jueves, 26 de febrero de 2009

La Prehistoria Egipcia del Paleolítico a la Cultura Badariense (700.000-4.000 A.C.) 8/8.- La Cultura Badariense


Collage Predinástico
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LA CULTURA BADARIENSE (4.400-4.000 (A.C.)

La cultura Badariense es considerada la primera cultura agrícola del Alto Egipto, siendo identificada por vez primera en la región de el-Badari, cerca de Sohag, en 1923, durante las excavaciones del cementerio de Qau el-Kebir (Etmanieh), donde aparecieron unos fragmentos de una cerámica hecha a mano hasta ese momento imposible de asignar a ninguna cultura conocida, según la opinión de Brunton y Caton-Thompson en 1928.

En las aldeas de Qau el-Kebir, Hammamiya, Mostagedda y Matmar se encontraron un total de 40 pequeños asentamientos, mal definidos, a los que se asociaron unas 600 tumbas.

La posición cronológica de la cultura Badariense está aún sujeta a debate; su relativa posición cronológica en relación a la más reciente cultura Naqada se estableció hace ya algún tiempo a través de la excavación realizada en el estratificado yacimiento de North Spur Hammamiya y, según un número de dataciones mediante termoluminiscencia, la cultura podría haber existido ya hacia 5.000 A.C. No obstante, sólo se puede confirmar que se extendió a lo largo del período 4.400-4.000 A.C.

Se reivindica la existencia de otra cultura aún más temprana, la Tasiense, por el yacimiento epónimo de Deir Tasa, caracterizado por la presencia de restos de trigo y cebada y, por otra parte, de jarras calciformes de base redonda con diseño a base de incisiones rellenas de pigmento blanco, también conocidas en contextos de fechas similares en el norte del Sudán.

Cabe decir, sin embargo, que la existencia de una cultura Tasiense, como unidad cronológica y culturalmente separada, nunca se ha llegado a demostrar sin ningún género de dudas. Si bien muchos eruditos consideran a la cultura Tasiense simplemente como parte de la cultura Badariense, también se ha argumentado que la Tasiense representa la continuación de una tradición del Bajo Egipto, lo que la haría ser la precursora inmediata de la cultura Naqada I.

Esto, sin embargo, parece más que improbable; primero, porque las similitudes con las culturas del Neolítico del Bajo Egipto no convencen y, segundo, por las claras conexiones que existen entre la cerámica Tasiense y la del Sudán.

Si finalmente tenemos que considerar la cultura Tasiense como una entidad cultural separada, entonces podría tratarse de una cultura nómada, con antecedentes sudaneses, que interaccionó con la cultura Badariense.

A pesar de que se hayan excavado algunos lugares de asentamiento, la cultura Badariense es conocida, principalmente, por los cementerios del bajo desierto. Todas sus tumbas son, en realidad, simples fosas funerarias que, con frecuencia, incorporan una estera sobre la que descansa el cuerpo, normalmente contraído, sobre su lado izquierdo, con la cabeza hacia el sur, mirando al oeste.

No aparecen tumbas de niños pequeños, pero sí suficiente evidencia de que éstos eran enterrados dentro del asentamiento; o más bien en aquellas zonas del lugar que estaban ya en desuso.

Un análisis de los ajuares de las tumbas badarienses parece confirmar una desigual distribución de la riqueza. Además, las sepulturas más ricas aparecen separadas del resto en otro lugar del cementerio. Esto vendría a demostrara la existencia de una estratificación social que todavía aparenta estar limitada a esta etapa de la prehistoria, pero cuya importancia siguió en aumento a través del siguiente período Naqada.

La cerámica que aparece junto al muerto en su tumba es el elemento más característico de la cultura Badariense. Hecha a mano, utilizando el limo del Nilo, lleva un refuerzo orgánico muy fino, excepto en objetos muy delicados. Este refuerzo, tan característico, es siempre más fino que el que se usaba para la cerámica basta durante el período Naqada.

Los ceramistas badarienses nunca escatimaron esfuerzo alguno en refinar el barro y obtener paredes muy finas que nunca llegaron a conseguirse en ningún período posterior del pasado egipcio.

Las formas eran sencillas, y principalmente se trataba de copas y cuencos con borde continuo y base redonda. Una alta proporción de vasijas estaban coronadas de rojo pero, en general, tenían una superficie más tirando a marrón que los recipientes de Naqada I ribeteados de negro en su borde superior. La capa de rojo que cubría la superficie de esta cerámica, era bastante más excepcional que en la cultura Badariense.

El elemento más característico de la cerámica Badariense es la “superficie ondulada” que está presente en la cerámica fina, y que consiste en peinar la superficie con un instrumento y después pulirla con lo que se consigue un efecto muy decorativo.

Los recipientes carenados son también muy considerados y altamente representativos de esta cultura, si bien la cerámica decorada es rara; ocasionalmente se encuentran algunos motivos geométricos grabados, rellenos de blanco, quizás como imitación a cestería.

La industria lítica se conoce primordialmente por los lugares de asentamiento, aunque los mejores ejemplares se han encontrado en las tumbas. Se trata en su mayoría de la industria de lasca y lámina a lo que habría que añadir un número considerable de útiles bifaciales.

Entre ellos predominan los raspadores, perforadores y piezas retocadas. Los útiles bifaciales consisten, principalmente, en hachas, hoces y cabezas de flecha de base cóncava. Habría que señalar que también está presente en el Desierto Occidental la característica lasca “side-blow” o de “golpe lateral”.

Otros productos de la cultura Badariense incluyen objetos personales tales como horquillas para el cabello, peines, pulseras y cuentas de hueso o marfil. El repertorio de paletas cosméticas de “greywacke”, estaba limitado en esta época a ejemplares rectangulares u ovales que más adelante se convertirían en aspectos característicos de la cultura Naqada.

“Greywacke” es una variedad de arenisca que, en general, se caracteriza por su dureza y su color oscuro, y que está compuesta de granos de cuarzo, feldespato y pequeños fragmentos de roca establecidos en una matriz de arcilla fina.

Se han encontrado unas estatuillas femeninas de estilos totalmente diferentes y discrepantes; unas son de un alto realismo, mientras que otras son altamente estilizadas. Habría que destacar la presencia de cobre batido en cantidades limitadas.

Durante bastante tiempo se pensó que la cultura Badariense estuvo restringida a la región de Badari, sin embargo también se han encontrado restos en Mahgar Dendera, Armant, Elkab y Hierakompolis, así como en el este, en Wadi Hammamat.

En un principio, la cultura Badariense se consideraba una unidad cronológicamente separada a partir de la cual la cultura Naqada se habría desarrollado. La situación, sin embargo, es bastante más compleja. Por ejemplo, el período Naqada I parece estar muy pobremente representado en la región de Badari, por lo que se ha sugerido que la cultura Badariense habría sido mayoritariamente contemporánea con la cultura Naqada I en la zona sur de la región de Badari.

