Relieve sobre caliza de la Tumba de Rehotep, hijo del faraón de la Dinastía IV, Sneferu, que sirvió como Alto Sacerdote en Heliópolis y se casó con la Princesa Nefret. Sus mastabas gemelas se construyeron cerca de la Pirámide de Meidum.
Bajo la Dinastía IV Egipto alcanza uno de los momentos álgidos de su dilatada historia. Es la época en la cual se erigieron sus mayores construcciones funerarias y, para ejemplo de la magnitud de su obra, las Pirámides. Edificaciones que jugaron un papel trascendental en la consolidación de un estado, por aquél entonces en fase inicial y, sobre todo, de su monarquía, al aglutinar en su entorno una administración eficaz y un pueblo, el egipcio, unidos ante un mismo cometido y un mismo reto.
Durante el reinado de Sneferu (Horus Nebaat, 2.613-2.494 A.C.) la forma exterior de la tumba real se tornó en la de una auténtica pirámide. Esto podría considerarse como un simple avance arquitectónico si no fuese por los profundos cambios que se sucedieron a su vez.
A la planta se le añadieron nuevos elementos que convirtieron la pirámide en un conjunto complejo. La planta fue reorientada, con lo que el eje principal del complejo corría ahora de este a oeste, mientras que la anterior lo hacía, predominantemente, en dirección norte-sur.
El templo de la pirámide, que servía de foco del culto funerario, se construyó en la cara este de la pirámide, mientras que en la de Djoser se hizo en la cara norte. Se colocó una pequeña pirámide cerca de la cara sur propiamente dicha.
Estas innovaciones arquitectónicas tienen que haber sido consecuencia directa de los cambios de la doctrina relativa a la Otra Vida del faraón. Según parece, los primitivos conceptos estelares orientados y basados en la Astronomía, se fueron gradualmente modificando con la incorporación de nuevas ideas enfocadas alrededor del Dios-Sol Ra. Aunque se carece de pruebas textuales fiables, es probable que ya en esta temprana etapa las creencias relativas a Osiris empezasen a influenciar el concepto egipcio de la Otra Vida.
Sneferu, probablemente a consecuencia de una planificación errónea más que de una elección equivocada, habría levantado ya otras dos pirámides en Dahshur, al sur de Saqqara. La primera sería la Romboidal, o Acodada, en la que el ángulo de inclinación de sus caras se modificó a unos dos tercios de su altura al descubrirse una serie de defectos durante su construcción.
La segunda, sería la Pirámide Roja, llamada así por el color de los bloques de caliza utilizados en el centro de la estructura, donde Sneferu fue enterrado. Puede incluso que hubiese construido una tercera en Meidum, aún más al sur, pero la adjudicación de su paternidad está aún en duda.
Quienes la visitaron durante la Dinastía XVIII, unos 1.200 años después, quisieron dejar bien claro con sus grafitis que para ellos pertenecía a Sneferu. Posiblemente fuese concebida originalmente como una pirámide escalonada para su predecesor Huni, más correctamente conocido como Nysuteh, y quizás también equiparado a Horus Qahedjet (2.637-2.613 A.C.), pero una contribución tan substanciosa a la pirámide del predecesor de uno resultaría un caso único en toda la Historia de Egipto. La reputación que conservaría Sneferu de gobernante benévolo puede deberse al étimo de su nombre que puede traducirse por “hacer bello”.
Solo el volumen de material utilizado en las actividades de construcción de Sneferu fue muy superior al del utilizado por cualquier otro gobernante en el Imperio Antiguo. El Canon de Turín fija en veinticuatro los años de su reinado, aunque según un grafiti de unos trabajadores que aparece en unos bloques encontrados dentro de una pirámide posterior, más al norte, en Dahshur, parece sugerir un reinado más largo.
