tantas como minaretes, a “La Piedra Negra”, “La Kaaba”.

Así que decidí unirme a la peregrinación y asistir a la anunciada Junta General Anual el sábado 13 de diciembre. Programé el viaje con la única intención de visitar la sede de The Egypt Exploration Society y conocer, al menos a su Director Adjunto, Christopher Naunton, con el que había intercambiado una agradable correspondencia resultado de mi reciente incorporación como Socio.

Aterricé el jueves 11 por la tarde después de dos horas largas de vuelo que me permitieron leer todo un dossier que me había preparado sobre su historia, trabajos pasados y presentes, composición de su Consejo Rector, etc.

La Bloomsbury Area, en la que se encuentra Russell Square, dispone de una serie de hoteles de ideal ubicación a sólo minutos a pie del Museo Británico, El Petrie Museum, la EES, el Brunei Theatre (donde se celebran las reuniones, los seminarios y acontecimientos culturales en general). Conforme andas, vas respirando cultura, docencia, aprendizaje. Las puertas de sus casas victorianas con frecuencia despliegan placas de bronce dando a conocer lo que allí se imparte. Y allí pegadita está la London University. Hay que recordar que estamos dentro de la MM o Museum Mile (Milla de los Museos), donde los museos predominan. No como en Berlín, pero sí hay unos cuantos.

Si caminamos por la calle Guilford en dirección Russell Square, antes de llegar, a la derecha, nos topamos con Doughty Mews. El nombre lo debería decir todo. La palabra “mews” quiere decir “caballeriza” y se aplica a ciertos “alleys” o callejones, a veces patios o calles pequeñas, antiguamente utilizadas como establos, que fueron convertidos en viviendas, manteniendo su estructura original en dos plantas y utilizando el establo como garaje. Cuando caminas, parece que te retraes en el tiempo y como que oyes el sonido de entrada y salida de la caballeriza. Y la imagen es deliciosamente romántica.

Y allí está, casi al final a mano izquierda, el número 3. Quien haya visitado el Museo Petrie no podía esperar otra cosa. Nada moderno ni suntuoso. La EES ocupa tres de las viviendas. Dos eran suyas y la tercera llegó a ser la vivienda del ya familiar egiptólogo Ricardo Caminos que, a su muerte, dejó su casa y su impresionante biblioteca como legado a la EES junto a una impronta difícil de superar.

Allí fui recibido por Chris Naunton, joven amable y correcto. Alma y motor de la EES. Y sólo al entrar lo notas, lo sientes, hasta lo oyes: “¡El silencio del santuario!”, me corroboraba hace escasas horas, en una charla, un buen amigo y mejor profesional de la Egiptología.

Poco tardé en aceptar la invitación y aislarme en la biblioteca donde el reloj te suplica un respiro y, sin esperar respuesta, se para. Y así permanecerá hasta que tú lo ordenes.

El material es impresionante. No sé si allí está, en efecto todo, pero sí que lo parece. Te encuentras rodeado de documentos, volúmenes, archivos, facsímiles enormes de papiros en hierático, demótico, copto... De todo tamaño y lugar. Allí están las estanterías originales que el propio Ricardo Caminos diseñó y montó; allí está su mesa de despacho, su sillón de trabajo y, coges y te sientas. Allí está él. ¿O es sólo su espíritu?

El sábado 13 a las 9:30 de la mañana se dio apertura al seminario, en el que ya me había previamente registrado, con una duración prevista de unas cinco horas.

Tuvo lugar en el Brunei Theatre y la apertura y bienvenida estuvo a cargo del Chairman de la Sociedad, Dr. Ian Shaw.

Le siguió la Doctora Elizabeth Bloxam con el tema: “Ancient quarring in dynastic Egypt: fresh perspectiva on the chnological, logistical and social organization”.

Esta vez le tocó el turno a Ms. Janine Bourriau con el tema titulado: “The story of a wall and a drain: amphorae, the non-biodegradables of antiquity”.

Luego intervino la Doctora Felicity Wild con “Qasr Ibrim and the Textile Revolution”.

La siguieron las Doctoras Janet Ambers y Rebecca Stacey con “The Colours of Eternity: Pigments and technique used in the wallpainting of Nebamun".

El seminario lo clausuró el Dr. Ian Shaw con un resumen de las charlas al que siguió el correspondiente turno de preguntas.

El acto se cerró a las 14:00 horas, y a las 15:00 dio comienzo la Junta General Anual durante la cual se aprobó el Acta de la pasada Junta 2007, se confirmaron o renovaron cargos, y se aprobó el Presupuesto y la propuesta de reforma de los Estatutos de la Sociedad mediante voto a mano alzada.

A este acto le siguió la conferencia anual a cargo del Dr. Paul Nicholson, Vice-Chairman, sobre el tema titulado “An Ancient Industria Estate at Amarna", que estuvo enfocado de forma muy particular a la elaboración del vidrio en Amarna, en cuyo tema se le considera la máxima autoridad internacional. Yo personalmente conocía bien el tópico pues sólo fue una ampliación y actualización de lo que ya expuse en mi primer tema de mi blog titulado “El Vidrio en Egipto”, basado en la bibliografía del propio Nicholson.

Inmediatamente se dio paso a una Recepción que, con el título festivo de Christmas Party, reunió a conferenciantes y socios que tuvieron así la oportunidad de confraternizar de forma distendida. Y fue allí donde tuve la ocasión de conocer y charlar, entre otros, con Paul Nicholson y Ian Shaw. Este último me causó una impresión positiva: Me pareció menos “papado”; más sociable, más “pegado a la tierra”, “más ciudadano del mundo”, más mortal.

