Estela en caliza de Sebekaa, Tebas, Dinastía XI, hacia 2.050 A.C. Muestra una escena poco corriente en el centro, hacia la izquierda. El cuerpo de un hombre yace sobre una cama o féretro. Sobre su pecho reposa una figura mucho más pequeña. El significado de esta escena no está claro, pero podría estar relacionado con ciertos ensalmos de los Textos de los Sarcófagos. El hombre es probablemente el fallecido y la figura que descansa sobre su pecho podría ser alguna diosa, como Isis, Nephthys o Nut, que le abraza. No se sabe si la escena contiene algunas connotaciones sexuales. Un conjunto de escenas que normalmente aparecerían inscritas sobre las paredes de una tumba, han sido acomodadas en una estela. Es probable que Sebekaa, como la mayoría de sus contemporáneos, careciese de medios para construir una tumba, de ahí que la estela adquiriese mucha más importancia.
ESTILO E IDENTIDAD REGIONAL
Uno de los aspectos más intrigantes de la arqueología del Primer Período Intermedio es la variación estilística entre diferentes regiones. Mientras que las diferencias entre los estilos de cerámica del norte y del sur de Egipto están bien definidas, las cosas están menos claras en lo que respecta a la diferencia entre la cerámica de diferentes regiones, dentro del propio Alto Egipto, o las variaciones regionales con relación a otros tipos de artefactos.
De hecho, algunos tipos de objetos aparentan haber sido más afectados por las variaciones regionales que otros, y parece que la cultura del material egipcio, en general, no habría acabado fraccionada en una serie de desconectadas variantes locales.
Sin embargo, hay un aspecto de la variación regional que parece tener un especial significado. Durante todo el Imperio Antiguo, la arquitectura de tumbas-mastaba en el Alto Egipto siguió unas pautas uniformes y un continuo patrón de evolución. Pero, durante la Dinastía VI y el Primer Período Intermedio, surgen diferentes tradiciones locales en la construcción de tumbas. Ejemplos de estos estilos de arquitectura locales incluyen las tumbas-saff de Tebas, que se comentarán más adelante, y las tumbas-mastaba con fachadas en hornacina y largos e inclinados corredores de acceso que conducen a las cámaras subterráneas, que se han encontrado en Dendera.
Estos tipos locales son tan diferentes de los principales estilos arquitectónicos de los períodos más tempranos, que el cambio no puede explicarse simplemente en términos de la evolución de las tradiciones de los talleres locales. Más bien parece probable que estas innovaciones arquitectónicas hubiesen sido deliberadamente introducidas por las élites locales con objeto de expresar su propia identidad regional.
SOCIEDAD Y GOBIERNO
Incluso este breve análisis del material arqueológico proporciona suficientes indicios de un cambio que tendría lugar en las provincias - de imprevisibles consecuencias - durante el tardío Imperio Antiguo y el Primer Período Intermedio. En el actual estado de la investigación, el significado de muchos de los fenómenos arqueológicos considerados, así como de los mecanismos que los originaron, aún no se conocen bien.
Ya nuestro conocimiento actual parece sugerir que, corrientes internas de cambio y poderosas influencias externas - en particular el impacto de las políticas provinciales del Imperio Antiguo - influyeron para la eventual evolución hacia una mayor complejidad cultural, económica y social en todo el país.
Estos desarrollos afectarían de forma inevitable a todo el sistema político: Las tensiones entre el Centro y las provincias crecieron en importancia, y la nobleza provincial que ocupaba una posición privilegiada entre la Corte y los grupos locales, consiguió hacerse con nuevas opciones para actuar de una forma independiente, a la vez que se veía obligada a mediar en intereses en clara competencia.
De esta situación surge el interrogante de conocer las formas en que la organización e ideología del gobierno consiguieron adaptarse a las condiciones sociales y culturales por todos los rincones del país.
Durante el Imperio Antiguo, los distritos de provincia eran normalmente gestionados - aunque no siempre - por una administración a dos niveles. Los “Supervisores de Sacerdotes” de los cultos locales eran importantes por el papel que representaban sus templos como nudos de la red de administración económica, pero el cargo principal lo ostentaba el Jefe Supremo del nome, que con frecuencia se trascribe como nomarca.
