viernes, 18 de junio de 2010

La Dinastía XVIII antes del Período Amarna (c.1.550-1.352 A.C.) 1/9.- Ahmose











Fragmentos de pintura de Amenhotep I (izquierda) y de su madre Ahmose-Nefertari (derecha) procedentes de la tumba del sacerdote Kynebu, Tebas, Dinastía XX, hacia 1.145 A.C.
("Pinchar" y Ampliar)

Kynebu fue sacerdote de "los secretos de los bienes de Amun". Permaneció en el cargo durante el reinado de Rameses VIII, hacia finales del Imperio Nuevo (1.550-1.070 A.C.). El Museo Británico expone tres fragmentos pintados procedentes de la decoración de su tumba que muestran al dios Osiris, y a dos figuras reales que vivieron casi 400 antes de Kynebu, y que encabezan esta leyenda: el faraón Amenhotep I y su madre Ahmose- Nefertari.

A MODO DE PREÁMBULO

La Dinastía XVIII la integran el conjunto de faraones entre los años 1.550 y 1.352 A.C. Esta época se constituye como uno de los puntos máximos de esplendor de la civilización faraónica, así como un momento de gran expansión territorial. Es el comienzo del período denominado por los historiadores Imperio Nuevo.

Con ello, en esta “Hoja Suelta”, iniciamos el Capitulo 9 de nuestro Proyecto que se titula “La Dinastía XVIII antes del Período Amarna”, y que coincide, como se viene mencionando de forma reiterativa, con su homónimo en lengua inglesa, en la obra de Ian Shaw titulada “The Oxford History Ancient Egypt”, que aparece en la Bibliografía a pie de capítulo.

Como en todos los anteriores, iremos de la mano de un especialista en el tema. En este caso, y como ya se indicó al final del capítulo que le precede, se trata de la Doctora Betsy Bryan, de la Johns Hopkins University, Baltimore, que actualmente dirige el equipo de excavación del complejo “Recinto de Mut” en Karnak.

INTRODUCCIÓN

Los descubrimientos arqueológicos descubiertos en los años 80 y 90, combinados con un nuevo examen de las evidencias en inscripciones antiguas, sugieren que la reunificación de Egipto tuvo lugar en la última década de los veinticinco años de reinado de Ahmose (1.550-1.525 A.C.), primer faraón de la Dinastía XVIII. Así que, se puede decir que la dinastía empezó oficialmente alrededor de 1.530 A.C. si bien estaba ya bien consolidada durante el reinado de Ahmose.

Por supuesto, la naturaleza del estado egipcio al inicio de la dinastía consistiría, con certeza, en una continuación de formas y tradiciones que nunca habrían sido interrumpidas por completo debido a las disputas internas del Segundo Período Intermedio. Y tiene que haber sido, en parte, la férrea fe en las tradiciones lo que movió a los predecesores de Ahmose de la Dinastía XVII a consolidar una base sólida entre las poderosas familias egipcias.

Más adelante, conforme Ahmose y sus sucesores se aseguraban una línea dinástica familiar, a la vez creaban o modificaban aspectos de la realeza que, junto a las presiones externas procedentes del norte y del sur, afectarían de forma profunda al resto de la Dinastía XVIII.

AHMOSE Y EL COMIENZO DEL IMPERIO NUEVO

Las inscripciones de la tumba de Ahmose, hijo de Ibana, en Elkab, describen la derrota de los Hyksos por su homónimo, el faraón Ahmose, y el asedio por este último del baluarte de Sharuhen, al sur de Palestina, así como su campaña en Kush, cuya capital era la ciudad de Kerma, cercana a la 3ª Catarata. La terminación de la campaña nubia se dejó para Amenhotep I (1.525-1.504 A.C.), y en la Isla de Sai se levantó una serie de monumentos conmemorativos de las victorias de ambos reyes; es muy posible que todos ellos hubiesen sido construidos por Amenhotep I, pero la presencia activa de Ahmose en la zona no es discutible.

