martes, 30 de junio de 2009

Nacimiento del Estado Egipcio (c.3.200-2.686 A.C.) 6/8.- Invención y Utilización de la Escritura.




Algunas de las 173 etiquetas de hueso y marfil encontradas junto a un cetro ceremonial de marfil en la Tumba U-j de Abydos mostrando jeroglíficos primitivos (c. 3200 A.C.)

PREÁMBULO

De su propia escritura se deduce que no había en Egipto mejor trabajo ni más importante que el de escriba.

Esto no debería sorprendernos de una cultura cuya estructura administrativa parece haber sido más bien compleja. Ya en los comienzos de su historia, Egipto disponía de una serie de departamentos gubernamentales cuyo cometido consistía en gestionar y proporcionar alimento, mano de obra, crear y ejecutar proyectos de construcción, finanzas, asuntos legales, así como un departamento separado, exclusivamente dedicado a la administración del trabajo generado por el escriba.

Cualquier ciudadano con capacidad económica suficiente se construía su propio monumento funerario amplio y lujoso. Y de la documentación recuperada en el pueblo ocupado por los trabajadores responsables de las tumbas del Valle de los Reyes, se puede apreciar la enorme importancia que se daba al escriba en estos proyectos.

Por otra parte, hacen justicia los arqueólogos en estar agradecidos a los escribas. En muchos casos, y gracias a su trabajo, se ha podido disponer de una visión de la vida del pueblo con la que sólo habríamos podido especular con lo que se desprende de algunos informes arqueológicos.

Es por ello por lo que a la hora de interpretar el contenido de un escrito hay que actuar con una exquisita prudencia, ya que podríamos estar intentado utilizar algo para lo que quizás no habría sido creado.

Por ejemplo, las inscripciones de los templos y monumentos no tenían como objetivo proporcionar información, sino lograr un objetivo, como pudo haber sido asegurarse de que los rituales funerarios continuarían; incluso si no había nadie presente para realizarlos; o bien para dejar constancia del responsable del proyecto de construcción de una parte específica de un templo.

Prácticamente, desde el momento en se que empezaron a descifrar los jeroglíficos, el hierático y el demótico, la Egiptología se convirtió en una continua lucha por reconciliar la evidencia socio-económica procedente de los informes arqueológicos, con la información histórica más específica contenida en los antiguos textos.

Mientras que el nuevo conocimiento proporcionado por los textos aportaba el potencial para revivir los propios pensamientos y emociones de los antiguos egipcios, también abría una puerta a la tentación de dar por hecho que las respuestas a las incógnitas de la civilización egipcia deberían encontrarse en la palabra escrita, más que en el propio terreno del arqueólogo.

La visión puramente arqueológica de la cultura egipcia, al haber permanecido conservada en forma de muros soterrados, artefactos y material orgánico, siempre había sido considera
da en el contexto de un corpus de textos escritos, ricamente realizados sobre piedra o papiro.

La ausencia de textos escritos de la Prehistoria puede ser bastante frustrante pero, sin duda alguna, ha proporcionado a los prehistoriadores una mayor libertad para plantear nuevas teorías e hipótesis basadas puramente en la cultura del material que ha sobrevivido.

En la arqueología egipcia, como en otras disciplinas históricas, la palabra escrita, con todo su potencial de subjetividad y persuasión, está dotada de una paradójica tendencia a oscurecer, y a veces eclipsar, la evidencia arqueológica.

Desde el punto de vista de la dicotomía entre textos y arqueología, resulta interesante comparar la historia de la arqueología egipcia con la de los recientes estudios de la cultura Maya.

Los estudiosos de la cultura Maya parecen haber experimentado la situación inversa: Su disciplina solía ser mayoritariamente antropológica y arqueológica hasta que comenzaron a interpretarse los jeroglíficos mayas en los años 80, lo que produjo una auténtica avalancha de textos en lengua maya que ha alterado de forma substancial la percepción de su cultura.

El recelo con el que los arqueólogos recibieron la información histórica procedente de sus colegas filólogos, es la imagen invertida de la reacción de muchos egiptólogos de tradición textual al análisis antropológico de base científica del Egipto faraónico, en aumento en los años recientes.

Especialistas en la cultura Maya y egiptólogos continúan su reticensia a llegar a un compromiso ante el hecho real de que la escritura tiende a ser el producto de una reducida élite social, mientras que el grueso de la documentación arqueológica se deriva de la analfabeta mayoría de la población .

La solución radica, pues, en la satisfactoria integración de ambos tipos de evidencia, de forma que nos depare una visión de la sociedad en un único todo.

En el pasado, han sabido convivir muchas síntesis de material textual y arqueológico del Antiguo Egipto, pero ante el rápido y continuo aumento del volumen de datos procedentes de ambas fuentes, los estudios egiptológicos tienden a repartirse entre lingüistas y arqueólogos.

La exposición hecha por Barry Kemp sobre la administración de Nubia durante el Imperio Medio, indica que las fuentes textuales, normalmente sólo pueden revelar fragmentos de sistemas, mientras que la Arqueología pude sugerir, de forma amplia, las líneas estructurales de una sociedad.

