Estatua de granito de Senenmut con Neferure en sus brazos. Dinastía XVIII, hacia 1.470 A.C. (Pinchar y Ampliar).
Senenmut, el personaje más importante del reinado de Hatshepsut, nació en el seno de una familia relativamente humilde, pero ascendió a una alta posición durante el reinado de Hatshepsut (1.491-1479 A.C.) y fue, posiblemente, su funcionario más leal. En la imagen, se le ve con la Princesa Neferure, única hija de Hatshepsut, sobre sus rodillas. Senenmut entra al servicio de la Casa Real durante el reinado de Tutmosis II (1.492-1.479 A.C.) que se casaría con su media-hermana Hatshepsut. La pareja no tuvo ningún heredero varón, y el único hijo y heredero, Tutmosis III, lo tuvo con una esposa menor. A la muerte de Tutmosis II, Hatshepsut fue nombrada regente de su joven sobrino, tomando, más adelante, los títulos de faraón. Mucho se ha especulado sobre el papel de Senenmut durante el reinado de Hatshepsut. Cuando Hatshepsut se convirtió en regente, Senenmut era ya el tutor de Neferure y habría encargado al menos siete estatuas suyas con Neferure, siendo la que encabeza esta "Hoja Suelta" la más bella. A Senenmut se le muestra arropando con su manto a la princesa, resaltando así la estrecha relación entre ambos. Senenmut claramente consideraba muy importante su rol de tutor que llevó a cabo con éxito, lo que debió de jugar un papel importante en conseguir, más adelante, el favor de Hatshepsut una vez convertida en faraón. Sus numerosos títulos y cargos también incluyen el de mayordomo de Amun. Supervisó los trabajos reales de construcciones en Tebas, y organizó el transporte y montaje de dos grandes obeliscos dedicados a Hatshepsut en el Templo de Amun, en Karnak. No hay evidencia de que hubiese estado casado, y sólo se le representa con sus padres o con Neferure, lo que ha dado lugar a sugerir, sin evidencia, que hubiese sido amante de Hatshepsut.
LA REGENCIA DE HATSHEPSUTLos cincuenta y cuatro años de reinado de Tutmosis III empezaron en su temprana niñez con Hatshepsut, su tía y madrastra, actuando como Regente. Según Ineni, cuya “autobiografía” funeraria terminó justo antes que Hatshepsut se convirtiese en soberana: “su hijo (de Tutmosis II) ascendió en su lugar como rey de las Dos Tierras en el trono de quien le había engendrado. La hermana de él, la esposa del dios, Hatshepsut, se encargó de los asuntos de las Dos Tierras asesorada por sus consejeros. Egipto trabajó para ella, con la cabeza respetuosamente inclinada, semilla excelente del dios, de quien procedía…”. La inscripción de Ahmose Pennekhbet se refiere a la regencia de Hatshepsut de forma parecida, con términos desenfadados, describiéndola como “esposa del dios”, pero también llamándola Maatkara, que era su nombre escogido para su subida al Trono, o prenomen.
Se ha argumentado que Hatshepsut se vio a sí misma como heredera de Tutmosis I incluso antes de que su padre falleciese, implicando así que la datación del reinado de Tutmosis III puede haberse aplicado tanto a su propio reinado como al del rey-niño. Es también posible que capitalizase su rol de "esposa del dios Amun", sus tenencias económicas, y su conexión con la familia Ahmose-Nefertari – posiblemente su propio eslabón genealógico a través de su madre, Ahmose – como apoyo a su regencia de una forma similar a la de sus predecesoras femeninas, Ahhotep y Ahmose-Nefertari. Parece ser que también estuvo preparando a Nefrura para el mismo tipo de rol.
No obstante, una vez que Hatshepsut se dio a sí misma su propio nombre del Trono, y comenzó su transformación pública como faraón, sólo podía haber tenido un cierto precedente que seguir: Sobekkara Sobekneferu (1.777-1.773 A.C.), la mujer que gobernó a finales de la Dinastía XII. Hatshepsut no intentó legitimar su reinado argumentando haber gobernado con o para su esposo Tutmosis II. Prefirió realzar su línea sanguínea. Y ya en el período anterior a su toma del nombre de Trono, el mayordomo real, Senenmut dejó una inscripción en Aswan, en conmemoración de la extracción de la cantera de su primer obelisco, refiriéndose a ella como “hija del faraón”, “hermana del faraón”, “esposa del dios”, “gran esposa real”, Hatshepsut.
En Deir el-Bahri, las escenas y los textos de Hatshepsut contienen alegaciones de que Tutmosis I la habría proclamado heredera antes de su muerte, y que Ahmose habría sido escogida por el dios Amun para parir al nuevo soberano divino. Hatshepsut tenía la misma pureza genealógica que Ahmose-Nefertari, Ahhotep y Sobekneferu. Esta última nunca fue reina: fue “hija del faraón”, cuya personificación de la línea familiar pura, al parecer, fue suficiente para mantener su poder como faraón. Hatshepsut tiene que haber sentido que ella reunía los mismos condicionantes, y casi veinte años le dieron la razón.
El único hijo que se le conoce de Tutmosis II es Nefrura, a quien normalmente se le describe como “hija del faraón” y “esposa del dios”, y también, en más de una ocasión, como “ama de las dos tierras” y “señora del Alto y Bajo Egipto”.