Es importante el darse cuenta, no obstante, de que el final del Imperio Antiguo no lo trajo el aumento de poder de las grandes familias de nomarcas. De hecho, durante el Primer Período Intermedio aparecieron nuevas líneas de magnates locales. Es, pues, más que probable, que la aristocracia del Imperio Antiguo - a pesar del grado en el que contribuyeron, como grupo social, al proceso de cambio en la estructura política del país – aún se sintiese ligada a la Corona. Si se sigue el rastro de estos nuevos desarrollos, podremos llegar a disponer de juicios introspectivos de las relaciones entre las condiciones sociales y los desarrollos políticos durante el Primer Período Intermedio.
EL CASO ANKHTIFI: CRISIS, CUIDADO, Y PODER
Ankhtifi, un nomarca de los nomes 3º y 2º del Alto Egipto de principios del período de Heracleópolis, personifica el nuevo tipo de gobernante local que emerge durante el Primer Período Intermedio. Su texto autobiográfico, inscrito en los pilares de su tumba rupestre, cerca de el-Mo’alla, a unos 30 km al sur de Tebas, es uno de los ejemplos más espectaculares de su género que nos ha legado el Antiguo Egipto. Proporciona una guía ideal para los grandes tópicos de la época y, de modo convincente, evoca la atmósfera política del sur del Alto Egipto durante el Primer Período Intermedio.
Como “Gran Jefe Supremo” de los nomes de Edfu y Hierakonpolis, y “Supervisor de Sacerdotes”, Ankhtifi, ostentó simultáneamente cargos, tanto religiosos como seculares, en la administración provincial del Imperio Antiguo. De hecho, esta combinación de cargos era típica de los dirigentes locales - en gran parte independientes - durante el Primer Período Intermedio.
Los dos acontecimientos cruciales en la carrera política de Ankhtifi fueron su intervención para pacificar y reorganizar el nome de Edfu, y su expedición militar contra el nome tebano donde sus oponentes, una coalición de tebanos y koptitas (de Koptos) se negaba a presentar batalla. Todo ello fue, en esencia, mera política, y si leemos entre líneas, es probable que ni siquiera tuviese demasiado éxito.
Es curioso, por ejemplo, que no aparecen sucesores conocidos de Ankhtifi en su rol de semi-independiente dirigente de los nomes más meridionales. Con todo, la inscripción proclama su gloria sin el menor indicio de falsa modestia. El texto completo que aparece en el original, obviamos reproducir aquí por ser excesivamente largo.
La crisis económica constituye uno de los grandes tópicos en los textos de la época. Los magnates locales estaban acostumbrados a alardear de poder alimentar a su propia ciudad mientras que el resto del país moría de hambre. Estas informaciones han causado un gran impacto en lectores modernos, hasta el punto de que las hambrunas y las crisis económicas han sido con frecuencia consideradas como sello de identidad de este período.
Se ha incluso argumentado que las calamitosas consecuencias de las repetidas bajadas del caudal de El Nilo - resultado de los cambios climáticos - fueron las responsables de la caída del Imperio Antiguo. No existe la menor duda que estos textos se ajustan a los hechos. Esto resulta evidente cuando se hace referencia a la hambruna en contextos menos grandiosos. Un empleado de un Supervisor de Sacerdotes koptita, por ejemplo, nos cuenta: “Me quedé en el portal de su Excelencia, el Superivisor de Sacerdotes, Djefy, repartiendo grano a los habitantes de toda la ciudad como ayuda a paliar las consecuencias de los dolorosos años de hambruna”.
Queda aún por considerar seriamente hasta qué punto esta situación fue específica del Primer Período Intermedio. De hecho, se carece de pruebas independientes que confirmen los cambios climáticos durante este período. Por el contrario, los datos disponibles parecen sugerir que la “Fase Húmeda del Neolítico” habría ya acabado durante el Imperio Antiguo, lo que supondría condiciones climatológicas más secas en las zonas desérticas adyacentes, a la vez que la puesta en marcha de un proceso general de adaptación a los nuevos niveles de crecidas anuales de El Nilo.
Estos cambios ambientales no dejaron huellas de que hubiesen afectado entonces al desarrollo de la civilización faraónica, lo que cuestiona cualquier conexión con el Primer Período Intermedio. Recientes observaciones arqueológicas en Elefantina, parecen incluso indicar que Egipto estuvo experimentando niveles de inundación ligeramente superiores a la media durante el Primer Período Intermedio.
Si se considera la regularidad y la variación del las crecidas de El Nilo a largo plazo, es evidente que el fantasma de la hambruna y su relación con el río Nilo tienen que haber supuesto, en años puntuales, una continua obsesión para los egipcios y, en mayor o menor medida, tiene que haberlo sido también durante todos los períodos de la historia de Egipto. Así que para comprender la prominencia de este tema en los textos del Primer Período Intermedio es, por tanto, esencial situarlo en un contexto literario mucho más amplio.
