sábado, 17 de enero de 2009

Las "Chanclas" de Qasr Ibrim

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Desde que The Egypt Exploration Society (EES) iniciase sus excavaciones en Qasr Ibrim hace ya más de 40 años, el volumen de calzado recuperado ha sido considerable; en su mayoría fabricado con fibra vegetal.

En estos últimos cinco, y dentro de los proyectos de la EES conocidos como “Qasr Ibrim Leatherwork Project” y “Ancient Eqyptian Footwear Proyect”, se viene realizando un estudio del que son responsables el arqueólogo holandés especializado en calzado y cuero del Antiguo Egipto, André Veldmeijer, y su colaborador, fotógrafo e ilustrador, Erno Endenburq.

Se trata de profesionales con amplia experiencia en excavaciones, entre las que se incluyen Amarna, Qasr Ibrim, Hierakonpolis y Elephantine, y son los coautores de los resultados preliminares que nos ocupan aquí y que han sido publicados en el número 33, Autumn 2008, de la revista “Eqyptian Archaeoloqy”, de la EES, con la que ya estamos familiarizados.

La investigación está siendo financiada por la EES y la Netherlands Oranization for Scientific Research (NWO).

Sin duda alguna, el ejemplo más notable lo tenemos en cinco zuecos de madera recuperados de los estratos otomanos.

Están confeccionados con madera no procedente del país y son de una sola pieza que se compone de la suela y dos prominencias o tacos, uno delantero y otro trasero a modo de tacón. Se sujeta al empeine mediante una tira de cuero ancha que va clavada a lo largo del borde de la suela; contrastan con las de la Turquía otomana, bastante más altas y recargadas de incrustaciones de marfil o nácar, mientras que las de Qasr Ibrim son sencillas y casi exentas de adornos; se les conoce como “chanclas de baño”.

Sin embargo, ya a finales del siglo diecisiete, Ibn Darwish Memed Zii (Estambul 1611-1684), conocido como Evliya Çelebi, escritor y viajero otomano, habría específicamente señalado la total ausencia de baños en la zona así como la inexistencia de evidencia arqueológica alguna. Çelebi, gran viajero y romántico, cultivó la tradición de la “rihla”, palabra árabe que propiamente significa “viaje por etapas”, género literario clásico en lengua árabe, consistente en el relato de un viaje, y designa tanto al viaje como a la posterior crónica del mismo. La “rihla”, de origen magrebí o andalusí, se enmarca, por otro lado, dentro de una amplia corriente viajera árabe oriental que ha dado sus frutos literarios.

Es muy probable que al igual que en la Europa romana y medieval, estas chanclas se utilizasen simplemente para mantener los píes libres de polvo y suciedad. También se han realizado estudios ortopédicos y experimentos que parecen confirmar la existencia de ciertas características inherente al diseño que las hacen beneficiosas para caminar por terreno de pendientes pronunciadas, por lo que en Qasr Ibrim habrían sido muy apreciadas.

Pero quizás el calzado más curioso, y muy singular y específico de este yacimiento, sean las sandalias de cestería reforzadas de cuero. Éstas se confeccionaban doblando por su mitad una gruesa capa de tejido de cestería trenzada y cosiendo a ella unas correas de cuero, con lo que se obtenían unas sandalias muy fuertes. Algunas de ellas presentan señales evidentes de desgaste y otras se ven que han sido reparadas añadiendo una sobresuela de cuero.

El grupo mayor lo forman, sin embargo, las sandalias de cestería lisas, que consistían en sólo un grueso tejido de cestería trenzada, como muestra la fotografía que encabeza esta “Hoja Suelta”. Aunque tienen que haber sido muy resistentes, dan muestras de un grado considerable de desgaste; en especial por el contrafuerte.

Ejemplares de ambos tipos se han encontrado en las capas otomanas y cristianas.

Curiosamente, sin embargo, no parecen existir testimonios de la presencia de sandalias de cestería en épocas tempranas de la historia de Egipto, ni que se tenga constancia de su uso en el Egipto cristiano, lo que resulta extraño teniendo en cuenta su simplicidad y su bajo coste.

En cambio, sí existen testimonios en yacimientos más al sur, como el de Kulubnarti, lo que hace pensar que estas sandalias fuesen nubias. Esto explicaría que, por norma, los egipcios no las usasen.

Existían también sandalias hechas de cuerda para las que se utilizaban diversas técnicas de elaboración, como el emparejamiento, el entrelazado y el embobinado, pero a una escala menor dentro del cuerpo del calzado, siendo la primera la más recurrente.

Las sandalias de cuero eran de gran simplicidad consistiendo en una suela hecha de un par de capas de cuero que se sujetaba mediante correas atadas a unas orejeras triangulares situadas en la parte trasera, o bien introducidas en orificios practicados en la propia suela.

Existen dos ejemplares de sandalia de un tipo muy peculiar cuya suela está formada por más de una veintena de capas de piel que van disminuyendo de tamaño de forma degradada y decreciente. Las capas ventrales van sólo del talón a la bola del pie.

Aunque la mayoría del calzado era de cuero, existen ejemplos que combinaban la hoja de palma con la fibra.

El montaje del zapato era bastante simple. La suela se componía de un piso de fibra dura de palmera datilera y una plantilla de tiras de hojas de palmera trenzadas a la que se cosía, con gruesas puntadas, una pala hecha de cestería trenzada.

El zapato se sujetaba al pie mediante tirantes que iban del contrafuerte a la puntera, por encima de la pala, al interior del zapato. Estos tirantes son reminiscencia de las posteriores correas o cintas de sandalias.