CONCLUSIONES

Y quiero terminar, esta vez sí, de forma breve. La EES nos ofrece todo y algo más de lo que su historia nos viene dando: Profesionalidad, seriedad, y ese “bien hacer” que justificaría cualquier forma de integración con ella; bien sea mediante la participación como socio, con la adquisición de sus publicaciones, con la asistencia puntual a algunos eventos de los ya programados, o la visita a ese pozo literario que es su biblioteca; e incluso como base de inspiración para proyectos menores de investigación.

Los artículos que se publican en su revista bianual “Egyptian Archaeology” son, por otra parte, indispensables para una puesta al día de lo que pasa en ese mundo nuestro de la Arqueología egiptológica.

Y sin más, mis más sinceras disculpas a los que sin duda habré aburrido. Mil gracias a los que me han soportado. Y para los que pudieran haberlo disfrutado, me faltarían palabras.

Olvidé algo con lo que quizás debería haber iniciado y concluido este trabajo: La necesidad de tener un conocimiento razonable del idioma inglés.

Gracias


Rafael Canales


En Benalmádena-Costa, a 22 de diciembre de 2008

Bibliografía:

“The Egypt Exploration Society”. The Society - The History of the Society, EES's Web page.
"The Egypt Exploration Society-the early years", Patricia Spencer, The Egypt Exploration Society, 2007.
“A Celebration Of Women Writers”, Digital Library, University of Pennsylvania.
"La Biblia, Antiguo Testamento".

sábado, 6 de diciembre de 2008

El Arte Rupestre Egipcio en el Pleistoceno

Copia del Panel 1 en Qurta I, localidad 1 (QI,1,1.) Longitud Total aproximada de panel: 4 m

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No hace mucho, la revista “Egyptian Archaeology”, en sus números EA13 y EA20, nos ponía al corriente de los trabajos que vienen realizando los egiptólogos belgas Dirk Huyge y Wouter Claes en el-Hosh, al sur del Alto Egipto, y de sus más recientes descubrimientos.

Podría tratarse del arte rupestre de Egipto más antiguo que exista. Más aún, recientes trabajos de los que nos informa este nuevo ejemplar de la revista, el EA33, han dado luz a nuevas piezas de arte gráficas coetáneas del Arte Rupestre Europeo del Pleistoceno que yo, tentativamente, y a la espera de más doctas conclusiones, situaría en la cultura Silsiliense, hacia 15.000 A.C. Industria del Paleolítico Superior Final en el Alto Egipto, anterior en parte y parecida a la Sebekiense, pero con geométricos y microburiles.

Debo puntualizar, para mimo de mi ego que raras veces y siempre de soslayo se deja ver, y menos aún mimar, que antes de terminar de leer la noticia que nos interesa, y a la vista de la supuesta antigüedad del descubrimiento (15.000 años), y de los detalles fotográficos, me puse a trabajar en el tema y llegué al convencimiento de que, como he mencionado anteriormente, estamos en el Pleistoceno Superior y que su protagonista es el Bos Primigenius o Uro del que hablaremos más adelante. Y las conclusiones parecen confirmar mi diagnóstico.

Fue esta una época en que los grandes mamíferos (el mamut, el rinoceronte lanudo, los megaceros, etc., fueron paulatinamente desapareciendo, aumentando todas aquellas especies características de un paisaje mixto, masas forestales cerradas y abiertas.

El descubrimiento que nos ocupa tiene sus orígenes en los meses de marzo y abril de 2004, cuando una misión del Belgian Royal Museums of Art and History, enfrascada en el análisis de unas representaciones gráficas de trampas para peces, figuras estilizadas de cocodrilos, etc. se encontró, en una localidad a unos 4 Km de la moderna el-Hosh, en la colina nubia conocida como Abua Tacura Bahari, con un repertorio de arte rupestre totalmente diferente de cuanto se conocía.

Consistía éste en varias docenas de bóvidos representados en un estilo naturalista y vigoroso, muy diferente de las estilizadas representaciones típicas de la iconografía predinástica del cuarto milenio A.C.

Por su pátina y desgaste, era evidente su antigüedad, al igual que su similitud con los grupos de bóvidos descubiertos por la Prehistoric Canadian Expedition entre 1962 y 1963, en el área de Gebel Silsila, en el margen izquierdo del Nilo.

Desaparecido el rastro de su ubicación exacta, la misión que dirigen Huyge y Claes logró, entre octubre y noviembre de 2005, redescubrir las mencionadas imágenes en la actual localidad de Qurta, en el borde norte de la llanura de Kom Ombo, 40 Km al sur de Edfu, y 15 Km al norte de Kom Ombo.

Progresaban los trabajos y entre los meses de febrero y marzo se llegaron a descubrir hasta tres nuevos emplazamientos de arte rupestre que se denominaron Qurta I, II y III, que ofrecían un total de, al menos, 79 imágenes.

Su mayoría, un 76%, eran bóvidos, además de algunas figuras humanas estilizadas, de nalgas muy prominentes, aves, hipopótamos, antílopes africanos, etc. Todas ellas con muestras de un marcado deterioro debido a la erosión eólica o hídrica.

Las figuras no muestran signo alguno de domesticación. Por otra parte, no parecen formar grupos sino más bien un conglomerado de figuras individuales con diferentes posturas, movimientos y actitudes, e impresiona su marcada sensación de movimiento. Todo ello muy en contraste con el arte rupestre del Período Predinástico.

Sorprende, igualmente, el tamaño de las imágenes que puede variar de entre 0’80m y 1’80m.

Otra particularidad de este arte es el naturalismo de los bóvidos que combina con unas figuras humanas altamente estilizadas, comparables a las de la fase cultural Magdaleniense del Paleolítico Europeo.

En cuanto a la identificación del bóvido, coincido plenamente con la apreciación de Huyge y Claes de que estamos ante ejemplares del Bos Primigenius, o Uro.

