miércoles, 29 de julio de 2009

El Imperio Antiguo (c.2.686-2.160 A.C.) 5/6.- La Dinastía V.




Falsa Puerta en caliza de Kahihap, funcionario menor, a pesar de su titularidad tan pompósamente atribuida como “Confidente del Faraón”, y otras. La puerta, con decoración muy elaborada, es inusual por el exagerado número de figuras que aparecen en ella. Es lo único que queda de su capilla-tumba de Saqqara. Las figuras aún conservan mucho color rojo y amarillo. Dinastía V.



LA DINASTÍA V

La explicación que da el Papiro Westcar sobre los orígenes de la Dinastía V puede contrastarse con evidencias contemporáneas procedentes de los reinados de los faraones Sahura y Neferirkara. A la Reina Khentikawes se la identifica por un único título que aparece en su tumba-mastaba en Giza: “Madre de los dos faraones del Alto y el Bajo Egipto”. El mismo título aparece en su pirámide recientemente descubierta por egiptólogos checos, situada junto a la de Neferirkara, en Abusir. Si la Khentikawes de Giza y la Khentikawes de Abusir son la misma persona, los dos hijos a los que se refiere su titularidad serían el faraón Sahura, Horus Nebkhau, 2.487-2.475 A.C. y el faraón Neferirkara (Kakai), Horus Userkhau, 2.475-2.455, y el Papiro Westcar sería, parcialmente, correcto.

Las pirámides de estos dos faraones están en Abusir, al igual que las de todos los faraones que construyeron templos solares y, probablemente también la de Shepseskara (2.455-2.448 A.C.) La calzada elevada que conecta el templo del valle con el de la pirámide del complejo piramidal de Sahura, estaba decorada con relieves muy logrados que anticipaban los más conocidos del faraón Unas (2.375-2.345 A.C.) Estos faraones de Abusir formaban un grupo muy unido y sus monumentos muestran muchas similitudes.

El templo piramidal de Neferirkara ha aportado el conjunto de papiros administrativos más importantes del Imperio Antiguo, pues arrojan nueva luz sobre el funcionamiento día a día del establecimiento piramidal, a la vez que incluye registros detallados de los productos que recibía, listas de sacerdotes de guardia, inventarios del equipamiento, y cartas. El complejo piramidal, no obstante, se quedó a medio terminar, y su templo del valle y la calzada elevada fueron después incorporados por el faraón Nyuserra a su propio complejo.

El faraón Shepseskara, Horus Sekhemkhau (2.455-2.448 A.C.), es el más efímero del grupo de Abusir de cuyo templo solar aún no se ha encontrado evidencia textual o arqueológica alguna, quizás debido a la brevedad de su reinado. El del faraón Raneferef (Isi), Horus Neferkhau (2.448-2.445 A.C.), fue incluso más corto. Aunque su pirámide no progresó más allá de sus inicios, el templo piramidal ha aportado recientemente papiros comparables a los encontrados en el templo de Neferirkara.

El templo solar del faraón Nyuserra (Iny), Horus Setibtawi (2.445-2.421 A.C.), está en Abu Gurab, al norte de Abusir. El último faraón que construyó un templo solar fue Menkauhor (Ikauhor), Horus Menkhau (2.421-2.414 A.C.) Su pirámide aún no ha sido localizada, pero la tumba de sus sacerdotes y otras indicaciones sugieren que puede estar oculta bajo la arena en algún lugar al sur de Abusir, o en Saqqara Norte.

El hecho más llamativo en la Administración durante este período fue la retirada de los miembros de la familia real de los altos cargos. Otro hecho a destacar fue la forma tan habilidosa con que los templos solares fueron incorporados al sistema económico del país.

Algunos de los nombramientos del sacerdocio en los templos solares eran puramente nominales, y habían sido creados con objeto de permitir al titular beneficiarse de las prebendas derivadas de dichos puestos; que puede que incluyesen los mencionados contratos de arrendamiento ex officio.

Lo mismo se puede decir de los nombramientos del personal de los establecimientos piramidales. De hecho, no existía ningún antagonismo evidente entre las demandas del mundo de los dioses y de los muertos, y las necesidades de los vivos. Uno bien puede visualizar un sistema en el que la mayoría del producto nacional, en teoría, se destinase para satisfacer las necesidades de los faraones fallecidos, las de sus templos solares, y las de las capillas de los dioses locales, pero que, de hecho, a la vez sirviese para mantener a la gran mayoría de la población egipcia.