Documentos de principios de la Dinastía XVIII en Avaris (Tell el-Dab’a) registran el nombre de Ahmose y el de los varios reyes que le sucedieron. Durante este tiempo, se utilizaron en el lugar diversos edificios decorados con frescos minoicos (Véase el Capítulo 8º). Esto, ciertamente, sugiere que existía un contacto más estrecho con el Egeo; aunque sólo fuese a través de artistas itinerantes contratados para hacerse cargo o supervisar el trabajo. Puesto que las armas encontradas en un pequeño ataúd de la Reina Ahhotep – madre de Ahmose – en su tumba, al oeste de Tebas, apuntan a motivos egeos o mediterráneos y a técnicas artesanales aplicados a objetos egipcios, parece que los elementos exóticos extranjeros tan apreciados en el Delta también eran igualmente valorados en Tebas; al menos en una forma adaptada.

Los auténticos objetos egeos contemporáneos con la Dinastía XVIII temprana son mucho más difíciles de documentar en Egipto, si bien pequeños objetos de comercio egipcios están presentes en cantidades estimables en Creta y, en grado menor, en la metrópolis griega. No obstante, continúa confuso, si no dudoso, si existió un intercambio diplomático directo entre Egipto y Creta a principios de la Dinastía XVIII.

Es posible que Ahmose y sus inmediatos sucesores, por el contrario, continuasen siendo partícipes del sistema de intercambio mediterráneo de igual forma que los Hyksos lo habían sido. Sea cual fuese el caso, la creatividad en forjar un estilo egeo, como se aprecia en los objetos de tiempos de Ahmose, así como en las pinturas de estilo minoico de Tell el-Dab’a, no perduró más allá de principios de la Dinastía XVIII.

Finalmente, como suele ser frecuente durante períodos de una realeza fuerte, la iconografía tradicional egipcia acabó dominando. Los escasos elementos que perduraron, como es el caso del motivo conocido como el “galope volador”, se adaptaron rápidamente a contextos iconográficos familiares.

El proyecto de construcción más inmediato de Ahmose parece que estaba dentro de la propia capital de Avaris, que él habría arrebatado a los Hyksos. Las excavaciones de Manfred Bietak en Tell el-Dab’a - arqueólogo austríaco (Viena, 1940), en la actualidad Catedrático de Egiptología de la Universidad de Viena y Director del Instituto Austríaco de Arqueología en El Cairo - han sacado a la luz una plataforma de un palacio de principios de la Dinastía XVIII que se apoyaba en un muro de fortificación de los Hyksos. En estratos posteriores, se han encontrado sellos con los nombres de los soberanos de la Dinastía XVIII entre Ahmose y Amenhotep II, pero Bietak considera que fue Ahmose el constructor del complejo palaciego original decorado con frescos minoicos.

Aunque podría ser que tuviese también otros proyectos de construcción en la región del Delta, Avaris fue, sin duda, diseñado como un importante centro – muy probablemente comercial – para ser utilizado por el nuevo gobierno. De las excavaciones llevadas a cabo en los años 80 y 90, se sabe con certeza que Menfis fue también remodelada a principios de la Dinastía XVIII: al moverse el rio hacia el Este, se ganó nueva tierra que sería utilizada para un nuevo asentamiento. Las secuencias de la cerámica y los escarabeos reales indican que, ya en el reinado de Ahmose, Menfis sería de nuevo repoblada después de un vacío que pudo coincidir con las guerras entre Tebas y Avaris que se describen en el Capítulo 8º.

Las edificaciones de los templos mortuorios de los últimos años de reinado de Ahmose fueron los cimientos de un programa de construcción tradicional mediante el que se reverenciaba a los dioses cuyos templos habían florecido en el Imperio Medio, tales como Ptah, Amun, Montu y Osiris. Ahmose, ciertamente, veneraba a las deidades tradicionales de los centros de culto de Egipto. De las afiliaciones de Ahmose con el Dios-Luna Iah, representadas por el elemento ‘Ah’ de su nombre, dan buena fe las inscripciones de las joyas de Ahhotep I y Kamose (1.555-1.550 A.C.) que describen a Ahmose como “Hijo del Dios-Luna, Iah”. Se desconoce su principal centro de culto a pesar de la reiterativa presencia del elemento ‘Ah’ en los nombres de la familia real.

