jueves, 5 de marzo de 2009

La Cuadrícula en el Arte del Antiguo Egipto

 
Collage
 
("Pinchar") 


PREÁMBULO

La Real Academia de la Lengua nos dirá que se entiende por “cuadrícula” al “conjunto de los cuadrados que resultan de cortarse perpendicularmente dos series de rectas paralelas”.

Bueno, yo casi estoy de acuerdo. Hombre, digo “casi” porque yo terminaría la definición añadiendo a “paralelas” la palabra “equidistantes”. De esta forma la cuadrícula estaría compuesta de pequeños cuadrados y no de pequeños rectángulos. Por aquello de: cuadrado y rectángulo, rombo y romboide, trapecio y trapezoide, que nos enseñaban en la escuela.

Y, divagaciones aparte, pienso ahora que “cuadrícula” siempre ha suscitado en mí una idea de orden, equidistancia, simetría, simplicidad; yo diría que todo ello rodeado de cierta monotonía, repetitividad y, a veces, incluso aburrimiento. También algo de vacío, fragilidad estructural. No sé, quizás, y estoy seguro que por deformación profesional por mi parte, por contraste con la “triangulación”, base de la estabilidad, la fuerza, la resistencia, el equilibrio estructural. Pocas veces la habría relacionado con el Arte, a no ser, quizás de soslayo, con el islámico, por su base puramente geométrica.

La cuadrícula, sin embargo, fue en Egipto, durante milenios, el sistema adoptado como base para cualquier forma de representación, en la que las proporciones jugaban un papel primordial dentro de esa dicotomía realidad/simbolismo.

Estoy a más de media lectura de uno de mis recientes libros monográficos sobre tópicos egipcios, que ya pasan de dos docenas, titulado “Egyptian Painting and Relief”, cuyo objetivo primordial para su autor radica en que el lector llegue a ser consciente del nivel de sofisticación y maestría técnica que alcanzó Egipto, sobrepasando a cualquier otro pueblo de la Antigüedad; que llegue a familiarizarse con ese estilo que tanto fascina a los ojos de este mundo moderno nuestro, por esa atractiva y a la vez curiosa combinación de elementos realistas y simbólicos; que llegue, incluso, a comprender al artista, y a sus intenciones, así como sus limitaciones; que conozca los materiales, las técnicas y, muy en especial, los Principios de la Representación que tanto difieren de las convenciones occidentales arraigadas en la perspectiva, y cómo ponerlos en práctica. Y entre esas técnicas destaca, obviamente, “el Sistema de Cuadrícula”.

Y es aquí donde me he parado. Y he decidido que, si bien constituye sólo un capítulo del contenido del libro, el tema bien merece un examen pausado sobre algo que todos creemos conocer.

Y, echando mano de las artes plásticas, y con algo de paciencia, mucho tiempo y no menos de interés, he creado un “collage” que, sin ser un Braque, encabeza esta “Hoja Suelta”. Son recortes que, agrupados, muestran una serie de dibujos de temas tomados de la realidad que nos van a servir de representación gráfica y guía que facilitará el seguimiento de las explicaciones del texto. Se recomienda, pues, que se "pinche" y amplíe, ya que su buena calidad facilitará dicha labor.

El autor del libro es la Profesora Gay Robins, que cursó sus estudios de Egiptología en las Universidades de Durham y Oxford, posteriormente estuvo a cargo de un proyecto de investigación en el Christ’s College de Cambridge, y actualmente es Profesora titular de la Cátedra “Samuel Candler Dobbs” de Historia del Arte en la Universidad de Emory, Atlanta, Georgia, EE.UU.

La presente monografía está dividida en varios apartados que cubren los temas que su título engloba. Estos son: “Principios de Representación”, “Materiales y Técnicas”, “Figuras Mayores y Escenas Formales”, “Figuras Menores y Escenas Subsidiarias”, “El Arte Amarna" y "Contextos Domésticos e Informales”.

El tema que nos ocupa, “La Cuadrícula”, cae dentro del apartado titulado “Figuras Mayores y Escenas Formales”. El resto, de indudable interés, podría, muy bien, constituir materia suficiente para más de una “Hojas Suelta”. Se tendrá en cuenta.

FIGURAS MAYORES

Por Figuras Mayores entendemos aquellas con un propósito y un fin ritual. Representan el mundo de los dioses y del difunto. Los protagonistas: los dioses, el rey y el señor. Todos tienden a ser estáticos, y los tipos de escena son limitados.