La frase que encabeza el relato de Ankhtifi es muy típica. Es una de esas frases del repertorio de los textos autobiográficos de los altos dignatarios del Imperio Antiguo haciendo valer su integridad moral.
Durante el Primer Período Intermedio, el principio del "cuidado al más desfavorecido" estaba altamente considerado. En estos tiempos, los hombres poderosos estaban dispuestos a intervenir en la sociedad cuándo y dónde la necesidad lo requiriese; ya fuese a consecuencia de problemas económicos, crisis políticas o infortunios individuales.
Los gobernantes provinciales no se limitaban a dar cobijo y mantener a unas cuantas familias como un padre haría con la suya, sino que se responsabilizaban de toda la sociedad, ya fuese la población de su ciudad, o la del nome o nomes que gobernaban.
El mensaje era bien claro: La gente se sentía desamparada sin sus gobernantes. Solos, serían incapaces de enfrentarse a los azares de la vida. No hace falta decir que el rol benefactor del gobernante llevaba inherente su autoridad, como Ankhtifi bien señala: “A todo aquel que yo tienda mi mano, ningún mal le puede sobrevenir, por estar mis razones plenas de experiencia y mis planes plenos de bondades. Pero aquel ignorante, aquel desgraciado, que se oponga a mí, verá recaer mis represalias contra sus propiedades”.
En el Primer Período Intermedio, es evidente que las crisis llegaron a ser socialmente significativas en contextos en los que el poder personal y la dependencia social podían ser legitimados, y quizás esta observación nos permita, en sobremanera, encontrar una explicación de porqué el tema de la hambruna y el sustento significaba tanto para los magnates locales de la época.
Y en el hilar de los temas, va tomando realidad el estado egipcio durante este Primer Período Intermedio; obviando dramatismos y sopesando realidades.
Uno de los aspectos más intrigantes de la arqueología del Primer Período Intermedio es la variación estilística entre diferentes regiones. Mientras que las diferencias entre los estilos de cerámica del norte y del sur de Egipto están bien definidas, las cosas están menos claras en lo que respecta a la diferencia entre la cerámica de diferentes regiones, dentro del propio Alto Egipto, o las variaciones regionales con relación a otros tipos de artefactos.
De hecho, algunos tipos de objetos aparentan haber sido más afectados por las variaciones regionales que otros, y parece que la cultura del material egipcio, en general, no habría acabado fraccionada en una serie de desconectadas variantes locales.
Sin embargo, hay un aspecto de la variación regional que parece tener un especial significado. Durante todo el Imperio Antiguo, la arquitectura de tumbas-mastaba en el Alto Egipto siguió unas pautas uniformes y un continuo patrón de evolución. Pero, durante la Dinastía VI y el Primer Período Intermedio, surgen diferentes tradiciones locales en la construcción de tumbas. Ejemplos de estos estilos de arquitectura locales incluyen las tumbas-saff de Tebas, que se comentarán más adelante, y las tumbas-mastaba con fachadas en hornacina y largos e inclinados corredores de acceso que conducen a las cámaras subterráneas, que se han encontrado en Dendera.
Estos tipos locales son tan diferentes de los principales estilos arquitectónicos de los períodos más tempranos, que el cambio no puede explicarse simplemente en términos de la evolución de las tradiciones de los talleres locales. Más bien parece probable que estas innovaciones arquitectónicas hubiesen sido deliberadamente introducidas por las élites locales con objeto de expresar su propia identidad regional.
SOCIEDAD Y GOBIERNO
Incluso este breve análisis del material arqueológico proporciona suficientes indicios de un cambio que tendría lugar en las provincias - de imprevisibles consecuencias - durante el tardío Imperio Antiguo y el Primer Período Intermedio. En el actual estado de la investigación, el significado de muchos de los fenómenos arqueológicos considerados, así como de los mecanismos que los originaron, aún no se conocen bien.
Ya nuestro conocimiento actual parece sugerir que, corrientes internas de cambio y poderosas influencias externas - en particular el impacto de las políticas provinciales del Imperio Antiguo - influyeron para la eventual evolución hacia una mayor complejidad cultural, económica y social en todo el país.
Estos desarrollos afectarían de forma inevitable a todo el sistema político: Las tensiones entre el Centro y las provincias crecieron en importancia, y la nobleza provincial que ocupaba una posición privilegiada entre la Corte y los grupos locales, consiguió hacerse con nuevas opciones para actuar de una forma independiente, a la vez que se veía obligada a mediar en intereses en clara competencia.
