lunes, 23 de agosto de 2010

La Dinastía XVIII antes del Período Amarna (c.1.550-1.352 A.C.) 5/9.- Tutmosis III

Tablero de dibujo de madera con figura de Tutmosis III, Dinastía XVIII, hacia 1.450 A.C. (Pinchar y Ampliar).

Los artistas egipcios utilizaban diversos medios para la práctica de sus diseños. Los más conocidos son los ostraka, láminas de piedra o trozos de cerámica utilizados como soporte de la escritura; pero han sobrevivido algunos tableros de dibujo en madera como el que se muestra. La superficie se cubría de una capa de yeso blanco que luego se pulía y podía limpiarse, e incluso usarse de nuevo. La imagen de Tutmosis III que aparece en el tablero era, quizás, un boceto preliminar que después se transferiría a la tumba o a la pared del templo, mientras que el resto de dibujos serían meros ejercicios de práctica de jeroglíficos. Este objeto es muy ilustrativo pues su diseño está hecho sobre una cuadrícula. Ya a partir del Imperio Antiguo, entre 2.613 y 2.160 A.C., se utilizaba un sistema de líneas guías que, más adelante, se convirtierían en una cuadrícula que garantizaba las proporciones correctas de las figuras humanas. Antes del Período Tardío (664-332 A.C.), las figuras que aparecían de pie, se situaban sobre una cuadrícula vertical de dieciocho cuadrados, medidos hasta la línea del cabello, y las sentadas, sobre una de catorce. El regazo horizontal de la figura sentada da cuenta de los cuatro cuadrados que faltan. Las cuadrículas se dibujaban en las paredes e incluso, a veces, en la piedra de las propias estatuas. Una vez terminada la escena, se eliminaban las líneas o se cubrían con pintura. De ahí que encontrar paredes sin terminar, y ejemplos de prácticas de bocetos donde la cuadrícula aún permanece intacta, es de un valor incalculable.

Nota bene: Para una ampliación del tema, véanse los artículos publicados en este mismo Blog titulados: "La Cuadrícula en el Arte del Antiguo Egipto", de fecha 05/03/09, y "Los Principios de la Representación en el Arte Egipcio", de fecha 22/03/09, de los que es autor el propio titular del Blog, Rafael Canales.



GOBIERNO EN SOLITARIO DE TUTMOSIS III

El reinado revirtió a Tutmosis III en el vigésimo o vigésimo primer año del reinado de Hatshepsut. Tardó bien poco, el nuevo faraón, en establecer una reputación para sí mismo y para Egipto que aún se recordaría un milenio más tarde, si bien de forma imperfecta. Tutmosis III tuvo que sopesar la situación muy cuidadosamente como monarca ahora maduro pero inexperto, sin duda con los consejos de sus asociados y allegados colegas militares, e identificar el potencial de gloria y riqueza que se vislumbraba en el nordeste mediterráneo.

Las recompensas procedentes de la conquista de Nubia no podían atribuirse a Tutmosis III, y Hatshepsut ya había recogido el fruto de sus contactos con Punt. Un nuevo escenario para ganancias rápidas se vislumbraba en el Levante Oriental, donde Egipto podría conseguir el control de las rutas comerciales que hasta entonces habían estado dominadas por soberanos y comerciantes sirios, chipriotas, palestinos, y egeos.

Al final de los diecisiete años de campañas militares, Tutmosis III había establecido, con éxito, el dominio sobre Palestina, y había llevado a cabo importantes incursiones al sur de Siria. Su propia reputación estaba ya asegurada, y las ganancias se dilapidaron en nombre de los templos de Amun y otros dioses, así como en los hombres que siguieron al faraón en sus desplazamientos de búsqueda.

El faraón no deshonró ni el nombre ni los monumentos de Hatshepsut hasta el último año de su reinado, sino que en vez de ello intentó cubrir el paisaje del Valle del Nilo con recuerdos de su propio reinado. Es interesante señalar que el estilo artístico y el retrato de Tutmosis III son difíciles de diferenciar de los de Hatshepsut de sus últimos monumentos. Sólo en la silueta de su cuerpo quiso Tutmosis III que se le representase de alguna forma diferente, ya que sus imágenes aparecen de forma rutinaria con hombros más anchos, y parte superior del torso más contundente que los de Hatshepsut, tanto en relieve como en estatuas, y este tipo de torso más viril es el que más adelante usaría Amenhotep II. El rostro de Tutmosis III siguió el perfil de los Tutmosis que se conocía de Tutmosis I: nariz larga coronada con una ligera joroba, punta retraída hacia abajo, y ancha en su base; boca grande de labio superior prominente, debido a una caso clínico de “Mordida Profunda”, anomalía ortodóncica que corría en la familia.