No obstante, puesto que un número limitado de artefactos badarienses, o relacionados con su cultura, también había sido descubierto al sur de Badari, se podría argumentar que la cultura Badariense habría estado presente, al menos, entre la región de Badari y Hierakompolis.

Desgraciadamente, la mayoría de estos hallazgos consisten en unidades poco numerosas, por lo que su comparación con la industria lítica o la cerámica de los asentamientos de la zona de Badari resulta prácticamente imposible, o al menos nada se ha publicado.

Así que puede ser, que la cultura Badariense se haya caracterizado por sus diferencias regionales, siendo la unidad de la propia región de Badari la única que habría sido debidamente investigada o testimoniada.

Por otra parte, una cultura más o menos Badariense podría haber estado representada en toda la región entre Badari y Hierakonpolis, pero, puesto que el desarrollo de la cultura Naqada tuvo lugar más al sur, es muy posible que la cultura Badariense hubiese sobrevivido durante más tiempo en la propia región de Badari.

Los orígenes de la cultura Badariense son igual de problemáticos, y se continúan buscando en todas direcciones. Durante mucho tiempo se la consideró procedente del sur porque se pensaba que los badarienses tenían un “escaso conocimiento” del esquisto, - roca de color negro azulado que se divide con facilidad en hojas - lo que demostraría su procedencia de la zona no calcárea del sur de Egipto.

También se tenía asumido que los orígenes de la agricultura y la cría de animales habría que encontrarlos en el Oriente Próximo. Sin embargo, la teoría de que la cultura Badariense proviene del sur, hoy en día no es aceptada. La selección de esquisto es perfectamente lógica para la tecnología lítica Badariense que parece tener conexiones con el Neolítico Tardío del Desierto Occidental.

La cerámica de superficie ondulada, uno de los rasgos más característicos de la cultura Badariense, probablemente proviene de la cerámica bruñida y la cerámica manchada, ambas presentes en los yacimientos del neolítico sahariano tardío, y desde Merimda, en el norte, hasta el Khartoum neolítico, en el sur. Así que puede que la cerámica ondulada haya sido un desarrollo local de una tradición sahariana.

Parece obvio que la cultura Badariense no proviene de una sola fuente. Por otra parte, la procedencia de plantas cultivadas es controvertida. Su origen en el Levante Mediterráneo, vía las culturas de Faiyum del Bajo Egipto y de Merimda, podría ser una posibilidad.

Evidencias procedentes de los yacimientos badarienses parecen demostrar que la base principal de la economía estaba en la agricultura y la cría de animales. Entre los contenidos de las comodidades de almacenaje se ha encontrado, trigo, cebada, lentejas y tubérculos.

En Hammamiya, se ha encontrado una serie de construcciones circulares, en principio identificadas como viviendas, que probablemente constituye más bien un conjunto de habitáculos para animales. En algunos de ellos se han hallado gruesas capas de excremento de animales de unos 20-30 cm. de grosor.

Además, la pesca era sin duda de vital importancia, y muy bien puede haber sido la principal actividad económica durante ciertas épocas del año. La caza, por el contrario, parecía tener sólo una importancia marginal.

En los asentamientos de la región de Badari podemos apreciar un modelo de pequeños pueblos o aldeas que parecen haberse desplazado horizontalmente después de un corto período de ocupación, y en los que las fosas de almacenaje y los recipientes representan sus rasgos más típicos debido, por supuesto, a su buen estado de conservación.

Las construcciones son livianas y, en la mayoría de los casos, efímeras. Ciertamente, es muy posible que los asentamientos de las estribaciones del bajo desierto que han sido testimoniados en la región de Badari, sean sólo partes aisladas, o campamentos estacionales. Sobre esta base, los asentamientos mayores y permanentes habrían estado más cerca de las llanuras y habrían sido barridos mucho antes por el Nilo, o cubiertos de alivión, quedando así ocultos al ojo humano.

El carácter temporal de los asentamientos badarienses queda confirmado en Mahgar Dendera, a unos 150 km. al sur de Badari. El lugar habría sido utilizado por temporadas, desde el final de la estación de aguas bajas en adelante, en el momento en que se acababa la recolección y había que buscar zonas idóneas donde reunir el rebaño a lo largo del Nilo, dentro de llanura aluvial.

Además, aparte de la ganadería, la segunda actividad económica de Mahgar Dendera era la pesca, que se practicaba en el canal principal del Nilo cuando éste se encontraba en su nivel más bajo.

En Mahgar Dendera, el nivel aluvial es muy pequeño, así que el lugar estaba, por un lado, cerca del Nilo y, por otro, lejos de las inundaciones, lo que permitía a la gente permanecer en un mismo lugar cuando empezaban las inundaciones; e incluso cuando éstas alcanzaban su nivel más alto.

Durante este período, cuando las condiciones de vida alcanzaban su nivel anual más bajo, parte del rebaño, principalmente los machos jóvenes, eran sacrificados. La gente habría abandonado Mahgar Dendera antes de que la llanura aluvial fuese vadeable, ya que para entonces tendrían que empezar a trabajar la tierra que no se encontraba en Mahgar Dendera debido a las limitaciones de la propia llanura.

Sólo se dispone de una insuficiente información sobre los contactos con el exterior de la cultura Badariense. Sus relaciones con el Mar Rojo las atestigua la presencia de conchas de dicho lugar en sus enterramientos, mientras que el cobre puede proceder del Desierto Oriental, o del Sinaí. Este último ha sido también fuente de la turquesa, si bien, recientemente, la identificación de turquesa en los contextos badarienses ha probado ser errónea.

Si hubo contactos entre la región de Badari y el Sinaí, es muy probable que estos tuviesen lugar a través del Desierto Oriental, más que provenir del Bajo Egipto, donde no parece que existan indicios de la cultura Badariense. Esta posibilidad puede que acabe confirmándose con la noticia de nuevos hallazgos en Hammamat cuyo informe, desgraciadamente, está aún por publicar.

Y con esta octava “Hoja Suelta”, se concluye así el segundo capítulo de los quince que, como ya explicaba en el primero, consta la obra titulada “The Oxford History of Ancient Egypt” del Profesor Ian Shaw.

En este capítulo se ha dado un repaso pormenorizado de la Prehistoria egipcia desde el Paleolítico hasta bien entrado el Período Predinástico, con la cultura Badariense, que se terminará de completar en un tercer artículo titulado “El Período Naqara” de 4.000-3.200 A.C., a las puertas ya del Período Dinástico propiamente dicho.


Rafael Canales

En Benalmádena-Costa, a 1 de marzo de 2009.