Este tipo de zapato no es exclusivo de Qasr Ibrim y los hay muy similares en otros yacimientos como el del oasis Dakhleh, si bien el primero es ligeramente posterior; período Meroë al cristiano temprano.

La gran mayoría del calzado es de cuero y data del período de ocupación otomana. Las diferencias que se aprecian entre ellos son menores y en parte porque muchos han sido sometidos a diversas y variadas reparaciones.

El grupo más representativo consiste en una suela de una o más capas de cuero, una pala compuesta del parche (que cubre desde la parte delantera del pie hasta el empeine), y el contrafuerte; estos dos últimos con grandes lengüetas. Normalmente, la pala también solía estar hecha de dos capas, aunque las había con sólo una.

En la misma unión del contrafuerte y el parche, el primero estaba provisto de una pieza saliente con forma de pala, o de lengua, a la que se ataba el cordón, evitando así que los laterales se cayesen hacia afuera.

Existían, lógicamente, sus variantes; sin lengüetas, con lengüetas de diferentes formas, con palas de una sola pieza, etc.

Los métodos de ensamblar el zapato también variaban, pero en cualquier caso a este zapato se le denomina “zapato vuelto”. Este tipo, muy utilizado durante la Edad Media, debe su nombre a que se montaba “de-dentro-a-fuera” y, una vez terminado, se “volvía-al-derecho”, como un calcetín. Es decir, son zapatos que la suela y la pala se cosen por la parte de fuera y luego se “vuelven”. Este zapato es bien conocido en la industria del calzado europea.

Entre el calzado procedente de las capas o estratos cristianos existen tipos de los que sólo hay evidencia en esta era, y de ellos son buenos ejemplos los que se fabricaban prensando cuero mojado, de una forma predeterminada, de manera que la lámina de cuero resultante era a la vez suela y pala. Los restos de Akhmim, por ejemplo, muestran una técnica comparable.

Otra característica del calzado cristiano consistía en la decoración, que podía incluir láminas de oro y borlas de colores hechas de lino. Y esto nos trae a la memoria las cáligas (caligae): Populares zapatos o sandalias militares romanas.

El calzado procedente de las capas más antiguas parece demostrar la existencia de una cierta conexión con la tradición faraónica, evidenciada por las muestras de fibra y cuero halladas. Entre estas últimas, hay una sandalia de cuero cuyas orejas, a las que la correa trasera está unida, están cortadas del mismo trozo de cuero que la suela.

Estas sandalias pertenecen a la antigua tradición, si bien las de Qasr Ibrim son notables por su fina, pulcra, esmerada y decorativa puntada dada por debajo del borde elevado, y la doble correa frontal, típica de la tradición Nubia.

Y en cuanto al calzado infantil, se han hallado cantidades considerables que nos muestran que, como ocurrió durante todos los períodos del Antiguo Egipto, el calzado infantil siguió la misma pauta que el del adulto, sólo que de menor tamaño; independientemente de si se trataba de calzado femenino o masculino, como parece haber sido así durante el período faraónico, al menos en la mayoría de los distintos tipos de calzado, pero que bien puede haber sufrido alguna variación con el tiempo. Este tópico, no obstante, requiere aún una investigación más profunda.

Aunque la cantidad de restos procedentes de diferentes capas en Qasr Ibrim varía considerablemente, sin embargo parece estar bien claro que el calzado de los últimos contextos pertenecientes a las etapas cristianas y otomanas es pesado y fuerte, mientras que el procedente de estratos más tempranos lo son menos. El hecho de que este último en su mayoría sólo tenga una correa central (la correa frontal doble aparece con mucha más frecuencia entre los restos de capas cristianas y otomanas) parece sugerir la existencia de un foco en Egipto, más que en Nubia o África, donde la correa frontal doble, que corre entre el primero/segundo y tercero/cuarto dedo, era lo corriente.

Los restos del fuerte romano de Didymoi en el Desierto Oriental pueden considerarse en esa misma línea. O bien, alternativamente, podría explicarse como una evolución independiente.

El que la producción de calzado de cuero se realizase en los mismos yacimientos es difícil de probar arqueológicamente, aunque existen evidencias de que fue así en tiempos otomanos, hecho reconocible ante la gran cantidad de retales presentes en la zona. Qasr Ibrim, por otra parte, no estaba totalmente aislada del resto del mundo, por lo que es muy posible que algún calzado procediese de algún otro lugar.

De hecho, materia vegetal se podía encontrar en la vecindad de Qasr Ibrim, pero se puede argumentar que si bien algún tipo de calzado de fibra pudo haber sido fabricado por personal semi-profesional, las sencillas sandalias de cestería y cordaje las harían probablemente los propios ciudadanos.

La comparación con calzado de otras zonas, incluso fuera de Egipto, ya indicada anteriormente al hablar de los zuecos de madera y “chanclas de baño”, puede arrojar alguna luz sobre el desarrollo y evolución del calzado. Por otra parte, está claro que los diferentes períodos de ocupación se caracterizaban, hasta cierto punto, por su propio tipo de calzado.

Hay que enfatizar que el análisis del calzado sólo acaba de empezar. En fases sucesivas se considerarán otros aspectos, tanto sociales como económicos.

Debido a la gran cantidad de restos de cuero rescatado, entre los que se encuentran más de 3.000 objetos sólo del período otomano, aún pasará algún tiempo hasta la publicación del trabajo completo sobre el cuero, que comprenderá un primer volumen que cubrirá los restos otomanos, y un segundo volumen sobre el trabajo en cuero de otras fuentes.