En los templos, el tema se centra en el ritual que el faraón exhibe ante el dios y los actos recíprocos del dios hacia el rey.

En las tumbas, el señor aparece en la escena como receptor de las ofrendas de sus familiares y de los bienes para su culto y, a partir de la Dinastía XVIII, como protagonista oferente ante sus dioses.

Estas escenas normalmente se representaban sobre una cuadrícula que servía de ayuda a los artistas a obtener las proporciones correctas para sus figuras.

Las imágenes mostraban una forma idealizada y perfecta. El hombre joven y bello; o en su más próspera mediana edad. La mujer, eternamente joven y hermosa. Sólo inscripciones complementarias ayudan a distinguir la esposa de la madre. Las posturas se limitan a figuras de pie, sentadas o arrodilladas.

Se evita siempre la sensación de violencia; ya sea la del faraón golpeando con la maza a sus enemigos; ya sea el rey corriendo delante de un dios; o el cazador que arponea el pez, el ave, o practica la caza.

En las mejores de estas escenas se aprecia cómo un cuerpo perfectamente equilibrado centra la escena de acción. El objetivo del artista es conseguir un equilibro perfecto de todos los elementos que componen una escena.

De hecho, proliferan las escenas en las que dos figuran, cara a cara, o espalda a espalada, se confrontan en sus acciones de ofrendar o recibir. Con frecuencia, forman parte de una escena de dos mitades que se equilibran entre sí.

Así pues, podemos afirmar que las escenas formales, tanto en los templos como en las tumbas, se distinguen por su carácter estático e inmutable.

Ya en el Imperio Antiguo, los artistas habían desarrollado un sistema de líneas directrices que les ayudaba en escenas formales a la correcta colocación de las diferentes partes del cuerpo humano desde la planta del pie hasta el límite del cabello.

Si nos adentramos en el “collage” que encabeza esta “Hoja”, en el dibujo A,a,20, podemos apreciar que en las figuras representadas de pie, una línea vertical, que aquí se representa por una “C” y una “L” superpuestas, marcaba el eje central del cuerpo, mientras que seis líneas horizontales indicaban: el nivel de la parte superior de la rodilla, el nivel más bajo de las nalgas, del codo, de las axilas, de la unión del cuello con los hombros, y de la línea frontal del pelo.

Está demostrado que, en los casos de dibujos cuidadosamente elaborados, el nivel de la línea de la rodilla desde la planta del pie representaba un tercio de la altura de la línea frontal del cabello; que el nivel más bajo de las nalgas representaba la mitad de la altura de la línea del cabello; que la línea del codo representaba dos tercios de la altura del cabello, y que la distancia desde la línea del cabello hasta la unión del cuello con los hombros era un noveno de la altura de la línea del cabello.

A partir del Imperio Medio (Ver collage, dibujo A,b,20), las líneas directrices desaparecen, siendo sustituidas por un sistema de cuadrículas (en adelante “La Cuadrícula”) con el fin de conseguir las correctas proporciones de las Figuras Mayores.

Puesto que todas las líneas directrices del Imperio Antiguo, con excepción de la correspondiente a las axilas, dividían el cuerpo en mitades, tercios o novenos, se hacía viable encajarlas en una cuadrícula de dieciocho cuadrados, de forma que cada línea directriz se correspondiese con una línea de La Cuadrícula.

De esta forma, la línea de la rodilla pasaba a ser la sexta horizontal de La Cuadrícula; la línea de las nalgas, la novena; la línea del codo, la duodécima; y la de la unión del cuello con los hombros, la decimosexta.

La línea vertical central que marcaba el eje del cuerpo humano, se convertía en la Línea Central de La Cuadrícula. En este sistema, la línea diecisiete pasaba justo por debajo de la nariz, y la catorce, a la altura del pezón.

El pie ocupaba, aproximadamente, tres cuadrados de La Cuadrícula, y el antebrazo, desde el codo hasta la yema de los dedos, cinco (Ver collage, dibujo B,a,21).

La unidad de medida egipcia era el “codo”. El “codo” es la primera unidad de medida registrada y una de las muchas y diferentes medidas estándar utilizadas a lo largo de la Historia.

Estaba basado en la medida del antebrazo de ahí que el jeroglífico que le representa muestre dicho símbolo. Su uso se extendió por toda la Antigüedad, la Edad Media y principios de la Moderna. Fue utilizado en el sistema romano de medidas y en diferentes sistemas griegos.