En la cabecera de esta “Hoja Suelta”, aparecen dos fotografías: Una corresponde a un detalle de las imágenes publicadas en el ejemplar EA33 de la revista, de cuya fotografía es autor el propio Dirk Huyge (QI.1.1). La otra, proviene de mis propios archivos, y ha sido extraída de un Cuadro que muestra la fauna y flora existente en Europa y Norte de África durante el período glaciar Riss, en el que, si bien anterior al período que nos ocupa, ya aparece el Bos Primegenius.

El Uro es un rumiante, un toro de gran tamaño y elevada estatura, de cuernos macizos de sección circular, de pelo corto, blanco o rojizo, y cola bastante larga. Dato este que llamó mi atención y me hizo profundizar en el tema.

Comparando las dos, no parece haber dudas de que, en efecto, se trata del mismo ejemplar. Lo primero que se aprecia es el movimiento, acentuado quizás ante la rigidez, actitud estática y frialdad de un simple dibujo. Se aprecia sin reparos la cola larga y, en cuanto a los cuernos, y Dios me libre de ser un experto, discrepo de la apreciación de diferencias notables en cuanto a su longitud al variar ésta entre los mismos ejemplares, mostrando algunos una cornamenta más prominente e incluso más retorcida que otros. Sin olvidar la lógica y posible evolución del animal hasta su extinción, relativamente reciente.

Sí es de consideración, pues, el hecho de que el Uro vivió en gran parte de Europa y Norte de África hasta que, en 1627, fueron ejecutados los últimos ejemplares a orillas del Vístula. Los actuales bueyes domésticos son sus descendientes directos.

Y siguiendo el hilo del tema, los descubrimientos de la misión canadiense de los años 1962-63, ya mencionada, junto a otras similares, sitúan este arte rupestre entre los 15.000 y 16.000 años.

El inventario fáunico procedente de estos lugares encaja a la perfección – con la posible excepción del antílope África de escasa presencia – con el repertorio oficial del arte rupestre de Qurta.

“Cualquiera que sea su auténtica cronología dentro del Pleistoceno Superior, el arte rupestre de Qurta no tiene parecido con ningún otro en cualquier parte de Egipto, e incluso de todo África” (sic). Y así lo sentencian sus descubridores

Señalan, eso sí, dos posibles casos de paralelismo, aunque a una escala muy inferior, en Abu Tanquera Bahari y Wadi Abu Subiera; este último de 2006, responsabilidad del S.C.A. (Aswan), con sólo unas 30 a 35 figuras.

Se concluye finalmente que, teniendo en cuenta todas las consideraciones expuestas, el arte rupestre de Qurta muestra una mentalidad auténticamente paleolítica muy equiparable a la de la Era Glaciar Europea, por lo que sus valedores proponen la atribución de dicho arte rupestre a la cultura del Pleistoceno Superior (Ballaniense-Silsiliense), o de similar naturaleza y antigüedad a la del Paleolítico Superior. Antigüedad que ellos fijan alrededor de los 15.000 años.

Se hace la salvedad de que no existe actualmente ninguna confirmación formal sobre la edad de esta cultura, si bien se está evaluando su potencial para una eventual datación mediante la aplicación de técnicas arqueológicas.

Consecuentemente, durante los años 2007 y 2008 se ha procedido a la correcta documentación e inventario de los hallazgos de treinta paneles de los quince puntos de referencia existentes, así como a la elaboración del correspondiente archivo fotográfico y al calco de las imágenes a tamaño natural sobre hojas de plástico transparentes.

Y como colofón y guinda de esta última campaña, cabe destacar el descubrimiento de un asentamiento del Paleolítico Superior junto al borde del acantilado que soporta el arte rupestre de la QIII.

Su investigación se llevará cabo en 2009 y se espera que sus características arqueologías y fáunicas pemitan arrojar nueva luz sobre la edad del arte rupestre de Qurta y de sus hacedores.


Rafael Canales


En Benalmádena-Costa, a 6 de diciembre de 2008.


Bibliografía:

“Egyptian Archaeology”. The Bulletin of The Egypt Exploration Society, No. 33 Autumn 2008
“Prehistoria”,
Tomo I, Paleolítico y Mesolítico, Dra. Ana María Muñoz Amilibia, Catedrática de Prehistoria de la UNED, y otros. Universidad Nacional de Educación a Distancia, 2003

viernes, 28 de noviembre de 2008

Cronología del Antiguo Egipto según Shaw

Etiquetas de marfil y hueso encontradas por el egiptólogo alemán G. Dreyer en la Tumba U-j de Abydos

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Ian Shaw cayó en mis manos hace algún tiempo con una obra suya que me impresionó por su lenguaje directo y cómodo, y la frescura de su actualidad científica.

Este trabajo forma parte de una serie que se inicia en 1995 y que, en la actualidad, cubre tópicos sobre Historia, Religión, Ciencia y Humanidades. “Very Short Introductions” es el título de la serie, y el de su obra “Ancient Egypt”, publicada en 2004 por la Oxford University Press.

Y ahora, me lo vuelvo a encontrar en “The Oxford History of Ancient Egypt”, en su última edición de 2003.

Contrariamente a la “Egypt of the Pharaohs” de Gardiner de 1961, esta publicación no sólo considera los cambios políticos acaecidos durante el período faraónico, sino que analiza su desarrollo socio-económico y la evolución de los procesos religiosos, ideológicos y culturales, ya se refieran éstos a estilos arquitectónicos, técnicas de momificación, formas de trabajar la cerámica, o a la evolución del Arte y la Literatura.

La obra, cronológicamente ordenada en capítulos, cubre las diferentes fases de la historia del Antiguo Egipto en boca de expertos que, no sólo analizan la secuencia de acontecimientos políticos bajo las diferentes dinastías reinantes, sino que se adentran en sus patrones socio-culturales.

De los quince ensayos, el Profesor Ian Shaw se hace cargo de la Cronología en el primero, como parte de la Introducción, y en el undécimo que titula “Egypt and the Outside World”.