Bibliografía:

“The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw, Oxford University Press, 2003.
“Prehistoria”, Tomos I y II. Dra. Ana María Amilibia y otros. UNED 2001
“Historia Antigua Universal. Próximo Oriente y Egipto”, Tomo I, 2ª Parte. Dra. Ana Mª Vázquez Hoys, UNED, 2001.
“Ancient Egypt. Anatomy of a Civilization”. Barry J. Kemp. Routledge, 2006.
“The Prehistoric Egypt”, W.M. Flinders Petrie, British School of Archaeology in Egypt and Egyptian Research Account, Twenty-Third Year, 1917. London, 1920.
“Diccionario de Prehistoria”, Mario Menéndez, Alfredo Jimeno y Víctor M. Fernández, Alianza Editoral. 2001.
The British Museum Database.


sábado, 21 de febrero de 2009

La Prehistoria Egipcia del Paleolítico a la Cultura Badariense (700.000-4.000 A.C.) 7/8.- El Neolítico en el Valle del Nilo


El Neolítico del Valle del Nilo
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EL NEOLÍTICO EN EL VALLE DEL NILO (5.300-4.000 A.C.)

Desde 12.000 A.C., el norte de África estuvo sometido a una serie de cambios climáticos que afectarían de forma irremediable las condiciones de vida de su entorno.

Superada una fase de aridez que forzó a sus pueblos a desplazarse hacia el río y hacia los lagos, Egipto se tornó húmedo, y evidencias arqueológicas muestran que a partir de 6.000 A.C. la cultura Neolítica arraigó en el Valle del Nilo.

No Color del textose ha encontrado, por otra parte, rastro alguno de los pueblos que habitaron el Desierto Oriental y el Occidental que no sean los de las culturas Elkabiense y Qaruniense.

No existen indicios, por otra parte, de una apertura hacia la agricultura, que ya aparece bien establecida en el Levante Mediterráneo a partir de 8.500 A.C. en adelante.

Parece que la población egipcia continuó con su forma de vida tradicional basada en la pesca, la caza y la recolección.

Desgraciadamente, carecemos de información sobre la existencia de cualquier población humana en el Valle del Nilo durante el período 7.000-5.400 A.C.

En esta séptima “Hoja Suelta”, vamos a dar un somero repaso a las culturas que surgen de los yacimientos de el-Tarif, Faiyum y Merimda. En este último, se van a considerar los cinco niveles que engloban sus tres principales etapas culturales: Nivel I, Nivel II y Niveles III-V, denominadas Urschicht, Mittleren Merimdekultur y Jüngeren Merimdekultur, respectivamente. A las que seguirá, todavía en el Bajo Egipto, en las proximidades de Wadi Hof-Helwan, la llamada cultura el-Omari en honor a su descubridor, Amin el-Omari.

La cultura Tarifiense se conoce por un pequeño yacimiento en el-Tarif, en la necrópolis de Tebas, y otro en las cercanías de Armant. Se trata de una fase cerámica de una cultura epipaleolítica local que, no obstante, aún se desconoce. No aparenta tener ninguna conexión con la posterior cultura Naqada, y su relación con la Badariense también parece poco clara, y sus industrias líticas no muestran ninguna relación cercana.

La cultura Tarifiense se caracteriza por su industria sobre lasca, con un componente microlítico, pequeño referente al Epipaleolítico, por un lado, y algunas piezas bifaciales que anuncian una tecnología Neolítica, por otro.

Su cerámica, en su mayoría reforzada mediante fibras orgánicas, se reduce a una limitada cantidad de pequeños fragmentos.

Escasean los rastros de agricultura o de cría de animales.

Tampoco se han encontrado restos de construcciones, por lo que se supone que los asentamientos en el-Tarif fueron similares a los acampamientos del Paleolítico Final.

La cultura Faiyumiense, idéntica a la cultura Faiyum A de Gertrude Caton-Thompson, comienza hacia 5.450 A.C. y desaparece alrededor de 4.400 A.C. Las diferencias tecnológicas y tipológicas entre la Qaruniense y la Faiyumiense son tan evidentes que no hay la mínima posibilidad de que la Faiyumiense se haya desarrollado a partir de la Qaruniense. La tecnología lítica Faiyumiense está claramente relacionada con la del Neolítico Final del Desierto Occidental.

La gente vivía a lo largo de la antigua playa del lago Faiyum, y los vestigios más significativos hasta ahora encontrados consisten en grupos de fosos para el almacenamiento del grano, con frecuencia recubiertos de estera.

Y, por vez primera en Egipto, la agricultura es claramente la base de subsistencia; muy probablemente importada del Levante Mediterráneo.

Se cultivaban ciertas especies de cebada y de trigo, y también lino. De los primeros, vamos a ampliar los conceptos someramente mencionados en el trabajo original que con ocupa.

En cuanto a la cebada, la Hordeum vulgare, se cultivaba la primera de las dos especies englobadas en esta denominación: la Hordeum hexastichon L., que actualmente se usa como forraje para alimentación animal; y la Hordeum distichon L., que se emplea para la elaboración de la cerveza.

Y del trigo, una especie, la Triticum dicoccon, denominada también “farro”, en especial en Italia, era muy cultivada en la Antigüedad, especialmente en el Oriente Próximo, actualmente relegada a las regiones montañosas de Europa y Asia.

Puesto que los fosos de almacenamiento estaban en grupos, se da por supuesto que la agricultura se practicaba sobre una base comunitaria. Una zona de almacenaje consistía en unos 109 silos de entre 30 y 150 centímetros de diámetro, y una profundidad de entre 30 y 90 centímetros, lo que indudablemente representaba una capacidad de almacenaje considerable.

Aparte de la agricultura, la cría de animales era de gran importancia, con la evidente presencia de la oveja, la cabra, el ganado bovino y el cerdo.

La pesca también continuó siendo básica para la economía.

La cerámica Faiyumiense tenía un terminado basto y se modelaba en formas sencillas. Un cierto número de piezas estaban terminadas en rojo y bruñidas, pero no se han encontrado ningunas decoradas.

La industria lítica es la de lasca con componentes bifaciales menores. A partir de restos de conchas de especies procedentes del Mar Mediterráneo y del Mar Rojo, así como de paletas cosméticas de diorita nubia y cuentas de feldespato verde, se ha deducido la existencia de vínculos, supuestamente indirectos, con lugares distantes. En cuanto al cobre, no se han encontrado restos.

El amplio yacimiento de Merimda Beni Salama se encuentra situado en una terraza al borde del Delta del Nilo occidental. Los restos de escombros de los asentamientos tienen una profundidad media de 2’5 metros, y se componen de cinco niveles que corresponden a sus tres principales etapas culturales.

El Nivel I, denominado Urschicht, es claramente diferente al de etapas más recientes, y se caracteriza porque su cerámica, bruñida o sin bruñir, no va reforzada. Su decoración consiste en un diseño de espiga muy particular, poco común.