La distancia, tomada desde el codo a la yema del dedo corazón, la hacen equivalente a 450 milímetros, o 18 pulgadas, que representan cinco cuadrados de La Cuadrícula, por lo que un cuadrado equivale a 90 mm.

Con esto como base, si la figura humana se representa con sus proporciones normales, y la parte superior de la cabeza está a entre dieciocho cuadrados y medio y diecinueve, la altura estándar de una figura humana en pie equivaldría a entre 1.665 y 1.710 mm, es decir, entre 5 pies, 5 pulgadas y media, y 5 pies, 7 pulgadas y media.

La estatura media en vida de los varones egipcios calculada a partir de los restos de esqueletos es de 1.700 mm, o 5 pies 7 pulgadas.

La figura femenina también se dibujaba dentro de La Cuadrícula de dieciocho cuadrados desde la planta de los pies hasta la línea frontal del pelo, pero normalmente la línea que marcaba la parte más estrecha de la espalda quedaba algo más alta que la correspondiente del hombre y, además, su figura era más esbelta. Véase la que muestra el dibujo B,b,22 del collage, sobre La Cuadrícula original, procedente de la tumba de Serenput II, en Aswan, de la Dinastía XII.

En realidad la estatura media de la mujer es inferior a la del hombre y, a veces, esto se ve reflejado en la altura de las figuras de hombre y mujer en el arte. Las parejas pueden representarse con el hombre y la mujer de igual estatura, o incluso, en ocasiones, el de esta última bastante menor.

Las Figuras Mayores con posturas diferentes también se relacionan con La Cuadrícula. Las que aparecen sentadas encajan en catorce cuadrados que van desde la planta del pie hasta la línea frontal del pelo, ya que la altura del muslo desaparece. Sin embargo, podemos apreciar cómo sus proporciones están relacionadas con las de las figuras que están de pie. Desde la línea frontal del pelo hasta la parte inferior de los glúteos sobre los que se sienta la figura, hay nueve cuadrados, es decir, los mismos que en las que está de pie.

El largo de la pierna desde la planta del pie a la rodilla sigue siendo de seis cuadrados, pero la parte superior de la rodilla sube un cuadrado sobre el nivel de los glúteos, de forma que sólo cinco de los cuadrados de la pierna se añaden a la altura de la figura, lo que hace un total de catorce, como se había indicado.

La distancia desde la línea frontal del cabello hasta justo debajo de la nariz, y de ahí hasta la unión del cuello con los hombros, sigue siendo todavía un cuadrado en cada caso, y la distancia del antebrazo al hueso del codo sigue ocupando cinco cuadrados.

Las escasas cuadrículas que han sobrevivido relativas a figuras arrodilladas muestran que la distancia desde la línea del cabello a la parte inferior de los glúteos es, aproximadamente, equivalente a nueve cuadrados, y la altura del pie desde la bola (al estar los dedos doblados) al talón sobre el que descansan las nalgas, es de alrededor de dos cuadrados, lo que supone una altura total de once cuadrados. (Ver dibujo B,c,23 del collage, que representa a Senenmut, de la Dinastía XVIII, en su segunda tumba en Tebas. Se han completado las líneas existentes de La Cuadrícula original hasta cubrir la figura completa).

Las partes de la cabeza comprendidas entre la línea del pelo y la de la unión del cuello con los hombros son las mismas que las de las figuras sentadas y de pie. El largo de la pierna inferior sigue ocupando unos seis cuadrados, pero varía más en estas últimas al no afectar ya a la altura del cuerpo.

No se conocen imágenes reales arrodilladas que figuren sobre cuadrículas, pero de los análisis realizados en algunas figuras reales arrodilladas se deduce que sus proporciones se ajustan más a las de una distancia hasta la línea del cabello equivalente a doce cuadrados desde la línea base. Seguiría, pues, habiendo nueve cuadrados desde la línea del pelo hasta la parte inferior de los glúteos, pero el pie es más largo, ocupando tres cuadrados en vez de dos.