Quisiera iniciar un recorrido por cada uno de ellos mediante un resumen, breve si es posible, que me ayudaría a su retención y, con algo de suerte y paciencia si consigo acabarlo, a disponer, de una forma ordenada y actualizada, de una también breve Historia del Antiguo Egipto refrendada por un cuerpo de elite.

Como decía, en este primer capítulo Ian Shaw nos introduce a las cronologías y cambios culturales en el Antiguo Egipto al considerar que su historia, como cualquier otra, requiere un marco cronológico en que moverse y encuadrarse, objetivo este que ha sido durante siglos la meta y el motor de estudiosos y profanos aventajados.

Y así fue como, en el siglo III A.C., el sacerdote egipcio Maneton diseñó un sistema cronológico, que abarcaba casi tres mil años de vida faraónica, que dividió en bloques, cuya estanqueidad está hoy en tela de juicio, a los que llamó “dinastías”. Cada una agrupaba a una serie de gobernantes cuyo factor común consistía en poco más que su propia realeza y/o sus lugares de residencia.

Si bien este sistema cronológico parece haber cumplido bien su cometido, los relativamente recientes avances tecnológicos han permitido apreciar que los cambios de dinastía no han sido siempre acompañados de cambios sociales y/o culturales, o bien que éstos no se han extendido por igual, ni en el lugar ni en el tiempo, a los cambios políticos.

Actualmente, los estudios cronológicos se están llevando a cabo mediante la utilización de tres métodos que a veces se solapan, a veces se sustituyen y, casi siempre, se complementan.

En primer lugar debemos hablar de la cronología que se basa en la llamada “datación relativa”; ya sea por medio de excavaciones estratigráficas, o por la bien conocida “datación secuencial” inventada por Flinders Petrie en 1899, aún totalmente vigente. Los progresivos avances de estas dos últimas décadas han permitido a egiptólogos apreciar mejor la evolución y el efecto en los materiales debido al paso del tiempo y, muy específicamente, en la evolución de la cerámica. Esto ha permitido la aplicación de métodos de seriación a una diversidad de materiales, como ha sido el caso de Harco Willems cuyo trabajo ha arrojado nueva luz sobre los cambios culturales en diversas provincias durante las dinastías XI y XII, aportando datos que vienen así a complementar los ya existentes acerca de los cambios políticos acaecidos en este período.

Por otra parte, disponemos de la cronología basada en la “datación absoluta” de registros sobre hechos y/o datos astronómicos procedentes de textos ancestrales.

Y, por último, y no precisamente por su menor importancia, tenemos la cronología que tiene su base en la “datación radioactiva”, con la aplicación de métodos como el del Carbono-14, que mide la edad isotópica de elementos orgánicos, o la termoluminiscencia, que mide el grado de absorción luminosa de ciertos elementos a lo largo del tiempo.

Sobre estos dos últimos métodos hace ya más de sesenta años que se alcanzó un consenso sobre la aceptable equiparación de resultados, si bien el primero ofrece un margen de error ligeramente menor que el segundo. La aparición, por otra parte, de las curvas de calibración dendrocronológicas ha logrado que los resultados de la datación por radiocarbono se puedan convertir en años civiles reales, o años de calendario. Aún así, la inevitable existencia de errores, aunque marginales, nos hace insistir en la necesidad de hablar siempre de fechas aproximadas y nunca de específicas.

La incorporación de la datación radioactiva, o radiométrica, ha favorecido enormemente a la Prehistoria de Egipto que ha conseguido no ya colocar las dataciones secuenciales de Petrie dentro de un marco de fechas absolutas en unos márgenes razonables, sino extender la linde de la Prehistoria de Egipto más allá del Neolítico hasta los albores del propio Paleolítico.

Ian Shaw continúa con un repaso detallado de las fuentes que han servido a los egiptólogos para elaborar un marco cronológico tradicional en el que encuadrar los cambios políticos en el Antiguo Egipto.

Son escasos los artefactos, como las estelas funerarias, las mazas ceremoniales, o las paletas votivas del Período Predinástico Tardío, que puedan servir de fuentes que nos permitan documentar la transición hacia un estado unificado completo.

De cualquier forma, se hace a veces difícil discernir cuándo la información en ellos contenida es de carácter narrativo o conmemorativo; o si estamos ante un rito o un acontecimiento, lo que hace cuestionarse su valor histórico.

Igual podemos decir de las numerosas etiquetas encontradas en los últimos tiempos que proporcionan información sobre el origen y naturaleza de los objetos funerarios a los que están unidas.
Especial consideración merecen las 173 más pequeñas, de hueso y marfil (hacia 3200 A.C.), excavadas por el alemán G. Dreyer recientemente junto a un cetro ceremonial de marfil, en la tumba real U-j de la dinastía predinástica conocida como Dinastía 0, en Abidos (Ver foto que encabeza esta “Hoja Suelta”)

Su importancia radica, eso sí, en que lo que muestran no son meros pictogramas sino representaciones de sonidos de una lengua hablada; es decir, fonogramas. Aunque difíciles de leer, constituyen sin duda el uso más temprano de escritura jeroglífica que se conoce, habiéndose podido identificar en algunas de ellas nombres de conocidas ciudades frecuentemente mencionadas en posteriores inscripciones como Buto y Bubastis.

En el mismo contexto se analizan la Paleta Nermer y la Maza de Escorpión cuya interpretación, de nuevo, se hace difícil en cuanto que no sabemos si estamos ante una pieza de carácter ritual, narrativo o conmemorativo. Y teniendo en cuenta la ideología egipcia del período faraónico, no sería de extrañar que hubiese sido de interés para el propio sistema y para la misma realeza alentar dicha confusión entre la realidad y lo puramente ritual o mágico.