Este problema podría fácilmente solucionarse si se pudiese demostrar que los acontecimientos epónimos ligados al censo que se utilizaban para la datación (el año se tomaba como el del enésimo censo, o como el siguiente al del enésimo censo), y que se sabe que habían estado acaeciendo de forma regular cada dos años durante el Período Dinástico Temprano, ahora tenían lugar con más frecuencia y menos regularidad. El sistema de datación contemporáneo probablemente habría requerido crónicas o registros afines, a los que uno habría podido referirse a la hora de calcular fechas de forma más exacta.
Manetón empezó una nueva dinastía, la IV, con Sneferu. Y, de nuevo, parece que los cambios arquitectónicos proporcionaron el criterio para una división dinástica.
La perfección del diseño piramidal y de la construcción alcanzaron su zénit bajo el reinado del hijo del faraón Sneferu, Khufu – el Cheops de Herodoto, Horus Medjedu (2.589-2.566 A.C.) - cuyo nombre completo era Khnum-khufu, que quería decir: “El Dios Khnum me protege”. Khum era el dios local de Elefantina, cerca de la 1ª Catarata de El Nilo, pero se desconoce su relación con el nombre del faraón.
La información existente sobre el faraón y su reinado es sorprendentemente escasa. Probablemente ya era un hombre de edad media cuando ascendió al trono, aunque esto no parece que impidió la planificación de su grandioso monumento funerario
La Gran Pirámide de Giza con su planta de 230 m² y una altura de 146’5m es la mayor de Egipto. La cámara funeraria suele estar en el corazón de la pirámide y no a nivel del suelo, o por debajo. Parece ser que la planta se cambió en el curso de la construcción, pero no más de una vez, mientras que el diseño de la superestructura probablemente estaba previsto desde los comienzos.
La cifra normalmente barajada de 2.300.000 de bloques de construcción, con un peso medio de 2’5Tm que se habrían requerido, puede ser aproximada, pero no es probable que se aleje mucho de la cantidad real.
Los templos del valle y de la pirámide, y la calzada elevada, estuvieron originalmente decorados con bajorrelieves de escenas que trasmiten ideas sobre la realeza egipcia y registran anticipadamente eventos que el faraón confiaba disfrutar en la Otra Vida, tales como los festivales sed.
Una barca desmontada de unos 43’4m de largo, construida en su mayoría con madera de cedro, descubierta en un hoyo cerca de la cara sur de la pirámide, ha sido excavada y restaurada con éxito. Todavía hay otra barca en otro hoyo próximo que no está tan bien conservada. Es probable que los egipcios creyesen que tales embarcaciones serían las encargadas de llevar al faraón fallecido en su viaje a través del firmamento en compañía de los dioses. Otros dos grandes hoyos con forma de barco habían sido esculpidos en la roca junto a la cara este de la pirámide, y hay aún otro quinto hoyo situado junto al extremo superior de la calzada elevada.
Tres pirámides que contienen los enterramientos de las esposas de Khufu aparecen alineadas al este de la pirámide. También allí se descubrió una colección de objetos pertenecientes a la madre del faraón, Hetespheres, cuyo contenido parecía haberse respetado, entre los que destacaban algunas sorprendentes piezas de mobiliario, pero ningún cuerpo.
Es muy probable que alrededor de los templos del valle de la mayoría de las pirámides se acabara formando un asentamiento de sacerdotes y artesanos relacionados con el culto funerario del faraón. El templo del valle de Khufu está situado bajo las casas de la densamente poblada moderna ciudad de Nazlet el- Simman, debajo del altiplano del desierto, por lo que las condiciones son demasiado difíciles para acometer una excavación en regla.
El hombre responsable de la terminación con éxito del proyecto del faraón Khufu antes de finalizar su reinado de veintitrés años fue su visir Hemiunu, que sería enterrado en una enorme tumba-mastaba al este de la pirámide de su real señor. El padre de Hemiunu, el Príncipe Nefermaat, fue visir del Faraón Sneferu y podría haber sido el responsable de organizar la construcción de sus pirámides. Las líneas de las dos familias, faraones y visires, corrieron paralelas durante al menos dos generaciones.