Los productos líticos de este Nivel I se caracterizan por su técnica de lasca y la presencia de numerosos raspadores carenados y otros útiles de retoque bifacial.

Los restos de asentamientos se reducen a hogares y, posiblemente, algunos residuos de frágiles refugios.

En cuanto a la economía, es probable que se limitase a una mezcla de agricultura, cría de animales (oveja, ganado bovino y cerdo), relacionada con el Levante Mediterráneo, y también de caza y pesca.

Las dataciones por radiocarbono sugieren una posición cronológica cercana a 4.800 A.C., si bien esta estimación es considerada por el excavador del yacimiento como demasiado reciente.

La cerámica con decoración de espiga se ha encontrado también recientemente en la Cueva de Sodmein, cerca de Quseir.

Es probable que entre el Nivel I y el II tuviese lugar una interrupción en la ocupación. El Nivel II, denominado Mittleren Merimdekulter, considerado por su excavador como relacionado con las culturas saharo-sudanesas, está marcado por la intensa ocupación de su yacimiento, con sencillas viviendas ovales de madera o mimbre, hogares bien elaborados, vasijas para conserva enterradas en los suelos de barro, y grandes canastas recubiertas de barro en fosos auxiliares que servían de almacenes. También se encontraron enterramientos entre las viviendas.

La cerámica es radicalmente diferente a la del período previo ya que va reforzada de paja, aunque su forma seguía siendo sencilla. Casi la mitad de la cerámica estaba bruñidas, pero sin decoración aparente.

La industria lítica es predominantemente bifacial. Por vez primera aparecen en Merimda cabezas de flecha de base cónica.

Han aparecido grandes cantidades de artefactos de hueso, marfil y concha, siendo típico el arpón de tres hileras de dientes.

La agricultura continúa siendo la base de la actividad económica pero, a juzgar por la cantidad de huesos, el ganado adquiere mayor importancia, mientras que tanto la caza como la pesca continúan estando bien testimoniadas.

No se dispone de dataciones de radiocarbono, si bien el excavador apunta a 5.500-4.500 A.C.)

Los niveles III-V corresponden a la tercera etapa cultural denominada Jüngeren Merimdekultur y se identifica como cultura Merimda “clásica”, por el nombre de su primer excavador de principios del siglo veinte.

El asentamiento consistía en un poblado grande de viviendas de barro, chozas y zonas de trabajo. Las casas, bien construidas y de forma oval, se alineaban de forma densa a lo largo de unas estrechas calles. Las edificaciones tenían entre 1’5 y 3 metros de ancho, con los suelos cavados en la tierra a unos 40 centímetros de profundidad, y paredes hechas de barro reforzado con paja, y de barro y tierra. Sus techos estaban hechos con material ligero, como ramas y cañizo.

Dentro de las viviendas se han descubierto hogares, piedras de moler, jarras para agua, y cavidades que en su día habrían contenido cerámica, lo que parece indicar que en su interior se se realizaba una serie de actividades domésticas variadas.

Los graneros se asocian con viviendas individuales, lo que vendría a demostrar que las unidades familiares eran cada vez más independientes económicamente.

Y se podría concluir, generalizando, que la organización del asentamiento en Merimda ciertamente es representativa de la organización formal de la vida de un poblado.

Entre las viviendas se han encontrado fosas ovaladas que contenían esqueletos en posición fetal, pero apenas sin ajuares u objetos funerarios. Tanto la ausencia de éstos como la situación de aquellas dentro del asentamiento, son facetas de un protocolo funerario que parece contrastar claramente con las costumbres funerarias del Alto Egipto.

Sin embargo, dado el número limitado de sepulturas, inferior a doscientas, la reducida presencia de varones adultos, y la existencia de cierto confusionismo estratigráfico, es muy posible que sólo los niños y los adolescentes fuesen enterrados dentro del asentamiento, como se sabe que ocurría en el Alto Egipto, mientras los adultos se enterrarían en zonas que más adelante serían ocupadas por viviendas. De cualquier forma, es más que probable que la mayoría de cementerios estén aún por descubrir.

La evolución de la cerámica muestra una tendencia hacia formas cerradas. El bruñido o pulimento se utilizaba con fines decorativos, y durante este período la cerámica se caracteriza por su bicromía rojo/negro oscuro con la mitad de su repertorio consistente en grandes y bastas vasijas.

Se mejora la tecnología del enquisto bifacial, en comparación con la fase inicial de ocupación en Merimda. Continúan los elementos de hueso, marfil y concha.

Los más singulares son un conjunto de estatuillas, una de las cuales consiste en una burda cabeza casi cilíndrica de un ser humano, cubierta de pequeños agujeros, que evidentemente se usaba para aplicaciones relacionadas con el cabello y la barba. La forma de los agujeros parece indicar que se utilizaban con plumas para imitar el cabello o la barba. La cabeza habría estado unidad a un cuerpo de madera, lo que haría de esta estatuilla la representación humana más antigua de Egipto que se conoce.

A juico del excavador, el período más reciente de la cultura Merimda habría sido equivalente al de la Faiyumiense. No obstante, esto ha sido confirmado sólo parcialmente mediante la datación por radiocarbono según la cual la Jüngeren Merimdekultur se debe asignar al período 4.600-4.100 A.C., por lo que, de ser así, sólo sería contemporánea con la segunda mitad de la Faiyumiense.

Y continuando en el Bajo Egipto, existen varios yacimientos en las inmediaciones de Wadi Hof-Helwan consistente en asentamientos y cementerios separados que representan a la cultura neolítica conocida como cultura el-Omari, por haber sido su descubridor Amir el-Omari. Se le data hacia 4.600-4.350 A.C. por lo que la hace contemporánea con la Jüngeren Merimdekultur.

En los asentamientos se han encontrado principalmente fosos para almacenaje de alimento y vertido de deshechos.

En cuanto a las construcciones asociadas con el entorno, es difícil su descripción, pero es indudable que se trataba de estructuras livianas.

Se empezaron a utilizar cementerios en zonas de asentamiento en desuso. Las tumbas consistían en fosas de enterramiento con los cuerpos en posición fetal, idealmente orientados al sur, reposando sobre su lado izquierdo.

La cerámica Omari siempre lleva un refuerzo orgánico (temper); sus formas son muy sencillas y muchas vasijas van bruñidas y, con frecuencia, cubiertas de pintura roja.

Como inciso, y debido al frecuente uso de “refuerzo”, o “temper” en inglés, quisiera aclarar que este concepto se refiere al material que se añade al barro antes de ser introducido en el horno para la fabricación de vasijas u otros objetos. El material puede consistir en conchas molidas, arena, fibras orgánicas, e incluso fragmentos de cerámica.

Mediante la adición de este material, se consigue reducir la expansión o contracción rápida del barro durante la cocción. El “temper” o “refuerzo” permite una distribución de la energía calorífica más nivelada a través de la pasta cerámica durante dicho proceso, e incluso durante el uso cotidiano de la vasija.