Una variante de la figura arrodillada ocurre cuando el pie de la pierna sobre la que descansa el cuerpo del sujeto está doblado por el tobillo con el empeine hacia abajo, y el talón y la planta del pie hacia arriba. En estas figuras la distancia desde la línea del pelo al borde inferior de los glúteos equivale, de nuevo, a nueve cuadrados, mientras que el grosor de la pierna inferior, sobre la que se sienta el sujeto, ocupa un cuadrado, lo que supone un total de diez cuadrados. Esta disposición se puede apreciar en una escena con dos figuras femeninas arrodilladas que aparecen en la tumba de Tati en Tebas, Dinastía XVIII.

Desde la Dinastía XXV, en adelante, los vestigios de cuadrículas muestran que en las figuras de pie la distancia entre la planta del pie y la línea frontal del cabello deja de ser equivalente a dieciocho cuadrados. En su lugar, hay veintiuno desde la planta de los pies hasta el párpado superior, como se aprecia en el dibujo del collage adjunto C,25, que representa a Ibi en su tumba, en Tebas, Dinastía XXVI, cuyos vestigios de La Cuadrícula original se han completado para que cubran la figura entera.

Aunque La Cuadrícula fue originalmente creada para asegurar las proporciones correctas de la figura humana, habría resultado extraño que no influyese en el artista a la hora de situar otros detalles en una escena, de ahí la tendencia de algunas líneas de composición a estar relacionadas con aquella.

No obstante, la relación entre objetos específicos y La Cuadrícula no siempre se repetía de forma automática, y escenas en las que aún son visibles las cuadrículas originales indican que si bien las líneas de cuadrículas podían influir en la colocación de varios objetos, no existían normas rígidas al respecto.

El artista competente era capaz de dibujar perfectamente a mano alzada, así que La Cuadrícula constituía una mera guía, útil, eso sí, e imprescindible en la ejecución de grandes figuras situadas a una altura considerable del suelo, incluso con ayuda de andamiaje, donde sería imposible retroceder lo suficiente para poder apreciar las proporciones correctamente.

ESCENAS FORMALES

Hasta aquí, sólo se han considerado figuras aisladas en relación con La Cuadrícula, pero muchas escenas están formadas por más de una figura. En algunos casos, todas son del mismo tamaño y postura; en otros, son de tamaño diferente.

En el primer caso, una misma cuadrícula se aplicaba para todas. En el segundo, no era así, y los restos aún visibles de éstas nos muestran cómo el artista acometía estas escenas.

En algunas ocasiones, una sola cuadrícula de tamaño apropiado a la figura mayor cubría toda la superficie; otras figuras más pequeñas se añadían sin ninguna relación aparente con las líneas de cuadrícula, con la excepción de una línea horizontal de la cuadrícula que actuaba de línea base. En otras escenas, se dibujaban otras cuadrículas complementarias de tamaños diferentes.

Aunque los principios de representación de la figura humana permanecieron sin cambios a través de los tiempos faraónicos, comparando ejemplos del arte de períodos diferentes se aprecia la existencia de diferencias de estilo.

Aunque el sistema de La Cuadrícula de dieciocho cuadrados proporcionaba al artista con una guía para establecer las proporciones corporales, no impuso ninguna serie de proporciones inalterables para todos los períodos.

Entre las figuras de un mismo monumento existían variaciones menores, pero aún se aprecian diferencias mayores dentro del sistema que claramente afectaban las proporciones de las figuras y, por lo tanto, al propio sistema.

Puesto que tales variaciones acababan haciéndose populares en épocas distintas, este hecho de alguna forma contribuía a la aparición de estilos propios dentro de una época determinada. Esto se puede demostrar analizando diferentes figuras de pie enmarcadas en cuadrículas de dieciocho cuadrados, y comparando los resultados. Las figuras del Imperio Antiguo pueden también analizarse sobre cuadrículas hipotéticas aunque no fuesen utilizadas en aquella época.

Vamos, pues, a acometer dicha tarea que nos llevará a cubrir el tema de la representación de las Figuras Mayores, ya que para la de las Figuras Menores se siguieron las mismas pautas, si bien el artista gozaba de mucha más libertad de expresión.

En cuanto al Arte Amarna, se creó un nuevo sistema de cuadrícula para acomodar así las nuevas proporciones de las figuras humanas, muy especialmente las de la familia real, pero los viejos Principios de Representación se siguieron manteniendo de forma inalterable a lo largo de todo el Período Amarna.