Tutmosis III quiso asegurarse durante sus treinta y dos años de reinado en solitario que su nombre sería prominente en todo Egipto y Nubia. Estuvo activo en Gebel Barkal, en el punto más al sur de Nubia, en Sai, Pnubs, en la 3ª Catarata, Semna, Kumma, Uronarti, Buhen, Quban, Amada, Faras, y Ellesiya, así como también en otras cuantas localidades donde lo testimonian bloques con su nombre.

De sus monumentos más al norte, da también testimonio Elefantina - donde el faraón construyó un templo a la diosa de la región de la 1ª Catarata, Satet, en Kom Ombo - Edfu, Elkab, Tod, Armant, Tebas, Akhmim, Hermópolis, y Heliópolis. Una estatua del supervisor de trabajos, Minmose, en servicio activo hasta finales del reinado de Tutmosis III, muestra un listado de lugares de culto en los que trabajó. Enumera, además de los lugares ya mencionados, Medamud, Asyut, Atfih, y un número de localidades en el Delta, que incluye Buto, Busiris, y Chemmis. Aunque aún no se han identificado construcciones de Tutmosis III en el Delta, la inscripción de Minmose sugiere que tanto él como anteriores soberanos podrían haber estado activos en la zona.

Karnak continuó siendo un lugar favorecido. Tutmosis III, de forma más bien implacable, reestructuró las zonas centrales del templo, prescindió de las capillas de culto de caliza de Amenhotep I, sustituyéndolas por otras de arenisca. Poco después del inicio de su reinado en solitario, inauguró la construcción de su mayor edificio en Karnak:”(Tutmosis III es) Líder de los Monumentos” (akh menú). La temática global de las escenas en relieve del edificio estaba relacionada con la renovación del reinado de Tutmosis III; en pincipio, a través del Festival Sed que celebró por vez primera en el trigésimo año de su reinado. La veneración a la realeza, generalmente encajaba bien con el objetivo de la construcción, y la relacionaba con las capillas que rodeaban el patio central.

Más adelante en su reinado, Tutmosis III haría redecorar toda la parte central con escenas, y específicamente con inscripciones, detallando sus campañas en Asia. Estos Anales, inscritos en el año cuadragésimo segundo de su reinado, se han convertido en el principal registro histórico de las conquistas reales, al contener, como en efecto lo hace, episodios específicos de la guerra, así como listas de los botines obtenidos.

El enriquecimiento del templo de Amun fue enorme, según se describe en los Anales: “Ya de por sí los edificios eran numerosos. Los Pilonos Sexto y Séptimo los añadió el faraón; este último iba repleto de escenas e inscripciones que mencionaban aquello sobre lo que el faraón reclamaba dominio. Se levantó un templo a Ptah en el lado norte del recinto, así como una capilla de granito en el centro del templo para la barca funeraria, y una de alabastro egipcio, que más adelante acabaría uniéndose a otra de Tutmosis IV (1.400-1.390 A.C.) ubicada cerca del Cuarto Pilono".También se transformaron obras de Hatshepsut durante el reinado de Tutmosis III que serían terminadas posteriormente por su hijo Amenhotep III, pero incluso sin ellas, su actividad fue incesante.

Entre los altos sacerdotes de Amun del faraón se encontraba el energético Menkheperraseneb, propietario de la tumba tebana 86, su sobrino de igual nombre (TT112), y Amenemhat (TT97). Amenemhat fue, probablemente, el último Alto Sacerdote de Amun de Tutmosis III, y durante tiempo en servicio activo bajo Amenhotep II una vez que Menkheperraseneb pasase el cargo a su sobrino durante un breve período de tiempo.