El debate continúa sobre si era esposa de Tutmosis III durante el período de corregencia, aunque sí aparecía junto él como “esposa del dios” hasta el año veintiuno o veintidós de su reinado. En cierto momento Tutmosis III le cambió el nombre por el de Sitiah, con la que contraería matrimonio al inicio de su reinado en solitario. Si Nefrura alguna vez llegó a convertirse en “gran esposa” de Tutmosis III, el faraón tendría que haber puesto fin a aquella relación formal poco después de que Hatshepsut desapareciese en el vigésimo o vigesimoprimer año de su reinado. No se han identificado, de forma explícita, ningunos hijos nacidos de Nefrura, si bien se ha sugerido al príncipe Amenemhat como hijo suyo, por motivos puramente circunstanciales.
LOS ANBICIOSOS PROYECTOS DE CONSTRUCCIÓN DE HATSHEPSUT
Como gobernante, Hatshepsut realizó proyectos de construcción que superaron con mucho los de sus predecesores. La lista de emplazamientos que llegaron a abordar Tutmosis I y II se extendió en el Alto Egipto, incluyendo lugares que los gobernantes ahmósidas habrían favorecido: Kom Ombo, Nekhen (Hieracómpolis) y, en particular, Elkab, pero también Armant y Elefantina. Tanto Hatshepsut como Tutmosis III dejaron numerosos restos en Nubia: en Qasr Ibrim, en Sai, una estatua sentada de la reina que recuerda las de Ahmose y Amenhotep I; en Semna, Faras, Quban, y especialmente en Buhen, donde la reina construyó un templo peristilo (con columnas en todos los lados) en honor al Horus de Buhen, de un tipo común, a mediados de la Dinastía XVIII. El templo de Buhen, en la actualidad trasladado al Museo de Jartum, contiene escenas de la coronación de Hatshepsut, y de veneración a su padre.
Menfis puede que gozase de la atención de Hatshepsut como soberano. Se ha identificado un fragmento de una jarra de alabastro, en la región del templo de Ptah, pero, aún más significativo, la colosal esfinge de alabastro que reposa dentro del muro sur del recinto del templo ramésida pudo haber formado parte de una antigua aproximación al templo, y que estuviese acompañada de una segunda esfinge. Las canteras de Hatnub, fuente probable de la piedra de la esfinge, estaban ubicadas en el Egipto Medio, no muy lejos de otro de sus monumentos: la cripta labrada en roca de Beni Hassan, conocida ahora como Speos Artemidos.
Aparte de la evidencia de cantería en Hatnub, no existe otro rastro de construcción de los faraones de la Dinastía XVIII en el Egipto Medio anterior a Hatshepsut, y la larga inscripción de Speos Artemidos ha documentado que ella fue la primera en restaurar templos en la zona desde los destructivos años de guerra con los Hyksos. Durante estas guerras, el Egipto Medio constituía una región estratégica debido a que sus carreteras se adentraban en el Desierto Occidental hasta los oasis, y de allí, hasta Nubia.
Hatshepsut reivindicaba en sus inscripciones haber reconstruido templos en Hebenu, capital del nome Oryx, en Hermópolis, y en Cusae, y haber servido a la diosa-leona Pakhet, deidad sagrada para la región que rodeaba a la propia Speos. Esta tarea tiene que haberse llevado a cabo bajo la supervisión de Djeuty, Supervisor del Tesoro y también nomarca de Herwer, en el Egipto Medio, a la vez que Supervisor de Sacerdotes del dios Thoth, en Hermópolis. Las inscripciones de su tumba en Dra Abu el-Naga hablan de los numerosos trabajos supervisados por él en nombre de Hatshepsut, e invoca un número de deidades regionales, incluyendo a Hathor de Cusae. Los dioses de dichos centros de culto – Horus, Thoth, y Hathor, respectivamente, recibirían, como otras deidades de Nubia y Egipto, una nueva participación en las fuentes económicas de Egipto.
No obstante, ningún lugar recibió más atención de Hatshepsut que Tebas. El templo de Karnak volvió de nuevo a crecer bajo su supervisión, con los trabajos de construcción dirigidos por un número de funcionarios, que incluían a Hapuseneb, Alto Sacerdote de Amun, Djehuty, el Supervisor del Tesoro, ya mencionado. Con el país en paz durante la mayor parte de los veinte años de su reinado, Hatshepsut pudo explotar la riqueza de las fuentes naturales de Egipto, así como los de Nubia.
El oro fluía de los desiertos del este y del sur. Las canteras de piedras preciosas estaban operativas; en cuanto a la arenisca, se empezó a trabajar en serio en Gebel el-Silsila; el cedro se importaba del Levante Oriental; y el ébano venía de África, quizás vía Punt. En las inscripciones de la reina y de sus funcionarios, los monumentos y materiales usados para su construcción eran específica y escrupulosamente detallados. Hatshepsut estaba muy contenta con la cantidad y calidad de los productos de lujo que podía adquirir y donar en honor de Amun. Tanto es así que hizo tallar una escena en Deir el Bahri para mostrar la cantidad de mercancía exótica traída de Punk. Djehuty ofreció detalles de los regalos procedentes de Punt que Hatshepsut habría donado a Amun, y también se refirió al electrum de las minas del Desierto Oriental que se le había confiado para embellecer Karnak.
Djehuty, Hapuseneb, y Puyemra, todos describieron su participación en la fabricación de la capilla de ébano donada al templo de Mut de Isheru, en Karnak. La dirección del trabajo en el templo, por parte de Hatshepsut, estuvo a cargo de Senenmut, cuyo nombre aparece en una puerta escavada allí, pero Hatshepsut también dejó una estatua en el recinto.
