viernes, 14 de noviembre de 2008

El ba, el ka, el akh, el Nombre y la Sombra

Detalle del ataud de Seni, mostrando un jeroglífco que representa al pájaro-akh crestado. Imperio Medio, hacia 2.000 a.C., madera pintada, 15cm de altura.
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Nunca he llegado a ver con claridad diáfana, yo diría que ni siquiera con cierta claridad, el significado de estos conceptos egipcios, sus funciones, y sus manifestaciones.

Así que abusemos, una vez más, de la oportunidad que me brindan estas “Hojas Sueltas” para reflexionar e intentar, por interés propio y la esperanza de que también lo sea ajeno, plasmar dichos conceptos de una forma más gráfica y ordenada, analizarlos, y apreciar así sus interacciones. Entorpece la tarea las discrepancias y poco rigor en sus definiciones con que me he topado. Más aún al tratarse de conceptos que abarcan diversos planos semánticos.

Empecemos, pues, por el principio, realizando una dicotomía del Individuo en sus aspectos físico y metafísico.

Los Egipcios consideraban al Individuo compuesto de cinco elementos esenciales y distintos:

El Cuerpo, el Ba, el Ka, el Nombre y la Sombra.

Del primero, poco hay que hablar. Se trata del cuerpo físico del Individuo.
Los dos últimos son de sobra conocidos, pero aclararemos su significado en un contexto determinado.
El ba, simplifiquemos por el momento, representa la Personalidad del Individuo.
El ka, de igual forma, representa su Vitalidad.

Dicho esto, cuando el Individuo fallecía, para garantizar la supervivencia del Cuerpo en la otra vida, había de re-unirse – pues habían estado ya unidos en vida – a su ba, cada noche.
El ba, a su vez, se re-unía al ka, con lo que el fallecido se transformaba en akh, o “Ser Luminoso”, que perduraría inalterable eternamente; concepto nuevo éste que aparece y que definiremos con más amplitud en su momento, junto al ba y al ka.

En cuanto a sus respectivas representaciones:
El ba aparece normalmente representado por un pájaro con cabeza y brazos humanos; en especial en las tumbas del Imperio Nuevo.
El ka lo hace mediante un jeroglífico que representa unos brazos alzados formando una U.
El akh, o más bien la palabra akh, por una ibis encrestada.

EL BA

El ba, sin una traducción concreta consensuada, tiene similitudes con nuestro concepto de la Personalidad ya que abarca todos los atributos físicos que hacen del ser humano único. Pero también se relaciona con la fuerza y alcanza también a los dioses, e incluso a objetos inanimados. El término ba podría incluso describirse como la manifestación física de ciertos dioses, como es el caso del Toro Apis. De hecho, los Egipcios consideraban las aves migratorias como reencarnaciones del ba que volaban libremente de la tumba al Inframundo.

Para que los cuerpos de los muertos sobreviviesen en la otra vida, tenían pues que re-uniese a su ba, cada noche, de ahí que en el Spell 89 del Libro de los Muertos se recomendase la colocación de un ba de oro en el pecho de la momia para facilitar así esa re-unión. Y muy lejos de corresponder con el concepto occidental moderno de “espíritu” por el que a veces se le traduce, el ba está más bien ligado al cuerpo físico, hasta el punto de que se le consideraba con las mismas apetencias físicas que el propio cuerpo, como podían ser la comida, la bebida e incluso las satisfacciones sexuales. Los dioses y los reyes disponían de un sinnúmero de bas en los que se exteriorizaba su poder. En cuanto al propio difunto, el ba aparece como la personificación de todas sus fuerzas vitales que, a diferencia de la momia, constituyen su elemento activo, dotado a la vez de una total libertad de movimientos. El ba del difunto reside en el cielo, pero también vuelve periódicamente a la tierra, a su tumba, a alimentarse de las ofrendas. El pájaro ba es incorporado a la decoración de los ataúdes privados de la Dinastía XXI en adelante.