De esta situación surge el interrogante de conocer las formas en que la organización e ideología del gobierno consiguieron adaptarse a las condiciones sociales y culturales por todos los rincones del país.
Durante el Imperio Antiguo, los distritos de provincia eran normalmente gestionados - aunque no siempre - por una administración a dos niveles. Los “Supervisores de Sacerdotes” de los cultos locales eran importantes por el papel que representaban sus templos como nudos de la red de administración económica, pero el cargo principal lo ostentaba el Jefe Supremo del nome, que con frecuencia se trascribe como nomarca.
Es importante el darse cuenta, no obstante, de que el final del Imperio Antiguo no lo trajo el aumento de poder de las grandes familias de nomarcas. De hecho, durante el Primer Período Intermedio aparecieron nuevas líneas de magnates locales. Es, pues, más que probable, que la aristocracia del Imperio Antiguo - a pesar del grado en el que contribuyeron, como grupo social, al proceso de cambio en la estructura política del país – aún se sintiese ligada a la Corona. Si se sigue el rastro de estos nuevos desarrollos, podremos llegar a disponer de juicios introspectivos de las relaciones entre las condiciones sociales y los desarrollos políticos durante el Primer Período Intermedio.
EL CASO ANKHTIFI: CRISIS, CUIDADO, Y PODER
Ankhtifi, un nomarca de los nomes 3º y 2º del Alto Egipto de principios del período de Heracleópolis, personifica el nuevo tipo de gobernante local que emerge durante el Primer Período Intermedio. Su texto autobiográfico, inscrito en los pilares de su tumba rupestre, cerca de el-Mo’alla, a unos 30 km al sur de Tebas, es uno de los ejemplos más espectaculares de su género que nos ha legado el Antiguo Egipto. Proporciona una guía ideal para los grandes tópicos de la época y, de modo convincente, evoca la atmósfera política del sur del Alto Egipto durante el Primer Período Intermedio.
Como “Gran Jefe Supremo” de los nomes de Edfu y Hierakonpolis, y “Supervisor de Sacerdotes”, Ankhtifi, ostentó simultáneamente cargos, tanto religiosos como seculares, en la administración provincial del Imperio Antiguo. De hecho, esta combinación de cargos era típica de los dirigentes locales - en gran parte independientes - durante el Primer Período Intermedio.
Los dos acontecimientos cruciales en la carrera política de Ankhtifi fueron su intervención para pacificar y reorganizar el nome de Edfu, y su expedición militar contra el nome tebano donde sus oponentes, una coalición de tebanos y koptitas (de Koptos) se negaba a presentar batalla. Todo ello fue, en esencia, mera política, y si leemos entre líneas, es probable que ni siquiera tuviese demasiado éxito.
Es curioso, por ejemplo, que no aparecen sucesores conocidos de Ankhtifi en su rol de semi-independiente dirigente de los nomes más meridionales. Con todo, la inscripción proclama su gloria sin el menor indicio de falsa modestia. El texto completo que aparece en el original, obviamos reproducir aquí por ser excesivamente largo.
La crisis económica constituye uno de los grandes tópicos en los textos de la época. Los magnates locales estaban acostumbrados a alardear de poder alimentar a su propia ciudad mientras que el resto del país moría de hambre. Estas informaciones han causado un gran impacto en lectores modernos, hasta el punto de que las hambrunas y las crisis económicas han sido con frecuencia consideradas como sello de identidad de este período.
Se ha incluso argumentado que las calamitosas consecuencias de las repetidas bajadas del caudal de El Nilo - resultado de los cambios climáticos - fueron las responsables de la caída del Imperio Antiguo. No existe la menor duda que estos textos se ajustan a los hechos. Esto resulta evidente cuando se hace referencia a la hambruna en contextos menos grandiosos. Un empleado de un Supervisor de Sacerdotes koptita, por ejemplo, nos cuenta: “Me quedé en el portal de su Excelencia, el Superivisor de Sacerdotes, Djefy, repartiendo grano a los habitantes de toda la ciudad como ayuda a paliar las consecuencias de los dolorosos años de hambruna”.
Queda aún por considerar seriamente hasta qué punto esta situación fue específica del Primer Período Intermedio. De hecho, se carece de pruebas independientes que confirmen los cambios climáticos durante este período. Por el contrario, los datos disponibles parecen sugerir que la “Fase Húmeda del Neolítico” habría ya acabado durante el Imperio Antiguo, lo que supondría condiciones climatológicas más secas en las zonas desérticas adyacentes, a la vez que la puesta en marcha de un proceso general de adaptación a los nuevos niveles de crecidas anuales de El Nilo.