Las creencias religiosas de los antiguos egipcios eran localmente diversas, y socialmente estaban estratificadas. Prácticamente cada lugar del país tenía su propio dios local que para sus habitantes constituía la deidad más importante, por lo que la ascensión del Dios Ra a la categoría de Dios Estatal les afectaba poco. Eso sí, los anales confirman que los faraones empezaron a preocuparse más por los dioses locales de todo el país, mediante donaciones, con frecuencia de tierras, o eximiéndoles de impuestos y del trabajo forzado.

Continuaron las expediciones a los lugares tradicionales fuera de Egipto, que traían turquesas y cobre de Wadi Maghara, en tiempos de Sahura, Nyuserra y Menkauhor, y de Wadi Kharit, en tiempos del faraón Sahura, en el Sinaí, y gneiss de las canteras del noroeste de Abu Simbel, también durante el reinado del faraón Sahura.

Durante su reinado, hay una referencia a una expedición para obtener mercancías exóticas, tales como malaquita, mirra y electro, aleación de plata y oro, a Punt, país africano situado entre la parte alta de El Nilo y la costa somalí.

Los contactos con Byblos se mantuvieron en tiempos de los faraones Sahura, Nyuserra y Neferirkara. Sin embargo, el descubrimiento de objetos con el nombre de varios faraones de la Dinastía V cerca del Mar de Mármara, es algo ambiguo.

La Dinastía V experimentó un aumento del número de sacerdotes y funcionarios capacitados para proteger las tumbas con su propio esfuerzo. Algunas de estas mastabas estaban entre las mayores y mejor decoradas del Imperio Antiguo, como es el caso de las tumbas de Ty, en Saqqara, y de Ptahshepses, en Abusir; ambas probablemente del reinado del faraón Nyuserra. Muchas de ellas están ubicadas en cementerios de provincia, más que en las proximidades de las pirámides reales.

Ese relajamiento de la dependencia del favor real estuvo, lógicamente, acompañado de una mayor variedad en las formas y en la calidad artística de las estatuas y relieves.

Los textos “autobiográficos” que aparecen en estas tumbas, proporcionan una nueva percepción de la sociedad contemporánea. En su mayoría, se trata de frases convencionales, y en menor grado, de tópicos corrientes, con frecuencia relacionados con la relación del propietario de la tumba con el faraón. Estas tendencias continuarían durante el resto del Imperio Antiguo.

LOS FARAONES DE LOS TEXTOS DE LAS PIRÁMIDES

Los presagios estaban ya en el aire a la muerte del faraón Menkauhor, aunque los matices se nos escapan. Una etapa de estandarización y racionalización impregnaron las actividades de construcción reales.

Los sucesores del faraón Menkauhor no construyeron templos solares aunque la situación del Dios Ra permaneció inalterada. El largo reinado del faraón Djedkara (Isesi) Horus Djedkhau (2.414-2.375 A.C.) enlaza el grupo de faraones de Abusir con los siguientes. Algunos de sus funcionarios se enterraron en la necrópolis de Abusir, lo que apunta a una continuidad más que a una ruptura, pero la pirámide del faraón está al sur de Saqqara. Sus modestas dimensiones, 78’50m² de planta y 52’50m de altura, con la excepción de su inmediato sucesor el faraón Unas, fueron adoptadas por los restantes gobernantes más importantes del Imperio Antiguo: Teti, Pepy I, Merenra y Pepy II.

Las "Máximas de Ptahhotep", una obra literaria mayor del Imperio Antiguo, que resume las reglas de conducta a seguir por un cargo público para tener éxito, se atribuye al visir del faraón Djedkara.

El reinado del faraón Unas, Horus Wadj-tawy (2.375-2345 A.C.) también fue largo. Su pirámide está en la esquina suroeste del recinto de Djoser, pero es incluso más pequeña que la de sus predecesores. Su larga calzada elevada que se extiende a lo largo de casi 700 metros estuvo en un principio decorada con escenas impresionantes, ahora muy resquebrajadas, que superaron los métodos estereotipados de expresión de la realeza egipcia, o al menos les infundieron un toque original.

Incluían registros de acontecimientos del reinado del faraón Unas, como el transporte de columnas desde las canteras de Aswan al complejo piramidal del faraón. Pero la principal innovación de la pirámide de Unas, una que sería característica de las restantes pirámides del Imperio Antiguo, incluyendo las de algunas reinas, fue la primera aparición de los famosos “Textos de las Pirámides”, esculpidos en las paredes de su cámara funeraria, y en otros lugares de su interior.