La industria lítica muestra la misma mejora de la técnica bifacial ya observada en la de Merimda II-V.

La base de subsistencia se concreta en la agricultura y la cría de animales (cabra, oveja, ganado bovino y cerdo), si bien la pesca tiene una importancia relevante en la cultura el-Omari, lo que contrasta con la caza en el desierto, que apenas se practica.

La presencia de cabras domesticadas desde alrededor de 5.900 A.C., tanto en el Desierto Occidental como en el Oriental, es sorprendente cuando se compara con su presencia en el Valle del Nilo, donde no aparecen hasta cinco siglos después.

Y terminamos aquí para dar paso, en la siguiente “Hoja Suelta”, a la cultura Badariense, considerada la primera cultura agrícola del Alto Egipto, que cubre el período 4.400-4.000 A.C., y a la que seguirá, ya en un tercer capítulo, el Período Naqada (c.4.000-3200 A.C.) a cargo de la Dra. Béatrix Midant-Reynes del Centre National de Recherches Scientifiques, Paris.


Rafael Canales

En Benalmádena-Costa, a 27 de febrero de 2009.

Bibliografía:

“The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw. Oxford University Press, 2003.
“Prehistoria”, Tomos I y IColor del textoI. Dra. Ana María Amilibia y otros. UNED 2001
“Historia Antigua Universal Próximo Oriente y Egipto”, Tomo I, 2ª Parte. Dra. Ana Mª Vázquez Hoys, UNED, 2001.
“Ancient Egypt. Anatomy of a Civilization”. Barry J. Kemp. Routledge, 2006.
“The Prehistoric Egypt”, W.M. Flinders Petrie, British School of Archaeology in Egypt and Egyptian Research Account, Twenty-Third Year, 1917. London, 1920.
“Diccionario de Prehistoria”, Mario Menéndez, Alfredo Jimeno y Víctor M. Fernández, Alianza Editoral. 2001.
“The British Museum”

jueves, 19 de febrero de 2009

La Prehistoria Egipcia del Paleolítico a la Cultura Badariense (700.000-4.000 A.C.) 6/8.- El Epipaleolítico en el Valle del Nilo



Faiyum. Desierto Occidental. 5000 A.C.
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EL EPIPALEOLÍTICO EN EL VALLE DEL NILO (10.000-7.000 B.P.)
E iniciamos esta nueva “Hoja Suelta”, sexta ya, con el primero de los dos trabajos que vamos a dedicar al Valle del Nilo: El Epipaleolítico.

A partir de 7.000 B.C., grupos de seres humanos hacen de nuevo acto de presencia en el Valle del Nilo.

Si bien el número de yacimientos del Epipaleolítico es muy limitado y se han descubierto en circunstancias excepcionales es por ello por lo que sólo podamos distinguir dos culturas: la Elkabiense y la Qaruniense.
Durante este período, el estilo de subsistencia del Paleolítico, basado en la caza, la pesca y la recolección, prevalece.

En la localidad que da nombre a su cultura, Elkab, se han encontrado unos cuantos yacimientos pequeños de hacia 7.000-6.700 B.C. en excepcionales condiciones de conservación, debido en parte a su ubicación dentro de los muros que rodean a un recinto pre-dinástico mucho más reciente.

Los yacimientos se localizaron en las orillas de un ramal obstruido por los sedimentos cuya ocupación habría sido posterior a las inundaciones de la llanura.

El desarrollo de la pesca en el Epipaleolítico habría sido muy superior al del Paleolítico Tardío. De hecho se pescaba no ya en las altas aguas de retroceso, sino en el propio caudal del Nilo, lo que hace pensar que para entonces la población estaría utilizando embarcaciones con un cierto grado de estabilidad.

Debido a que el clima era ya más húmedo y benigno, era posible la caza en el “wadi” de la gacela dorca, la oveja bereber y el uro (Bos Primigenius).

La cultura Elkabiense es microlítica e incluye un número considerable de microburiles, por lo que es fácilmente comparable con la del Neolítico Temprano del Desierto Occidental.

La presencia de numerosas piedras de moler no puede considerarse como prueba de la existencia de una técnica o procedimiento para procesar plantas por el sólo hecho de que el pigmento rojo aparezca visible en cierto número de ellas.

La presencia de una ocupación Elkabiense en el yacimiento de Tree Shelter, en Wadi Sodmein, cerca de Quseir, en el Desierto Oriental, parece indicar que los Elkabienses podrían haber sido cazadores nómadas a los que las rutas este-oeste les llevaría a la caza y pesca en el Valle del Nilo, y a la explotación del desierto durante el verano.

La cultura Qaruniense es un renombre de la cultura Faiyum B que Caton-Thompson atribuyó al Mesolítico.

A modo de inciso, y brevemente, ampliemos que Gertrude Caton-Thompson fue una arqueóloga inglesa, discípula de Flinders Petrie en el University College, London, que excavó en Abidos y Oxyrhynchus, y en otros yacimientos de Oriente Medio, Egipto y África meridional.

Los yacimientos Qarunienses de hacia 7.050 B.C., originalmente ubicados en las tierras altas que dominaban el Lago Proto-Moeris, se han identificado en las zonas norte y este del actual lago Faiyum. La historia del Holoceno de este lago apunta a una serie de fluctuaciones que son de gran importancia para entender la ocupación humana de los alrededor del lago. Se sabe de tres transgresiones que precedieron al Neolítico que corresponden a otros tantos sumergimientos de tierra causados por una crecida del nivel del mar.

En la fase Qaruniense, las condiciones de pesca llegaron a ser excepcionalmente buenas en las aguas bajas del lago, por lo que no sorprende que la pesca constituyese la base de la subsistencia humana. A esto, habría que añadirle la caza y la recolección.

También la cultura Qaruniense era microlítica, por lo que encaja con el contexto tecnológico general del Elkabiense y del Neolítico Temprano del Desierto Occidental.

Sólo se conoce un enterramiento de la Qaruniense. Se trata del cuerpo de una mujer de unos 40 años, en posición ligeramente contraída, reposando sobre su lado izquierdo, la cabeza hacia el este, y mirando al sur. Sus características físicas son mucho más modernas que las de los “Mechtoids” del Paleolítico Tardío.

Sin duda, nuestros mentores belgas se están refiriendo al tipo humano Mechta, mechtoide o Mechta-Afalou. El nombre procede del yacimiento Mechta-El-Arbi (Argelia), y por sus características físicas (disarmonía cráneo-facial, órbitas rectangulares, gran estatura, etc.) se le relaciona con el Cro-Magnon europeo, aunque su origen parece ser local a partir de los restos aterienses.