Y termino aquí, con esta exposición pormenorizada de un tema muy especializado, y a veces enrevesado, pero que, de alguna forma, nos acerca algo más al Antiguo Egipto y al hombre de la calle; al ciudadano vulgar, en una de sus facetas cotidianas, muy lejos de templos, faraones y sacerdotes.

Para mí, más que un simple resumen ha significado casi una transcripción, habida cuenta de la necesidad de exponer el tema con claridad. Y para ello, ha sido necesaria la utilización de la terminología adecuada que facilitase su seguimiento y comprensión y, de ello me congratularía con sólo haberlo conseguido a medias.


Rafael Canales


En Benalmádena-Costa, a 25 de enero de 2009

Bibliografía:

“Egyptian Archaeology”, Bulletin of The Egypt Exploration Society, No. 33, Autumn 2009.
Otras fuentes adicionales.


sábado, 10 de enero de 2009

La Prehistoria Egipcia del Paleolítico a la Cultura Badariense (700.000-4.000 A.C.) 4/8.- El Paleolítico Superior Final


Hacha del Paleolitico Superior Final
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EL PALEOLÍTICO SUPERIOR FINAL (24.000-10.000 B.P.)


En esta cuarta “Hoja Suelta” del segundo ensayo, seguimos de la mano de los egiptólogos belgas Hendrikx y Vermeersch, mientras nos adentramos en la fase final del Paleolítico en la que, contrariamente al Paleolítico Superior, han sido muchos los yacimientos encontrados en el Alto Egipto datados entre 21.000 y 12.000 B.P.

Consideremos primero las condiciones ambientales del período que nos ocupa.

Durante la fase final del Paleolítico Superior, el clima continuó siendo extremadamente árido, mientras el río Nilo por una parte reducía su caudal y por otra incrementaba de forma considerable los depósitos de arcilla a consecuencia de la aridez de su cabecera y la no menos importante actividad erosionante de los últimos fríos glaciales que afectaron a las tierras altas de Etiopía. La arcilla se acabó depositando en el Valle del Nilo cubriendo el Alto Egipto de un grueso aluvión que propició las inundaciones de la llanura que, en el caso de Nubia, llegó a alcanzar una altura de entre 25 y 30 metros superior a la actual.

No parece haber evidencia de la existencia de yacimientos asignados al Paleolítico Superior Final en zonas del Egipto Medio o del Bajo Egipto; al parecer por estar esta parte del Valle del Nilo cortada a más profundidad debido al bajo nivel alcanzado por las aguas del Mar Mediterráneo de poco más de 100 metros por debajo de su nivel actual. El resultado fue la aparición de una erosión regresiva a lo largo del Nilo que propició la formación de una superficie, que fue cubriéndose de aluviones posteriores, que ocultaron así los yacimientos a los ojos de los arqueólogos.

Es un hecho la gran variedad tipológica existente entre los diferentes yacimientos del Paleolítico Superior Final, de ahí que nuestro limitado conocimiento del Paleolítico Superior dificulte aún más la tarea de determinar los orígenes de esta fase final del Paleolítico.

Entre los diferentes grupos, cabe destacar las dos industrias más antiguas. A saber: La Fakhuriense (21.000-19.500 B.P.), que actualmente se la identifica como una fase inicial de la Kubbaniyense (19.000-17.000 B.P.), y esta última, relacionada con la Halfiense (19.500-17.500 B.P.) de Nubia y sur de Egipto.

Aunque la Kubbaniense tiene su origen en el Wadi Kubbaniya, cerca de Aswan, se han encontrado yacimientos en otros lugares como Esna y Edfu. En Wadi Kubbaniya, los yacimientos aparecen en tres lugares fisiográficamente distintos que se relacionan con el bloqueo anual de una laguna que, de forma temporal, se formaba durante las inundaciones del Nilo al ser taponada la boca del “wadi” (valle) por una duna de gran tamaño, que eventualmente crecería de tamaño bloqueando así el wadi por completo, con lo que la laguna acabaría abasteciéndose de su propia capa freática. El entorno así creado se convertía en un lugar idílico para cazadores-recolectores.

Así que los yacimientos se encuentran situados unos, en campos de dunas que ocasionalmente se anegaban con las inundaciones; otros, en las llanas zonas de limo del wadi; y otros, en montículos de dunas de fósiles situados en terrenos llanos junto a la boca del wadi, que acababan rodeadas de agua durante las inundaciones.

Una gran mayoría de los yacimientos de Wadi Kubbaniya surgieron de su frecuente utilización por parte de pequeños grupos de gente; quizás varias veces al año, durante largas temporadas.

Los restos florales encontrados son típicamente estacionales, por lo que parte de la dieta debe haber consistido en plantas comestibles, en especial las ciperáceas (Cyperaceae), aunque sorprende la ingestión de sus pequeños tubérculos, parecidos a bellotas, ya que para hacerlos comestibles habría sido necesario molerlos a fin eliminar las toxinas y romper su fibra. Esto podría explicar la existencia del gran número de piedras de moler encontradas en Wadi Kubbaniya.

Las ciperáceas son monocotiledóneas parecidas a los pastos; muchas de ellas se polinizan por vientos. Emparentadas a los juncos pueden, como éstos, ser confundidas con las gramíneas, si bien carecen de lígula, sus hojas son bifaciales, trísticas (raramente dísticas), y sus vainas cerradas. Su fruto consiste en una núcula, o fruto seco indehiscente; es decir, que no se abre al madurar. La núcula arquetipo es la bellota de encina o la avellana.

