lunes, 24 de agosto de 2009

El Primer Período Intermedio (2.160-2.055 A.C.) 2/7


Estela de Inheretnakht, probablemente de Naga ed-Deir (2.160-2.040 A.C.) mostrando ya algunos signos del llamado "estilo provincial".


EL ENTORNO PROVINCIAL

La transformación de la cultura y la economía de las provincias acabó afectando a toda la sociedad egipcia. Este proceso se puede seguir por los profundos cambios que aparecen en el registro arqueológico, ya arraigados en la Dinastía VI, que alcanzaron su punto álgido en la primera mitad del Primer Período Intermedio.

Así que de nuevo tenemos que recurrir a los cementerios en busca de documentación válida; en parte, por la ausencia de asentamientos excavados de esta época, pero principalmente por los inherentes datos que aportan los restos de la cultura funeraria.

Si comparamos la situación de principios del Imperio Antiguo con la de finales, y con la del Primer Período Intermedio, lo inmediatamente obvio es la proliferación de cementerios. Del último período se conocen muchos más, y cuando se explora una región determinada, sistemáticamente nos encontramos con un claro incremento del número de enterramientos.

Para explicar este fenómeno hay que considerar varios factores: Primero, el aumento de tumbas claramente evidencia un crecimiento demográfico durante el Imperio Antiguo y, es muy probable, que los factores más influyentes del cambio estuviesen ya arraigados en los propios entornos locales, donde el aumento de población vino acompañado, propiciado y estimulado por un mejor y más eficaz aprovechamiento de los recursos agrarios.

Segundo, durante el tardío Imperio Antiguo y el Primer Período Intermedio, las tumbas corrientes aumentaron de tamaño y los enterramientos ofrecían mejores ajuares funerarios. Estas tumbas no sólo han sido más fáciles de identificar y de datar por su mayor tamaño y contenido más variado, sino porque atraían a más excavadores. De hecho, los cementerios provinciales de la primera mitad del Imperio Antiguo han sido bien conocidos entre los primeros arqueólogos porque no llegaban a cubrir ni los gastos de la mano de obra de la excavación.

Al igual que la aparición de tumbas monumentales decoradas en el Alto Egipto, el aumento del número de sepulturas en los cementerios provinciales refleja, por lo tanto, en cierta medida, un cambio en el patrón social de consumo. Este fenómeno resulta particularmente obvio en los registros funerarios, pero no estuvo restringido sólo a esta esfera. De hecho, los objetos más valiosos que más abundaban en los enterramientos de principios del Primer Período Intermedio – vasijas de piedra para cosméticos, ornamentos y amuletos de gemas, e incluso de oro – eran objetos normales de la vida cotidiana, más que hechos especialmente para su uso funerario.

Parece claro, pues, que las provincias disfrutaron de condiciones económicas favorables durante el tardío Imperio Antiguo y el Primer Período Intermedio.

La distribución de los cementerios también puede proporcionar alguna indicación sobre patrones de asentamiento. El paisaje aparecía punteado de aldeas, mientras que los emplazamientos de las capitales de los “nomes” sólo aparecen marcados no ya por grupos de tumbas rupestres, o tumbas-mastabas monumentales propiedad de la aristocracia provincial, sino también por cementerios muy amplios de ciudadanos normales.

Las tumbas de la población urbana no difieren, en principio, de las de los pueblos. Aún así, con frecuencia son mayores en tamaño y están mejores equipadas. Así que, una estructura urbana dominaba el patrón de asentamiento provincial, no sólo política y socialmente sino también demográfica y económicamente.

CAMBIOS EN LOS ESTILOS Y FORMAS COMO SIGNOS DE DESARROLLO CULTURAL Y SOCIAL

El período que siguió al fin del Imperio Antiguo vino acompañado de cambios fundamentales en la cultura del material. De hecho, durante el Primer Período Intermedio, casi todos los objetos adquirieron una apariencia diferente. Vamos a dar un breve repaso a los aspectos más significativos de este proceso.

Desde un punto de vista puramente arqueológico, la cerámica se destaca como el tipo de material más importante. Desde el Período Dinástico Temprano, y durante todo el Imperio Antiguo, el repertorio de recipientes estuvo dominado morfológicamente por las formas ovales; el punto de máxima apertura siempre estaba ligeramente por encima de la mitad de la vasija.