En las figuras de los Imperios Antiguo y Medio, la parte más estrecha de la espalda, el borde inferior de los glúteos y la parte superior de las rodillas normalmente se alineaban con las horizontales once, nueve y seis, respectivamente, como se puede apreciar en los dibujos del collage A,b,20 y D,a,26, que representan a Serenput II, de pie, Dinastía XII, en su tumba de Aswan, con los restos de la cuadrícula original continuados para que cubra toda la figura; y a Herunefer, de pie, Imperio Antiguo, en su tumba en Giza, con una hipotética cuadrícula de dieciocho cuadrados superpuesta.

Durante las Dinastías XVIII y XIX, la parte más estrecha de la espalda y el borde inferior de los glúteos, con frecuencia se subían una cuadrícula, mientras que la línea sexta, en vez de pasar por la parte superior de la rótula, podía pasar por la parte inferior, como se puede apreciar en el dibujo del collage D,b,26, que representa al rey Seti I, de pie, Dinastía XIX, en su templo de Abydos, con una hipotética cuadrícula de dieciocho cuadrados superpuesta.

En algunas figuras no reales de las Dinastías XIX y XX, la parte más estrecha de la espalda podía incluso pasar por la línea horizontal trece, produciendo así un torso superior corto y una parte inferior del cuerpo muy larga, como podemos apreciar en el dibujo del collage D,c,26, que representa a Wenennefer, Dinastía XIX, en su estela, con una hipotética cuadrícula de dieciocho cuadrados superpuesta.

En algunas figuras de la Dinastía XX, la sexta línea incluso pasa más abajo de la parte inferior de la rótula, por abajo del ligamento rotular, como se aprecia en el dibujo del collage D,d,26, que representa al dios Ptah-Tatjenen en la tumba del príncipe Amonhirkhopshef, en Tebas, con una hipotética cuadrícula de dieciocho cuadrados superpuesta, y cinco cuadrados que cubren el brazo y miden la distancia desde el hueso del codo a la punta de los dedos de la mano.

Al subir las alturas de la rodilla, glúteos y la parte más estrecha de la espalda, los artistas alargaban las piernas en relación con el torso, desarrollando así una representación de la figura humana más elegante.

Este estilo acabó desapareciendo hacia finales del Tercer Período Intermedio y la Dinastía XXV, iniciándose así un período de arcaísmo en el arte basado en los Imperios Antiguo y Medio. Se volvió de nuevo a los bajos niveles de la parte más estrecha de la espalda, de los glúteos y de la parte superior de la rodilla, como se puede apreciar en los dibujos del collage F,a,27 y F,b,27, que representan la figura del rey Iuput II Dinastía XXIII, de pie, en una placa; y la del rey Taharqa, Dinastía XXV, de pie, en el templo T de Kawa; ambas con una hipotética cuadrícula de dieciocho cuadrados superpuesta.

Y fue por esta época cuando se introdujo el nuevo sistema de cuadrícula que continuó usándose hasta finales del Período Greco-Romano. Durante este tiempo, la influencia griega hizo evolucionar un nuevo estilo en el que las figuras se redondean ofreciendo una apariencia más voluptuosa.

Y termino así con el tópico de la cuadrícula y su importancia dentro de lo que representa la representación en el arte egipcio.

Su relación con las Figuras Menores y con el Arte Amarna sólo se ha mencionado de pasada, y no se ha entrado en el capítulo relativo a los Principios de Representación, de enorme importancia para comprender la filosofía que rodea el Arte Egipcio. Tampoco hemos cubierto lo relativo a materiales y técnicas.

Aún así, y puesto que yo sí los tengo leídos y asimilados, me quiero permitir la licencia de hacer una reflexión final, a modo de conclusión, sobre el conjunto de la obra, identificándome así con la de su autora, con la que pondré fin a mi aportación.

REFLEXIÓN

A través de las páginas de este libro se puede apreciar cómo el artista acometía la composición aplicando unos principios que difieren totalmente de los criterios inherentes al arte occidental.

Él veía la superficie sobre la que iba a trabajar como un área bidimensional sin profundidad, sin fondo, en la que distribuía su material mediante registros horizontales, sin relación espacial ni temporal alguna, aplicando un sistema de escala que utilizaba para calibrar la relativa importancia o categoría de las figuras representadas.

Los objetos, incluidas las partes relevantes del cuerpo humano, se simbolizaban por su aspecto más impactante. En el arte religioso, el propósito era crear un mundo idealizado, formal e inalterable para los dioses y para el difunto; en consecuencia, un mundo estático.