Con unas 4.500 especies agrupadas en 104 géneros distribuidas por todo el mundo, su importancia económica es, no obstante, muy limitada, sobresaliendo la “Cyperus Papyrus” con la que fabricaban el papiro en el Antiguo Egipto.

En los yacimientos de Kubbaniya, como en otros muchos del Paleolítico Superior Final, se pescaba en grandes cantidades de forma estacional, siendo la pesca la principal fuente de proteína animal del pueblo. Parece evidente la existencia de una primera estación de pesca anual por la apabullante cantidad de restos del Pez Gato africano (Galeichthys Felis), llamado así por los tentáculos o barbillas que se exitienden a cada lado de la mandíbula superior, lo que implicaría una captura masiva de esta especie en pleno período de desove, en los meses de julio y agosto.

También se aprecia la existencia de una segunda temporada anual de pesca, por la abundancia de restos de pez gato y tilapia, tanto adulto como inmaduro; hecho que nos permite sugerir que los peces se concentraban durante los meses de octubre y noviembre en las aguas poco profundas de las charcas que se formaban después de las inundaciones.

Además de la pesca, una parte importante de la subsistencia del pueblo la comprendía la caza, entre la que destaca el ganado vacuno salvaje, la gacela dorca y el antílope (alcelaphus buselaphus), o “hartebeest” inglés.

En cuanto a los productos líticos, en su mayoría consistían en laminillas procedentes de núcleos de plataformas opuestas.

En la industria Fakhuriense se distinguen cuatro clases diferentes de útiles, bien representados. Las “backed bladelets”, laminillas u hojillas, constituyen residuos de la producción microlítica que resultan de seccionar las laminillas utilizando la técnica del microburil. Las de retoque Ouchttata son las más frecuentes. Les siguen otras piezas retocadas: perforadores, denticulados y puntas de muesca. Los raspadores carenados se encuentran con escasa frecuencia, mientras que las truncaduras y buriles son escasos y de deficiente fabricación.

Así pues el inventario de útiles del Kubbaniyense se caracteriza por un predominio de las mencionadas laminillas, con frecuencia con retoque marginal plano, no invasivo, que representan hasta un 80% de todos los útiles.

El yacimiento E71K12, un antiguo matadero cerca de Esna, pertenece a la cultura Fakhuriense, o está muy cercanamente relacionada con ella. El lugar, que consistía en un hoyo entre dunas en el que se habría formado un estanque estacional alimentado por las crecientes aguas de las inundaciones estivales, atraía a los animales que huían de las crecidas en las llanuras inundadas. Esto redundaba en la formación de un entorno idílico para la caza, destacando el ganado vacuno salvaje, el antílope y la gacela dorca. Muy probablemente, este lugar llegó a representar la base de subsistencia durante las inundaciones tardías, y durante el período inicial de las inundaciónes.

Una característica distintiva de la industria Ballaniense-Silsiliense (16.000-15.000 B.P.) es el “debitage” procedente de núcleos de plataforma simple y opuesta. “Debitage” es un término colectivo utilizado por los arqueólogos en referencia al material lítico de desecho producido durante la reducción lítica y la fabricación de útiles. A su homólogo en español, "debitado", se le define como un galicismo empleado en la descripción de las industrias líticas como sinónimo de "talla".

Estos útiles consistían en laminillas con técnica microburil y truncaduras. La introducción de dicha técnica supuso una innovación que se ha podido encontrar también en el Negev, zona desértica al sur de Israel, y en Jordania. Mientras que los microburiles de buena fabricación abundan, los microlitos geométricos y de retoque Ouchtata, escasean; los raspadores carenados son también poco comunes.

Hacia 13.000-12.000 B.P., las crecidas del Nilo fueron inusualmente altas debido a los cambios climáticos del último Período Glacial dando lugar a inundaciones excepcionalmente intensas. La época, conocida como “El Nilo Salvaje”, fue consecuencia de las condiciones climatológicas de la África sub-sahariana, si bien Egipto estuvo exento de lluvias locales.

Un yacimiento al que no llegaron las catastróficas inundaciones provocadas por “El Nilo Salvaje” fue Makhadma-4, ejemplo de la industria Afiense (12.900-12.300 B.P.), ubicado unos seis metros por encima de la actual llanura, más al norte de Qena.

Situado al borde mismo del desierto, en una especie de bahía lisa resultado de la unión de diferentes fondos de wadis, su rica colección de restos de peces incluye un 68% de Tilapia y un 30% de Clarias; el resto lo componen Barbus, Synodontis, y Lates.

El pez Tilapia (Oriochromis Niloticus), es un sabroso pez de África Oriental al que hasta ahora sólo se le reconocían sus propiedades nutritivas. Sin embargo, investigadores keniatas han descubierto que, además, este pez es un gran aliado en la lucha contra la propagación de la malaria. El pez tilapia, se come la larva del mosquito que transmite la enfermedad a los seres humanos, de modo que en el hábitat de estos peces, la presencia del mayor transmisor es menor.

La gran cantidad de Tilapia, y el pequeño tamaño tanto de Tilapia como de Clarias, parece indicar que la pesca debe haberse practicado más bien tarde, pasadas las inundaciones. Los peces habrían sido pescados en cuencas poco profundas donde los pescadores podían vadear.

El reducido tamaño de los peces sugiere la utilización de útiles de pesca sofisticados, como cestas de arrastre, redes y cestas barrederas.