La evidencia textual, por otra parte, con frecuencia nos puede proporcionar los detalles individuales que ayudan a transformar los procesos socio-económicos abstractos en algo más cercano a la Historia convencional.

El presente análisis esclarece de forma contundente la actual situación de la Egiptología en cuanto al papel que desempeñan en ella los pilares profesionales sobre los que se sustenta.

Es en base a este enfoque que la Egiptología ha avanzado de forma vertiginosa durante las últimas décadas, de lo que son responsables, de forma meritoria y por igual, egiptólogos, arqueólogos, antropólogos y filólogos.

Estas reflexiones, ya expresadas por el Profesor Shaw en una de sus referencias bibliográficas que se reseñan al pie de esta “Hoja Suelta”, me hacen, de nuevo, retrotraerme en el tiempo ante la constante y reiterada mención del "personaje" en todos estos ensayos.

Se trata, claro está del omnipresente Petrie, cuyo corto nombre no consigue ocultar la grandeza de su figura.

Me refiero, entre otras importantísimas ya mencionadas, a su extraordinaria aportación, en su mayoría aún vigente, al conocimiento o aproximación a la vida cotidiana del pueblo llano egipcio, producto de sus, a veces consideradas, “minucias arqueológicas”. Y muy en especial, a su merecido apelativo, entre otros, de ”Padre de la Prehistoria Egipcia”.

Y con esto termino este mi amplio Preámbulo con el que doy paso de nuevo a la Profesora Bard en su siguiente y sexto tema de su ensayo base que titula:

INVENCIÓN Y UTILIZACIÓN DE LA ESCRITURA

Dependiendo de cuándo emerge el primitivo estado egipcio, la primera utilización conocida de la escritura que sugieren los hallazgos de la Tumba U-j de Abydos podría adelantar la fecha de la unificación política del norte y sur de Egipto.

Es un hecho, que durante la Dinastía 0 la escritura la practicaban los escribas y artesanos del estado egipcio, y aunque muchos especialistas consideran que el sistema de escritura se inventó en el cuarto milenio A.C., quizás estimulado por Mesopotamia, donde aparece la escritura más antigua conocida, los sistemas son tan dispares que es más que probable que ambos fuesen el resultado de invenciones independientes.

Es probable que la codificación de signos más temprana tuviese lugar en Naqada II/Dinastía 0. Estos primitivos jeroglíficos, como ocurre con la escritura egipcia del Período Dinástico, representan ideogramas y fonogramas, aunque hay aún muchas primitivas inscripciones dinásticas cuyo correcto desciframiento es incierto.

El uso de la escritura por el primitivo estado egipcio tiene un contexto real, y una innovación trascendental para el estado. Al igual que la unificación fue seguida del desarrolló de un estilo real de arte como institución centrada en la Corte, lo mismo ocurrió con la escritura.

El primitivo estado utilizó la escritura en dos contextos: Para fines económicos y administrativos, y para el arte real.

La función económica de la escritura se iría desarrollando conforme aumentaban los recursos estatales bajo control real. Los jeroglíficos aparecen en impresiones de sellos reales, etiquetas y marcas que identificaban la mercancía para su almacenamiento por y para el estado, así como en los sellos de los funcionarios. También servían para identificar al propietario de los productos y, a veces, su procedencia.

A principios de la Dinastía 0 aparecen por vez primera los sereks. El serek representa el formato más antiguo del nombre del rey en jeroglífico, y está compuesto de signos fonéticos que aparecen dentro de una “fachada de palacio”, diseño que va coronado de la imagen de un halcón. Los sereks aparecen grabados o pintados en jarras y etiquetas, e impresos en los sellos de las vasijas.

Tales recipientes eran tinajas u orzas de almacenamiento para productos agrícolas recolectados por el estado, quizás en concepto de impuesto, y algunas para su eventual comercialización o exportación al sur de Palestina a través del Sinaí.

De la utilización de la escritura para fines económicos se puede inferir que ya existía un sistema administrativo en funcionamiento durante la Dinastía 0.

A principios de la Dinastía I surge un nuevo método de identificación más complejo mediante una combinación de jeroglífico y arte gráfico que aparece en las etiquetas. Ante la inexistencia de textos compuestos de signos ordenados en formato gramatical, que no aparecerían hasta más adelante, la información reflejada en las etiquetas, especialmente las dispuestas en registros, probablemente podría leerse como un texto con el nombre del año que contiene información histórica.

El Profesor y egiptólogo canadiense Donald Redford sugiere que el contexto de la información de estas etiquetas reales supone un registro anual. La aparición del signo del año para mediados de la Dinastía I representa un sistema más específico para registrar los años de reinado que el de las etiquetas más tempranas.

