lunes, 10 de enero de 2011

El Período Amarna y el Tardío Imperio Nuevo (c.1.352-1.069 A.C.) 5/6.- Los Sucesores de Ramsés II. Ramsés III y la Dinastía XX. Ramsés IV.





Escena del Gran Papiro de Harris. Ramsés III ante los dioses de Menfis. Dinastía XX, Tebas, hacia 1.150 A.C. (Pinchar y Ampliar)

At forty-two metres, the Great Harris Papyrus is one of the longest papyri still in existence from ancient Egypt. It is divided into five sections, with hieratic text and three illustrations of the king and the gods accompanied by hieroglyphic texts.
The first three sections describe the donations made by King Ramesses III (1.184-1.153 BC) to the gods and temples of Thebes, Heliopolis and Memphis. Each of these sections is illustrated, the king making offerings to three of the deities from each area. The amounts were colossal: The list relating to Thebes alone includes 309,950 sacks of grain and large quantities of metals and semi-precious stones.
This vignette is the third of those at the beginning of the papyrus. The king worships the gods of Memphis, one of the main administrative cities of Egypt. He holds the crook and flail, and wears clothing reserved for the king, including the banded cloth head-dress, sash, triangular-fronted kilt and bull's tail. Each god or goddess is shown in his or her most typical form. The close fitting and ornate costumes are typical of the traditional clothing the deities were thought to wear.
(Base de Datos del Museo Británico)

LOS SUCESORES DE RAMSÉS II
Durante los primeros años de su reinado, Merenptah - que para entonces debería estar ya bien entrado en años - puso en marcha varias campañas militares en el extranjero, no sólo a Nubia, sino también a Palestina y Yenoam; “la estela de la victoria”, que reseña sus éxitos bélicos, también aporta las primeras referencias egipcias a Israel; bien que no como país o ciudad, sino como tribu. Sin embargo, el evento más importante del reinado de Merenptah tuvo lugar en su año 5, y la "estela de la victoria" trata justamente de eso, de una campaña contra los libios que venían representando un continuo problema - incluso durante los reinados de su padre y de su abuelo - de forma que las fortificaciones que se habían construido bordeando la orilla occidental del Delta habrían sido obviamente insuficientes para prevenir la invasión de una masiva coalición de libios y otras tribus, encabezada por su rey, Mereye.
Las décadas anteriores habían sido testigos de una gran inmigración en el mundo egeo y jónico; muy probablemente consecuencia de una generalizada y larga mala cosecha, y su consiguiente hambruna. Según consta en una larga inscripción existente entre el 7º pilono y la parte central del templo de Karnak, Merenptah habría enviado grano a los hambrientos hititas, todavía aliados suyos en el Este. Muchos centros importantes de la Mycenaean Grecia habían sido violentamente destruidos, y las franja occidental del imperio hitita habría ya empezado a desmoronarse. Los merodeadores “Pueblos del Mar" - por cuyo apelativo pronto se les conocería en Egipto - habrían ya alcanzado la costa norte de África entre Cirenaica y Mersa Matruh, que ya en la Tardía Edad de Bronce había sido ocupada temporalmente por navegantes extranjeros que hacían el viaje de Chipre al Delta egipcio vía Creta.
En esta zona, los Pueblos del Mar acabarían uniéndose a tribus libias, y con un ejército de unos 16.000 hombres, marcharían sobre Egipto. El hecho de que trajesen a sus mujeres e hijos, así como a su ganado y otras pertenencias, parecería indicar que tenían ya planificado su asentamiento en Egipto; de hecho, habían penetrado ya en el Delta Occidental y se movían hacia el sur amenazando a Menfis y Heliópolis, cuando Merenptah les hizo frente, y en una batalla que duraría seis horas, consiguió derrotarlos.
En esta ocasión, los libios estaban avocados al fracaso ya que, como nos explica Merenptah en su "estela de la victoria", su rey Mereye había sido ya “encontrado culpable de sus crímenes” por el tribunal divino de Heliópolis. Y el dios Atum, que presidía el tribunal, habría entregado a su hijo Merenptah la espada de la victoria, convirtiendo así la batalla en nada menos que una “guerra santa”. Fueron miles los enemigos que perecieron, pero otros muchos serían capturados y luego asentados en colonias militares - especialmente en el Delta - donde sus descendientes acabarían representando un factor político importante en alza, como podremos ver más adelante en el Capítulo 12.