Estos cambios ambientales no dejaron huellas de que hubiesen afectado entonces al desarrollo de la civilización faraónica, lo que cuestiona cualquier conexión con el Primer Período Intermedio. Recientes observaciones arqueológicas en Elefantina, parecen incluso indicar que Egipto estuvo experimentando niveles de inundación ligeramente superiores a la media durante el Primer Período Intermedio.
Si se considera la regularidad y la variación del las crecidas de El Nilo a largo plazo, es evidente que el fantasma de la hambruna y su relación con el río Nilo tienen que haber supuesto, en años puntuales, una continua obsesión para los egipcios y, en mayor o menor medida, tiene que haberlo sido también durante todos los períodos de la historia de Egipto. Así que para comprender la prominencia de este tema en los textos del Primer Período Intermedio es, por tanto, esencial situarlo en un contexto literario mucho más amplio.
La frase que encabeza el relato de Ankhtifi es muy típica. Es una de esas frases del repertorio de los textos autobiográficos de los altos dignatarios del Imperio Antiguo haciendo valer su integridad moral.
Durante el Primer Período Intermedio, el principio del "cuidado al más desfavorecido" estaba altamente considerado. En estos tiempos, los hombres poderosos estaban dispuestos a intervenir en la sociedad cuándo y dónde la necesidad lo requiriese; ya fuese a consecuencia de problemas económicos, crisis políticas o infortunios individuales.
Los gobernantes provinciales no se limitaban a dar cobijo y mantener a unas cuantas familias como un padre haría con la suya, sino que se responsabilizaban de toda la sociedad, ya fuese la población de su ciudad, o la del nome o nomes que gobernaban.
El mensaje era bien claro: La gente se sentía desamparada sin sus gobernantes. Solos, serían incapaces de enfrentarse a los azares de la vida. No hace falta decir que el rol benefactor del gobernante llevaba inherente su autoridad, como Ankhtifi bien señala: “A todo aquel que yo tienda mi mano, ningún mal le puede sobrevenir, por estar mis razones plenas de experiencia y mis planes plenos de bondades. Pero aquel ignorante, aquel desgraciado, que se oponga a mí, verá recaer mis represalias contra sus propiedades”.
En el Primer Período Intermedio, es evidente que las crisis llegaron a ser socialmente significativas en contextos en los que el poder personal y la dependencia social podían ser legitimados, y quizás esta observación nos permita, en sobremanera, encontrar una explicación de porqué el tema de la hambruna y el sustento significaba tanto para los magnates locales de la época.
Y en el hilar de los temas, va tomando realidad el estado egipcio durante este Primer Período Intermedio; obviando dramatismos y sopesando realidades.
Y así, en la “Hoja Suelta” que sigue, nos vamos a adentrar, de nuevo, en otros tópicos, dentro aún, claro está, de este Capítulo 6, de la mano de nuestro ya familiar guía, el Doctor Stephen Seidlmayer
Rafael Canales
En Benalmádena-Costa, a 3 septiembre de 2009.
Bibliografía
“The Enciclopedia of Ancient Art”. Helen Strudwick, Amber Books, 2007-2008.
“Ancient Egypt, Anatomy of a Civilization”. Barry J. Kemp, Routledge, 2006.
“Ancient Egypt. A Very Short Introduction”. Ian Shaw. Oxford University Press, 2004
“The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw, Oxford University Press, 2003.
“Antico Egitto”. Maria Cristina Guidotti y Valeria Cortese, Giunti Editoriale, Florencia-Milán, 2002.
“Historia Antigua Universal. Próximo Oriente y Egipto”. Dra. Ana María Vázquez Hoys, UNED, 2001.
“British Museum Database”.
Rafael Canales
En Benalmádena-Costa, a 3 septiembre de 2009.
Bibliografía
“The Enciclopedia of Ancient Art”. Helen Strudwick, Amber Books, 2007-2008.
“Ancient Egypt, Anatomy of a Civilization”. Barry J. Kemp, Routledge, 2006.
“Ancient Egypt. A Very Short Introduction”. Ian Shaw. Oxford University Press, 2004
“The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw, Oxford University Press, 2003.
“Antico Egitto”. Maria Cristina Guidotti y Valeria Cortese, Giunti Editoriale, Florencia-Milán, 2002.
“Historia Antigua Universal. Próximo Oriente y Egipto”. Dra. Ana María Vázquez Hoys, UNED, 2001.
“British Museum Database”.
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