En Karnak, Hatshepsut dejó, muy significativamente en términos de su contribución personal, el Octavo Pilono, una nueva entrada en el sur al recinto del templo. Situado a lo largo del camino procesional de norte a sur que conectaba el centro de Karnak con el recinto de Mut, el nuevo pilono de arenisca fue el primero de piedra de aquella ruta. Irónicamente, la prueba del interés de Hatshepsut en su construcción no es visible, ya que la cara inscrita del pilono fue borrada y redecorada en los primeros años del reinado de Amenhotep II (1.427-1.400 A.C.), hijo de Tutmosis III.
No obstante, el deseo de Hatshepsut de construir una nueva entrada formaba parte de un plan mucho mayor concebido para asegurarse que su vinculación con el templo no sería fácil de olvidar. Al conectar Karnak con el templo de Mut, la reina quizás estaba deliberadamente desviando la atención lejos de la entrada de Tutmosis II al Cuarto Pilono. Igualmente construyó un templo en el callejón norte-sur dedicado a Amun-Ra-Kamutef, una forma de creador del dios. Tomadas en su conjunto, sus construcciones en el templo de Luxor, al sur, que albergaban el festival anual de renovación real, el templo de Mut, donde la consorte de Amun residía, y el santuario a Kamutef, formaban un complejo de edificaciones donde Hatshepsut podía describir y celebrar su descendencia de Amun, obtener el favor de las deidades para su reinado, y ampliar su reivindicación de divinidad para su propia realeza.
En otro lugar de Karnak central, Hatshepsut mandó levantar un palacio para sus actividades rituales, y construir una serie de habitáculos alrededor del mausoleo central de la barca fúnebre – originalmente construido por Tutmosis III - donde ella habría representado su purificación y aceptación por los dioses. Justamente dónde tenía ella situado el gran mausoleo de cuarcita de su barca fúnebre, sigue aún siendo objeto de debate, si bien actualmente se está reconstruyendo en el Museo al Aire Libre de Karnak. Este mausoleo muestra detalles de las procesiones asociadas con el Festival Opet - en el que Amun de Karnak visitaba el templo de Luxor – y con la Hermosa Fiesta del Valle. Durante ésta, Amun abandonaba Karnak para viajar hacia el oeste, hasta Deir el-Bahri, y hacia los templos de otros soberanos. Este festival acabaría convirtiéndose en el más preciado del margen oeste tebano durante el Imperio Nuevo.
Hatshepsut tenía una tumba escavada para ella en el Valle de Los Reyes como soberano. La Tumba KV20 parece ser la más antigua del Valle, y Hatshepsut la amplió para acomodar a su propio sarcófago y un segundo que habría sido tallado para ella pero vuelto a labrar para su padre Tutmosis I. Ambos habrían inicialmente descansado allí, pero Tutmosis III, más adelante, habría movido el cuerpo de Tutmosis I a la KV38, que había construido por parecidas razones.
La confusión de la multiplicidad de tumbas y sarcófagos para Hatshepsut no acaba ahí, pero la investigación llevada a cabo por el Profesor Luc Gabolde, nacido en Nantes (Francia) en 1987, Doctor en Egiptología por la Universidad de Lyon, y otros, ha contribuido a un mejor conocimiento de los primitivos trabajos en el Valle de los Reyes. La reina construyó también un templo a Amun en Medinet Abu, en el extremo sur de Tebas. Terminado por Tutmosis III, esta capilla albergaba un importante culto al dios del oeste, convirtiéndose en parte del ciclo procesional de festivales regulares que incluía a Deir el-Bahri y Karnak, y que más adelante incluiría a Osiris.
EL TEMPLO DE DEIR EL-BAHRI: UNA MANIFESTACIÓN DEL REINADO DE HATSHEPSUT
El Templo de Deir el-Bahri continúa siendo el monumento más perdurable de Hatshepsut. Hecho de piedra caliza y diseñado con una serie de terrazas acopladas a la pared del alto acantilado, en una bahía creada de forma natural por el río y la acción del viento, el templo, conocido como “Sagrado entre los Sagrados” (djeser djeseru), fue la manifestación más completa en forma material de su reinado. El diseño del templo sigue una línea ya conocida desde el Primer Período Intermedio, y particularmente inspirado en el templo de Mentuhotep II (2.055-2.004 A.C.) de la Dinastía XI, justo al sur.
Los templos aterrazados continuaron construyéndose durante todo el Segundo Período Intermedio y, más recientemente, a comienzos de la Dinastía XVIII, muy particularmente por Ahmose, en Abydos. Hatshepsut tomó formas desarrolladas por muchos de sus antepasados reales; por ejemplo, las colosales estatuas de Osiris adosadas a pilares cuadrados en sus columnatas, recuerdan de forma cercana a las estatuas de Senusret I. Por otra parte, la inspiración de Hatshepsut pudo haberle venido de su propio padre, Tutmosis I, ya que los colosos de Osiris, en Karnak, aunque de arenisca, eran similares a los de Deir el-Bahri.
Una vez terminado, el templo mostraba escenas e inscripciones que, de forma cuidadosa, describían un número de proyectos y eventos de la vida y gobierno de Hatshepsut. Las zonas más accesibles, las columnatas más bajas y medias, mostraban, por ejemplo, una campaña militar en Nubia, el transporte de obeliscos para el templo de Karnak, una expedición a Punc para traer árboles de resinas perfumadas, productos comerciales africanos, y el nacimiento divino del faraón.
A los funcionarios asociados con el trabajo se les mencionaba por su nombre en las inscripciones, incluyendo al Tesorero Nehesy y a Senenmut. Las inscripciones funerarias de Djehuty y Senenmut sugieren que ambos fueron activos en la construcción y embellecimiento del templo “Sagrado entre los Sagrados”, de Deir el-Bahri.