Durante el Primer Período Intermedio, este estilo rápidamente se abandonó. Ahora, se hacían con forma de bolsa e incluso de gota descolgada. No es difícil identificar la fuerza impulsora detrás de este proceso. Parece claro que la idea era adaptar la forma de la vasija para aprovechar mejor las prestaciones que ofrecía el torno. En el caso de recipientes ovoides, una parte considerable de la superficie exterior había que decaparse después del torneado. En el caso de las vasijas en forma de bolsa, la cantidad de trabajo que se necesitaba podía reducirse considerablemente.

Es curioso, sin embargo, que este proceso tardase unos 200 años después de la primera introducción del torno en los talleres egipcios durante la Dinastía V. Aparentemente, no sería hasta el inicio del Primer Período Intermedio que la gente estaría preparada para prescindir de los modelos tradicionales y dar paso a modos más eficaces de producción.

Más aún, toda una gama de tipos de objetos nuevos se hicieron populares en los enterramientos provinciales durante el Primer Período Intermedio. Durante el Imperio Antiguo, los ajuares de los enterramientos más pobres se escogían de entre los objetos usados en la vida cotidiana, pero en el Primer Período Intermedio, empezaron ya a fabricarse exclusivamente para uso funerario.

Figurillas de madera de portadores de ofrendas, burdamente talladas, barcos, incluso escenas completas de talleres, son buen ejemplo de esta tendencia. Otro ejemplo es la aparición y uso de máscaras coloreadas hechas de yeso y lino (cartonnage) que cubrían las cabezas de las momias. Incluso era cada vez más frecuente la utilización de estelas de losas de piedra como medio de marcar el lugar dedicado a las ofrendas dentro de la superestructura de las pequeñas tumbas-mastabas, o en las capillas de las tumbas cavadas en roca.

La aparición de estos objetos indica que tanto la demanda como los medios disponibles en las ciudades de provincia, eran suficientes para sustentar una zona de artesanía especializada en productos “no funcionales”. Pero, por otra parte, aún más importante es el hecho de que los prototipos de esta clase de objetos tenían su origen en la cultura de élite del Imperio Antiguo.

El modelo de figuras funerarias del personal empeñado en las tareas fundamentales, puede remontarse de forma directa al repertorio de escenas de la vida cotidiana representadas en la decoración de la tumba-mastaba del Imperio Antiguo. Parece que para el Primer Período Intermedio, aquellos factores que antes inhibían la comunicación cultural entre diferentes capas sociales, cesaron de operar.

El paso de las tradiciones de la cultura de élite a un círculo más amplio de usuarios se hizo mano a mano con una marcada pérdida de calidad. No era infrecuente, que incluso patrones iconográficos fuesen erróneamente interpretados, y formularios claramente tergiversados. Mientras el arte provincial del Primer Período Intermedio exhibe un asombroso grado de originalidad y creatividad - como veremos más adelante en este capítulo - no se puede negar la fealdad de algunas piezas y la forma tan incompetente de fabricación.

Este punto en particular ha llamado la atención de historiadores que lo han tomado como una señal de declive cultural durante este Primer Período Intermedio. No obstante, por muy obvia que esta última interpretación parezca, suponer que este fue un período de decadencia cultural implicaría desestimar dos procesos importantes: Primero, la evidente asimilación en este período de los modelos culturales del Imperio Antiguo a nivel nacional; y segundo, la también evidente
aparición del consumo masivo.

IDEAS RELIGIOSAS

Algunos de los cambios en la cultura del material son indicativos de una evolución de las creencias religiosas y de las prácticas rituales, como es el caso de la adopción y uso de máscaras en las momias. Pero, el cuerpo de evidencia más importante para los tipos de creencias en la sociedad de provincias durante el Primer Período Intermedio lo constituye el amplio corpus de los Textos de los Sarcófagos, conjunto de ensalmos mágicos y litúrgicos, generalmente en forma de inscripciones, que aparecen en los laterales de los sarcófagos de madera.

Si bien es obvio que el grueso de evidencia de estos textos data del Imperio Medio, en ocasiones dejan ver que ya habían aparecido durante el Primer Período Intermedio. El origen preciso de los Textos de los Sarcófagos es aún motivo de continuo debate; tanto en cuanto a su fecha como a su origen geográfico. Es evidente que el propio corpus de los Textos de las Pirámides del Imperio Antiguo, que a veces han aparecido inscritos en los sarcófagos junto a los Textos de los Sarcófagos, proporcionó modelos importantes, pero estos últimos, de por sí, incluían material crucial y nuevo, junto a conceptos frescos.