Y, finalmente, se llega a la Piedra de Palermo como fuente histórica más importante. Se trata de parte de una estela de basalto, inscrita en ambas caras, con anales de los reyes del Bajo Egipto que se remontan a los míticos gobernantes prehistóricos; uno de los fragmentos está en el Museo Arqueológico de Palermo, en Sicilia, otro en el Museo de El Cairo, y un tercero en el Museo Petrie de Londres.

El texto muestra registros horizontales separados por líneas verticales con una pequeña curva en la parte superior, posible imitación del jeroglífico que representa el año reinal, rempet. El hecho de que durante el Imperio Antiguo las fechas se refiriesen a los censos bienales ganaderos y no a los años de reinado, hace surgir la confusión.

Resulta interesante la coincidencia en el tipo de información que ofrecen la Piedra de Palermo y las etiquetas de marfil y hueso de Abidos, si bien las segundas contienen información administrativa y la primera no; mientras las segundas la tienen de las inundaciones del Nilo, cosa de la que carece la primera.

Y desandando lo ya andado, podríamos resumir que la base de la cronología tradicional de los cambios políticos, aparte de la Piedra de Palermo, la constituyen por una parte la historia de Menatón de la que sólo existen extractos recopilados por autores posteriores, las conocidas Listas Reales, los informes fechados de observaciones astronómicas, los documentos literarios y artísticos en forma de relieves o estelas, las informaciones genealógicas, y los sincronismos procedentes de otras culturas, como es el caso de las Listas Reales asirias. Y para las dinastías XXVIII a la XXIX, la Crónica Demótica de la Bibliothèque Nationale, en París, que compensa la ausencia de información histórica en los papiros y monumentos de esta época.


Otro punto a considerar que dificulta el trabajo, es el hecho de que el pueblo egipcio carecía de un origen o punto de partida que les sirviese de referencia para situar un determinado acontecimiento en el tiempo; como por el contrario ocurre, por ejemplo, en nuestro mundo occidental donde nuestra referencia se fija en el nacimiento de Cristo.

La ascensión de un nuevo faraón marcaba un nuevo origen; un nuevo amanecer; no sólo filosófico sino también real.

Una fecha comenzaba por uno de los treinta días de uno de los cuatro meses de las tres estaciones del año correspondiente al del reinado del faraón. Y a su muerte, comenzaba otro nuevo ciclo. Con lo que nunca se hablaba de número de años a la hora de situar un determinado evento en el tiempo.

Parecido argumento podemos esgrimir con la “Titulación Quíntuple” que permitía al faraón su nominación de cinco formas diferentes: tres de ellas ensalzaban la triple divinidad del rey; las otros dos daban constancia de la unificación de dos tierras.

Entre estos últimos, el de nesu-bit, traducido como “Señor de las Dos Tierras”, nos permite, por su étimo, determinar su carácter a su vez divino y mortal. “Nesu” parece que nos da a entender una divinidad exenta de cambios; mientras que “bit” nos parece hablar de una realeza efímera, mortal.

Las listas reales que aparecen en muros de templos y tumbas pueden tener así su origen y significado en un deseo explícito del faraón - encarnación a la vez de Horus y de Osiris – de rendir así homenaje a sus ancestros.

Aunque la lista real más informativa sea la que nos ofrece el Canon de Turín, como ocurre con todas ellas, nos dice más de culto que de historia.

En cuanto a las observaciones astronómicas, éstas se centran en Siro, como eje de la reconstrucción del calendario egipcio y eslabón clave en el total de la cronología. También lo ha sido en otras culturas, como es el caso del calendario maya que comienza el 26 de junio, cuando la estrella Sirio y el Sol amanecen a la vez.

Sirio, situada en la constelación de Can Mayor, conocida como “Alfa del Can Mayor” o “La Estrella del Perro”, es la estrella más brillante del cielo nocturno vista desde la Tierra. Este cuerpo celeste está en realidad compuesto por dos estrellas que viajan juntas, vinculadas por la fuerza de la gravedad, describiendo una trayectoria con forma de espiral. La segunda, conocida como Sirio B, fue descubierta en 1844. Y como toque lúdico que alivie la aridez del tema, la escritora Joanne Rowling se inspiró en Sirio para crear el personaje conocido como Sirus Black en la saga de Harry Potter.

Shaw se explaya en el tema que por su tecnicismo obviamos, si bien cabe mencionar que es esencial determinar de dónde provienen los datos que, unos sitúan como obtenidos en Menfis, otros en Tebas y algunos, como es el caso de D. Franke y R. Krauss, en Elefantina. Y también si los datos obtenidos han sido medidos desde un solo punto, desde más de uno y, de ser así, si se han tomado de forma simultánea o independientemente en el tiempo.

Otro factor que completa la lista de dificultades ya enumeradas es el tema de las llamadas co-regencias.

Para empezar, el término utilizado, extrapolado a nuestro sistema, puede no reflejar una realidad, y cuya existencia algunos, como el erudito Gae Gallender, incluso niegan, si bien ciertas formas de co-regencias parecen haber existido, irregular en forma y duración, a lo largo de su historia, que ha dado lugar a algunas conjeturas cabalísticas de egiptólogos e historiadores por igual.


Finalmente, el Profesor Shaw no sumerge en los arbitrariamente llamados “Períodos Intermedios”, tiempos de inestabilidad, desgobierno, duplicidad y descentralización, una vez más carentes de una estanqueidad que les permita ceñirse al corsé del tiempo. Son las “Dark Ages” o Edades Oscuras por las que se les conoce en el mundo anglosajón.

El Tercer Período Intermedio, en especial, está siendo objeto de intensos y controvertidos estudios que abarcan tres áreas bien distintas: Una, cultural, relacionada con la diversidad de materiales y estilos de, por ejemplo, la cerámica y/o los elementos funerarios; otra, lingüística, iconográfica y antropológica; y, una tercera, la más comprometida y la de mayor impacto en el total del período faraónico: El alcance real del Tercer Período Intermedio que podría acortarse en unos 200 años, lo que reduciría el final de la Dinastía XX y el comienzo del Período Tardío a unos 150 años.