Puede que a la misma vez que hacía efectiva la reunificación del país, Ahmose empezase a escribir su nombre con los extremos del creciente lunar de Iah apuntando hacia abajo. Todos los monumentos que muestran el nombre de Ahmose de esta forma datan, por lo tanto, de los años 17 o 18 de su reinado. Ahmose, como el primer faraón en más de 100 años capaz de levantar monumentos a los dioses del norte y sur de Egipto, abrió canteras en Maasara con vista a construir en Menfis - el viejo y venerado centro de culto del norte - y también en Tebas, el hogar de Amun y Montu. Aunque sus construcciones en Menfis no se han encontrado, algunas en Tebas, y en otros lugares, aún existen.

Sin duda Ahmose contribuyó de forma substancial al culto de Amun en Karnak. Si hubiese vivido más tiempo, quizás hubiese comenzado la reconstrucción con piedra en muchos más edificios del lugar, pero los monumentos que de él se conservan se componen, no obstante, de un portal y varias estelas, así como un santuario para una embarcación, probablemente ubicado cerca de los pasillos de acceso al templo.

Su deseo de que se le recordase como un piadoso seguidor de Amun, por lo tanto, habría sido evidente no sólo en aquellos cuyos puestos sacerdotales o estatus de élite les hacían gozar de acceso al hogar del dios, sino también a habitantes menores de Tebas, que podrían así visitar los patios frontales, aunque sólo fuese en las jornadas festivas.

Del reinado de Ahmose se conocen varias estelas donde se registran importantes episodios conectados con el templo de Karnak; probablemente todas datadas hacia los últimos años de su reinado. Dos estelas descubiertas entre los cimientos del Tercer Pilono de Karnak, muestran al faraón como propiciador y benefactor del templo. En una de ellas, la conocida como “Estela de la Tempestad”, el faraón reivindica la reconstrucción de tumbas y pirámides en la región de Tebas destruidas por una tormenta infligida sobre el Alto Egipto por el poder de Amun , cuya estatua parece que habría quedado en condiciones lastimosas. Ahmose describe que la tierra estaba cubierta de agua y que él habría suministrado un material muy costoso para acometer el proceso de recuperación de la región.

La segunda estela, procedente del Tercer Pilono, conocida como “Estela de la Donación”, registra la compra por el faraón Ahmose del “Segundo Sacerdocio” para su esposa, la esposa del Dios Amun, Ahmose-Nefertari. Su coste lo pagó el propio faraón al templo, convirtiéndose así, por segunda vez, en su benefactor, a la vez que se aseguraba un lazo entre el dios y la familia real.

Una tercera estela de Ahmose, procedente del Octavo Pilono del patio de Karnak, data del año 18 de su reinado; exalta el poder universal de la familia real, y da detalles del equipamiento de culto que Ahmose habría proporcionado y donado al templo de Karnak; recipientes para libaciones de oro y plata, copas para bebidas de oro y plata para la estatua divina, mesas de oro para ofrendas, collares y abalorios para las estatuas divinas, instrumentos musicales, y un barco nuevo para sacar en procesion las estatuas del templo.

Los objetos donados por el faraón a Karnak constituyen el equipo más esencial para el culto, y su donación puede indicar que el templo carecía totalmente, por entonces, de objetos fabricados con metales preciosos. Es imposible afirmar si esto habría sido consecuencia de la gran tormenta, como el faraón asegura en la “Estela de la Tempestad”, pero los objetos de culto del templo, junto a los ajuares reales, bien habrían constituido importantes fuentes financieras para los tebanos durante los arduos días de la Dinastía XVII.