Al parecer, el resto del reinado de Merenptah fue pacífico, hecho que aprovechó el soberano para construir al menos dos templos y un palacio en Menfis. No obstante, tenía que ser consciente de que no le quedaban muchos años, ya que su templo mortuorio de la orilla occidental tebana se construyó utilizando exclusivamente bloques procedentes de construcciones anteriores; en particular, de los cercanos templos de Amenhotep III.
Falleció en su 9º año de reinado, e inmediatamente después de su muerte surgieron los problemas de sucesión ya que, aunque el próximo faraón Sety II (1.200-1.194 A.C.) era, casi con total certeza, el hijo mayor de Merenptah, un rival real, Amenmessu llegaría a gobernar durante unos años; al menos en el sur del país. Cuándo ocurrió esto exactamente, sigue siendo aún objeto de controversia, y se ha llegado a especular que Amenmessu depuso a Sety II durante algún tiempo entre los años 3 y 5 de su reinado; aunque otros sitúan el origen del problema al comienzo de su reinado. Sea cual fuese lo que ocurrió, lo cierto es que SetyII, sin escrúpulo alguno, procedió a borrar y usurpó la totalidad de los cartuchos de Amenmessu, y textos posteriores se refieren a su gobernante rival como “el enemigo”.
A la muerte de Sety II, después de un reinado de casi seis años completos, su único hijo, Saptah (1.194-1.188 A.C.), le sucedió. Pero Saptah no era hijo de la principal esposa de Sety, Tausret (1.188-1.186 A.C.); sino de una concubina siria llamada Sutailja. Y lo más importante es que sólo era un muchacho muy joven, con atrofia en una pierna consecuencia de una poliomielitis. Su madrastra, Tausret, continuó siendo la “gran esposa real”, y ejerció como regente, si bien no era el único poder que había detrás del Trono, pues un poderoso funcionario llamado Bay, descrito como “canciller de todo el territorio”, de origen sirio, pudo haber sido el gobernante real del país por esas fechas.
Se le ha representado en varias ocasiones con Saptah y Tausret, y en algunas inscripciones reivindica que fue él quien “instaló al soberano en el trono de su padre”, extraordinaria afirmación normalmente sólo puesta en boca de los dioses. Cuando Saptah falleció en su 6º año de reinado, Tausret reinaría en solitario durante dos años más, sin duda con el apoyo de Bay. Ella fue pues, después de Hatshepsut y Nefertiti, la tercera reina que gobernaría como faraón en el Imperio Nuevo. Con su muerte, la Dinastía XIX llegaría a su fin.
RAMSÉS III Y LA DINASTÍA XX

Cómo ganó poder la siguiente dinastía, aún no está claro. Las únicas noticias de acontecimientos políticos de la época proceden de una estela levantada en la Isla de Elefantina por su primer gobernante, Sethnakht (1.186-1.184 A.C.), y una referencia escrita unos treinta años más tarde, en el Gran Papiro de Harris de principios del reinado de Ramsés IV (1.153-1.147 A.C.). En La estela, Sethnakht narra cómo expulsó a unos rebeldes, quienes en su huida, habrían dejado tras de sí oro, plata, y cobre que habían robado en Egipto y pretendían utilizar para agenciarse refuerzos de entre los Asiáticos.
El papiro describe cómo un estado de desorden y caos se habrían instalado en Egipto debido a fuerzas foráneas; después de varios años en los que no existió nadie que gobernase, un individuo sirio llamado Irsu – nombre "fabricado" que querría decir algo así como "hecho a sí mismo", es decir, un "advenedizo” - se incautó del poder y, junto a sus confederados, saquearon todo el país; trataron a los dioses como seres humanos ordinarios; y pusieron fin a los sacrificios en los templos; descripción que recuerda la del Período Amarna de los años de la Restauración. Hecho esto, los dioses escogieron a Sethnakht como su próximo gobernante - igual que hicieran con Horemheb al final de la Dinastía XVIII - y el orden fue restablecido.