La fecha y la función de la pirámide no ofrecen la mínima duda, a pesar de que tanto el cuerpo del faraón como todo el ajuar funerario fueron víctimas de saqueadores de tumbas y desaparecieron sin dejar rastro alguno.
Sin embargo, sus enormes proporciones, las impresionantes características matemáticas de su diseño, y la perfección y precisión de su construcción, aún invitan a buscar explicaciones menos científicas. Quizás fuese la majestuosidad de la pirámide lo que dio pie a la postrera reputación del faraón Khufu de déspota frío que sutilmente se desprende de la literatura egipcia y de los registros de Herodoto.
El largo reinado de Huni, de Sneferu y de Khufu, unidos al gran número de descendientes, complicaron la sucesión real. Uno de ellos, Hardjedef, hijo de Khufu, es conocido a través de varias fuentes. Su tumba ha sido localizada en Giza, al este de la pirámide de su padre. Famoso por su sabiduría, y autor de una conocida obra literaria titulada "Las Instrucciones de Hardjedef", que se siguió leyendo, se fue trasmitiendo en papiros a través de toda la historia egipcia.
Kawa, el hijo mayor de Khufu de su primera esposa, Mertiotes, falleció antes que su padre, por lo que el trono pasó a otro de los hijos del faraón, probablemente hijo de una esposa menor.
La pirámide del inmediato sucesor de Khufu, Djedefra, (Horus Kheper, 2.566-2.558 A.C.), se empezó en Abu Rawash, al noroeste de Giza. Otra pirámide, en Zawiyet-el-Aryan, al sur de Giza, pertenece a un faraón cuyo nombre, aunque testimoniado varias veces en grafitis, se ha leído como Nebka, Baka, Khnumka, Wehemka, entre otros, aún no se ha aclarado. Incluso su puesto en la Dinastía es motivo de disputa. Djedefra fue el primero en utilizar el epíteto “Hijo del Dios Ra” y en añadir el nombre “Ra” al suyo propio. Ambas pirámides fueron abandonadas en las primeras etapas de construcción aunque parece ser que las dos se utilizaron para el enterramiento.
El Faraón Khafra (el Chephren, Horus Weserib, de Herodoto, 2.558-2.532 A.C.), cuyo nombre pudo haberse pronunciado Rakhaef, otro hijo de Khufu, y el hijo de éste, Menkaura (el Mycerinus, Horus Kakhet, 2.532-2.503 A.C.), ambos construyeron sus pirámides en Giza.
Los planos, las medidas, y la elección del material de construcción diferían de los utilizados por Khufu, y muestran avances en las ideas asociadas a dichos monumentos.
Con una planta de 214’5m de lado, y una altura de 143’5m, convierten a la pirámide de Khafra en la segunda en tamaño de Egipto, pero una inteligente elección del emplazamiento, ligeramente más elevado que el de la pirámide de Khufu, la hace parecer su igual.
El complejo piramidal de Khafra posee algo que la hace única: Al norte del templo del valle, cerca de la calzada elevada que conduce al templo y a la propia pirámide, se alza una gigantesca estatua, pétreo y mudo guardián que durante milenios la acompaña.
Se trata de la figura recostada de un león con cabeza humana, conocida hoy como La Gran Esfinge, término derivado de la expresión griega shesep-ankh, “imagen viva”. Su tamaño, unos 72 metros de largo por 20 de alto la convierten en la mayor estatua de la Antigüedad.
La Esfinge nunca se adoró por sí misma hasta principios de la Dinastía XVIII, cuando se la llegó a considerar como la imagen de una forma local del dios Horus (Horemakhet, Harmachis para los griegos, Horus en el Horizonte).
Frente a ella, y aparentemente sin relación alguna, hay un edificio construido según un diseño inusual, con un patio abierto, lo que se interpreta como un templo solar en embrión.
La designación de “Hijo de Ra” se convierte ya en una parte estándar de la titularidad real ,y tanto Khafra como Menkaura seguirán el ejemplo de Djedefra e incorporarán el nombre del Dios Sol a los suyos propios.