Es importante subrayar la enorme escasez de objetos hechos de metales preciosos que se conocen en el Alto Egipto del Segundo Período Intermedio. Sólo con el ajuar funerario de la madre de Ahmose, Ahhotep, y la momia de Kamose hay de nuevo suficiente evidencia de objetos funerarios reales extravagantes de oro como los que se conocen del Imperio Medio. A pesar de las reivindicaciones de los saqueadores de tumbas - pasados varios centenares de años desde el Segundo Período Intermedio - del robo del cuerpo cargado de oro del faraón Sobekemsaf II, de la Dinastía XVII, sólo unos comparativamente modestos ataúdes y ajuares se han recuperado del período que precedió a Ahmose.

¿Podrían las inscripciones del faraón de Karnak haber sido una explicación oficial del empobrecimiento de la región de Tebas y, lo que es más importante, del papel jugado por Ahmose en la reposición de las riquezas del templo de Karnak y su Dios? Con esto no se pretende sugerir que no hubiese acaecido ninguna gran tempestad durante el reinado de Ahmose, o que no existiese tal adquisición del “Segundo Sacerdocio” para Ahmose-Nefertari, sino más bien que estos eventos en particular pueden haber sido reflejados en la estela simplemente con el objetivo de servir a fines histórico-religiosos.

TUMBAS REALES Y DE ÉLITE DE FINALES DE LA DINASTÍA XVII Y PRINCIPIOS DE LA XVIII

Ahmose también construyó monumentos en otros varios lugares tradicionalmente favorecidos por los reyes, incluyendo Abydos, la ciudad de culto a Osiris más importante. De estos vestigios, que fueron excavados y analizados por el Doctor Stephen P. Harvey durante los años 90, se sabe que incluían monumentos piramidales a la vez que templos. Abydos habría sido durante largo tiempo un lugar para honrar a Osiris y a los ancestros reales que se habrían unido a Osiris al fallecer. Se utilizaron pirámides para marcar las tumbas tebanas de los faraones de la Dinastía XVII, y sus ladrillos aún se podían ver en la región tebana de Dra Abu el-Naga ya en el siglo diecinueve. Aunque el cuerpo de Ahmose se encontró dentro del recinto de la momia real, aún se desconoce la ubicación de la tumba.

Se sabe, casi con certeza, que la madre de Ahmose, Ahhotep, fue enterrada en el cementerio de Tebas, como lo habrían sido los faraones y sus esposas desde principios de la dinastía. Las excavaciones realizadas en la zona durante los 90 se han concentrado en lo que puede ser una de las tumbas reales, y aunque aún no exista evidencia cierta, el trabajo del Doctor Daniel Polz, Catedrático Adjunto del Departamento de Lenguas del Cercano Oriente en UCLA y Director de Excavaciones en Dra Abu el-Naga, ha dejado ver la continuidad de este cementerio al norte de Tebas, desde la Dinastía XVII hasta principios de la XVIII. Ha demostrado también la existencia de grupos de tumbas de élite - cada una de ellas formada por tumbas más pequeñas dispersas alrededor de una tumba mayor – en los que estructuras de culto independientes habrían sido utilizadas a la vez por varios enterramientos contiguos. Estos apiñados grupos de enterramientos están ubicados en el suelo desértico bajo las colinas de Dra Abu el-Naga, justo al sur de la entrada al Valle de los Reyes. Las tumbas reales – algunas de las cuales habrían sido, quizás, capillas del Imperio Medio, vueltas a usar – están cortadas en las propias colinas, dominando las tumbas menores.

Hasta el momento, la evidencia arqueológica sugiere que el lujo funerario fue restringido en la Dinastía XVII, y que las tumbas decoradas eran prácticamente desconocidas en Tebas en esta época. Aun así, la práctica de apilar las tumbas de élite, junto a la menor riqueza de los lugares de enterramiento a niveles inferiores a la realeza, aunque se volviese a la vieja práctica de enterrar cerca del soberano a sus seguidores, bien podría también ser el reflejo de algún nuevo patrón de organización, pero sin un estudio más profundo sería imposible llegar a más conclusiones.