La presencia de industrias microlíticas en las proximidades de Helwan es conocida desde el siglo diecinueve, con claras similitudes con el Neolítico Pre-Cerámico del “Levant”, o Levante Mediterráneo, si bien el propósito real de estas industrias es desconocido, y no puede determinarse debido a la escasez de información de que se dispone.

También se sabe de la existencia de asentamientos en el Desierto Oriental y en el Mar Rojo. Según se evidencia en la Sodmein Cave, cerca de Quseir, estos colonos habrían sido responsables de la introducción de ovejas y/o cabras domesticadas durante la primera mitad del sexto milenio B.C.

Y con esta sexta “Hoja Suelta” acabamos esta breve incursión en el Epipaleolítico del Valle del Nilo en la que se han introducido sólo breves aclaraciones o notas ampliatorias de indudable interés no sólo para el lector, sino también para el redactor.

Rafael Canales

En Benalmádena-Costa, a 21 de febrero de 2009.

Bibliografía:

“The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw. Oxford University Press, 2003.
“Prehistoria”, Tomos I y II. Dra. Ana María Amilibia y otros. UNED 2001
“Historia Antigua Universal Próximo Oriente y Egipto”, Tomo I, 2ª Parte. Dra. Ana Mª Vázquez Hoys, UNED, 2001.
“Ancient Egypt. Anatomy of a Civilization”. Barry J. Kemp. Routledge, 2006.
“The Prehistoric Egypt”, W.M. Flinders Petrie, British School of Archaeology in Egypt and Egyptian Research Account, Twenty-Third Year, 1917. London, 1920.
“Diccionario de Prehistoria”, Mario Menéndez, Alfredo Jimeno y Víctor M. Fernández, Alianza Editoral. 2001.
“The British Museum”

jueves, 5 de febrero de 2009

La Prehistoria Egipcia del Paleolítico a la Cultura Badariense (700.000-4.000 A.C.) 5/8.- El Neolítico Sahariano o "Cultura Cerámica"

Cerámia del Período Neolítico




Cerámica Neolítica de Faiyum
("Pinchar" y ampliar)

A MODO DE PREÁMBULO

Y seguimos, dentro del segundo ensayo que nos ocupa, de nuevo de la mano de nuestros maestros belgas, en esta quinta “Hoja Suelta” a modo de entrega, cada vez menos “hoja” y menos “suelta”, en la que, de nuevo, nos veremos obligados a ceñirnos fielmente al ya de por sí denso, árido y escueto texto original.

Debo, sin embargo, admitir mis ansias porque estos cuantos miles de años que me quedan de semi-oscuridad hasta ver la luz del Período Dinástico pasen fugazmente y entremos así en tópicos más afines a nuestros intereses y más asequibles a nuestras mentes mundanas.

Espero, eso sí, tener, o en su defecto, buscar, la oportunidad de animar el texto con las aportaciones, aclaraciones y/o comentarios pertinentes que nos faciliten el camino.

Voy a empezar, a modo de introducción, haciendo referencia a un artículo publicado en la “African Archaeological Review” de fecha 15 de septiembre de 2005, titulado “The east African Neolithic: An alternative view”.

Este artículo, como su título indica, ofrece una interpretación alternativa al fenómeno del Neolítico africano que tradicionalmente ha sido atribuido a la migración de la población productora de alimentos desde Sudán y Etiopía vía norte de Kenia.

Han sido muchos los intentos por reconstruir las rutas, e incluso por establecer su identidad lingüística y/o étnica; intentos que han considerado la cerámica neolítica o "wares" como unas puras y discretas entidades culturales correlacionadas con específicos grupos lingüísticos y/o étnicos.

El principal problema, se argumenta, es que con este enfoque simplista se minimiza el impacto que el contacto y el intercambio comercial haya tenido en el cambio cultural. E incluso, se niega a los grupos en cuestión el dinamismo que parece haber caracterizado las relaciones entre ellos mismos, y de ellos con su entorno.

La alternativa que se ofrece aquí consiste en considerar que las similitudes y diferencias que se esgrimen al definir los “wares”, o la cerámica en cuestión, son reflejos de la dinámicas relaciones existentes entre la población responsable de la producción y la del consumo. Producción y consumo que, de cualquier modo, habría existido entre individuos que viviesen en una misma zona, o en poblados diferentes, e incluso en comunidades tan distantes como el Rift Central o el Lago Victoria.

Y tomado esto como entrada o aperitivo que nos abra nuestro voraz e inquisitivo apetito mientras meditamos, pasamos ahora al plato fuerte de este menú prehistórico: El Neolítico Sahariano o "Cultura Cerámica".

EL NEOLÍTICO SAHARIANO O "CULTURA CERÁMICA"

Hacia finales del Paleolítico Medio, el Desierto Occidental se abandona y la población no regresa hasta alrededor de 9.300 B.C. coincidiendo con la fase húmeda del Holoceno lo que, en cierto modo, acaba favoreciendo las condiciones arqueológicas de conservación ante la inexistencia de presencia humana justo antes del Neolítico Superior e, incluso, después de este período.

El promedio anual de lluvia a comienzos del Holoceno sólo alcanzaba entre 100 y 200 mm. y esto, muy posiblemente, sólo durante una corta temporada estival, por lo que es probable que sólo animales adaptados a las condiciones del desierto, como era el caso de la liebre y la gacela, pudiesen vivir.

Sin embargo, todo ello representó una considerable mejora en las condiciones de vida en comparación con las correspondientes del Paleolítico Superior y del Paleolítico Final.

Aunque la lluvia no representaba un fenómeno continuado, los intervalos de aridez son de gran importancia para la diferenciación cronológica. La pluviosidad venía originada por el desplazamiento hacia el norte del cinturón monzónico; así que la repoblación del desierto occidental tuvo que venir del sur. Es probable que los colonos procediesen del Valle del Nilo, dada la ausencia de otras posibilidades, pero también por similitudes con la tecnología lítica de otros yacimientos del Valle del Nilo nubio.

En Egipto, las culturas “neolíticas” más tempranas emergen en el Desierto Occidental, si bien habría que dejar bien claro desde un principio que aún no existen testimonios de algún tipo de agricultura en el Neolítico sahariano. Su identificación como “neolítica” ha sido basada puramente en la evidencia de rebaños de ganado.

Así que, el Neolítico Sahariano es, por lo tanto, totalmente diferente de la cultura neolítica que emerge aproximadamente en la misma época en Israel, donde la expresión “Economía Neolítica” es sinónimo del proceso por el que se introduce la agricultura, a la que más tarde se unió la domesticación animal; muy probablemente, el proceso de “neolitización” que tuvo lugar en Egipto fue completamente independiente del de Israel.

Y, precisamente, por la ausencia de algún vestigio de agricultura y la presencia de algo de cerámica, se ha acuñado el término “Cultura Cerámica” aplicado a esta cultura sahariana frente al de “Neolítico Sahariano”.