En el extremo sur de la terraza de en medio, se construyó una capilla para Hathor, la diosa del cementerio occidental que servía de fachada a un patio de columnas cuyos capiteles tomaban la forma de emblemas de la deidad con rostro de vaca. Escenas del faraón dando de comer a la vaca sagrada flanqueaban la entrada a la propia capilla. En la terraza superior, había una puerta central de entrada al patio peristilo detrás del que se encontraba el santuario principal del templo. Escenas de la procesión de la Hermosa Fiesta del Valle decoraban el lado norte del patio, mientras que el Festival Opet aparecía en el lado sur.
Hacia el norte, otro patio cercado contenía altares de hornacina para los dioses, incluido Amun, y un amplio altar de alabastro egipcio al aire libre, para el Dios-Sol, Ra-Horakhty. La característica de este templo solar constituyó un significativo aditamento al complejo que recordaba una antigua forma vista ya en la Pirámide Escalonada de la Dinastía III, en Saqqara. Su significado para el culto real se acentuaba con unas habitaciones al sur del patio central, donde el deseo del soberano de acompañar al Dios-Sol en su ruta diaria a través de los cielos y del mundo de los muertos se expresaba mediante escenas y textos.
Los himnos que describían las deidades que controlaban cada hora del día y de la noche, daban a Hatshepsut poder sobre el propio tiempo, de forma que ella podía fundirse con el Sol para toda la eternidad. En esta terraza había, también, capillas para la propia Hatshepsut y para su padre, Tutmosis I. Una inscripción acompañaba a una escena del faraón anunciando el futuro reinado de su hija.
Un grupo de frases diseñadas para comunicarse con los pocos que podían leer y que podían acceder a estas zonas privadas del templo, alude sutilmente, a la naturaleza poco usual del mandato de Hatshepsut. A sus altos funcionarios se le previene dos veces: “Aquel que le rinda homenaje, vivirá; aquel que hable con maldad y blasfemia de Su Majestad, morirá”. Es probable que esta fuese la postura oficial de la Corte de la época, y que la inscripción meramente fuese una declaración exagerada, con la que el círculo de élite del momento estaría más que familiarizado.
Hatshepsut fue muy generosa con los que le ayudaron, a juzgar por el significativo aumento del número de estatuas privadas dedicadas en templos tales como el de Karnak. La soberana parece haber forjado tal relación simbiótica con sus nobles, que tan importante era ella para ellos, como lo eran ellos para ella. Durante este período, por vez primera en las tumbas privadas tebanas, el soberano coronado aparece ataviado como el propio Dios-Sol, actuando como intermediario eterno del propietario de la tumba.
Las tumbas tebanas del Administrador Real, Amenhotep (TT73) y del Mayordomo Real, Djeuty (TT110) muestran a Hatshepsut de esta forma, y en algunas tumbas que datan del reinado en solitario de Tutmosis III, se continúa con esta práctica. Tales manifestaciones de lealtad recuerdan la estela inscrita de la élite del Imperio Medio que describía cómo los faraones de la Dinastía XII actuaban para el bien de Egipto.
RELACIONES CON EL EXTERIOR DURANTE EL REINADO DE HATSHEPSUT
La corregencia de Hatshepsut con Tutmosis III no fue un período prolongado de guerras. Hubo algunas expediciones militares a Nubia que parece que estuvieron encaminadas a sofocar algunas revultas locales, pero no hay nada que indique que la administración del sur por el virrey y el supervisor de los países del sur se interrumpiese. El virrey Seni dio paso a Amennakht durante el reinado de Hatshepsut, y este último a Nehy bajo el mandato de Tutmosis III en solitario. Al menos un virrey más estuvo en servicio al final del mandato de Hatshepsut, pero se desconoce su nombre. Cada uno de estos personajes, no sólo gobernaba Nubia sino que también supervisaba la construcción de proyectos. Supervisaba incluso la entrega de productos nubios en concepto de “tributo” al soberano, pero sin duda rara vez habrían sido testigos de acciones militares directas.
La misión comercial de Hatshepsut a Punt se promocionó en Egipto como un importante “golpe” diplomático. Los productos africanos que se trajeron junto al oro y el incienso – incluyendo los propios árboles de incienso – estimuló el interés en las mercancías exóticas de lujo. Pronto aparecerían los que soportaban los tributos representados en las pinturas de las tumbas privadas trayendo los mismos objetos: colmillos de marfil, pieles pintadas, elefantes vivos, y, por supuesto, oro.
No está totalmente claro cómo la misión de Punt conseguiría abrir un comercio más extenso en zonas de África al sur del control de Egipto, pero no fue hasta pasado este período, cuando se registraron, de forma consistente, informes relativos al tributo nubio en las regiones conquistadas, incluyendo listas de los materiales exóticos obtenidos.
Existe la posibilidad de que la conexión de Egipto con el Egeo, como atestiguan las pinturas minoicas de Tell el-Dab’a (Avaris), sufriese un cambio durante el reinado de Hatshepsut. Aunque Avaris seguiría ocupada hasta el reinado de Amenhotep II, no existe indicación de que Egipto estuviese en contacto con Creta después de la primera etapa de la Dinastía XVIII. El comercio se tiene que haber mantenido a través de Chipre y del Levante Oriental, por otra parte, ya que la cerámica importada aparece en grandes cantidades.