Con respecto a esto último, es interesante puntualizar, no obstante, que en la región de Saqqara, un cementerio, no real, del tiempo de Ahmose y Amenhotep I, consistía en enterramientos de superficie descritos como ricos. Puesto que los lugares de enterramiento de los más altos funcionarios de estas dos regiones - visires, altos sacerdotes, tesoreros – son en su mayoría desconocidos, la identificación de los patrones de desarrollo de los cementerios ayudaría a la localización de las tumbas perdidas. De este trabajo se ha hecho ya cargo Geoffrey Martin y Martin Raven, en Saqqara Centro, al sur del paso elevado de Unas, y el Doctor Alain Zivie, arqueólogo francés, Director de Investigación del Centro Nacional Francés de Investigación Científica, en Saqqara Norte.

Los cuerpos de algunos gobernantes, y los ataúdes y el equipo funerario de otros, se movieron de su sitio de origen en la antigüedad, e incluso quizás en épocas más recientes. Los sacerdotes de finales del Imperio Nuevo y principios del Tercer Período Intermedio, enterraron de nuevo algunas momias reales en una tumba de Deir el-Bahri, donde se encontraron las momias de Ahmose y Seqenenra Taa (c.1.560 A.C.), ambas metidas en ataúdes no reales de fechas ligeramente posteriores. El ataúd exterior grande de la madre de Ahmose, Ahhotep, hecho probablemente al fallecer – quizás incluso no hasta el reinado de Amenhotep I – también se encontró en el conjunto, si bien su ataúd interior – presuntamente ambos pertenecientes a una sola esposa llamada Ahhotep – se encontró antes en lo que pudo haber sido su tumba. Contenía objetos con los nombres de ambos, Ahmose y Kamose.

La zona de Dra Abu el-Naga continuó, durante siglos, asociada con la familia real de Ahmose, y con Ahhotep y Ahmose-Nefertari, en particular, y las posteriores tumbas, capillas y estelas de la región veneraron su memoria.

No obstante, la propia zona del cementerio cambió de forma dramática después del inicio de la Dinastía XVIII. Una vez que se dejaron de construir tumbas reales en Dra Abu el-Naga, retuvo sus estatus como la parte de Tebas más elitista de la necrópolis tebana hasta el reinado de Hatshepsut (1.473-1.458 A.C.).

Con el establecimiento del Valle de los Reyes como terreno de enterramiento real, se empezarían a situar algunos enterramientos de élite en Sheikh Abd el-Qurna; la línea de colinas al sur de Deir el-Bahri. Los grupos apiñados de tumbas de tumbas de pozos del Dra Abu el-Naga. Con el repentino incremento de riqueza de la élite en las postrimerías del reinado de Tutmosis III, esta práctica parece que desapareció. Los constructores de tumbas se mantenían atareados excavando y decorando tumbas cavadas en roca en Sheikh Abd el-Qurna para la creciente Administración real.


RAFAEL CANALES

En Benalmádena-Costa, a 23 de junio de 2010

Bibliografía:

“The Enciclopedia of Ancient Art”. Helen Strudwick, Amber Books, 2007-2008.
“Ancient Egypt, Anatomy of a Civilization”. Barry J. Kemp, Routledge, 2006.
“Ancient Egypt. A Very Short Introduction”. Ian Shaw. Oxford University Press, 2004.
“The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw, Oxford University Press, 2003.
“Antico Egitto”. Maria Cristina Guidotti y Valeria Cortese, Giunti Editoriale, Florencia-Milán, 2002.
“Historia Antigua Universal. Próximo Oriente y Egipto”. Dra. Ana María Vázquez Hoys, UNED, 2001.
“Pharaos and Mortals: Egyptian Art in the Middle Kingdom. A Catalogue”, Janine D. Bourriau, Cambridge University Press, 1988.
“British Museum Database”.


No hay comentarios: