LA CULTURA BADARIENSE (4.400-4.000 (A.C.)
La cultura Badariense es considerada la primera cultura agrícola del Alto Egipto, siendo identificada por vez primera en la región de el-Badari, cerca de Sohag, en 1923, durante las excavaciones del cementerio de Qau el-Kebir (Etmanieh), donde aparecieron unos fragmentos de una cerámica hecha a mano hasta ese momento imposible de asignar a ninguna cultura conocida, según la opinión de Brunton y Caton-Thompson en 1928.
En las aldeas de Qau el-Kebir, Hammamiya, Mostagedda y Matmar se encontraron un total de 40 pequeños asentamientos, mal definidos, a los que se asociaron unas 600 tumbas.
La posición cronológica de la cultura Badariense está aún sujeta a debate; su relativa posición cronológica en relación a la más reciente cultura Naqada se estableció hace ya algún tiempo a través de la excavación realizada en el estratificado yacimiento de North Spur Hammamiya y, según un número de dataciones mediante termoluminiscencia, la cultura podría haber existido ya hacia 5.000 A.C. No obstante, sólo se puede confirmar que se extendió a lo largo del período 4.400-4.000 A.C.
Se reivindica la existencia de otra cultura aún más temprana, la Tasiense, por el yacimiento epónimo de Deir Tasa, caracterizado por la presencia de restos de trigo y cebada y, por otra parte, de jarras calciformes de base redonda con diseño a base de incisiones rellenas de pigmento blanco, también conocidas en contextos de fechas similares en el norte del Sudán.
Cabe decir, sin embargo, que la existencia de una cultura Tasiense, como unidad cronológica y culturalmente separada, nunca se ha llegado a demostrar sin ningún género de dudas. Si bien muchos eruditos consideran a la cultura Tasiense simplemente como parte de la cultura Badariense, también se ha argumentado que la Tasiense representa la continuación de una tradición del Bajo Egipto, lo que la haría ser la precursora inmediata de la cultura Naqada I.
Esto, sin embargo, parece más que improbable; primero, porque las similitudes con las culturas del Neolítico del Bajo Egipto no convencen y, segundo, por las claras conexiones que existen entre la cerámica Tasiense y la del Sudán.
Si finalmente tenemos que considerar la cultura Tasiense como una entidad cultural separada, entonces podría tratarse de una cultura nómada, con antecedentes sudaneses, que interaccionó con la cultura Badariense.
A pesar de que se hayan excavado algunos lugares de asentamiento, la cultura Badariense es conocida, principalmente, por los cementerios del bajo desierto. Todas sus tumbas son, en realidad, simples fosas funerarias que, con frecuencia, incorporan una estera sobre la que descansa el cuerpo, normalmente contraído, sobre su lado izquierdo, con la cabeza hacia el sur, mirando al oeste.
No aparecen tumbas de niños pequeños, pero sí suficiente evidencia de que éstos eran enterrados dentro del asentamiento; o más bien en aquellas zonas del lugar que estaban ya en desuso.
Un análisis de los ajuares de las tumbas badarienses parece confirmar una desigual distribución de la riqueza. Además, las sepulturas más ricas aparecen separadas del resto en otro lugar del cementerio. Esto vendría a demostrara la existencia de una estratificación social que todavía aparenta estar limitada a esta etapa de la prehistoria, pero cuya importancia siguió en aumento a través del siguiente período Naqada.
La cerámica que aparece junto al muerto en su tumba es el elemento más característico de la cultura Badariense. Hecha a mano, utilizando el limo del Nilo, lleva un refuerzo orgánico muy fino, excepto en objetos muy delicados. Este refuerzo, tan característico, es siempre más fino que el que se usaba para la cerámica basta durante el período Naqada.
Los ceramistas badarienses nunca escatimaron esfuerzo alguno en refinar el barro y obtener paredes muy finas que nunca llegaron a conseguirse en ningún período posterior del pasado egipcio.
Las formas eran sencillas, y principalmente se trataba de copas y cuencos con borde continuo y base redonda. Una alta proporción de vasijas estaban coronadas de rojo pero, en general, tenían una superficie más tirando a marrón que los recipientes de Naqada I ribeteados de negro en su borde superior. La capa de rojo que cubría la superficie de esta cerámica, era bastante más excepcional que en la cultura Badariense.
El elemento más característico de la cerámica Badariense es la “superficie ondulada” que está presente en la cerámica fina, y que consiste en peinar la superficie con un instrumento y después pulirla con lo que se consigue un efecto muy decorativo.
Los recipientes carenados son también muy considerados y altamente representativos de esta cultura, si bien la cerámica decorada es rara; ocasionalmente se encuentran algunos motivos geométricos grabados, rellenos de blanco, quizás como imitación a cestería.
La industria lítica se conoce primordialmente por los lugares de asentamiento, aunque los mejores ejemplares se han encontrado en las tumbas. Se trata en su mayoría de la industria de lasca y lámina a lo que habría que añadir un número considerable de útiles bifaciales.
Entre ellos predominan los raspadores, perforadores y piezas retocadas. Los útiles bifaciales consisten, principalmente, en hachas, hoces y cabezas de flecha de base cóncava. Habría que señalar que también está presente en el Desierto Occidental la característica lasca “side-blow” o de “golpe lateral”.
Otros productos de la cultura Badariense incluyen objetos personales tales como horquillas para el cabello, peines, pulseras y cuentas de hueso o marfil. El repertorio de paletas cosméticas de “greywacke”, estaba limitado en esta época a ejemplares rectangulares u ovales que más adelante se convertirían en aspectos característicos de la cultura Naqada.
“Greywacke” es una variedad de arenisca que, en general, se caracteriza por su dureza y su color oscuro, y que está compuesta de granos de cuarzo, feldespato y pequeños fragmentos de roca establecidos en una matriz de arcilla fina.
Se han encontrado unas estatuillas femeninas de estilos totalmente diferentes y discrepantes; unas son de un alto realismo, mientras que otras son altamente estilizadas. Habría que destacar la presencia de cobre batido en cantidades limitadas.
Durante bastante tiempo se pensó que la cultura Badariense estuvo restringida a la región de Badari, sin embargo también se han encontrado restos en Mahgar Dendera, Armant, Elkab y Hierakompolis, así como en el este, en Wadi Hammamat.
En un principio, la cultura Badariense se consideraba una unidad cronológicamente separada a partir de la cual la cultura Naqada se habría desarrollado. La situación, sin embargo, es bastante más compleja. Por ejemplo, el período Naqada I parece estar muy pobremente representado en la región de Badari, por lo que se ha sugerido que la cultura Badariense habría sido mayoritariamente contemporánea con la cultura Naqada I en la zona sur de la región de Badari.
No obstante, puesto que un número limitado de artefactos badarienses, o relacionados con su cultura, también había sido descubierto al sur de Badari, se podría argumentar que la cultura Badariense habría estado presente, al menos, entre la región de Badari y Hierakompolis.
Desgraciadamente, la mayoría de estos hallazgos consisten en unidades poco numerosas, por lo que su comparación con la industria lítica o la cerámica de los asentamientos de la zona de Badari resulta prácticamente imposible, o al menos nada se ha publicado.
Así que puede ser, que la cultura Badariense se haya caracterizado por sus diferencias regionales, siendo la unidad de la propia región de Badari la única que habría sido debidamente investigada o testimoniada.
Por otra parte, una cultura más o menos Badariense podría haber estado representada en toda la región entre Badari y Hierakonpolis, pero, puesto que el desarrollo de la cultura Naqada tuvo lugar más al sur, es muy posible que la cultura Badariense hubiese sobrevivido durante más tiempo en la propia región de Badari.
Los orígenes de la cultura Badariense son igual de problemáticos, y se continúan buscando en todas direcciones. Durante mucho tiempo se la consideró procedente del sur porque se pensaba que los badarienses tenían un “escaso conocimiento” del esquisto, - roca de color negro azulado que se divide con facilidad en hojas - lo que demostraría su procedencia de la zona no calcárea del sur de Egipto.
También se tenía asumido que los orígenes de la agricultura y la cría de animales habría que encontrarlos en el Oriente Próximo. Sin embargo, la teoría de que la cultura Badariense proviene del sur, hoy en día no es aceptada. La selección de esquisto es perfectamente lógica para la tecnología lítica Badariense que parece tener conexiones con el Neolítico Tardío del Desierto Occidental.
La cerámica de superficie ondulada, uno de los rasgos más característicos de la cultura Badariense, probablemente proviene de la cerámica bruñida y la cerámica manchada, ambas presentes en los yacimientos del neolítico sahariano tardío, y desde Merimda, en el norte, hasta el Khartoum neolítico, en el sur. Así que puede que la cerámica ondulada haya sido un desarrollo local de una tradición sahariana.
Parece obvio que la cultura Badariense no proviene de una sola fuente. Por otra parte, la procedencia de plantas cultivadas es controvertida. Su origen en el Levante Mediterráneo, vía las culturas de Faiyum del Bajo Egipto y de Merimda, podría ser una posibilidad.
Evidencias procedentes de los yacimientos badarienses parecen demostrar que la base principal de la economía estaba en la agricultura y la cría de animales. Entre los contenidos de las comodidades de almacenaje se ha encontrado, trigo, cebada, lentejas y tubérculos.
En Hammamiya, se ha encontrado una serie de construcciones circulares, en principio identificadas como viviendas, que probablemente constituye más bien un conjunto de habitáculos para animales. En algunos de ellos se han hallado gruesas capas de excremento de animales de unos 20-30 cm. de grosor.
Además, la pesca era sin duda de vital importancia, y muy bien puede haber sido la principal actividad económica durante ciertas épocas del año. La caza, por el contrario, parecía tener sólo una importancia marginal.
En los asentamientos de la región de Badari podemos apreciar un modelo de pequeños pueblos o aldeas que parecen haberse desplazado horizontalmente después de un corto período de ocupación, y en los que las fosas de almacenaje y los recipientes representan sus rasgos más típicos debido, por supuesto, a su buen estado de conservación.
Las construcciones son livianas y, en la mayoría de los casos, efímeras. Ciertamente, es muy posible que los asentamientos de las estribaciones del bajo desierto que han sido testimoniados en la región de Badari, sean sólo partes aisladas, o campamentos estacionales. Sobre esta base, los asentamientos mayores y permanentes habrían estado más cerca de las llanuras y habrían sido barridos mucho antes por el Nilo, o cubiertos de alivión, quedando así ocultos al ojo humano.
El carácter temporal de los asentamientos badarienses queda confirmado en Mahgar Dendera, a unos 150 km. al sur de Badari. El lugar habría sido utilizado por temporadas, desde el final de la estación de aguas bajas en adelante, en el momento en que se acababa la recolección y había que buscar zonas idóneas donde reunir el rebaño a lo largo del Nilo, dentro de llanura aluvial.
Además, aparte de la ganadería, la segunda actividad económica de Mahgar Dendera era la pesca, que se practicaba en el canal principal del Nilo cuando éste se encontraba en su nivel más bajo.
En Mahgar Dendera, el nivel aluvial es muy pequeño, así que el lugar estaba, por un lado, cerca del Nilo y, por otro, lejos de las inundaciones, lo que permitía a la gente permanecer en un mismo lugar cuando empezaban las inundaciones; e incluso cuando éstas alcanzaban su nivel más alto.
Durante este período, cuando las condiciones de vida alcanzaban su nivel anual más bajo, parte del rebaño, principalmente los machos jóvenes, eran sacrificados. La gente habría abandonado Mahgar Dendera antes de que la llanura aluvial fuese vadeable, ya que para entonces tendrían que empezar a trabajar la tierra que no se encontraba en Mahgar Dendera debido a las limitaciones de la propia llanura.
Sólo se dispone de una insuficiente información sobre los contactos con el exterior de la cultura Badariense. Sus relaciones con el Mar Rojo las atestigua la presencia de conchas de dicho lugar en sus enterramientos, mientras que el cobre puede proceder del Desierto Oriental, o del Sinaí. Este último ha sido también fuente de la turquesa, si bien, recientemente, la identificación de turquesa en los contextos badarienses ha probado ser errónea.
Si hubo contactos entre la región de Badari y el Sinaí, es muy probable que estos tuviesen lugar a través del Desierto Oriental, más que provenir del Bajo Egipto, donde no parece que existan indicios de la cultura Badariense. Esta posibilidad puede que acabe confirmándose con la noticia de nuevos hallazgos en Hammamat cuyo informe, desgraciadamente, está aún por publicar.
Y con esta octava “Hoja Suelta”, se concluye así el segundo capítulo de los quince que, como ya explicaba en el primero, consta la obra titulada “The Oxford History of Ancient Egypt” del Profesor Ian Shaw.
En este capítulo se ha dado un repaso pormenorizado de la Prehistoria egipcia desde el Paleolítico hasta bien entrado el Período Predinástico, con la cultura Badariense, que se terminará de completar en un tercer artículo titulado “El Período Naqara” de 4.000-3.200 A.C., a las puertas ya del Período Dinástico propiamente dicho.
Rafael Canales
En Benalmádena-Costa, a 1 de marzo de 2009.
La cultura Badariense es considerada la primera cultura agrícola del Alto Egipto, siendo identificada por vez primera en la región de el-Badari, cerca de Sohag, en 1923, durante las excavaciones del cementerio de Qau el-Kebir (Etmanieh), donde aparecieron unos fragmentos de una cerámica hecha a mano hasta ese momento imposible de asignar a ninguna cultura conocida, según la opinión de Brunton y Caton-Thompson en 1928.
En las aldeas de Qau el-Kebir, Hammamiya, Mostagedda y Matmar se encontraron un total de 40 pequeños asentamientos, mal definidos, a los que se asociaron unas 600 tumbas.
La posición cronológica de la cultura Badariense está aún sujeta a debate; su relativa posición cronológica en relación a la más reciente cultura Naqada se estableció hace ya algún tiempo a través de la excavación realizada en el estratificado yacimiento de North Spur Hammamiya y, según un número de dataciones mediante termoluminiscencia, la cultura podría haber existido ya hacia 5.000 A.C. No obstante, sólo se puede confirmar que se extendió a lo largo del período 4.400-4.000 A.C.
Se reivindica la existencia de otra cultura aún más temprana, la Tasiense, por el yacimiento epónimo de Deir Tasa, caracterizado por la presencia de restos de trigo y cebada y, por otra parte, de jarras calciformes de base redonda con diseño a base de incisiones rellenas de pigmento blanco, también conocidas en contextos de fechas similares en el norte del Sudán.
Cabe decir, sin embargo, que la existencia de una cultura Tasiense, como unidad cronológica y culturalmente separada, nunca se ha llegado a demostrar sin ningún género de dudas. Si bien muchos eruditos consideran a la cultura Tasiense simplemente como parte de la cultura Badariense, también se ha argumentado que la Tasiense representa la continuación de una tradición del Bajo Egipto, lo que la haría ser la precursora inmediata de la cultura Naqada I.
Esto, sin embargo, parece más que improbable; primero, porque las similitudes con las culturas del Neolítico del Bajo Egipto no convencen y, segundo, por las claras conexiones que existen entre la cerámica Tasiense y la del Sudán.
Si finalmente tenemos que considerar la cultura Tasiense como una entidad cultural separada, entonces podría tratarse de una cultura nómada, con antecedentes sudaneses, que interaccionó con la cultura Badariense.
A pesar de que se hayan excavado algunos lugares de asentamiento, la cultura Badariense es conocida, principalmente, por los cementerios del bajo desierto. Todas sus tumbas son, en realidad, simples fosas funerarias que, con frecuencia, incorporan una estera sobre la que descansa el cuerpo, normalmente contraído, sobre su lado izquierdo, con la cabeza hacia el sur, mirando al oeste.
No aparecen tumbas de niños pequeños, pero sí suficiente evidencia de que éstos eran enterrados dentro del asentamiento; o más bien en aquellas zonas del lugar que estaban ya en desuso.
Un análisis de los ajuares de las tumbas badarienses parece confirmar una desigual distribución de la riqueza. Además, las sepulturas más ricas aparecen separadas del resto en otro lugar del cementerio. Esto vendría a demostrara la existencia de una estratificación social que todavía aparenta estar limitada a esta etapa de la prehistoria, pero cuya importancia siguió en aumento a través del siguiente período Naqada.
La cerámica que aparece junto al muerto en su tumba es el elemento más característico de la cultura Badariense. Hecha a mano, utilizando el limo del Nilo, lleva un refuerzo orgánico muy fino, excepto en objetos muy delicados. Este refuerzo, tan característico, es siempre más fino que el que se usaba para la cerámica basta durante el período Naqada.
Los ceramistas badarienses nunca escatimaron esfuerzo alguno en refinar el barro y obtener paredes muy finas que nunca llegaron a conseguirse en ningún período posterior del pasado egipcio.
Las formas eran sencillas, y principalmente se trataba de copas y cuencos con borde continuo y base redonda. Una alta proporción de vasijas estaban coronadas de rojo pero, en general, tenían una superficie más tirando a marrón que los recipientes de Naqada I ribeteados de negro en su borde superior. La capa de rojo que cubría la superficie de esta cerámica, era bastante más excepcional que en la cultura Badariense.
El elemento más característico de la cerámica Badariense es la “superficie ondulada” que está presente en la cerámica fina, y que consiste en peinar la superficie con un instrumento y después pulirla con lo que se consigue un efecto muy decorativo.
Los recipientes carenados son también muy considerados y altamente representativos de esta cultura, si bien la cerámica decorada es rara; ocasionalmente se encuentran algunos motivos geométricos grabados, rellenos de blanco, quizás como imitación a cestería.
La industria lítica se conoce primordialmente por los lugares de asentamiento, aunque los mejores ejemplares se han encontrado en las tumbas. Se trata en su mayoría de la industria de lasca y lámina a lo que habría que añadir un número considerable de útiles bifaciales.
Entre ellos predominan los raspadores, perforadores y piezas retocadas. Los útiles bifaciales consisten, principalmente, en hachas, hoces y cabezas de flecha de base cóncava. Habría que señalar que también está presente en el Desierto Occidental la característica lasca “side-blow” o de “golpe lateral”.
Otros productos de la cultura Badariense incluyen objetos personales tales como horquillas para el cabello, peines, pulseras y cuentas de hueso o marfil. El repertorio de paletas cosméticas de “greywacke”, estaba limitado en esta época a ejemplares rectangulares u ovales que más adelante se convertirían en aspectos característicos de la cultura Naqada.
“Greywacke” es una variedad de arenisca que, en general, se caracteriza por su dureza y su color oscuro, y que está compuesta de granos de cuarzo, feldespato y pequeños fragmentos de roca establecidos en una matriz de arcilla fina.
Se han encontrado unas estatuillas femeninas de estilos totalmente diferentes y discrepantes; unas son de un alto realismo, mientras que otras son altamente estilizadas. Habría que destacar la presencia de cobre batido en cantidades limitadas.
Durante bastante tiempo se pensó que la cultura Badariense estuvo restringida a la región de Badari, sin embargo también se han encontrado restos en Mahgar Dendera, Armant, Elkab y Hierakompolis, así como en el este, en Wadi Hammamat.
En un principio, la cultura Badariense se consideraba una unidad cronológicamente separada a partir de la cual la cultura Naqada se habría desarrollado. La situación, sin embargo, es bastante más compleja. Por ejemplo, el período Naqada I parece estar muy pobremente representado en la región de Badari, por lo que se ha sugerido que la cultura Badariense habría sido mayoritariamente contemporánea con la cultura Naqada I en la zona sur de la región de Badari.
No obstante, puesto que un número limitado de artefactos badarienses, o relacionados con su cultura, también había sido descubierto al sur de Badari, se podría argumentar que la cultura Badariense habría estado presente, al menos, entre la región de Badari y Hierakompolis.
Desgraciadamente, la mayoría de estos hallazgos consisten en unidades poco numerosas, por lo que su comparación con la industria lítica o la cerámica de los asentamientos de la zona de Badari resulta prácticamente imposible, o al menos nada se ha publicado.
Así que puede ser, que la cultura Badariense se haya caracterizado por sus diferencias regionales, siendo la unidad de la propia región de Badari la única que habría sido debidamente investigada o testimoniada.
Por otra parte, una cultura más o menos Badariense podría haber estado representada en toda la región entre Badari y Hierakonpolis, pero, puesto que el desarrollo de la cultura Naqada tuvo lugar más al sur, es muy posible que la cultura Badariense hubiese sobrevivido durante más tiempo en la propia región de Badari.
Los orígenes de la cultura Badariense son igual de problemáticos, y se continúan buscando en todas direcciones. Durante mucho tiempo se la consideró procedente del sur porque se pensaba que los badarienses tenían un “escaso conocimiento” del esquisto, - roca de color negro azulado que se divide con facilidad en hojas - lo que demostraría su procedencia de la zona no calcárea del sur de Egipto.
También se tenía asumido que los orígenes de la agricultura y la cría de animales habría que encontrarlos en el Oriente Próximo. Sin embargo, la teoría de que la cultura Badariense proviene del sur, hoy en día no es aceptada. La selección de esquisto es perfectamente lógica para la tecnología lítica Badariense que parece tener conexiones con el Neolítico Tardío del Desierto Occidental.
La cerámica de superficie ondulada, uno de los rasgos más característicos de la cultura Badariense, probablemente proviene de la cerámica bruñida y la cerámica manchada, ambas presentes en los yacimientos del neolítico sahariano tardío, y desde Merimda, en el norte, hasta el Khartoum neolítico, en el sur. Así que puede que la cerámica ondulada haya sido un desarrollo local de una tradición sahariana.
Parece obvio que la cultura Badariense no proviene de una sola fuente. Por otra parte, la procedencia de plantas cultivadas es controvertida. Su origen en el Levante Mediterráneo, vía las culturas de Faiyum del Bajo Egipto y de Merimda, podría ser una posibilidad.
Evidencias procedentes de los yacimientos badarienses parecen demostrar que la base principal de la economía estaba en la agricultura y la cría de animales. Entre los contenidos de las comodidades de almacenaje se ha encontrado, trigo, cebada, lentejas y tubérculos.
En Hammamiya, se ha encontrado una serie de construcciones circulares, en principio identificadas como viviendas, que probablemente constituye más bien un conjunto de habitáculos para animales. En algunos de ellos se han hallado gruesas capas de excremento de animales de unos 20-30 cm. de grosor.
Además, la pesca era sin duda de vital importancia, y muy bien puede haber sido la principal actividad económica durante ciertas épocas del año. La caza, por el contrario, parecía tener sólo una importancia marginal.
En los asentamientos de la región de Badari podemos apreciar un modelo de pequeños pueblos o aldeas que parecen haberse desplazado horizontalmente después de un corto período de ocupación, y en los que las fosas de almacenaje y los recipientes representan sus rasgos más típicos debido, por supuesto, a su buen estado de conservación.
Las construcciones son livianas y, en la mayoría de los casos, efímeras. Ciertamente, es muy posible que los asentamientos de las estribaciones del bajo desierto que han sido testimoniados en la región de Badari, sean sólo partes aisladas, o campamentos estacionales. Sobre esta base, los asentamientos mayores y permanentes habrían estado más cerca de las llanuras y habrían sido barridos mucho antes por el Nilo, o cubiertos de alivión, quedando así ocultos al ojo humano.