En el reinado de Hatshepsut, cuando las delegaciones de Keftiu – minoicos, a juzgar por las representaciones egipcias – aparecen en murales de capillas de tumbas privadas tebanas junto a otros emisarios extranjeros, puede que Egipto hubiese forjado su propia conexión comercial con la Creta minoica, o la Grecia micénica. La coherencia del contacto, no obstante, es dudosa. Pinturas parecidas de los reinos posteriores al de Hatshepsut muestran menos familiaridad con la indumentaria y objetos comerciales de Creta, de ahí que los especialistas hayan llegado a la conclusión de que el contacto comercial pudo haber sido a través de Siria-Palestina, más que de una forma directa.
Y vamos, por ahora, a hacer el consabido receso sine die, terminando esta “Hoja Suelta” para enlazar, en su momento, con otra en la que vamos a acometer el reinado en solitario de Tutmosis III, de la mano de nuestro asiduo guía, el Profesor Vandersleyen.
Rafael Canales
En Benalmádena-Costa, a 22 de agosto de 2010
Bibliografía:
"Le prétendu 'sanctuaire de Karnak' selon Budge", T.G.H. James, , Bulletin de la société française, 75 (1976), pp. 7-30.
"Egyptian sculpture", T.G.H. James and W.V. Davies, London, The British Museum Press, 1983.
"Senenmut. Eine prosopographisc", C. Meyer, Hamburg, Borg, 1981.
"Eternal Egypt: Masterworks", E.R.Russmann, "University of California Press, 2001.
"The monuments of Senenmut", P.F. Dorman, London, 1988.
“The Enciclopedia of Ancient Art”. Helen Strudwick, Amber Books, 2007-2008.
“Ancient Egypt, Anatomy of a Civilization”. Barry J. Kemp, Routledge, 2006.
“Ancient Egypt. A Very Short Introduction”. Ian Shaw. Oxford University Press, 2004.
“The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw, Oxford University Press, 2003.
“Historia Antigua Universal. Próximo Oriente y Egipto”. Dra. Ana María Vázquez Hoys, UNED, 2001.
“British Museum Database”.
Se ha argumentado que Hatshepsut se vio a sí misma como heredera de Tutmosis I incluso antes de que su padre falleciese, implicando así que la datación del reinado de Tutmosis III puede haberse aplicado tanto a su propio reinado como al del rey-niño. Es también posible que capitalizase su rol de "esposa del dios Amun", sus tenencias económicas, y su conexión con la familia Ahmose-Nefertari – posiblemente su propio eslabón genealógico a través de su madre, Ahmose – como apoyo a su regencia de una forma similar a la de sus predecesoras femeninas, Ahhotep y Ahmose-Nefertari. Parece ser que también estuvo preparando a Nefrura para el mismo tipo de rol.
No obstante, una vez que Hatshepsut se dio a sí misma su propio nombre del Trono, y comenzó su transformación pública como faraón, sólo podía haber tenido un cierto precedente que seguir: Sobekkara Sobekneferu (1.777-1.773 A.C.), la mujer que gobernó a finales de la Dinastía XII. Hatshepsut no intentó legitimar su reinado argumentando haber gobernado con o para su esposo Tutmosis II. Prefirió realzar su línea sanguínea. Y ya en el período anterior a su toma del nombre de Trono, el mayordomo real, Senenmut dejó una inscripción en Aswan, en conmemoración de la extracción de la cantera de su primer obelisco, refiriéndose a ella como “hija del faraón”, “hermana del faraón”, “esposa del dios”, “gran esposa real”, Hatshepsut.
En Deir el-Bahri, las escenas y los textos de Hatshepsut contienen alegaciones de que Tutmosis I la habría proclamado heredera antes de su muerte, y que Ahmose habría sido escogida por el dios Amun para parir al nuevo soberano divino. Hatshepsut tenía la misma pureza genealógica que Ahmose-Nefertari, Ahhotep y Sobekneferu. Esta última nunca fue reina: fue “hija del faraón”, cuya personificación de la línea familiar pura, al parecer, fue suficiente para mantener su poder como faraón. Hatshepsut tiene que haber sentido que ella reunía los mismos condicionantes, y casi veinte años le dieron la razón.
El único hijo que se le conoce de Tutmosis II es Nefrura, a quien normalmente se le describe como “hija del faraón” y “esposa del dios”, y también, en más de una ocasión, como “ama de las dos tierras” y “señora del Alto y Bajo Egipto”.
El debate continúa sobre si era esposa de Tutmosis III durante el período de corregencia, aunque sí aparecía junto él como “esposa del dios” hasta el año veintiuno o veintidós de su reinado. En cierto momento Tutmosis III le cambió el nombre por el de Sitiah, con la que contraería matrimonio al inicio de su reinado en solitario. Si Nefrura alguna vez llegó a convertirse en “gran esposa” de Tutmosis III, el faraón tendría que haber puesto fin a aquella relación formal poco después de que Hatshepsut desapareciese en el vigésimo o vigesimoprimer año de su reinado. No se han identificado, de forma explícita, ningunos hijos nacidos de Nefrura, si bien se ha sugerido al príncipe Amenemhat como hijo suyo, por motivos puramente circunstanciales.
LOS ANBICIOSOS PROYECTOS DE CONSTRUCCIÓN DE HATSHEPSUT
Como gobernante, Hatshepsut realizó proyectos de construcción que superaron con mucho los de sus predecesores. La lista de emplazamientos que llegaron a abordar Tutmosis I y II se extendió en el Alto Egipto, incluyendo lugares que los gobernantes ahmósidas habrían favorecido: Kom Ombo, Nekhen (Hieracómpolis) y, en particular, Elkab, pero también Armant y Elefantina. Tanto Hatshepsut como Tutmosis III dejaron numerosos restos en Nubia: en Qasr Ibrim, en Sai, una estatua sentada de la reina que recuerda las de Ahmose y Amenhotep I; en Semna, Faras, Quban, y especialmente en Buhen, donde la reina construyó un templo peristilo (con columnas en todos los lados) en honor al Horus de Buhen, de un tipo común, a mediados de la Dinastía XVIII. El templo de Buhen, en la actualidad trasladado al Museo de Jartum, contiene escenas de la coronación de Hatshepsut, y de veneración a su padre.