INCISO EX PROFESO

Y esta dicotomía agricultura-cerámica me revierte a unos párrafos de la Doctora Vázquez Hoys (Historia Antigua Universal, Tomo I, 1ª Parte, páginas 83-84) que, a modo de inciso, me voy a permitir comentar.

En referencia a la cerámica, dice: “Nunca se conocerán las etapas más antiguas de esta conquista, pero se puede pensar que las primeras cocciones ocurrieron en el hogar familiar y que consistieron en pequeñas figurillas de tierra, o pequeños objetos groseramente modelados como los que se encuentran en Mereybet”.

El párrafo que le sigue es muy esclarecedor:

“Hasta hace poco tiempo, cerámica y agricultura definían el Neolítico. Pero las excavaciones de K. Kenyon en Jericó han evidenciado, hace ya cuarenta años, que la cerámica no apareció hasta el año 6.000 aproximadamente, mientras que las técnicas alimentarias de producción eran habituales desde hacía tiempo. Se introdujo entonces la expresión "Neolítico Precerámico" para designar al primer período (PPN A o B, correspondiente a Pre-Pottery Neolithic A o B)”. Estas dos fases, A y B, se conocen también como Sultaniense y Tahuniense, respectivamente".

"Pero posteriores excavaciones hicieron la realidad aún más compleja ya que, al parecer, una larga fase precedió a la adopción de esta técnica en todo el Oriente Próximo al principio del VI milenio, con tímidas apariciones que desaparecían después, como en Mureybet, lo que hizo que, entre arqueólogos, se hable, a veces, de “Cerámica Intermitente”.

Y agotado el inciso, vamos a distinguir ahora dos fases o períodos importantes del Neolítico: Una primera que correspondería a un Neolítico Temprano (8.800 -6.800 B.C.) y otra segunda, más reciente, en la que tendrían cabida un Neolítico Medio (6.500-5.100 B.C.) y un Neolítico Tardío (5.000-4.700 B.C.).

Sobre el primero, la información más completa procede de yacimientos próximos a Nabta Playa y Bir Kiseiba; en su mayoría pequeños, y utilizados esporádicamente por cazadores-recolectores. Los de mayores tamaños, estarían siempre ubicados en las zonas bajas de lagunas temporales. Aunque estos yacimientos al parecer se utilizaban durante períodos más largos; también eran abandonados, ya que las partes bajas de las lagunas también sufrían inundaciones estacionales. El sedentarismo era aún desconocido.

Los productos líticos se caracterizan por sus numerosas hojillas de filo despuntado, con frecuencia terminadas en punta, y algunos geométricos poco comunes, así como útiles fabricados con la técnica del microburil.

Prácticamente, en cualquier conjunto fáunico del tamaño que sea, aparecen algunos huesos de ganado que, según sus excavadores, habrían sido domesticados (teoría generalmente no aceptada), ya que parece improbable que sin la ayuda humana hubiesen podido sobrevivir en un entorno árido en el que sólo los animales adaptados al desierto lo conseguían. Es especialmente significativo que los vestigios de fauna no incluyan ningún resto del antílope, animal que con frecuencia se da en los mismos nichos ecológicos que el ganado salvaje.

Parece, sin embargo, más admisible que personas que practicaban el pastoreo criasen ganado en gran escala, manteniéndolos en grandes reservas, al amparo de un entorno donde por sí mismo no hubiesen podido sobrevivir.

Antes de 7.5000 B.C., es posible que población y ganado llegasen al desierto sólo durante las lluvias estivales e inmediatamente después, lo que coincidiría con el período de inundaciones del Valle del Nilo, durante el cual habría sido difícil ejercer cualquier tipo de pastoreo.

Después de 7.500 B.C., la existencia de excavaciones de pozos se ve testimoniada en Bir Kiseiba, y en otros yacimientos. Algunos pozos presentan unos abrevaderos laterales para dar de beber al ganado.

La escasez de restos óseos de animales parece indicar que los animales no se utilizaban para la producción de carne sino más bien como proteínas procedentes de su leche o su sangre.

De esta forma, mientras la población ayudaba al ganado a sobrevivir en el Desierto Occidental, los animales garantizaban al ser humano la posibilidad de sobrevivir ellos mismos en tan duro entorno.

Además de la recolección de ganado, la población practicaba también la caza local de animales salvajes; predominantemente la liebre y la gacela dorca.

Prácticamente en todos los yacimientos del Neolítico Temprano se han encontrado equipos para su utilización con piedras de moler que se supone se usaban para el proceso de producción de alimentos a partir de plantas silvestres, pero de éstas sólo se han encontrados restos en el yacimiento E-75-6 en Nabta Playa; entre ellos, pasto silvestre, fruta Ziziphus y sorgo.

Para los menos botánicos y más matemáticos, como yo, despejémosles estas dos incógnitas:

La Ziziphus zizyphus es una de 40 especies relacionadas, y en España se le conoce como "jinjolero" o "azufaifo". Se la supone originaria del norte de África y Siria, e introducida posteriormente a la India y China donde se conoce desde hace más de 4.000 años. Es un arbusto o arbolito frutal caducifolio de la familia de las Rhamnacae.

El Sorghum, o "sorgo", es un género botánico de unas 20 especies de gramíneas oriundas de las regiones tropicales y subtropicales de África oriental. El sorgo tiene un hábito y una fisiología vegetal similar al del maíz (Zea mays) pero con un valor energético algo inferior al de éste.

Todos los yacimientos del Neolítico Temprano, incluyendo los más antiguos, nos han deparado restos de vasijas de cerámica, si bien en pequeñas cantidades. De formas muy simples, todos mostraban una delicada fabricación y cocción; y todos estaban decorados. En su mayoría, la superficie de la vasija estaba totalmente cubierta de incisiones en forma de líneas y puntos trazados, con frecuencia, bien con un peine o con trozos de cuerda que le daban un aspecto de cestería.

El uso de huevos de avestruz como recipiente de agua era más corriente que la vasija de cerámica, de ahí la escasez de cascos, lo que parece sugerir que la cerámica no se utilizaba regularmente en la vida cotidiana.

No es posible, pues, determinar cuál era la función real de la cerámica, aunque sí parece obvia su importancia social y, a la vista del tipo de decoración, su simbolismo. Sí parece fuera de toda duda que esta cerámica era una invención africana independiente.

El yacimiento E-75-6 constituye una de las localidades del Neolítico Temprano más interesantes de Nabta Playa. Esta cuenca de drenaje recibía agua suficiente para almacenar grandes cantidades subterráneas, fácilmente obtenibles para su consumo mediante pozos durante la temporada de sequía.

El yacimiento se componía de tres o cuatro filas de cabañas que posiblemente marcaban líneas de costa del lago, junto a zanjas y pozos de almacenaje. No es posible hacer una estimación del número de cabañas que en un momento dado estaban en uso. A pesar de sus dimensiones, no parece representar un lugar de asentamiento permanente.