La pirámide de Menkaura muestra un uso extensivo de granito, un material de construcción de mayor prestigio que la caliza, si bien se construyó a una escala menor – 105m de lado x 65’5m de altura – lo que sugiere que la pugna por el tamaño había ya sobrepasado su punto crítico. Es pues la precursora de las pirámides más pequeñas y menos conflictivas de las Dinastías V y VI.
Las pirámides de Giza dejan ver una interrelación clara en la disposición del emplazamiento, aunque es más que probable que esto se debiese a las técnicas topográficas utilizadas más que a un plan preconcebido desde su inicio. La teoría de que la situación de las pirámides de Giza es el reflejo de las estrellas de la constelación Orión no parece sustentarse.
El complejo piramidal de Mankaura lo terminó al parecer de forma precipitada su hijo y sucesor Shepseskaf (Horus Shepseskhet, 2.503-2.498 A.C.). Él fue el único faraón del Imperio Antiguo que abandonó la forma piramidal construyendo en su lugar una mastaba gigantesca con forma de sarcófago, en Saqqara Sur, cuya base medía 100m x 70m, monumento conocido por el nombre de "Mastabat el-Fara’un".
Khentkawes, probable esposa de Menkaura, tuvo una tumba parecida en Giza, aunque también se le construyó un pequeño complejo piramidal en Abusir.
El porqué de la decisión de Shepseskaf de huir de la tumba piramidal hacia la de forma de sarcófago, se nos escapa, y parece tentador pensar en una muestra de cierta incertidumbre religiosa, o de crisis.
El Canon de Turín muestra un reinado de dos años después del de Shepseskaf, pero el nombre del faraón se ha perdido – podría ser el Thamphthis de Manetón – y los documentos contemporáneos no han podido confirmarlo. Parece pues que todos los faraones de la Dinastía IV eran descendientes de Sneferu. La idea de que un hijo enterrase a su padre y le sucediese era omnipresente en Egipto, si bien no constituía una condición sine qua non para la sucesión real y no confería ese derecho de forma automática.
La ubicación exacta del "Muro Blanco" (Ineb-hed), la capital de Egipto tradicionalmente fundada por el Faraón Menes a principios de la Historia de Egipto, aún no se ha establecido. Puede que estuviese situada cerca de la moderna localidad de Abusir, en el Valle del Nilo, aproximadamente al nordeste de la pirámide Djoser.
Las razones para la elección de Zawiyet el-Aryan, Meidum, Dahshur, Saqqara, Giza y Abu Rawash, como emplazamientos de las pirámides de las Dinastía III y IV, no están nada de claras. La localización de los palacios reales y la disponibilidad de un emplazamiento próximo a la pirámide del predecesor del faraón pueden haber jugado un importante papel en la toma de decisión.
Y, dentro aún de la Dinastía IV, el Doctor Jaromir Malek, del Griffith Institute, nos va a llevar ahora a ahondar, en una nueva “Hoja Suelta”, en el significado de la realeza y de la vida-después-de-la-vida para los egipcios, y su relación con los grandes monumentos funerarios, y a considerar el impacto de éstos en la economía y administración del estado.
Reyes de la Dinastía IV:
Sneferu, Khufu (Cheops), Djedefra (Radjedef), Khafra (Chephren), Menkaura (Mycerinus), Shepseskaf.
Rafael Canales
En Benalmádena-Costa, a 23 de julio de 2009
Bibliografía:
“The Enciclopedia of Ancient Art”. Helen Strudwick, Amber Books, 2007-2008.
“Ancient Egypt, Anatomy of a Civilization”. Barry J. Kemp, Routledge, 2006.
“Ancient Egypt. A Very Short Introduction”. Ian Shaw. Oxford University Press, 2004
“The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw, Oxford University Press, 2003.
“Antico Egitto”. Maria Cristina Guidotti y Valeria Cortese, Giunti Editoriale, Florencia-Milán, 2002.
“Historia Antigua Universal. Próximo Oriente y Egipto”. Dra. Ana María Vázquez Hoys, UNED, 2001.
British Museum Database.
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