Y el segundo uso de la primitiva escritura era en el arte conmemorativo real, como es el caso de la Paleta de Narmer. Los jeroglíficos reflejan personas específicas y posiblemente lugares mediante escenas representativas que simbolizan la legitimidad del rey para gobernar. En estas escenas, al rey se le representa en un doble rol, real y simbólico, basado en una nueva ideología: El establecimiento de la realeza egipcia.

Los signos numéricos, como los que aparecen en la maza de Narmer, representan el botín y los prisioneros capturados; con toda probabilidad, sensiblemente exagerados, como suele ocurrir con los textos egipcios posteriores.

La iconografía del poder se puede apreciar dentro del contexto de dicho arte real, que incluye el uso de varias convenciones importantes. Al rey y a sus gobernantes se les muestra con su atuendo oficial, mientras que el enemigo apenas lleva ropa.

Se hace obvia la existencia de una jerarquía social a partir de la figura engrandecida del rey, seguido de un cortejo de seguidores calzados con sandalias, de sus cargos oficiales aún más pequeños, y de las aún más pequeñas figuras de enemigos capturados, campesinos y sirvientes. Al rey se le suele representar abatiendo a golpes a su enemigo.

Los primitivos signos no reproducían exactamente la información que trasmitían las escenas, pero en cambio servían como etiquetas nominativas de lugares y personas.

Parte del problema de saber cómo se desarrolló la escritura a principios del período dinástico en Egipto radica, por una parte en los tipos de artefactos en los que la primitiva escritura aparece, y por otra, en sus contextos arqueológicos.

La mayoría de los ejemplos de escritura primitiva van asociados al culto funerario, y no a registros de actividades económicas procedentes de asentamientos. Es así que aquellas primitivas etiquetas inscritas con jeroglíficos se han encontrado en tumbas reales y de élite.

En el Cementerio Real de Abydos hay estelas con nombres de reyes en sereks junto a otras más pequeñas, también inscritas, asociadas con enterramientos subsidiarios.

La estela funeraria con el texto más largo, procedente de la tumba de Merka, Dinastía I, en Saqqara, es sólo una lista de sus títulos.

Es probable que el primitivo estado guardase algún tipo de registro para facilitar el control económico y administrativo, pero de ello sólo existe evidencia indirecta en forma de etiquetas inscritas.

COMENTARIO EX PROFESO

No ha dejado de extrañarme que, casi al inicio de este tema, su autora, la Profesora Katryn A. Bard manifestase que: “El primitivo estado utilizó la escritura en dos contextos: Para fines económicos y administrativos, y para el arte real”.

Sin ánimo de crítica, que no procede, yo diría que se debería haber incluido un tercer contexto que es el funerario, por su enorme importancia y el extenso campo que abarca. Sólo se hace una somera mención, muy a mediados del último párrafo de su versión original en inglés.

Esta omisión me hace recordar “Los Textos de las Pirámides”, “Los Textos de los Sarcófagos”, “El Libro de los Muertos”, “La Letanía de Re”, “El Libro de las Puertas”, “El Libro de las Cavernas”, y todo un largo etcétera de Libros, Himnos, Poemas y Cantos funerarios en escritura egipcia, sobre muros, piedras, papiros y madera.

Y con ellos, a Sethe, Lepsius, Budge, Breasted, Gardiner, Mariette, Erman y tantos otros tan directamente relacionados con la escritura egipcia, en cualquiera de sus facetas, incluida, como no podría ser de otra forma, la funeraria.

Capítulo aparte merecería la inclusión de un cuarto contexto, como sería el de la utilización de la escritura egipcia para la propaganda real, tan evidente en sus monumentos, y tan raras veces considerada.

Sólo ya casi finalizando el tema, y de forma escueta pero, hay que admitir, rotunda, afirma: “La mayoría de los ejemplos de escritura primitiva van asociados al culto funerario, y no a registros de actividades económicas procedentes de asentamientos”.

La falta de énfasis en la utilización de la primitiva escritura egipcia en el culto funerario puede estar perfectamente justificada por el enfoque preferentemente socio-económico de los ensayos que componen el corpus de la obra base de Ian Shaw, ya referenciada, objeto de lo que he dado en llamar "Mi Proyecto".

Y con este comentario personal, doy por concluido el presente tema, y paso a un penúltimo y séptimo, de nuevo bajo la tutela de la Doctora Bard, titulado: “Los Centros de Culto de Principios del Período Dinástico”


Rafael Canales

En Benalmádena-Costa, a 4 de julio de 2009

Bibliografía:

“The Enciclopedia of Ancient Art”. Helen Strudwick, Amber Books, 2007-2008.
“Ancient Egypt, Anatomy of a Civilization”. Barry J. Kemp, Routledge, 2006.
“Ancient Egypt. A Very Short Introduction”. Ian Shaw. Oxford University Press, 2004
“The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw, Oxford University Press, 2003.
“Antico Egitto”. Maria Cristina Guidotti y Valeria Cortese, Giunti Editoriale, Florencia-Milán, 2002.
“Historia Antigua Universal. Próximo Oriente y Egipto”. Dra. Ana María Vázquez Hoys, UNED, 2001.
British Museum Database.

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