Los "Textos de las Pirámides” representan la mayor composición religiosa conocida del Antiguo Egipto; algunos de sus elementos se crearon mucho antes del reinado de Unas y trazan el desarrollo del pensamiento religioso egipcio desde tiempos predinásticos.

Al fallecido faraón Unas se le identifica con el Dios Osiris y se le menciona como Osiris Unas. La religión osiriana es, con mucho, la más importante en los Textos de las Pirámides, pero también hay cabida para ideas asociadas con el Dios Sol, así como también para conceptos de orientación estelar y algunos más, probablemente aún más antiguos.

No obstante, la complejidad de los Textos hace que la interpretación de los ensalmos de forma individual se haga difícil, y lo que es la comprensión de la relación mutua con su todo, aún más ardua.

La razón de su presencia dentro de la pirámide era la de proporcionar al fallecido faraón con textos que se consideraban sagrados y esenciales para su supervivencia y bienestar en el Más Allá. Probablemente, su mera presencia se consideraba suficiente para hacerlos efectivos. Aunque la distribución de los Textos dentro de la propia estructura no es accidental, es poco probable que estuviesen relacionados con un acontecimiento tan fugaz y pasajero como un funeral.

La creencia de que después de la muerte el fallecido entraba en el reino del Dios Osiris era ya común y se había generalizado. Osiris, originalmente una deidad local del Delta Oriental, era un dios chthónico, (del griego chthonios), es decir relacionado con la vida subterránea y de ultratumba, y asociado a la agricultura y a los eventos de la Naturaleza recurrentes anualmente.

Quizás su elección fue un acierto e ideal como dios universal de los Muertos, dado que los mitos relativos a su resurrección reflejaban la imagen de la revitalización del suelo egipcio después de la retirada de la crecida anual del rio. Así es como ocurría antes de la construcción de una presa en Aswan a principios del pasado siglo, y la Gran Presa en los años 60.

Los primeros pasos de la evolución del culto a Osiris no están claros. Sí era una buena contrapartida al Dios Sol Ra, y su situación prominente puede haber sido propiciada por consideraciones específicas, aunque los registros de que se dispone son inadecuados para poder establecer exactamente cuándo ocurrió.

En las tumbas, las personas fallecidas se describen como imakhu (honradas) por Osiris; en otras palabras, sus necesidades en la otra vida estaban garantizadas por su asociación con él. El concepto de imakhu, que también puede traducirse por “provisto de”, era la expresión de un singular aforismo moral que circulaba a todos los niveles de la sociedad egipcia que rectificaba los casos extremos de desigualdad: "Constituía el deber de todo individuo con mayor influencia y riqueza, cuidar a toda persona pobre y socialmente marginada de igual forma que todo cabeza de familia era responsable de todos sus miembros".

Y acabamos así este breve repaso a los faraones de los "Textos de las Pirámides" y a la evolución del culto al Dios Osiris.

Y la próxima “Hoja Suelta” nos va a introducir en la Dinastía VI, con la que se iniciará la decadencia y caída del Imperio Antiguo. Y con ello acabará el Capítulo 5º de nuestro ya familiar Proyecto basado en la reiteradamente reseñada obra de Ian Shaw “The Oxford History of Ancient Egypt”, más abajo referenciada, cuyo texto original ha estado a cargo del Profesor Jaromir Malek, del Griffith Institute, al que agradezco sinceramente tan especializada y actualizada exposición.

Reyes de la Dinastía V:

Userkaf, Sahura, Neferirkara, Shepseskara, Raneferef, Nyuserra, Menkauhor, Djedkara, Unas.


Rafael Canales

En Benalmádena, a 31 de julio de 2009

Bibliografía:

“The Enciclopedia of Ancient Art. Helen Strudwick, Amber Books, 2007-2008.
“Ancient Egypt, Anatomy of a Civilization”. Barry J. Kemp, Routledge, 2006.
“Ancient Egypt. A Very Short Introduction”. Ian Shaw. Oxford University Press, 2004
“The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw, Oxford University Press, 2003.
“Antico Egitto”. Maria Cristina Guidotti y Valeria Cortese, Giunti Editoriale, Florencia-Milán, 2002.
“Historia Antigua Universal. Próximo Oriente y Egipto”. Dra. Ana María Vázquez Hoys, UNED, 2001.
British Museum Database.

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