Menfis puede que gozase de la atención de Hatshepsut como soberano. Se ha identificado un fragmento de una jarra de alabastro, en la región del templo de Ptah, pero, aún más significativo, la colosal esfinge de alabastro que reposa dentro del muro sur del recinto del templo ramésida pudo haber formado parte de una antigua aproximación al templo, y que estuviese acompañada de una segunda esfinge. Las canteras de Hatnub, fuente probable de la piedra de la esfinge, estaban ubicadas en el Egipto Medio, no muy lejos de otro de sus monumentos: la cripta labrada en roca de Beni Hassan, conocida ahora como Speos Artemidos.
Aparte de la evidencia de cantería en Hatnub, no existe otro rastro de construcción de los faraones de la Dinastía XVIII en el Egipto Medio anterior a Hatshepsut, y la larga inscripción de Speos Artemidos ha documentado que ella fue la primera en restaurar templos en la zona desde los destructivos años de guerra con los Hyksos. Durante estas guerras, el Egipto Medio constituía una región estratégica debido a que sus carreteras se adentraban en el Desierto Occidental hasta los oasis, y de allí, hasta Nubia.
Hatshepsut reivindicaba en sus inscripciones haber reconstruido templos en Hebenu, capital del nome Oryx, en Hermópolis, y en Cusae, y haber servido a la diosa-leona Pakhet, deidad sagrada para la región que rodeaba a la propia Speos. Esta tarea tiene que haberse llevado a cabo bajo la supervisión de Djeuty, Supervisor del Tesoro y también nomarca de Herwer, en el Egipto Medio, a la vez que Supervisor de Sacerdotes del dios Thoth, en Hermópolis. Las inscripciones de su tumba en Dra Abu el-Naga hablan de los numerosos trabajos supervisados por él en nombre de Hatshepsut, e invoca un número de deidades regionales, incluyendo a Hathor de Cusae. Los dioses de dichos centros de culto – Horus, Thoth, y Hathor, respectivamente, recibirían, como otras deidades de Nubia y Egipto, una nueva participación en las fuentes económicas de Egipto.
No obstante, ningún lugar recibió más atención de Hatshepsut que Tebas. El templo de Karnak volvió de nuevo a crecer bajo su supervisión, con los trabajos de construcción dirigidos por un número de funcionarios, que incluían a Hapuseneb, Alto Sacerdote de Amun, Djehuty, el Supervisor del Tesoro, ya mencionado. Con el país en paz durante la mayor parte de los veinte años de su reinado, Hatshepsut pudo explotar la riqueza de las fuentes naturales de Egipto, así como los de Nubia.
El oro fluía de los desiertos del este y del sur. Las canteras de piedras preciosas estaban operativas; en cuanto a la arenisca, se empezó a trabajar en serio en Gebel el-Silsila; el cedro se importaba del Levante Oriental; y el ébano venía de África, quizás vía Punt. En las inscripciones de la reina y de sus funcionarios, los monumentos y materiales usados para su construcción eran específica y escrupulosamente detallados. Hatshepsut estaba muy contenta con la cantidad y calidad de los productos de lujo que podía adquirir y donar en honor de Amun. Tanto es así que hizo tallar una escena en Deir el Bahri para mostrar la cantidad de mercancía exótica traída de Punk. Djehuty ofreció detalles de los regalos procedentes de Punt que Hatshepsut habría donado a Amun, y también se refirió al electrum de las minas del Desierto Oriental que se le había confiado para embellecer Karnak.
Djehuty, Hapuseneb, y Puyemra, todos describieron su participación en la fabricación de la capilla de ébano donada al templo de Mut de Isheru, en Karnak. La dirección del trabajo en el templo, por parte de Hatshepsut, estuvo a cargo de Senenmut, cuyo nombre aparece en una puerta escavada allí, pero Hatshepsut también dejó una estatua en el recinto.
En Karnak, Hatshepsut dejó, muy significativamente en términos de su contribución personal, el Octavo Pilono, una nueva entrada en el sur al recinto del templo. Situado a lo largo del camino procesional de norte a sur que conectaba el centro de Karnak con el recinto de Mut, el nuevo pilono de arenisca fue el primero de piedra de aquella ruta. Irónicamente, la prueba del interés de Hatshepsut en su construcción no es visible, ya que la cara inscrita del pilono fue borrada y redecorada en los primeros años del reinado de Amenhotep II (1.427-1.400 A.C.), hijo de Tutmosis III.
No obstante, el deseo de Hatshepsut de construir una nueva entrada formaba parte de un plan mucho mayor concebido para asegurarse que su vinculación con el templo no sería fácil de olvidar. Al conectar Karnak con el templo de Mut, la reina quizás estaba deliberadamente desviando la atención lejos de la entrada de Tutmosis II al Cuarto Pilono. Igualmente construyó un templo en el callejón norte-sur dedicado a Amun-Ra-Kamutef, una forma de creador del dios. Tomadas en su conjunto, sus construcciones en el templo de Luxor, al sur, que albergaban el festival anual de renovación real, el templo de Mut, donde la consorte de Amun residía, y el santuario a Kamutef, formaban un complejo de edificaciones donde Hatshepsut podía describir y celebrar su descendencia de Amun, obtener el favor de las deidades para su reinado, y ampliar su reivindicación de divinidad para su propia realeza.