Los altos sacerdotes eran responsables no sólo de Karnak sino también de los trabajos realizados en nombre de Amun a lo largo de la ribera occidental. Tutmosis III fue muy activo en Medinet Habu, donde terminó el pequeño templo a Amun, y también construyó un templo en memoria de su padre, justo al norte. Bien entrado su reinado, convirtió una capilla elevada, en Deil el-Bahri, en suya propia con el nombre de “Horizonte Sagrado” (djeser akhet). La tumba de Tutmosis III, en el Valle de los Reyes (KV34), fue cavada en profundidad en la cara misma de la roca, en lo alto de un acantilado. Los muros de la cámara funeraria están cubiertos de reproducciones en hierático, con pintura negra y roja, de los textos del Inframundo: la "Letanía de Ra", que invoca el nombre del Dios-Sol para que asista al faraón en sus viajes al Más Allá, y el “Libro de lo que hay en el Inframundo (Amduat)", que proporciona al faraón un mapa del Inframundo, y ensalmos que le ayuden a conseguir la “justificación” eterna.

Nota ex profeso: “justificado” es un epíteto que se otorga al difunto cuya conducta ha sido juzgada ante los dioses como justa, y se utiliza detrás de su nombre de la misma manera que nuestro R.I.P.

TUTMOSIS III EN EL LEVANTE ORIENTAL

Casi inmediatamente que Tutmosis III comenzó su gobierno en solitario, puso en marcha una expedición al Levante Oriental donde pretendería arrebatar el control de un número de ciudades-estados y poblaciones que reconocían como Jefe Supremo a un mitanio del nordeste de Siria. (Mitani o Mitanni, nombre de un antiguo reino ubicado al norte de la Actual Siria, también conocido como Naharina; los Mitanios eran sus pobladores).

Aparentemente, y tomando por excusa la necesidad de mediar en las disputas locales de Sharuhen y su vecindad, el faraón se desplazó a Gaza desde la fortaleza fronteriza egipcia de Tjaru. Gaza había estado bajo el dominio egipcio desde, al menos, los tiempos de Ahmose, y se piensa que la lealtad de Sharuhen se daría por hecho desde entonces. En los Anales, se registra que en esta primera campaña de su vigésimo-tercer año de reinado, Tutmosis III abandonó Gaza y planeó su ataque a Megiddo desde la ciudad de Yehem, una importante ciudad-estado entonces ocupada por el soberano de Kadesh.

Megiddo también estaba protegida por un grupo de cabecillas que representaban a regiones del Levante Oriental tan lejanas como Naharina (Mitani o la Siria dominada por Mitani). Las inscripciones de Tutmosis III indicaban que estos jefes tendrían haber sido leales a Egipto, y esto debió considerarse la verdadera amenaza. El acceso al cedro libanés, a las fuentes del cobre y del estaño, podían verse amenazadas por la Jefatura Suprema mitania en el norte de Palestina y el litoral.

Una vez en el campo de batalla, Tutmosis III descubrió las verdaderas recompensas de las guerras. Los trofeos eran evidentemente de tal cuantía que continuó sus campañas de forma intermitente hasta el cuadragésimo-segundo año de su reinado en las regiones del norte de Palestina, El Líbano, y parte de Siria. El botín procedente de la guerra de Maggido junto a las ofrendas de paz que puso fin a los siete meses de sitio de la ciudad, fue considerable, e incluía 894 carros de combate, de los que dos estaban recubiertos de oro, 200 trajes blindados, dos de ellos pertenecientes a los jefes de Megiddo y Kadesh, así como más de 2000 caballos, y 25000 animales diversos.

Después del sitio de Maggido, Tutmosis III sustituyó a los derrotados jefes locales y continuó hacia el norte camino del río Litani. Los lujosos objetos procedentes de las ciudades derrotadas se describen de forma meticulosa en los Anales, así como las diferentes clases de cautivos capturados. Las campañas de los años 24-32 dan detalle de cómo el faraón se centró en el litoral levantino con sus bosques y sus puertos, así como también en áreas al oeste de Siria.

Los trofeos egipcios incluían una gran variedad de materiales desde metales preciosos (oro, plata, cobre y plomo), a maderas, aceites, e incluso alimentos y cosechas de cereales. El faraón envió a los hijos de los gobernantes locales a Egipto para “egiptalizarlos”. Según los Anales para el año 30: “…cuando alguno de estos jefes moría, Su Majestad hacía que su hijo ocupase su puesto”.

Si aceptamos como cierto que del topónimo Naharina no hay constancia en las inscripciones egipcias antes de la 8ª Campaña de Tutmosis III - en el año 33 de su reinado - por la sencilla razón de que eran demasiado duras para que se mostrasen en los monumentos reales egipcios, entonces la victoria del faraón sobre los vasallos sirios fue, ciertamente, una hazaña memorable.