Sólo unos cuantos ejemplos pertenecientes a este Primer Período Intermedio han sobrevivido, y la propiedad de los sarcófagos con textos inscritos siempre ha estado restringida al nivel más alto de la sociedad de provincias. A veces, no obstante, parece posible conectar ideas que aparecen explícitamente en los Textos de los Sarcófagos con ciertos aspectos del registro arqueológico. Sólo es entonces, cuando la enorme antigüedad y popularidad de algunos de estos conceptos se hacen evidentes.

Esta observación brinda apoyo a la noción de que fue el propio entorno provincial del Primer Período Intermedio que jugó un rol significativo en los orígenes de los Textos de los Sarcófagos y contribuyó de forma específica a su contenido conceptual.

Una serie de ensalmos de los Textos de los Sarcófagos estaba diseñado para “reunir a la familia del finado en el Reino de los Muertos”. El abanico de personas afectadas es extenso, ya que los textos mencionan no sólo a familiares sino también a sirvientes, seguidores y amigos.

El mismo deseo se deja notar en la evolución de los tipos de tumbas, ya a principios de la Dinastía VI. Las tumbas egipcias se construían originalmente para acoger a una sepultura, pero para finales del Imperio Antiguo se construían ya amplias tumbas-mastabas de cámaras múltiples que proporcionaban espacio para toda una familia, e incluso para familias “ampliadas”, en el sentido que acabamos de ver.

La propia arquitectura de las tumbas proporciona evidencia de un ranking dentro de estos grupos, al ser algunos pozos más profundos y cámaras más amplias, en unos que en otros, ofreciendo así la posibilidad de enterramientos más suntuosos. De hecho, siempre que los enterramientos estén en buen estado, ambos aspectos de esta nueva situación – el tamaño de los grupos familiares involucrados y la desigualdad entre personas dentro de estos grupos – llaman particularmente la atención, pues las cámaras solían utilizarse para múltiples y sucesivos enterramientos de forma regular.

Las costumbres funerarias del Primer Período Intermedio ponen de relieve la importancia crucial de las relaciones interpersonales que existían a un nivel primario de la organización social. Este aspecto del pensamiento religioso refleja el papel desempeñado por las "familias ampliadas" como unidades básicas de la organización social.

Los ensalmos funerarios en cuestión enfatizan la autoridad ejercida por el cabeza de familia sobre sus miembros, pero también recalcan el hecho de que él estaba capacitado para protegerlos de las demandas externas.

Es así, pues, que la familia, como unidad de solidaridad y responsabilidad colectivas, actuaba como una interface entre los niveles más altos de la organización social y política. Gracias a este rol, la “familia ampliada” aparece como una institución reorganizada en los textos jurídicos de las Dinastía VI a la Dinastía VIII.

COMENTARIO Ex profeso

No puedo evitar, finalizando ya esta “Hoja Suelta”, felicitar de forma sincera al Profesor Stephen Seidlmayer por la forma tan clara, sencilla y, sobre todo, tan objetiva con que ha desarrollado los temas tratados en ella.

Para mí, este capítulo está suponiendo una inesperada experiencia por cuanto que me hace disfrutar de una visión distinta, e incluso discrepante y regeneradora, de la que originalmente poseía del Primer Período Intermedio: Período de decadencia y oscurantismo; de declive, negativismo y parálisis total de las instituciones; de crisis política, económica, cultural, social, artística, moral, funeraria y religiosa, en todo el ámbito nacional.

El análisis razonado del Doctor Seidlmayer, sin embargo, ha desdramatizado de forma razonada y rotunda la evolución real del estado egipcio, con sus luces y sus sombras, durante este delicado período que supuso un cambio direccional de ámbito general, que obligó a adoptar formas y sistemas nuevos que, a su vez, generaron avances en determinados sectores, y cuyo fruto serviría de base para la eventual creación de un nuevo estado más fuerte, de instituciones más eficaces, y de mayor creatividad y riqueza, que se haría patente a lo largo de la floreciente andadura del Imperio Medio que llegaba.


Rafael Canales

En Benalmádena-Costa, a 28 de agosto de 2009.

Bibliografía:

“The Enciclopedia of Ancient Art”. Helen Strudwick, Amber Books, 2007-2008.
“Ancient Egypt, Anatomy of a Civilization”. Barry J. Kemp, Routledge, 2006.
“Ancient Egypt. A Very Short Introduction”. Ian Shaw. Oxford University Press, 2004
“The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw, Oxford University Press, 2003.
“Antico Egitto”. Maria Cristina Guidotti y Valeria Cortese, Giunti Editoriale, Florencia-Milán, 2002.
“Historia Antigua Universal. Próximo Oriente y Egipto”. Dra. Ana María Vázquez Hoys, UNED, 2001.
“British Museum Database”.

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