Estos argumentos, sin embargo, parecen estar refutados gracias al apoyo científico de los sistemas modernos de datación del radiocarbono y de la dendrocronología.

A su vez, las excavaciones realizadas en los 80 y 90 en los cementerios de Umm el-Qa’ab en Abidos, parecen cuestionar, aunque más en el terreno cultural que en el cronológico, las históricas distinciones entre los períodos prehistórico, faraónico, ptoloméico y romano.

En las últimas dos décadas del pasado siglo, se ha intensificado el estudio de la cerámica egipcia lo que ha supuesto un tremendo impacto en el marco cronológico que nos interesa, a la vez que un mejor entendimiento de la existencia de métodos más sofisticados en la cultura cerámica. Pero es tan poco aún lo que se conoce sobre los cambios culturales y medioambientales durante los períodos de prosperidad y estabilidad, como es el caso del Imperio Antiguo y Medio, que hace que la interpretación en épocas de crisis sea aún más difícil.

Y para terminar, es el propio Profesor Shaw quien concluye: “...el sentido egipcio de la Historia es uno en el que los rituales y los hechos reales son inseparables”.

E insiste en su apreciación de que el vocabulario del Arte y de los Textos Egipcios apenas distingue lo ideal de lo real; Historia y Mito son parte integral de un mismo proceso.


Y sólo nos queda agradecer al Profesor Shaw su valiosa aportación a nuestro tan reducido y flaco saber.

Rafael Canales

En Benalmádena-Costa, a 28 de noviembre de 2008

Bibliografía:

"Ancient Egypt. Anatomy of a Civilization". Barry J. Kemp. Routledge, 2006
"The Oxford History of Ancient Egypt". Ian Shaw. Oxford University Press, 2003
"Ancient Egypt. A Very Short introduction". Ian Shaw. Oxford University Press, 2004

miércoles, 26 de noviembre de 2008

"La Bella ha llegado" .... ¡Y se queda!

Nefertiti. Neues Museum, Berlín
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Así es. ¡Nefertiti .... se queda!

El domingo 22 de febrero de 2009 se cerrarán las puertas del Museo Egipcio de Berlín situado en la planta superior del Altes Museum, en Lustgarten.

El cierre será temporal, y se hace necesario ante los preparativos de traslado de la exposición completa al Neues Museum en la zona museística denominada Isla de los Museos, considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La reapertura de la exposición tendrá lugar a mediados de octubre de 2009 y será con carácter permanente.

El Altes es el museo más antiguo de Berlín y está considerado como el primero del mundo diseñado y construido como tal. Su fachada, con un frente de más de 90 metros de ancho, presenta un impresionante pórtico de 18 columnas jónicas con una leyenda en Latín que lee: ”Fredrick William III en 1828 dedicó este silencioso lugar al estudio de las Bellas Artes de toda la Antigüedad”.

La Isla, si bien la zona museística más famosa de Berlín por la concentración de importantes museos, entre los que destaca el famoso Pergamon, forma parte del conjunto de más de 175 museos con que cuenta la capital alemana.

El busto de “La Bella ha llegado” continuará expuesto durante el traslado y entre los meses de marzo y junio lo hará en una exposición titulada “kulturGUTerhalten” donde se mostrarán algunas de las actividades de restauración que se desarrollan en los museos berlineses. Y a partir de entonces, en la espectacular rotonda de la Planta Baja del Altes Museum cuyo diseño estuvo inspirado en el Panteón Romano.

La noticia, difundida ya hace algún tiempo, es de especial interés ya que a partir del 22 de febrero de 2009 los visitantes se verán privados de poder visitar, muchos por vez primera, la fabulosa exposición completa. Nefertiti, por su parte, y como única representante temporal del Antiguo Egipto en la capital, tendrá que llevar sobre sí el peso que le puede corresponder de los dos millones y medio de visitantes que la exposición soporta desde su traslado al Altes Museum en 2005.

En su actual ubicación, la exposición ocupa ocho salas situadas en la planta superior del Altes y la visita se inicia con un recorrido en el sentido contrario a las agujas del reloj.

En la sala 1 nos encontramos con las esculturas egipcias distribuidas ordenadamente por tipos. En la 2, con los padres de Nefertiti, Amenofis III y Tiya, junto a una interesantísima colección de máscaras de particulares en yeso. En la sala 3, por fin Nefertiti, bellísima; a veces casi tapada por los visitantes que rodean la urna de cristal que celosamente la protege. Su sola presencia llena la sala. La 4 nos ofrece temas relacionados con la vida cotidiana. En la 5 se puede admirar el impresionante tesoro en oro de la reina Amanishakheto de Meroë que permite al visitante dar una ojeada al vecino y Antiguo Sudan. La 6 nos impresiona por los fabulosos papiros cuya visión hace que el tiempo se detenga y quedemos extasiados con su belleza. Y le sigue la 7, sobre temas relacionados con la vida en el Más Allá y, finalmente, el Mundo de los Dioses en la 8. Yo diría que se necesitan tres horas si se quiere ver a conciencia, tomar notas, fotos sin flash y disfrutar de un poco de regodeo egiptológico.

Y, a título informativo, hagamos un breve recorrido por su historia.

La Colección Egipcia se crea con la recomendación de Alexander von Humboldt al rey Friedrich Wilheim III en 1828, y prácticamente se inicia con los más de 1500 objetos traídos de Egipto por Lepsius durante su larga visita a Egipto y Sudan entre años 1842 y 1845, como regalo de Mohamed Ali al pueblo germano. Fruto documental del viaje de Lepsius fue el famoso Denkmäler con sus más de 900 láminas y 3500 páginas manuscritas de texto.