El carácter temporal de los asentamientos badarienses queda confirmado en Mahgar Dendera, a unos 150 km. al sur de Badari. El lugar habría sido utilizado por temporadas, desde el final de la estación de aguas bajas en adelante, en el momento en que se acababa la recolección y había que buscar zonas idóneas donde reunir el rebaño a lo largo del Nilo, dentro de llanura aluvial.
Además, aparte de la ganadería, la segunda actividad económica de Mahgar Dendera era la pesca, que se practicaba en el canal principal del Nilo cuando éste se encontraba en su nivel más bajo.
En Mahgar Dendera, el nivel aluvial es muy pequeño, así que el lugar estaba, por un lado, cerca del Nilo y, por otro, lejos de las inundaciones, lo que permitía a la gente permanecer en un mismo lugar cuando empezaban las inundaciones; e incluso cuando éstas alcanzaban su nivel más alto.
Durante este período, cuando las condiciones de vida alcanzaban su nivel anual más bajo, parte del rebaño, principalmente los machos jóvenes, eran sacrificados. La gente habría abandonado Mahgar Dendera antes de que la llanura aluvial fuese vadeable, ya que para entonces tendrían que empezar a trabajar la tierra que no se encontraba en Mahgar Dendera debido a las limitaciones de la propia llanura.
Sólo se dispone de una insuficiente información sobre los contactos con el exterior de la cultura Badariense. Sus relaciones con el Mar Rojo las atestigua la presencia de conchas de dicho lugar en sus enterramientos, mientras que el cobre puede proceder del Desierto Oriental, o del Sinaí. Este último ha sido también fuente de la turquesa, si bien, recientemente, la identificación de turquesa en los contextos badarienses ha probado ser errónea.
Si hubo contactos entre la región de Badari y el Sinaí, es muy probable que estos tuviesen lugar a través del Desierto Oriental, más que provenir del Bajo Egipto, donde no parece que existan indicios de la cultura Badariense. Esta posibilidad puede que acabe confirmándose con la noticia de nuevos hallazgos en Hammamat cuyo informe, desgraciadamente, está aún por publicar.
Y con esta octava “Hoja Suelta”, se concluye así el segundo capítulo de los quince que, como ya explicaba en el primero, consta la obra titulada “The Oxford History of Ancient Egypt” del Profesor Ian Shaw.
En este capítulo se ha dado un repaso pormenorizado de la Prehistoria egipcia desde el Paleolítico hasta bien entrado el Período Predinástico, con la cultura Badariense, que se terminará de completar en un tercer artículo titulado “El Período Naqara” de 4.000-3.200 A.C., a las puertas ya del Período Dinástico propiamente dicho.
Rafael Canales
En Benalmádena-Costa, a 1 de marzo de 2009.
Bibliografía:
“The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw, Oxford University Press, 2003.
“Prehistoria”, Tomos I y II. Dra. Ana María Amilibia y otros. UNED 2001
“Historia Antigua Universal. Próximo Oriente y Egipto”, Tomo I, 2ª Parte. Dra. Ana Mª Vázquez Hoys, UNED, 2001.
“Ancient Egypt. Anatomy of a Civilization”. Barry J. Kemp. Routledge, 2006.
“The Prehistoric Egypt”, W.M. Flinders Petrie, British School of Archaeology in Egypt and Egyptian Research Account, Twenty-Third Year, 1917. London, 1920.
“Diccionario de Prehistoria”, Mario Menéndez, Alfredo Jimeno y Víctor M. Fernández, Alianza Editoral. 2001.
The British Museum Database.
“The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw, Oxford University Press, 2003.
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“Historia Antigua Universal. Próximo Oriente y Egipto”, Tomo I, 2ª Parte. Dra. Ana Mª Vázquez Hoys, UNED, 2001.
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“The Prehistoric Egypt”, W.M. Flinders Petrie, British School of Archaeology in Egypt and Egyptian Research Account, Twenty-Third Year, 1917. London, 1920.
“Diccionario de Prehistoria”, Mario Menéndez, Alfredo Jimeno y Víctor M. Fernández, Alianza Editoral. 2001.
The British Museum Database.