Fue durante los dos períodos siguientes, el Medio (6.600-51.00 B.C.) y el Tardío (5.000-4.700 B.C.) cuando la ocupación humana del Desierto Occidental alcanzó su punto más alto. Ejemplos de sus yacimientos hay muchos, y los hay de grandes dimensiones y pequeños, siendo éstos una mayoría. Van siendo ya mucho más frecuentes las estructuras de pozos y viviendas, y la evidencia de construcciones a base de zarzos y barro.

Los asentamientos mayores se ubicaban bordeando el lago, y es posible que fuesen asentamientos permanentes, mientras que los pequeños fuesen sólo estancias temporales utilizadas por pastores que se dedicaban a la recolección de animales por todo el territorio, una vez pasadas las lluvias estivales.

La presencia de conchas prueba la existencia de contactos con el Valle del Nilo, así como con el Mar Rojo, aunque lo más probable es que la población permaneciese en el desierto durante todo el año.

Como ocurría en el Neolítico Temprano, el ganado doméstico se guardaba como fuente viviente de proteínas, y a pesar del hecho de que la oveja y la cabra también aparecen por vez primera durante este período (hacia 5.600 B.C.), la mayoría de la carne animal se obtenía de animales salvajes. Así que, de nuevo, se da por hecho que en esta época se consumía una gran cantidad de plantas silvestres.

En el Neolítico Medio, hubo un cambio drástico en la técnica lítica. Dejó de prevalecer la producción de láminas para ir adoptándose gradualmente la introducción de la foliación bifacial para foliaciones y puntas de flecha de base cóncava. Los geométricos, con la excepción de los de perfil de segmento de círculo, eran poco comunes.

En los yacimientos del Neolítico Tardío es frecuente encontrar conjuntos formados por piedras de amolar, espátulas y paletas de piedra amolada o pulimentada, u ornamentos que, junto a láminas con la técnica “side-blow”, son consideradas características del período.

La cerámica anterior a 5.100 B.C. cae dentro de la tradición “Saharo-Sudanesa” o “Kartumesa” similar a la cerámica del Neolítico Temprano, si bien la decoración tiende a diseños más complejos.

De alguna manera, antes de 4.900 B.C. este tipo de cerámica desaparece de forma abrupta, siendo reemplazada por cerámica quemada y pulida, ocasionalmente rematadas en negro, en Nabta Playa y Bir Kiseiba. La explicación a esta repentina transición no es tan evidente, pero su presencia en el Desierto Occidental es, no obstante, de una enorme importancia a la hora de entender el origen de las culturas predinásticas en el Valle del Nilo.

En Nabta Playa se ha descubierto un impresionante complejo megalítico, junto a un yacimiento del Neolítico Tardío, de excepcionales dimensiones. Consta de tres partes: Un alineamiento de diez grandes piedras, de 2 x 3 metros; un círculo de unos 4 metros de diámetro formado por pequeñas planchas en vertical; y dos túmulos cubiertos, coronados por una losa, uno de ellos provisto de una cámara en la parte de abajo, con restos de un toro de largas astas.

También se han encontrado otros alineamientos de megalitos de menor tamaño en otra parte de Nabta Basin. Aunque sus funciones no son evidentes, estas construcciones megalíticas vienen a representar un tipo de arquitectura pública que apuntan a una complejidad social en aumento.

En el Dakhla Oasis se han distinguido varias unidades arqueológicas cuyas fases principales se conocen como Masara, Bashendi y Sheikh. La fase Masara es contemporánea y similar al Neolítico Temprano de Nabta Playa y Bir Kiseiba. Las culturas Bashendi y Sheikh Muftah del Neolítico Medio y Tardío continuaron hasta los tiempos dinásticos. Ambas se caracterizan por el contraste de sus tipos de asentamiento con los yacimientos de Sheikh Muftah situados en correlación próxima a los sedimentos del lago, y los de Bashendi ubicados justo fuera del propio oasis, por lo que se ha sugerido que bien pueden representar dos tipos diferentes de ocupación. Así, los yacimientos de Sheikh Muftah podrían representar a moradores permanentes del oasis, mientras que los de Bashendi representarían a aquellos de corta y esporádicas estancias; muy probablemente, aquellos que ejercían el pastoreo.

A partir de 5.400 B.C., la población empieza a depender cada vez más de sus rebaños de animales domesticados, en su mayoría cabras importadas de las tierras del Levante Mediterráneo, mientras seguían practicando alguna caza.

Por Levante Mediterráneo se entiende un conjunto de países (Siria, Palestina, Líbano y Jordania) que representaban una unidad más cultural que geográfica, y cuyo significado se mueve sutilmente entre la referencia histórica y la cultural.

La tecnología lítica de la cultura Bashendi es similar a la del Neolítico Medio y Tardío con la adición de una variedad de puntas de flecha que con frecuencia presentan retoques bifaciales.

Poco antes de 4.900 B.C. se produjo en los yacimientos de Bashendi, cerámica quemada y pulida similar a fragmentos de vasija encontrados en Nabta Playa y Bir Kiseiba, mientras que la cerámica rematada de negro aparece sólo ocasionalmente en los yacimientos de Dakhla Oasis.

En el extremo sureste de Dakhla, existen algunas estructuras de piedra, pero aún no está claro hasta qué punto este oasis fue típico del Desierto Occidental, aunque su paralelismo cultural con el Valle del Nilo es evidente.

Después de 4.900 B.C., y especialmente a partir de 4.400 B.C., el desierto se fue haciendo cada vez menos inhabitable debido al inicio de un clima árido que prevalece hasta nuestros días. No obstante, ciertas zonas permanecerían ocupadas hasta tiempos históricos.

Y concluimos ya esta importante y significativa etapa con lo que nos aproximamos más al Período Predinástico. Pero no antes de dedicarle un par de “Hojas” más al Valle del Nilo, y una tercera a la Cultura Badariense.


Rafael Canales

En Benamádena-Costa, a 20 de febrero de 2009

Bibliografía:

“The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw. Oxford University Press, 2003.
“Prehistoria”, Tomos I y II. Dra. Ana María Amilibia y otros. UNED 2001
“Historia Antigua Universal Próximo Oriente y Egipto”, Tomo I, 2ª Parte. Dra. Ana Mª Vázquez Hoys, UNED, 2001.
“Ancient Egypt. Anatomy of a Civilization”. Barry J. Kemp. Routledge, 2006.
“The Prehistoric Egypt”, W.M. Flinders Petrie, British School of Archaeology in Egypt and Egyptian Research Account, Twenty-Third Year, 1917. London, 1920.
“Diccionario de Prehistoria”, Mario Menéndez, Alfredo Jimeno y Víctor M. Fernández, Alianza Editoral. 2001.
"The British Museum"