De las grandes cantidades obtenidas producto de la pesca, no todas eran para su consumo inmediato, por lo que la existencia en el yacimiento de fosos con gran cantidad de restos de carbón vegetal quemado, sugiere que el pescado se secaba deliberadamente para su conservación y posterior consumo.

La gran extensión de este yacimiento parece demostrar que este lugar fue utilizado de forma frecuente durante largos períodos de tiempo.

La existencia de la industria Isniense, hacia 13.000 B.P., no microlítica, con grandes lascas, raspadores y morteros, se encuentra testimoniada en diversos yacimientos entre Wadi Kubbaniya y la llanura Dishna. El conjunto se caracteriza por su vasta técnica “knapping”, o de reducción lítica, cuyo resultado son lascas gruesas y vastas, y su inventario de útiles se encuentra en su mayoría dominado por raspadores sobre lascas.

En el yacimiento Makhadma-2, la base económica parece haber sido la pesca de Clarias; su fecha de ocupación data de 12.000 B.P., con lo que coincide con las inundaciones durante “El Nilo Salvaje”.

Entre la segunda catarata y el sur de Egipto se encuentra un conjunto de lascas microlíticas que corresponde a la industria Qadiense cuyo interés radica, primordialmente, en que está relacionada con cementerios.

El más significativo es el cementerio de Gebel Sahaba, con cincuenta y nueve esqueletos exhumados; todos enterrados medio encogidos, reposando sobre el lado izquierdo del cuerpo, con la cabeza hacia el este, de cara al sur.

Las tumbas son simples fosas cubiertas con una losa de piedra arenisca, y el producto lítico asociado puede atribuirse a la fase final del Qadiense, hacia 12.000 B.P.

De los cincuenta y nueve cuerpos, veinticuatro muestran señales de muerte violenta, testimoniada tanto por las innumerables puntas de esquisto incrustados en los huesos, incluso en el interior del cráneo, como por la presencia de profundas marcas de cortes en los huesos.

La existencia de enterramientos múltiples, de hasta ocho cuerpos en una misma fosa, parece confirmar de forma inequívoca un cuadro de violencia.

Puesto que un cincuenta por ciento de esta población estaría representada por mujeres y niños, parece probable que el cementerio de Gebel Sahaba pudo haber sido escenario de un acontecimiento excepcionalmente dramático.

Se ha sugerido que estos casos pueden haber sido consecuencias lógicas de las cada vez más difíciles condiciones de vida causadas por “El Nilo Salvaje” y la posterior reducción de la aportación hídrica del Nilo a las antiguas llanuras.

En otro cementerio más pequeño, frente al de Gebel Sahaba, al otro lado del Nilo, la total ausencia de impactos en los cuerpos enterrados parece indicarnos que, en aquellos tiempos, no siempre la muerte tuvo que ser consecuencia de la violencia.

La posición cronológica de la industria Sebiliense, no está nada clara, muy a pesar del hecho de ser la industria más extendida del Paleolítico Superior Final, y estar presente desde la segunda catarata hasta el norte del meandro o curva de Qena.

La industria lítica de la cultura Sebiliense se caracteriza por la producción de grandes lascas y la preferencia por la piedra arenisca de cuarzo, o por las rocas volcánicas, como materia prima. Esto parece incompatible con la tradición lítica de las otras industrias del Paleolítico Superior Final. La industria Sebiliense, pues, bien puede haber sido prueba de la intrusión de grupos del sur que se extendieron hacia el norte a lo largo del Nilo.

Y antes de abandonar el Paleolítico Superior Final, conviene destacar la posible existencia de arte rupestre en el Valle del Nilo en este remoto período.

No lejos de la localidad de Abka, junto a la segunda catarata, en la Nubia sudanesa, ha sido identificado un posible ejemplo de arte rupestre en el yacimiento XXXII, y en el propio Egipto existen varios yacimientos de arte rupestre que pueden ser pre-neolíticos.

Entre las pinturas más destacadas se encuentran las de trampas para pescar representadas en el-Hôsh, al sur de Edfu. El plano de despiece de estas cercas laberínticas lo compone un complejo trazado de formas curvilíneas que terminan en unos extremos en forma de setas que son las auténticas trampas

Este tipo de pesca en aguas poco profundas encajaría dentro de las observaciones hechas anteriormente con relacion a la pesca masiva en yacimientos del Paleolítico Superior Final tales como el de Makhadma-4.

E inmediatamente después del Paleolítico Superior Final, nos enfrentamos a un vacío en la ocupación del Valle del Nilo ante la inexistencia de testimonio sobre la presencia humana en Egipto entre 11.000 y 8.000 B.P., a excepción de un reducido grupo de diminutos yacimientos Arkinienses, hacia el 9.400 B.P., en la zona de la segunda catarata del río Nilo.

Se ha sugerido que la testimoniada reducción de la aportación hídrica del Nilo durante este período ya mencionada, con su consiguiente repercusión en las llanuras sujetas a inundaciones, pudo ser la causa directa del deterioro de las condiciones medioambientales.

Si bien esta alteración del medioambiente es un hecho bien constatado, resulta altamente improbable que el Valle del Nilo permaneciese totalmente desierto durante todo este período de tiempo.

Más bien cabría pensar que estos yacimientos simplemente se cubrieron de depósitos aluviales, habida cuenta de la disminución de las llanuras sujetas a inundaciones y la normal ubicación de los yacimientos al borde mismo del bajo desierto.