La Colección siguió creciendo, en su mayoría, gracias a la aportación de las excavaciones que siguieron a raíz del mencionado viaje; en especial las de Amarna entre 1911 y 1914.

La Segunda Guerra Mundial tuvo una incidencia muy negativa en la Colección pues el Neues Museum sufrió grandes desperfectos y muchos de sus objetos fueron pasto de las llamas, por lo que la Colección quedó desmembrada siendo trasferida a diferentes lugares con lo que, terminada la guerra, quedó dividida en dos.

Los objetos devueltos por Rusia a Berlín fueron a engrosar el contenido del Bode Museum, en la Isla, en una exposición más bien enfocada hacia la cultura y la religión. Los devueltos a la Alemania Federal encontraron su hogar permanente en el antiguo edificio de la guardia real, el edificio Stüler, en Charlottenberg. Hasta ese momento, el busto de Nefertiti había sido expuesto junto a otros objetos de importancia en el Museo de Arte de Dahlem.

Bajo los auspicios de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, el Museo Egipto continuó operativo en ambas localidades hasta que en 1998, y con motivo de la clausura del Bode Museum por reformas, muchos de sus objetos se trasladaron a almacenes para su conservación y custodia, y sólo unos pocos se integraron en la exposición del Stüler.

Finalmente, antes de terminar el 2005, y debido a los trabajos de renovación y rehabilitación del edificio Stüler, el Museo Egipcio se cerró, volviéndose a abrir en el mes de agosto de ese mismo año; esta vez en el Altes Museum.

Y será en 2009 cuando regresará definitivamente a su antigua casa, el Neues Museum, ya reconstruido y rediseñado, donde le dará la bienvenida un nuevo concepto de exposición.

Rafael Canales

Benalmádena-Costa, a 26 de noviembre de 2008
Bibliografía:
"Egyptian Museum and Papyrus Collection". Berlin, 2008

martes, 25 de noviembre de 2008

Los Colosos Recuperan sus Cabezas

Retoques finales

¿Original o Copia?

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El 23 de marzo del presente año, una delegación del gobierno egipcio encabezada por su Primer Ministro Ahmed Mohammed Nazif, acompañado del Ministro de Cultura Farouk Hosny, del Gobernador de Luxor, Samir Farag, y del Secretario General del Consejo Superior de Antigüedades (SCA) Zahi Hawass, en una visita al emplazamiento, quiso mostrar el interés institucional por el desarrollo de los trabajos llevados a cabo por el conocido como “Proyecto de Conservación del Templo de Amenhotep III y de Los Colosos de Memnon”.

El Proyecto, bajo la Dirección de Hourig Sourouzian y Rainer Stadelmann, está compuesto de unos treinta especialistas de doce diferentes nacionalidades y viene financiado, en su mayoría, por la Association des Amis des Colosses de Memnon - gracias a la generosidad de Monique Hennessy - y por la Förderverein Memnon, encabezada por Ursula Lewenton. De sus recientes logros nos informa su propia Directora Houring Sourouzian. (Ver el Nº 33 de la Revista Boletín “Egyptian Archaeology” de la Egypt Exploration Society”.

Las fotos que encabezan esta “Hoja Suelta”, procedentes de la base de datos del Museo Británico, nos muestran, en la primera, a Michael Neilson del Departamento de Conservación, Documentación y Ciencia del Museo, enfrascado en los retoques finales de “su recién nacida cabeza” y, en la segunda, el producto ya terminado con las dos cabezas gemelas de las que una es una pura e indistinguible réplica.

La original, una de las dos cabezas de cuarcita de Amenhtep III, joyas preciadas del Museo, fue adquirida en 1823 del coleccionista Henry Salt procedente del templo funerario del rey en Kom el-Hettan. La cabeza, de 117 centímetros de altura, luce la corona roja del Bajo Egipto.

El equipo se ha esforzado en localizar los colosos de cuarcita a cuyos cuerpos pertenecen dichas cabezas que representan al faraón con la Corona del Bajo Egipto, erguido, con sus brazos cruzados sobre el pecho, y sujetando contra él las insignias reales. Extraídos de las canteras de cuarcita de Gebel el-Ahmar habrían estado colocados en la mitad norte del peristilo del templo.

Desde el inicio de los trabajos, se han ido recogiendo y acumulando, junto a trozos de torsos de considerable tamaño, miles de fragmentos que se han ido catalogando, emparejando y reensamblando, de forma que en el 2007 se pudo reconstruir una estatua hasta la altura de la cintura que, una vez colocada sobre su base original de granito, quedó finalmente situada en la mitad occidental del pórtico oeste en su correcta posición.

Simultáneamente, y contando con el apoyo financiero de la Förderverein Memnon, el Museo Británico puso en las manos de Michael Neilson, la tarea de crear - y enfatizo lo de “crear” - una réplica exacta de la cabeza que, terminada, presentaba un perfecto acabado en cuanto a la precisión de detalles, color, textura y veteado, e indistinguible del original.

Durante este año 2008, se añadirían los fragmentos del pecho que faltaban y se completaría así la escultura en bulto redondo del soberano a la que, previa autorización del SCA, se añadiría la réplica, una vez transportada de Londres a Egipto. Y es allí donde ahora podemos verla, erguida y orgullosa, en el marco del pórtico oeste del peristilo.

Mientras los colosos de la mitad norte van tocados de la corona roja del Bajo Egipto, los colosos de la mitad sur, sin embargo, lucen la corona blanca del Alto Egipto, habiéndose recuperado a lo largo de estos últimos diez años grandes piezas de granito rojo de Aswan y miles de pequeños fragmentos que se han ido catalogando según procedencia, color, textura e iconografía. Y, de hecho, este mismo año se ha encontrado una cara real de granito rojo, con visibles desperfectos, en la zona próxima a la entrada.