En otro lugar de Karnak central, Hatshepsut mandó levantar un palacio para sus actividades rituales, y construir una serie de habitáculos alrededor del mausoleo central de la barca fúnebre – originalmente construido por Tutmosis III - donde ella habría representado su purificación y aceptación por los dioses. Justamente dónde tenía ella situado el gran mausoleo de cuarcita de su barca fúnebre, sigue aún siendo objeto de debate, si bien actualmente se está reconstruyendo en el Museo al Aire Libre de Karnak. Este mausoleo muestra detalles de las procesiones asociadas con el Festival Opet - en el que Amun de Karnak visitaba el templo de Luxor – y con la Hermosa Fiesta del Valle. Durante ésta, Amun abandonaba Karnak para viajar hacia el oeste, hasta Deir el-Bahri, y hacia los templos de otros soberanos. Este festival acabaría convirtiéndose en el más preciado del margen oeste tebano durante el Imperio Nuevo.
Hatshepsut tenía una tumba escavada para ella en el Valle de Los Reyes como soberano. La Tumba KV20 parece ser la más antigua del Valle, y Hatshepsut la amplió para acomodar a su propio sarcófago y un segundo que habría sido tallado para ella pero vuelto a labrar para su padre Tutmosis I. Ambos habrían inicialmente descansado allí, pero Tutmosis III, más adelante, habría movido el cuerpo de Tutmosis I a la KV38, que había construido por parecidas razones.
La confusión de la multiplicidad de tumbas y sarcófagos para Hatshepsut no acaba ahí, pero la investigación llevada a cabo por el Profesor Luc Gabolde, nacido en Nantes (Francia) en 1987, Doctor en Egiptología por la Universidad de Lyon, y otros, ha contribuido a un mejor conocimiento de los primitivos trabajos en el Valle de los Reyes. La reina construyó también un templo a Amun en Medinet Abu, en el extremo sur de Tebas. Terminado por Tutmosis III, esta capilla albergaba un importante culto al dios del oeste, convirtiéndose en parte del ciclo procesional de festivales regulares que incluía a Deir el-Bahri y Karnak, y que más adelante incluiría a Osiris.
EL TEMPLO DE DEIR EL-BAHRI: UNA MANIFESTACIÓN DEL REINADO DE HATSHEPSUT
El Templo de Deir el-Bahri continúa siendo el monumento más perdurable de Hatshepsut. Hecho de piedra caliza y diseñado con una serie de terrazas acopladas a la pared del alto acantilado, en una bahía creada de forma natural por el río y la acción del viento, el templo, conocido como “Sagrado entre los Sagrados” (djeser djeseru), fue la manifestación más completa en forma material de su reinado. El diseño del templo sigue una línea ya conocida desde el Primer Período Intermedio, y particularmente inspirado en el templo de Mentuhotep II (2.055-2.004 A.C.) de la Dinastía XI, justo al sur.
Los templos aterrazados continuaron construyéndose durante todo el Segundo Período Intermedio y, más recientemente, a comienzos de la Dinastía XVIII, muy particularmente por Ahmose, en Abydos. Hatshepsut tomó formas desarrolladas por muchos de sus antepasados reales; por ejemplo, las colosales estatuas de Osiris adosadas a pilares cuadrados en sus columnatas, recuerdan de forma cercana a las estatuas de Senusret I. Por otra parte, la inspiración de Hatshepsut pudo haberle venido de su propio padre, Tutmosis I, ya que los colosos de Osiris, en Karnak, aunque de arenisca, eran similares a los de Deir el-Bahri.
Una vez terminado, el templo mostraba escenas e inscripciones que, de forma cuidadosa, describían un número de proyectos y eventos de la vida y gobierno de Hatshepsut. Las zonas más accesibles, las columnatas más bajas y medias, mostraban, por ejemplo, una campaña militar en Nubia, el transporte de obeliscos para el templo de Karnak, una expedición a Punc para traer árboles de resinas perfumadas, productos comerciales africanos, y el nacimiento divino del faraón.
A los funcionarios asociados con el trabajo se les mencionaba por su nombre en las inscripciones, incluyendo al Tesorero Nehesy y a Senenmut. Las inscripciones funerarias de Djehuty y Senenmut sugieren que ambos fueron activos en la construcción y embellecimiento del templo “Sagrado entre los Sagrados”, de Deir el-Bahri.
En el extremo sur de la terraza de en medio, se construyó una capilla para Hathor, la diosa del cementerio occidental que servía de fachada a un patio de columnas cuyos capiteles tomaban la forma de emblemas de la deidad con rostro de vaca. Escenas del faraón dando de comer a la vaca sagrada flanqueaban la entrada a la propia capilla. En la terraza superior, había una puerta central de entrada al patio peristilo detrás del que se encontraba el santuario principal del templo. Escenas de la procesión de la Hermosa Fiesta del Valle decoraban el lado norte del patio, mientras que el Festival Opet aparecía en el lado sur.
Hacia el norte, otro patio cercado contenía altares de hornacina para los dioses, incluido Amun, y un amplio altar de alabastro egipcio al aire libre, para el Dios-Sol, Ra-Horakhty. La característica de este templo solar constituyó un significativo aditamento al complejo que recordaba una antigua forma vista ya en la Pirámide Escalonada de la Dinastía III, en Saqqara. Su significado para el culto real se acentuaba con unas habitaciones al sur del patio central, donde el deseo del soberano de acompañar al Dios-Sol en su ruta diaria a través de los cielos y del mundo de los muertos se expresaba mediante escenas y textos.