A la hora de acometer temas más mundanos, el artista podía generar escenas plenas de movimiento y vitalidad. La representación de la figura humana no se tomaba directamente de la vida misma sino que se utilizaban diversos artilugios para reunir las partes individuales del cuerpo y crear con ellas un único esquema de composición.

Aunque la figura resultante no se pueda comparar directamente con la realidad, lo sorprendente es que “funciona”; es decir que, a pesar de las distorsiones, es expresiva; se capta de inmediato.

La estilización no excluye la sensación de movimiento cuando es apropiado; su ausencia en los templos y tumbas formales se debe al contexto, no a falta de maestría.

Como en cualquier otra profesión, todos los artistas no ostentaban el mismo nivel profesional. Por otra parte, existieron períodos de decadencia artística general, como sucedió durante los períodos Intermedio Primero e Intermedio Segundo.

En otras épocas, a los mejores artistas se les empleaba en proyectos reales, o en trabajos para altos cargos. Los menos favorecidos económicamente, o los patrones de provincia, a veces tenían que contentarse con productos mediocres o de muy baja calidad. En estos casos, el “bien hacer” con frecuencia desaparecía, de manera que la composición perdía equilibrio al ser sus elementos internos colocados al azar; incluso se llegó a un total abandono y desdén por las líneas de registro.

Algunas figuras individuales con frecuencia presentan unas proporciones incorrectas, una delineación inepta, y una pobre ejecución del relieve.

Ante estas espontáneas y resumidas reflexiones, es posible que el lector se sienta animado a considerar, durante una posible visita a Egipto, o a museos o colecciones egipcias, hasta qué punto una pieza determinada alcanza las cotas de calidad y logros de los mejores artistas, o se queda bien corta de ellos.


Rafael Canales

En Benalmádena-Costa a 16 de marzo de 2009.

Bibliografía:

“Egyptian Painting and Relief”, Gay Robins, Shire Egyptology, Shire Publications Ltd., third edition, 2008.
“Egyptian Art”, C. Aldred, Thames and Hudson, 1980.
“Colour and Painting in Ancient Egypt”, W.V. Davies (editor), The British Museum Press, 2001.
“Egyptian Art”, J.R. Harris, Spring Books, 1966.
“Ancient Egyptian Materials and Industries”, A. Lucas, E. Arnold, fourth edition, 1962.
“Ancient Egyptian Materials and Technology”, P.T. Nicholson y I. Shaw, Cambridge University Press, 2000..
“Style and Proportion in Ancient Egyptian Art”, G. Robins, University of Texas Press, 1994.
“Principles of Egyptian Art”, H. Schäfer, Thames and Hudson, 1978.
“Amarna Palace Painting”, F. Weatherhead, Egypt Exploration Society, 2007.


10 comentarios:

nano dijo...

precioso e interensantisimo articulo, muy bien rafa da gusto leer algo tan bien contado.
tu hijo adoptivo

nano dijo...

recomiendo a todo el mundo que pinche la foto y la agrande, tiene mucha calidad, asi queda mucho más claro lo que rafa esta contando.

nano dijo...

rafa más fotos porfa.

Rafae Canales de Mendoza dijo...

Gracias, chaval. Me alegra que lo enuentres fácil de lectura e interesante a la vez. He añadido tu recomendación de "pinchar" y ampliar al párrafo correspondiente En cuanto a más fotos, ¿qué quieres decir? ¿En el artículo? ¿Fuera de él? ¡Ilústrame!
Rafa

nano dijo...

mejor en el articulo. un abrazo

dijo...

adoro Egipto!
toda su historia me fascina desde siempre.
saludos desde españa.

dijo...

yo también tengo el ojo de horus en mi blog :)

Rafae Canales de Mendoza dijo...

Gracias, Marga, por interesarte. Me gustaría entrar en tu blog.
Cariñosos saludod,
Rafa

Juan dijo...

Muchísimas gracias por este estudio tan completo, elaborado y coherente; por dedicarle tiempo a crear un texto tan útil. De verdad que me he quedado sorprendido. Da gusto ver las cosas bien hechas, con la de morralla que hay en internet.

Juan dijo...

Muchísimas gracias por dedicarle tiempo a elaborar un trabajo tan completo, coherente y claro. Da gusto leerlo. Es todo un ejemplo de cómo hacer bien las cosas, lejos de misticismos y supercherías respecto a Egipto y a años luz de la morralla que abunda en internet.
De verdad, muchísimas gracias por este estudio tan útil.