Y termino así este trabajo sobre la fase final del Paleolítico Superior cuyo documento original, de contenido altamente especializado, texto denso, conciso y riguroso, deja sólo un estrecho margen para poder echar mano de un mínimo apoyo retórico que te ayude a embellecer conceptos y hacer, de un árido tema, una exposición algo más atractiva para los legos en la materia.

No obstante, y dentro de ese pequeño margen, sí he hecho uso de una cierta licencia a la hora de incorporar alguna que otra aportación, a modo de ampliación o aclaración, de ciertos tópicos, como ha sido el caso, entre otros, del pez Tilapia, del Pez Gato, del "debitage" o "debitado", de las ciperáceas, o la descripción de ciertas técnicas o elementos líticos que me han permitido ver, o entender mejor, usos, prácticas y/o aplicaciones que ignoraba, y que pueden ayudar a otros en circunstancias similares.

Y no olvidando la nacionalidad de los autores del estudio original, y su posterior versión en lengua inglesa, apelo a arqueólogos, geólogos, egiptólogos y lectores por igual, a que, ante la posibilidad de erratas en la terminología utilizada, o de la existencia de cualquier posible e inadvertido desliz, error o irregularidad que puedan detectar, me lo hagan saber por la presente vía para beneficio de todos.


Rafael Canales

En Benalmádena-Costa, a 5 de febrero de 2009

Bibliografía:

“The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw. Oxford University Press, 2003.
“Prehistoria”, Tomos I y II. Dra. Ana María Amilibia y otros. UNED 2001
“Historia Antigua Universal Próximo Oriente y Egipto”, Tomo I, 2ª Parte. Dra. Ana Mª Vázquez Hoys, UNED, 2001.
“Ancient Egypt. Anatomy of a Civilization”. Barry J. Kemp. Routledge, 2006.
“The Prehistoric Egypt”, W.M. Flinders Petrie, British School of Archaeology in Egypt and Egyptian Research Account, Twenty-Third Year, 1917. London, 1920.
“Diccionario de Prehistoria”, Mario Menéndez, Alfredo Jimeno y Víctor M. Fernández, Alianza Editoral. 2001.
"The British Museum"

miércoles, 7 de enero de 2009

La Prehistoria Egipcia del Paleolítico a la Cultura Badariense (700.000-4.000 A.C.) 3/8.- El Paleolítico Superior

Venus de Willendorf. Paleolítico Superior
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EL PALEOLÍTICO SUPERIOR (50.000-24.000 B.P.)

Seguimos, en esta tercera “Hoja Suelta”, con las aportaciones que, con un lenguaje científico, directo, denso y conciso, exento de reflexiones o comentarios, y carente, pues, de pretensiones literarias, nos ofrecen los profesores Stan Hendrikx y Pierre Vermeersch, sobre este período del Antiguo Egipto, aún dentro del segundo ensayo de los quince que, como sabemos ya, consta la obra que nos viene ocupando: “The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw. Oxford University Press, 2003.

Los yacimientos del Paleolitico Superior en Egipto son escasos pero entre ellos cabría destacar por su antigüedad el de Nazlet Khater-4, en el Egipto Medio; el más antiguo de este período.

La obtención de sílex se realizaba no sólo mediante el uso de zanjas y fosos de extracción de unos dos metros máximo de profundidad, sino también con galerías subterráneas que arrancaban de las paredes de las zanjas o del fondo de los fosos, con lo que se conseguían galerías subterráneas que cubrían zonas de hasta 10 metros cuadrados.

Restos de fuegos u hogares hallados en el relleno de las zanjas donde se desarrollaban actividades de lascado parecen sugerir que las las actividades de explotación se extendieron a lo largo del período 35.000 a 30.000 B.P., lo que haría de Nazlet Khater-4 uno de los ejemplos de actividades de explotación subterráneas más antiguos del mundo.

Los conjuntos líticos de Nazlet Khater-4 apenas mostraban ya rastro alguno de la técnica Lavallois. La producción estaba encaminada a la obtención de simples láminas a partir de núcleos de plataforma simple.

En cuanto a herramientas, podemos hablar de raspadores, buriles y denticulados, pero también de hachas y foliaciones bifaciales.

Al no haberse descubierto ningún otro yacimiento de este tipo en Egipto, es difícil determinar su incidencia en la evolución de la prehistoria egipcia.

Próximo a la mina, y obviamente asociada con ella, los excavadores descubrieron una tumba en la que el difunto había sido enterrado tendido sobre su espalda con un hacha bifacial junto a su cabeza.

La fase más antigúa siguiente fue la industria Shuwilkhatiense, de la que se da fe en varios yacimientos de las inmediaciones de Qena y Esna. El yacimiento tipo Shuwilkhat-I ha sido datado hacia 25.000 B.P.

El estudio del entorno y restos de animales muestran que el yacimiento, que en esa época estaba ubicado dentro de las llanuras sujetas a inundaciones, hizo las veces de terreno de caza y pesca.

Es muy posible que el Shuwilkhatiense coincidiese con un corto espacio de tiempo más húmedo, pero que este cambio climático no fuese tan importante como para generar una repoblación del Desierto Occidental, que permaneció vacío de ocupación humana

El Shuwilkhatiense se caracteriza por sus hojas robustas obtenidas a partir de núcleos de plataformas opuestas.

Las herramientas más comunes eran los raspadores, hojas denticuladas y buriles.

Dentro del marco en el que podemos encuadrar el Norte de África y el sudoeste de Asia, el Paleolítico Superior puede parecer más bien insular, aunque es posible que existiesen algunas conecciones con la industria Dabbense, conocida únicamente en algunos yacimientos de Libia (Haua Fteah) y la Ahmariense del sur de Israel y de Jordania.