El hasta ahora tan pobremente testimoniado estado de Naharina, aparece, de repente, hacia finales del reinado de Tutmosis III en todo tipo de inscripción jeroglífica: además de en los Anales de Tutmosis III, el supuesto cruce del Éufrates del faraón aparece en la estela de Gebel Barkal, levantada en Nubia, en la 4ª Catarata; en un obelisco en Karnak; en la Estela Poética de Karnak; y en la Estela de Armant. También aparecen referencias a Naharina entre las listas de numerosos topónimos del reino.

El volumen del botín obtenido durante la campaña Siria era impresionante; tanto para el soberano como para la soldadesca. Con la excepción del resultado de la 8ª campaña en el año 33, los Anales asignaban sistemáticamente las ganancias procedentes de Naharina como botín de guerra: bien como saqueo del ejército, bien como fruto de las correrías reales. Aparentemente, en ese tiempo Naharina no hacía entregas anuales (inu), como claramente se indica en los Anales, contrastando así su “entrega única” después de la campaña del año 33, con la de otras zonas catalogadas como “a partir de este año”. Esto podría interpretarse como que sólo los vasallos mitanios vencidos constituían la fuente de ingresos de Egipto, no así el soberano mitanio en su capital, Washshukanni.

Si bien los objetos enumerados y seres humanos traídos de Naharina son considerables, las entregas anuales de Retenu y Djahy incluían muchos más objetos de materiales preciosos. Tutmosis III, pues, seguía aún su proceso bélico contra Mitani.

La participación en la conquista de Siria, incluyendo a Naharina, por una nueva élite militar egipcia se conmemora en al menos once tumbas tebanas del reinado de Tutmosis II y principios del de Amenhotep II, además de numerosas estatuas privadas e inscripciones de estelas (tumbas TT42, 74, 84, 85, 86, 88, 92, 100, 131, 155 y 200). En las capillas de estas tumbas, se ponía énfasis en los cautivos de las expediciones militares y en las guerras, o en los propios soldados, tanto como en los objetos de lujo obtenidos de las entregas del extranjero. Pero, el aspecto militar de los enfrentamientos egipcio-mitanios iba a tener una vida corta. Por lo contrario, el prestigio de los objetos sirios empezó a subir.

Las tumbas decoradas después de la primera década de gobierno de Amenhotep II, festejaban los ingresos como impuestos de ultramar - en particular los de naturaleza exótica - y el fruto de las conquistas se formalizaba con las procesiones festivas. Por ejemplo, en la tumba de Kenamun (TT93), decorada a finas del reinado de Amenhotep II, no hay ningún texto que describa las guerras sirias, ni que hable de botín, como en la capilla de Suemniwet (TT92), ni de la entrega de los hijos de los jefes extranjeros, como en la de Amenemheb (TT85). En su lugar, una pared muestra los regalos al faraón por el Nuevo Año. Entre ellos, numerosas armas y vestimenta blindada, así como dos carros de combate. En la etiqueta del carruaje, en el registro superior, se alardea de haber usado madera traída de un país extranjero, Naharina, mientras que otro, debajo de él, se le describe como diseñado para ser utilizado en la guerra contra nórdicos y sureños. Debajo del carro superior, aparecen apilados, cascos de diseño sirio, mientras que debajo del segundo, hay un montón de marfil, en clara alusión a las guerras en las dos regiones: Asia y Nubia, respectivamente.

También entre los regalos del Nuevo Año de la tumba de Kenamun hay un grupo de vasijas de vidrio que imitan al mármol. Esta clase de vidrio en particular, era muy característica del nordeste de Siria y norte de Iraq. En efecto, la introducción a gran escala del vidrio de núcleo duro en Egipto pudo muy bien haber sido resultado directo de las guerras con Mitani. Muy posiblemente desarrollado en centros de Mitani, como Tell Bark y Tell Rimah, estos recipientes de vidrio pronto se convirtieron en objetos preciados, copiados y, por qué no, francamente mejorados en Egipto.

Los recipientes de plata y oro, con frecuencia descritos como de “base plana” en las listas de botín, y asociados con el litoral mediterráneo – conocidos como trabajos “de ejecución Djahy” - también figuraban como ingresos de Naharina, en el año 33, y, como con el vidrio, las copias de estilo egipcio de estos recipientes sirios se pusieron de moda. El famoso recipiente de plata de “base-plana” inscrito para el soldado Djehury, en el reinado de Tutmosis III, es justo ese cuenco; un cuenco de oro de Djehury, también en el Louvre, puede ser una copia moderna del de plata, y existen numerosas representaciones de ellos en paredes de templos y tumbas en Tebas.