Por otra parte, los trabajos de conservación de la estela norte del peristilo continúan. Se trata del trabajo que se viene realizando en una de las dos estelas que flanqueaban el pasillo axial y que se derrumbaron en la Antigüedad.

La del sur, rota en dos trozos, fue restaurada y colocada en 1949 por la entonces Service des Antiquités, ahora SCA. La del norte, por el contrario, estaba totalmente fraccionada y esparcida por la zona próxima a la entrada.

Más de ciento cincuenta piezas han sido ya limpiadas y catalogadas; algunas de ellas, de enorme tamaño, han sido trasladadas con la ayuda de colchones de aire a la zona de conservación donde se ha llevado a cabo una reconstrucción, a forma de rompecabezas, sobre un terreno cercano a su emplazamiento original. Con sus 9 metros de largo, 3 de ancho y 1 de grueso, este monumento, esculpido en cuarcita, como su gemela, sólo se conocía por un dibujo reproducido en un trozo de texto.

El examen estratigráfico de los terrenos próximos al peristilo ha dejado evidenciar la existencia en algunos estratos del llamado “efecto de licuefacción”, fenómeno este también observado en los cimientos del segundo pilono y considerado fuente y posible origen de un fuerte terremoto. Este importante descubrimiento de Arkady Karakhanyan arroja nueva luz sobre el que causó la destrucción del templo, mucho antes del 27 A.C. del que dan testimonio los antiguos registros.

En otro orden de cosas, y continuando los trabajos de limpieza y conservación, a finales de la temporada última, los ingenieros han llevado a cabo el examen de la zona próxima a la entrada del segundo pilono en la que descasan restos de otras estatuas colosales de cuarcita de Amenhotep III, con la intención de desarrollar un proyecto de consolidación de cimientos que les permita la eventual colocación de los colosos en su situación original.

El coloso del sur, descubierto en 2003 y desenterrado en 2006, ha dejado al descubierto, después de una meticulosa limpieza, una estatua de la “Gran Consorte Real Tiya” de grandes proporciones que, con sus 3’62 metros de altura, aparece junto a la pierna derecha del monarca. La reina va tocada de una ancha peluca, en la que se aprecia el hueco de un inexistente uraeus, coronada por altas plumas. Su mano izquierda descansa abierta en las jambas del trono mientras la derecha, rota, sostiene lo que queda de un papiro. Viste un largo y ajustado traje y, bajo sus manos, su nombre y títulos aparecen grabados en las jambas del trono.

Continúan, eso sí, los problemas causados por los constantes depósitos de excrementos de pájaros que hacen de los Colosos de Memnon su cálido hogar donde libremente anidan. Se prueban todo tipo de elementos disuasorios, como puede ser la utilización de redes galvanizadas muy finas, invisibles a la vista del visitante, que evitan la utilización de métodos más agresivos pero que resultan ineficaces en las holgadas y a veces profundas oquedades.

Existen ya planes de protección de la mitad oeste del emplazamiento que alberga el peristilo, la sala hipóstila y los santuarios, con vista a una apertura al público del lugar dentro de los próximos cinco años. Los planos del proyecto, concebido y dibujado por el arquitecto Nairy Hampikian, han sido ya presentados al SCA para su aprobación, si procede.


Rafael Canales


Benalmádena-Costa a 25 de noviembre de 2008
Bibliografía:
"Egyptian Archaeology". Bulletin of The Egypt Exploration Society. No. 33 2008
"British Museum Collection Database"



jueves, 20 de noviembre de 2008

Hace 160 años....

NASA

Dekmäler. Expedición 1842-1845. C.R. Lepsius

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Durante cierto tiempo he sabido de la existencia en mis archivos de estas dos láminas objeto ahora de esta “Hoja Suelta”.
Viéndolas juntas y, por una coincidencia del azar, a escalas casi idénticas, me hacen reflexionar:
Aquí tenemos dos panorámicas de las Pirámides de Giseh que, en principio, no parecen tener nada trascendental que las distinga. Excepto el tinte general del fondo de la lámina.
A no ser porque:
La primera fue tomada por un satélite a miles de kilómetros de la Tierra.
La segunda la dibujó un topógrafo a pié de obra.
La primera es de principios de este siglo XXI.
La segunda es del siglo XIX; entre los años 1842 y 1845; hace 160 años.
La primera es obra de la NASA.
La segunda es una de las casi mil láminas que componen la que se considera la referencia más importante que se haya escrito sobre Egiptología; me refiero al "Denkmäler", del alemán Richard Lepsius (1810-1884). Publicada a su regreso de Egipto en 1846, comprende 13 volúmenes de fabulosas láminas, y 5 más con casi 1.500 páginas manuscritas, fruto del trabajo de campo de más de tres años. Las láminas, de una belleza y calidad impresionantes, muchas de ellas en color, muestran reproducciones de grabados y monumentos, algunos ya desaparecidos o seriamente deteriorados fruto del saqueo continuado o del efecto devastador de los agentes externos.
¿Que tienen ambas en común?
La impresionante exactitud casi milimétrica de detalles que permanecen inalterados; en completa hibernación, como congelados por el tiempo.
Es como si el trabajo de un hombre, dotado de un simple taquímetro, de una mente menos simple, y de un corazón de artista, no hubiese podido ser superado por los más de 160 años de inimaginable avance tecnológico. Hombres que "desde abajo" eran ya capaces de plasmar, con total precisión, lo que no se podía aún ver "desde arriba”.
Que las disfrutéis

Un cordial saludo,

Rafael Canales

Benalmádena-Costa, a 9 de noviembre de 2008
Bibliografía:
"Denkmäler". Richard Lepsius. Topographie und Architektur. Abtheilung I, Band I, Blatt 14. 1842-1845