EL KA

El ka, al igual que el ba, carece de una traducción exacta. La usaban los Egipcios para describir la fuerza generadora de vida de cada individuo; tanto humano como divino. Se le consideraba como el principal ingrediente para diferenciar a la persona viva de la muerta, de ahí que, a veces se tradujese, por “sustento”. Nacía con el Individuo y, a partir de entonces, hacía las funciones de “doble” suyo. En el arte funerario aparecía, a veces, como una figura más pequeña, de píe, junto a la del viviente. El ka, como se ha dicho, se consideraba como el portador de las fuerzas generadoras y vivificantes, pero también como símbolo de la vitalidad ininterrumpida que se transmite de generación en generación. Empezaba a existir en el momento del nacimiento y seguía existiendo en el más allá después de su muerte.

Cuando un individuo fallecía, el ka continuaba viviendo por lo que requería el mismo “sustento” que el ser humano había disfrutado durante su vida, de ahí que se le proveyese de ofrendas auténticas de alimento, o bien mediante su representación en las paredes de las tumbas, todo ello mediante la invocación de la Fórmula de las Ofrendas directamente dirigidas al ka. Se daba por hecho que el ka realmente no consumiría los alimentos pero sí asimilaría la fuerza generadora que poseían. Estas eran las ofrendas que solían colocarse en las tumbas ante la Falsa Puerta.

EL AKH

Denominación dada al espíritu del difundo que estaba dotado de poderes mágicos. Cada muerto, rey o vasallo, aspiraba a seguir existiendo en el más allá celestial encarnado en la forma deificada de un akh. El akh no constituye, pues, en mi modesta opinión, “uno de los cinco (ya serían seis) elementos principales que los Egipcios consideraban necesarios para formar la personalidad del Individuo”, como aparece definido en un prestigioso diccionario de Egiptología, obra de también prestigiosos autores, de cuyo título no puedo acordarme. A mi entender, El akh, “ser luminoso divino”, “iluminado”, es el resultado, como se ha dicho ya, de la re-unión del ba y del ka en el momento de la muerte del Individuo; es, por lo tanto, consecuencia de aquella y no parte de éste antes de fallecer; el ba y el ka van ligados a su nacimiento; el akh a su muerte. Estaba considerado como la forma en que el muerto, ya bendito, habitaba en el Inframundo como unión, ahora sí, de su ba y de su ka. Una vez creado, su vida sería eterna e inalterable.

EL NOMBRE

Para los Egipcios, el Nombre era considerado un elemento tan esencial para todo ser humano como el ba o el ka para poder sobrevivir como Individuo. Con frecuencia se tomaban los nombres de soberanos del momento, e incluso de algún dios local, por lo que el nombre, a veces, podía servir para fijar fechas u orígenes geográficos, e incluso la procedencia de la persona que lo tenía. La conocida como Teoría Menfita nos permite evaluar la importancia para los Egipcios de palabras y nombres, no ya como símbolos abstractos sino como manifestaciones físicas de ciertos fenómenos.

Como elemento esencial del ser humano, el nombre había que asignarse inmediatamente al nacer ya que, de no ser así, el Individuo podría ver abocado incluso a no alcanzar su propia Existencia. Su importancia simbólica era tal que, borrar de los monumentos nombres, tanto de personas como de reyes, equivalía a la total desaparición de su recuerdo y, por tanto, de su propia existencia. Por el contrario, y curiosamente, añadir un nombre nuevo a un relieve o a una estatua existente se consideraba como una “usurpación” que permitía, sin embargo, al nuevo propietario adquirir su personalidad y su esencia, independientemente de su apariencia física.

Y ya en el terreno puramente doméstico, al nacer una persona, la madre, convencida de que la vulnerabilidad, el Talón de Aquiles, del ser humano radicaba en su propio nombre, le daba uno que sólo ella conocía para evitar así posibles manipulaciones mágicas contra su persona.

Recordemos que cuando el dios Sol Ra fue mordido por una serpiente, Isis, “La Grande de la Magia”, se ofreció para curarle con la condición de que le desvelase su nombre secreto. Una vez desvelado, se convirtió en “Señora de los dioses que conoce a Ra por su propio nombre”. Luego se lo pasó a su hijo Horus dotándolo así de grandes poderes.

LA SOMBRA

Y para completar este cuidadoso desgrane de conceptos, tenemos la Sombra que, como hemos visto, estaba igualmente considerada por los Egipcios como uno de los cinco elementos esenciales del Individuo, al que había que proteger de todo mal.