Los himnos que describían las deidades que controlaban cada hora del día y de la noche, daban a Hatshepsut poder sobre el propio tiempo, de forma que ella podía fundirse con el Sol para toda la eternidad. En esta terraza había, también, capillas para la propia Hatshepsut y para su padre, Tutmosis I. Una inscripción acompañaba a una escena del faraón anunciando el futuro reinado de su hija.
Un grupo de frases diseñadas para comunicarse con los pocos que podían leer y que podían acceder a estas zonas privadas del templo, alude sutilmente, a la naturaleza poco usual del mandato de Hatshepsut. A sus altos funcionarios se le previene dos veces: “Aquel que le rinda homenaje, vivirá; aquel que hable con maldad y blasfemia de Su Majestad, morirá”. Es probable que esta fuese la postura oficial de la Corte de la época, y que la inscripción meramente fuese una declaración exagerada, con la que el círculo de élite del momento estaría más que familiarizado.
Hatshepsut fue muy generosa con los que le ayudaron, a juzgar por el significativo aumento del número de estatuas privadas dedicadas en templos tales como el de Karnak. La soberana parece haber forjado tal relación simbiótica con sus nobles, que tan importante era ella para ellos, como lo eran ellos para ella. Durante este período, por vez primera en las tumbas privadas tebanas, el soberano coronado aparece ataviado como el propio Dios-Sol, actuando como intermediario eterno del propietario de la tumba.
Las tumbas tebanas del Administrador Real, Amenhotep (TT73) y del Mayordomo Real, Djeuty (TT110) muestran a Hatshepsut de esta forma, y en algunas tumbas que datan del reinado en solitario de Tutmosis III, se continúa con esta práctica. Tales manifestaciones de lealtad recuerdan la estela inscrita de la élite del Imperio Medio que describía cómo los faraones de la Dinastía XII actuaban para el bien de Egipto.
RELACIONES CON EL EXTERIOR DURANTE EL REINADO DE HATSHEPSUT
La corregencia de Hatshepsut con Tutmosis III no fue un período prolongado de guerras. Hubo algunas expediciones militares a Nubia que parece que estuvieron encaminadas a sofocar algunas revultas locales, pero no hay nada que indique que la administración del sur por el virrey y el supervisor de los países del sur se interrumpiese. El virrey Seni dio paso a Amennakht durante el reinado de Hatshepsut, y este último a Nehy bajo el mandato de Tutmosis III en solitario. Al menos un virrey más estuvo en servicio al final del mandato de Hatshepsut, pero se desconoce su nombre. Cada uno de estos personajes, no sólo gobernaba Nubia sino que también supervisaba la construcción de proyectos. Supervisaba incluso la entrega de productos nubios en concepto de “tributo” al soberano, pero sin duda rara vez habrían sido testigos de acciones militares directas.
La misión comercial de Hatshepsut a Punt se promocionó en Egipto como un importante “golpe” diplomático. Los productos africanos que se trajeron junto al oro y el incienso – incluyendo los propios árboles de incienso – estimuló el interés en las mercancías exóticas de lujo. Pronto aparecerían los que soportaban los tributos representados en las pinturas de las tumbas privadas trayendo los mismos objetos: colmillos de marfil, pieles pintadas, elefantes vivos, y, por supuesto, oro.
No está totalmente claro cómo la misión de Punt conseguiría abrir un comercio más extenso en zonas de África al sur del control de Egipto, pero no fue hasta pasado este período, cuando se registraron, de forma consistente, informes relativos al tributo nubio en las regiones conquistadas, incluyendo listas de los materiales exóticos obtenidos.
Existe la posibilidad de que la conexión de Egipto con el Egeo, como atestiguan las pinturas minoicas de Tell el-Dab’a (Avaris), sufriese un cambio durante el reinado de Hatshepsut. Aunque Avaris seguiría ocupada hasta el reinado de Amenhotep II, no existe indicación de que Egipto estuviese en contacto con Creta después de la primera etapa de la Dinastía XVIII. El comercio se tiene que haber mantenido a través de Chipre y del Levante Oriental, por otra parte, ya que la cerámica importada aparece en grandes cantidades.
En el reinado de Hatshepsut, cuando las delegaciones de Keftiu – minoicos, a juzgar por las representaciones egipcias – aparecen en murales de capillas de tumbas privadas tebanas junto a otros emisarios extranjeros, puede que Egipto hubiese forjado su propia conexión comercial con la Creta minoica, o la Grecia micénica. La coherencia del contacto, no obstante, es dudosa. Pinturas parecidas de los reinos posteriores al de Hatshepsut muestran menos familiaridad con la indumentaria y objetos comerciales de Creta, de ahí que los especialistas hayan llegado a la conclusión de que el contacto comercial pudo haber sido a través de Siria-Palestina, más que de una forma directa.
Y vamos, por ahora, a hacer el consabido receso sine die, terminando esta “Hoja Suelta” para enlazar, en su momento, con otra en la que vamos a acometer el reinado en solitario de Tutmosis III, de la mano de nuestro asiduo guía, el Profesor Vandersleyen.
Rafael Canales
En Benalmádena-Costa, a 22 de agosto de 2010
Bibliografía:
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"The monuments of Senenmut", P.F. Dorman, London, 1988.
“The Enciclopedia of Ancient Art”. Helen Strudwick, Amber Books, 2007-2008.
“Ancient Egypt, Anatomy of a Civilization”. Barry J. Kemp, Routledge, 2006.
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“British Museum Database”.
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