Estos textos nos pueden llevar a la conclusión de que después de la muerte de Tausret, Bay habría tratado de arrebatar el poder e incluso que tuviese éxito durante un breve período hasta que finalmente fue expulsado por Sethnakht. La fecha de la estela de Elefantina no es del año 1 de su reinado, como cabría esperar de una “estela de la victoria”, sino del año 2, y esta fecha no aparece al inicio del texto, como es costumbre en las estelas, sino hacia el final. Así que se ha sugerido que representa la fecha de la victoria de Sethnakht, y a la vez la fecha real de su ascensión, habiéndose contado, en retrospectiva, el tiempo que tardó en doblegar a sus adversarios, como su primer año. Pero, de ser así, no disfrutó su recientemente ganada realeza durante mucho tiempo, ya que fallecería poco después, siendo sucedido por su hijo Ramsés III (1.184-1.153 A.C.).
Aunque el nuevo faraón heredó de su padre paz y estabilidad, pronto tendría también su buen trozo del pastel. En el año 5 tuvo que frenar nuevos avances de las tropas libias que se habrían aprovechado del período de luchas internas para penetrar en el Delta Occidental hasta el propio brazo central de El Nilo. Para entonces, parece que los egipcios habrían aceptado esta inmigración pacífica como inevitable. Pero cuando tuvo lugar una rebelión contra el faraón por interferir éste en la sucesión de su “rey”, la respuesta de Ramsés III fue inmediata y los volvió a someter bajo control egipcio. En el año 11, tendría lugar una nueva campaña libia. Más amenazadora fue, sin embargo, la gran batalla contra los Pueblos del Mar, en el año 8.
Desde los tiempos de Merenptah, cuando algunos de los Pueblos de Mar intentaron por vez primera entrar en Egipto por el oeste, sus andanzas habrían revuelto todo el Oriente Medio. La capital hitita Hatusas había caído en sus manos y barrido todo su imperio; habían conquistado Tarsus y muchos de ellos se habrían asentados en las planicies de Cilicia - zona costera meridional de la península de Anatolia que ahora se conoce como Çukorova - y norte de Siria, arrasando Alalakh y Ugarit. Chipre también habría sido aplastada y su capital Enkomi saqueada. Por otra parte, su objetivo final era, claramente, Egipto y en el año 8 de Ramsés III lanzaron un ataque combinado tierra-mar sobre el Delta.
Pero los egipcios, plenamente conscientes del inminente peligro, habrían movido un gran contingente de fuerzas defensivas a Djahy, al sur de Palestina - quizás las guarniciones egipcias de la franja de Gaza - fortificando así las bocas de los brazos de El Nilo en el Delta. Cuando finalmente sobrevino el asalto, las tropas de Ramsés III estaban bien preparadas y fueron capaces de rechazar a los invasores. Aunque los Pueblos del Mar habían cambiarían para siempre el mundo del Mediterráneo Oriental, nunca lograron invadir Egipto y su presencia en Siria-Palestina no parece en principio que afectase la influencia de Egipto en los territorios del norte.
En casa, Ramsés III dedicó gran parte de su tiempo y energía en sus proyectos de construcción entre los que destaca su gran templo mortuorio en Medinet Habu que se inició poco después de su ascensión y se terminaría en el año 12; hoy se alza como uno de los templos mejor conservado del Imperio Nuevo, con una decoración en sus muros exteriores que incluye escenas de la batalla con los Pueblos del Mar. Se ajustó al modelo del Rameseum de su gran predecesor Ramsés II al que Ramsés III quiso emular de muchas formas; Sus propios nombres reales eran todos idénticos a los de Ramsés II, e incluso dio a sus hijos los nombres de los numerosos hijos de aquel. La construcción de Medinet Habu y otros proyectos no parece que fuesen obstaculizados por las frecuentes amenazas a las fronteras egipcias. También se tiene noticia de una importante expedición a Punt, quizás la primera desde la famosa empresa a aquellas remotas tierras en los tiempos de Hatshepsut, y otra a Atika, quizás a las minas de cobre de Timna.
Sin embargo, no todo iba bien en Egipto. El período de desorden que precedió a la ascensión de Rameses habría llevado a la corrupción y abusos diversos, por lo que se vio forzado a inspeccionar y reorganizar varios templos a lo largo del país. El Gran Papiro de Harris enumera las enormes donaciones de tierras que hizo a los templos más importantes de Tebas, Menfis y Heliópolis, y también a menor escala, a otras muchas pequeñas instituciones. Hacia finales de su reinado, un tercio de la tierra cultivable pertenecía a los templos, y tres cuartos de esto pertenecía a Amón de Tebas.
Este planteamiento trastocó el equilibrio entre el templo y el Estado, y entre el faraón y el cada vez más poderoso sacerdocio de Amón. El resultado fue una pérdida de control total de las finanzas estatales resultando que avocó en una crisis económica; el precio del grano se disparó, y las raciones mensuales de los trabajadores de Deir el-Medina, que habían de ser pagadas por la tesorería del Estado, pronto sufrieron atrasos, lo que llevaría en el año 29 a las primeras huelgas organizadas de la historia. Las cosas empeorarían con las continuas redadas de grupos de libios nómadas en la zona de Tebas que crearon un ambiente general de gran inseguridad.
Puede que el gradual colapso del centralizado estado fuese una de las razones tras el atentado contra la vida de Ramsés III y, si no lo fue, el malestar y la inseguridad pudo haber dado a los conspiradores la idea de que podrían contar con un apoyo general si tenían éxito. El complot se gestó en el harem del soberano, presumiblemente en Piramesse, donde unos de los funcionarios implicados, el escriba del harem, tenía casa, siendo él sólo unos de ellos; los cabecillas era una de las esposas de Ramsés, de nombre Tiy, así como algunas otras mujeres del harem, así como algunos mayordomos reales y un administrador; todos ellos habrían estado “agitando al pueblo incitando a la hostilidad con el fin de provocar una rebelión contra su señor”.
I el objetivo final era sentar en el trono al hijo de Tiy, Pentaweret, en vez de al heredero legítimo. Aparentemente el plan consistía en asesinar al faraón durante el Festival Opet de Tebas, pero junto a estos preparativos también había ensalmos y figurillas de cera que fueron clandestinamente introducidas en el harem. Sin embargo, el complot hubo de fallar ya que la momia del faraón no muestra signos de una muerte violenta, y fue su príncipe heredero, Ramsés IV, y no Pentaweret, quien eventualmente le sucedió. Se desconoce cuándo ocurrió todo esto, pero los informes del juicio y las sentencias pasadas a los “grandes criminales” – la mayoría de los cuales se verían forzados al suicidio – aparecen escritos al principio del reinado de Ramsés IV que también compila el Gran Papiro de Harris que contiene el “testamento” de su padre, que sugiere que el intento de asesinato tuvo lugar hacia finales de los treinta y un años de reinado de Ramsés III.
RAMSÉS IV
Todos los restantes faraones de la Dinastía XX se llamaron Ramsés, nombre adoptado en la ascensión al Trono al que añadían al de nacimiento. Probablemente todos eran familiares de Ramsés III aunque hay casos en los que no se sabe exactamente de qué forma. Durante sus reinados Egipto perdió el control sobre sus territorios en Siria-Palestina y la importancia de Nubia también, fue poco a poco, decayendo. Quitando el templo de Khonsu en Karnak, no se construyeron templos importantes, ni siquiera por aquellos soberanos ramésidas que reinaron lo suficiente.
Ramsés IV era el quinto hijo de su padre y pasó a ser príncipe heredero durante el año 22 de su reinado después de que hubiesen fallecido cuatro hermanos mayores. Los hijos de Ramsés III no fueron enterrados en una tumba de galería en el Valle de los Reyes como los de Ramsés II, sino en tumbas separadas en el Valle de las Reinas. A juzgar por el nombre de su madre, "Gran Consorte Real de Ramsés III, Isis-Ta-Habadjilat", el nuevo soberano debía tener sangre extranjera corriendo por sus venas.
Al principio de su reinado, se embarcó en una serie de proyectos de construcción; en especial su tumba real y su templo mortuorio en Tebas, para el que dobló su fuerza laboral a 120 hombres. Probablemente en relación con estos proyectos, organizó varias expediciones a las canteras de Wadi Hammamat - donde poca actividad había habido desde los tiempos de Sety I - así como a las minas de turquesa y cobre del Sinaí y Timna. Sin embargo, ninguno de sus planes de construcción se haría realidad ya que moriría después de un reinado de cinco años - que podrían ser siete – antes de que pudiese concluir alguno de ellos, y a pesar de las plegarias que aparecen en una gran estela existente en Abydos, en las que ruega a Osiris que le conceda un reinado dos veces más largo que el de Ramsés II, que duró 67 años.