Rafael Canales

En Benalmádena-Costa, a 9 de enero de 2009.

Bibliografía:

“The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw. Oxford University Press, 2003.
“Prehistoria”, Tomos I y II. Dra. Ana María Amilibia y otros. UNED 2001
“Historia Antigua Universal Próximo Oriente y Egipto”, Tomo I, 2ª Parte. Dra. Ana Mª Vázquez Hoys, UNED, 2001.
“Ancient Egypt. Anatomy of a Civilization”. Barry J. Kemp. Routledge, 2006.
“The Prehistoric Egypt”, W.M. Flinders Petrie, British School of Archaeology in Egypt and Egyptian Research Account, Twenty-Third Year, 1917. London, 1920.
“Diccionario de Prehistoria”, Mario Menéndez, Alfredo Jimeno y Víctor M. Fernández, Alianza Editoral. 2001.
"The British Museum"

domingo, 4 de enero de 2009

La Prehistoria Egipcia del Paleolítico a la Cultura Badariense (700.000-4.000 A.C.) 2/8.- El Paleolítico Medio

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Puntas Bifaciales. Paleolítico Medio
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EL PALEOLÍTICO MEDIO (250.000 –70.000 B.P.)

Y con esta segunda “Hoja Suelta”, continuamos con las aportaciones que sobre este período del Antiguo Egipto nos hacen los profesores Stan Hendrikx y Pierre Vermeersch, dentro del segundo ensayo de los quince que, como ya señalé en la anterior, consta la obra que nos ocupa: “The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw. Oxford University Press, 2003.

El Paleolítico Medio Egipcio nos presenta un panorama más bien complejo cuyo origen hay que buscarlo en el Achelense Superior, en el que las hachas se asocian con la foliación bifacial y con un método típico nubio de picado de piedra. Los conjuntos se datan hacia antes de 250.000 B.P.

Es de entender, pues, que tales yacimientos acabasen teniendo un destino final muy similar al de los Achelenses; es decir, que cualquiera podía permitirse recoger, a placer, utensilios dispersados por todo el desierto, que antaño formaron parte de un conjunto de un yacimiento hoy inexistente. Y, a juzgar por la considerable proliferación de elementos, se diría que la densidad de población tenía que haber sido alta.

El Paleolítico Medio Egipcio, como en otras muchas zonas del Viejo Continente, se caracteriza por la introducción del Método Levallois ya tratado en nuestro anterior apartado; técnica especial, ya descrita, que habría sido diseñada para obtener lascas y láminas, de dimensiones predeterminadas, del núcleo de la piedra, denominadas “levallois”, caracterizadas por la dirección centrípeta de las aristas dorsales y por el talón facetado.

Además del procedimiento Levallois clásico, se empezó a trabajar el método Levallois nubio de picado para la producción de puntas líticas. En el Paleolítico Medio Egipcio se pueden distinguir varios tipos de útiles, si bien su cronología no es aún clara, pero investigaciones llevadas a cabo en el desierto occidental y en la zona de Qena nos han proporcionado ciertas pistas.

El Paleolítico Medio Nubio se caracteriza por la técnica Levallois nubía y por la foliación bifacial, o estructura en láminas, propia de las rocas metamórficas, y por las lascas con retoques en péndulo, evidentes en diversos yacimientos encontrados en Nubia, que si bien también existen en Egipto carecen de un estado de conservación aceptable.

Últimamente se ha desvelada una información relacionada con un período de mediados del Paleolítico Medio, sobre unas recientes excavaciones realizadas en Bir Tarfawi y Bir Sahara, en el Desierto Occidental, donde se han encontrado yacimientos, en muy buen estado de conservación, pertenecientes al Musteriense Sahariano. Parece evidente que la accesibilidad a dichos yacimientos en esta zona sólo era posible durante determinados épocas húmedas, cortas y puntuales, en un clima seco.

Se conoce la existencia en el Desierto Occidental durante la mayoría de los períodos de ocupación, e incluso durante ciertas épocas, de numerosos lagos y playas artificiales alimentadas de agua de lluvia de hasta 500 mm/año cuya profundidad, durante algunas fases, podía llegar a alcanzar los 7 metros; zona que eventualmente sería abandonada durante los períodos de extrema aridez. En cuanto a útiles, los más representativos eran los raspadores, las puntas líticas y los denticulados.

El entorno de las playas y lagos era, muy probablemente, rico en recursos florales que podían ser fácilmente explotados, pero de los que carecemos evidencias arqueológicas.

En cuanto a los fáunicos que eran explotados por el pueblo, parece que consistían en la liebre, el puercoespín y el gato salvaje, en un extremo de espectro dimensional; y el búfalo, el rinoceronte y la jirafa, en el extremo opuesto.

También estaban también las gacelas, principalmente la Gacela Dorcas (gazella dorcas), hoy en peligro de extinción, especialmente adaptada al hábitat donde se distribuye: Los desiertos del Norte de África desde Egipto hasta el Sahara Occidental.

La presencia de estos animales hace sugerir que la caza de pequeñas gacelas podría haber estado combinada, quizás de forma estacional, con la caza mayor.

Las aparentes discrepancias de contenido de diferentes escenarios pueden reflejar una variante en las actividades llevadas a cabo en diferentes yacimientos. Los ubicados en suelos hidromórficos fósiles caracterizados por una densidad baja en artefactos, indicarían un uso limitado, aunque probablemente sólo durante fases cortas; e incluso sólo en años muy secos.