Junto a los objetos de estilo sirio, vinieron los productos de la propia región, y es durante el reinado de Amenhotep II cuando los cultos a las deidades asiáticas Reshef y Astarte se promocionaron de forma intensa en Egipto. Es significativo que la moda por elementos de Mitani sobrepasó la moda por la decoración militar. Un tipo de trofeo, consistente en un león de oro que se solía conceder a soldados en las campañas sirias, no aparecen después de iniciarse el reinado de Amenhotep II, mientras que las vasijas de metal de estilo sirio y de vidrio, siguieron considerándose símbolos de un estatus durante toda la Dinastía XVIII, y se copiaban en una variedad de formas en Egipto. De igual manera, las escenas de presentación de los prisioneros de guerra y del botín, dio paso, entrado ya el reinado de Amenhotep II, a la preferida escena de representantes extranjero ofreciendo sus preciados objetos de lujo en señal de homenaje al faraón.

En la transformación iconográfica de Mitani, de enemigo número uno, a fuente sumisa de prestigiosa mercancía de lujo, podemos ver el rastro del inicio de un sendero hacia una alianza con Naharina. No es cierto que la tres esposas de Tutmosis III enterradas en el Wadi Qubbanet el-Qirud, en la Tebas occidental, fuesen sirias, pero sus nombres eran definitivamente asiáticos, y su fortuna en oro, inmensa. Esto quizás pueda reflejar la cambiante visión egipcia del este. El mismo faraón que realizó campañas para conquistar Retenu y Naharina durante veinte años, acabó casándose con mujeres de la zona, y las colmó de riquezas. A pesar de las batallas que aún se librarían en Siria, el interés de Egipto por la paz era inminente cercano ya el final del reinado de Tutmosis III.

Las esposas de Tutmosis III incluían una mujer llamada Sitiah, hija de una nodriza real. Ella ostentaba los títulos de “gran esposa real”, y según un texto que se ha conservado, “esposa del dios”. Si ella, de hecho, reemplazó a Nefrura en la posición de “sacerdotisa”, sólo sería hasta que la hija de Tutmosis III, Merytamun, tuviese edad suficiente para tomar el rol. No se sabe si Sitiah habría tenido hijos, mientras que la madre de Amenhotep II había tenido varios: Merytra, hija de Huy, una adoratriz divina de Amun y Atum, y jefa de coristas de Ra, al parecer dio luz a Amenhotep, a la Princesa Mery(t)mun, al Príncipe Menkheperra, a la Princesa Isis y a otra Mery(t)mun, y a una pequeña Princesa Nebetiunet. Merytra, como reina, aparecía en el templo de Medinet Habu y en la tumba de Tutmosis III. Una tercera esposa, Nebetta, y una Princesa Nefertiry aparecen representadas en la tumba real.

Y con esta “Hoja Suelta”, nos despedimos de Tutmosis III, el “Napoleón egipcio”, para dar paso a una nueva en la que nos ocuparemos, sine die, de su hijo, Amenhotep II. Conocido como el "Rey Atleta", su reinado muestra una continuidad completa con el de su padre.
Prosiguió su política expansionista con excelentes resultados, ampliando y estabilizando los dominios de Egipto en Siria y Nubia, alcanzando el país su máxima extensión.


Rafael Canales

En Benalmádena-Costa, a 10 de septiembre de 2010

Bibliografía:

“Proportion and Style in Ancient Egypt, G. Robins, London, Thames and Hudson, 1994.
“Drawings from Ancient Egypt”, W.H. Peck and J.G. Ross, London, Thames and Hudson, 1978.
“The Enciclopedia of Ancient Art”, Helen Strudwick, Amber Books, 2007-2008.
“Ancient Egypt, Anatomy of a Civilization”, Barry J. Kemp, Routledge, 2006.
“Ancient Egypt. A Very Short Introduction”, Ian Shaw. Oxford University Press, 2004.
“The Oxford History of Ancient Egypt”, Ian Shaw, Oxford University Press, 2003.
“Antico Egitto”, Maria Cristina Guidotti y Valeria Cortese, Giunti Editoriale, Florencia-Milán, 2002.
“Historia Antigua Universal. Próximo Oriente y Egipto”, Dra. Ana María Vázquez Hoys, UNED, 2001.
“British Museum Database”.

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