Durante el reinado de Ramsés IV, tuvieron lugar nuevos retrasos en las entregas de productos básicos en Deir el-Medina a la vez que la influencia del Gran Sacerdote de Amón iba creciendo. Ramesesnakht, titular de ese alto puesto, pronto tardó en acompañar a los funcionarios oficiales cuando se desplazaron para pagar a sus hombres sus raciones mensuales, haciendo ver que el templo de Amón, y no el Estado, era ya responsable parcialmente de sus salarios. Los dos puestos más altos del estado y del templo estaban de hecho en las manos de miembros de dos familias. De forma que el hijo de Ramesesnakht, Usermaatranakht, ocupaba el cargo de “Administrador de los bienes de Amón”, y como tal, administraba las tierras propiedad del templo, pero también controlaba la vasta mayoría de las tierras estatales del Egipto Medio.
Los titulares de los puestos de “segundo y tercer sacerdote” y el de “padre del dios Amón” eran parientes de Ramesesnakht por matrimonio. Esto ilustra muy bien la marcada tendencia de estos altos cargos – incluyendo el del propio Gran Sacerdote – a que fuesen hereditarios, y así es que al propio Ramesesnakht le sucederían dos de sus hijos. El cargo se iría haciendo cada vez más y más independiente, y el faraón acabaría teniendo sólo un control nominal sobre el Gran Sacerdote que se nombrase.
Terminamos así esta “Hoja Suelta” para dar entrada, en la siguiente, a la 7ª y última de este Capítulo 10, y con ella concluir el Imperio Nuevo, aún, claro está, de la mano de nuestro maestro y guía en este capítulo, el Profesor Jacobus Van Dijk.
RAFAEL CANALES

En Benalmádena-Costa, a 14 de febrero de 2011
 
Bibliografía:

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