Los yacimientos enclavados en arena de playa, eran accesibles durante una buena parte del año, pero probablemente no durante las estaciones de aguas altas; probablemente en verano.

Los yacimientos asociados con el fondo de lagos secos, reflejan episodios áridos inusuales; de cuando los lagos se secaron y sus lechos quedaron expuestos.

La cueva de Sodmein, cerca de Quseir, en las montañas del Mar Rojo, ha puesto en evidencia la existencia de condiciones de humedad similares durante mediados del Paleolítico Medio, con la presencia de cocodrilos, elefantes, búfalos, antílopes, y otros mamíferos de gran tamaño. La cueva habría sido visitada durante bastante tiempo, pero siempre en períodos cortos, y en los que con frecuencia se habrían encendido grandes hogares.

En algunos puntos de extracción, tales como el de Nazle Safaha, cerca de Qena, se ha recuperado material de las postrimerías del Paleolítico Medio junto a artefactos Halfan y Stafahan (Lavallois Idfuan), así como en otros lugares habitados próximos a Edfu, si bien la industria Halfan estuvo localizada en Nubia.

En comparación con el temprano Paleolítico Medio, la técnica Levallois nubia fue desapareciendo y, aparte de la producción de lascas y láminas de núcleos de plataforma doble y sencilla, solamente se utilizó una Levallois clásica, evolucionada para la producción de lascas Levallois delgadas. En los lugares habitados, se utilizaban buriles, denticulados y diversos útiles para hacer muescas.

Mientras tanto, el clima iba cambiando de árido a árido extremo, de forma que esta evolución climatológica acabó cambiando las condiciones de vida drásticamente, de manera que la fuente de alimentación quedó ahora restringida a los llanos sujetos a inundaciones, lo que obligó al pueblo del Sahara a abandonar la región propiciando así una gran concentración humana en el Valle del Nilo.

Durante el último período del Paleolítico Medio, (el Taramsan), se inicia una tendencia a producir láminas a partir de núcleos grandes de forma que, mediante un proceso continuado de producción de láminas, en vez de obtener unas pocas lascas Levallois individualmente de cada núcleo, se conseguía un número considerable de láminas de cada núcleo.

En Taramsa-I, un impresionante yacimiento de extracción y producción cerca de Qena, se ha podido comprobar el creciente interés que existía en la producción de láminas, sistema éste que acabó generalizándose durante el Paleolítico Superior.

Conjuntos similares han sido identificados en el Nerev, donde la transición del lascado Levallos a la producción de láminas ha sido bien documentada en el yacimiento de Boker Tachtit como de hacia el 45.000 B.P.
En Taramsa-I, se ha encontrado la sepultura de un niño, “anatómicamente moderno”, que ha sido asociada al Paleolítico Medio Tardío. Se trata, posiblemente, de la tumba más antigua de todo África.

Las técnicas empleadas en los lugares de extracción eran sencillas pero bien adaptadas a la existencia natural de sílex. Los guijarros se extraían de los depósitos de las terrazas utilizando un sistema de fosos y zanjas con profundidades que no excedían los 1’7 metros.

Sólo la parte superior de la terraza se explotaba, y los fosos y zanjas se caracterizaban por su irregular planimetría, con abundantes tentáculos y protuberancias.

Tenían paredes verticales, con recesos menores, y una anchura que variaba de entre un metro y casi dos. Al no estar el fondo del depósito de sílex excesivamente consolidado, sólo se requería el uso de herramientas sencillas.

Las depresiones en las zanjas se utilizaban, con frecuencia, como talleres para la fabricación de productos.

La extracción llegó a estar tan extendida, que en ciertas localidades, como en Qena, llegó a abarcar muchos kilómetros cuadrados.

La búsqueda de sílex de buena calidad, y la fabricación de herramientas especiales, nos dan una idea de la compleja organización de los habitantes del Valle del Nilo en esa época.

También nos indica que los seres humanos del Paleolítico Medio no sólo gozaban de la capacidad del razonamiento tridimensional, sino que también habían desarrollado un conocimiento de geología y geomorfología.

Si la teoría de los orígenes africanos del ser humano es cierta, teoría que aún hoy sigue siendo cuestionada por alunos antropólogos, el anatómicamente moderno Homo Sapiens tiene que haber cruzado también el Valle del Nilo en su paso del África Oriental hacia Asia.

No obstante, todavía no está claro si los datos arqueológicos nos pueden confirmar que existían similitudes entre el Paleolítico Medio en Egipto y el del sudoeste de Asia.

Y, finalmente, cabe señalar que la industria Ateriense, industria del Paleolítico Medio en África y Sahara, tan importante para el resto del Norte de África, sólo se encuentra hoy en algunos oasis del Desierto Occidental.

Rafael Canales

En Benalmádena-Costa, a 7 de enero de 2009.

Bibliografía:

“The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw. Oxford University Press, 2003.
“Prehistoria”, Tomos I y II. Dra. Ana María Amilibia y otros. UNED 2001
“Historia Antigua Universal. Próximo Oriente y Egipto”, Tomo I, 2ª Parte. Dra. Ana Mª Vázquez Hoys, UNED, 2001.
“Ancient Egypt. Anatomy of a Civilization”. Barry J. Kemp. Routledge, 2006.
“The Prehistoric Egypt”, W.M. Flinders Petrie, British School of Archaeology in Egypt and Egyptian Research Account, Twenty-Third Year, 1917. London, 1920.
“Diccionario de Prehistoria”, Mario Menéndez, Alfredo Jimeno y Víctor M. Fernández, Alianza Editoral. 2001.