Los textos literarios describen la Sombra como una entidad provista de fuerza y capacidad para moverse a gran velocidad. Pero la palabra egipcia para “sombra” tiene también connotaciones de sombra en el sentido de “protección”, de ahí que al Faraón generalmente se le representase bajo la sombra de una pluma o de un gran abanico de plumas. Las escenas pintadas que decoran las tumbas reales del Valle de los Reyes muestran, por otra parte, la sombra que genera el Sol a su paso por el Inframundo, y se creía en la fuerza que transmitía a aquellos sobre los que caía. En la ciudad de El-Amarna se levantaba un tipo especial de altar dedicado a Aton, conocido como shwt-Ra (El Quitasol)

Y con esto acabo este ejercicio encaminado, como decía al principio, a desglosar, desgranar o desgajar cada uno de los componentes del Individuo de acuerdo con las creencias del Antiguo Egipto. He querido aclarar conceptos, manifestaciones y funciones de una forma más ordenada que las por mí conocidas hasta el momento. Para facilitar su visión conjunta, he intentado hacerlo siguiendo mentalmente el esquema de un cuadro sinóptico con los que siempre he trabajado en mis estudios cuando he querido “ver” algo y “retenerlo”. Para mí creo haberlo conseguido. Espero que ayude a otros. Y al resto, mis disculpas si les he aburrido.


Rafael Canales


Benalmádena-Costa, a 14 de noviembre de 2008

Bibliografía:

"Atico Egitto". María Cristina Guidotti, Valeria Cortese
Giunti Editoriale, Firenze-Milano, 2002
"Egipto. El Mundo de los Faraones". Regine Schulz, Matthias Seidel. Editorial Könemann, Colonia, 1997
"Ancient Egypt". Lionel Casson,Time-Life International (Netherlands) N.V., 1966
"The Egyptian Gods and Myths". Angela P. Thomas
Shire Publications Ltd, 2001
"The British Museum Dictionary of Ancient Egypt". Ian Shaw, Paul Nicholson. The British Museum Press, 2003

4 comentarios:

f@n@nim@tic dijo...

Me parece muy seductor el tema del
egipto antigüo y el entender un poco mejor los conceptos más escenciales de la sociedad egipcia me facilita mi estudio de la misma, así que gracias por publicar esta "Hoja suelta".

Marina dijo...

Gracias por la explicación, muy útil e interesante.
Ahora voy a indagar un poco +
XD

Unknown dijo...

La verdad que el Ka si tiene una traducción y un concepto fácilmente reconocible.
Si el Ba es el equivalente egipcio a nuestro concepto del Alma, en nuestra mitología judeocristiana (plagiada de esta básicamente ya que nació en realidad allí)
El Ka sería el Espíritu, el soplo de vida insuflado por Dios, una fuerza divina de vida.
El alma no es lo mismo que el espíritu. El cuerpo necesita el espíritu para funcionar, de manera muy parecida a como un aparato de radio necesita la electricidad.

Eclesiastés 12:7 dice que, al morir el hombre, “el polvo [del cuerpo] vuelve a la tierra justamente como sucedía que era, y el espíritu mismo vuelve al Dios verdadero que lo dio”. Cuando el espíritu, o fuerza vital, abandona el cuerpo, este muere y regresa a su origen: la tierra. De igual modo, la fuerza vital regresa a su origen: Dios (Job 34:14, 15; Salmo 36:9). Pero esto no quiere decir que la fuerza vital realmente viaje hasta el cielo. Más bien, significa que, cuando alguien muere, es Jehová quien decide si vivirá o no en el futuro.

Anónimo dijo...

hablar de un tema como egipto empiezan los ciegos fanaticos a citar salmos y cosas, y mensionar a jeova, que nada tiene que ver con esto. es el nivel de ajugeros que tiene el cerebro como un quezo suizo, de tanta basura que les meten desde el nacimiento.

y por otro lado, todo esta equivocado, todas las fuestes ortodoxax de egiptoloos, entonces si todo esta dañado como es posible basar nuestros estudios en algo dañado (es que lo dice budge wallis, o lo dice tal o tal otro), nadie puede penetrar en tales misterios, nadie, ni siquiera rasguñar algo.