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EL PALEOLÍTICO SUPERIOR FINAL (24.000-10.000 B.P.)
En esta cuarta “Hoja Suelta” del segundo ensayo, seguimos de la mano de los egiptólogos belgas Hendrikx y Vermeersch, mientras nos adentramos en la fase final del Paleolítico en la que, contrariamente al Paleolítico Superior, han sido muchos los yacimientos encontrados en el Alto Egipto datados entre 21.000 y 12.000 B.P.
Consideremos primero las condiciones ambientales del período que nos ocupa.
Durante la fase final del Paleolítico Superior, el clima continuó siendo extremadamente árido, mientras el río Nilo por una parte reducía su caudal y por otra incrementaba de forma considerable los depósitos de arcilla a consecuencia de la aridez de su cabecera y la no menos importante actividad erosionante de los últimos fríos glaciales que afectaron a las tierras altas de Etiopía. La arcilla se acabó depositando en el Valle del Nilo cubriendo el Alto Egipto de un grueso aluvión que propició las inundaciones de la llanura que, en el caso de Nubia, llegó a alcanzar una altura de entre 25 y 30 metros superior a la actual.
No parece haber evidencia de la existencia de yacimientos asignados al Paleolítico Superior Final en zonas del Egipto Medio o del Bajo Egipto; al parecer por estar esta parte del Valle del Nilo cortada a más profundidad debido al bajo nivel alcanzado por las aguas del Mar Mediterráneo de poco más de 100 metros por debajo de su nivel actual. El resultado fue la aparición de una erosión regresiva a lo largo del Nilo que propició la formación de una superficie, que fue cubriéndose de aluviones posteriores, que ocultaron así los yacimientos a los ojos de los arqueólogos.
Es un hecho la gran variedad tipológica existente entre los diferentes yacimientos del Paleolítico Superior Final, de ahí que nuestro limitado conocimiento del Paleolítico Superior dificulte aún más la tarea de determinar los orígenes de esta fase final del Paleolítico.
Entre los diferentes grupos, cabe destacar las dos industrias más antiguas. A saber: La Fakhuriense (21.000-19.500 B.P.), que actualmente se la identifica como una fase inicial de la Kubbaniyense (19.000-17.000 B.P.), y esta última, relacionada con la Halfiense (19.500-17.500 B.P.) de Nubia y sur de Egipto.
Aunque la Kubbaniense tiene su origen en el Wadi Kubbaniya, cerca de Aswan, se han encontrado yacimientos en otros lugares como Esna y Edfu. En Wadi Kubbaniya, los yacimientos aparecen en tres lugares fisiográficamente distintos que se relacionan con el bloqueo anual de una laguna que, de forma temporal, se formaba durante las inundaciones del Nilo al ser taponada la boca del “wadi” (valle) por una duna de gran tamaño, que eventualmente crecería de tamaño bloqueando así el wadi por completo, con lo que la laguna acabaría abasteciéndose de su propia capa freática. El entorno así creado se convertía en un lugar idílico para cazadores-recolectores.
Así que los yacimientos se encuentran situados unos, en campos de dunas que ocasionalmente se anegaban con las inundaciones; otros, en las llanas zonas de limo del wadi; y otros, en montículos de dunas de fósiles situados en terrenos llanos junto a la boca del wadi, que acababan rodeadas de agua durante las inundaciones.
Una gran mayoría de los yacimientos de Wadi Kubbaniya surgieron de su frecuente utilización por parte de pequeños grupos de gente; quizás varias veces al año, durante largas temporadas.
Los restos florales encontrados son típicamente estacionales, por lo que parte de la dieta debe haber consistido en plantas comestibles, en especial las ciperáceas (Cyperaceae), aunque sorprende la ingestión de sus pequeños tubérculos, parecidos a bellotas, ya que para hacerlos comestibles habría sido necesario molerlos a fin eliminar las toxinas y romper su fibra. Esto podría explicar la existencia del gran número de piedras de moler encontradas en Wadi Kubbaniya.
Las ciperáceas son monocotiledóneas parecidas a los pastos; muchas de ellas se polinizan por vientos. Emparentadas a los juncos pueden, como éstos, ser confundidas con las gramíneas, si bien carecen de lígula, sus hojas son bifaciales, trísticas (raramente dísticas), y sus vainas cerradas. Su fruto consiste en una núcula, o fruto seco indehiscente; es decir, que no se abre al madurar. La núcula arquetipo es la bellota de encina o la avellana.
Con unas 4.500 especies agrupadas en 104 géneros distribuidas por todo el mundo, su importancia económica es, no obstante, muy limitada, sobresaliendo la “Cyperus Papyrus” con la que fabricaban el papiro en el Antiguo Egipto.
En los yacimientos de Kubbaniya, como en otros muchos del Paleolítico Superior Final, se pescaba en grandes cantidades de forma estacional, siendo la pesca la principal fuente de proteína animal del pueblo. Parece evidente la existencia de una primera estación de pesca anual por la apabullante cantidad de restos del Pez Gato africano (Galeichthys Felis), llamado así por los tentáculos o barbillas que se exitienden a cada lado de la mandíbula superior, lo que implicaría una captura masiva de esta especie en pleno período de desove, en los meses de julio y agosto.
También se aprecia la existencia de una segunda temporada anual de pesca, por la abundancia de restos de pez gato y tilapia, tanto adulto como inmaduro; hecho que nos permite sugerir que los peces se concentraban durante los meses de octubre y noviembre en las aguas poco profundas de las charcas que se formaban después de las inundaciones.
Además de la pesca, una parte importante de la subsistencia del pueblo la comprendía la caza, entre la que destaca el ganado vacuno salvaje, la gacela dorca y el antílope (alcelaphus buselaphus), o “hartebeest” inglés.
En cuanto a los productos líticos, en su mayoría consistían en laminillas procedentes de núcleos de plataformas opuestas.
En la industria Fakhuriense se distinguen cuatro clases diferentes de útiles, bien representados. Las “backed bladelets”, laminillas u hojillas, constituyen residuos de la producción microlítica que resultan de seccionar las laminillas utilizando la técnica del microburil. Las de retoque Ouchttata son las más frecuentes. Les siguen otras piezas retocadas: perforadores, denticulados y puntas de muesca. Los raspadores carenados se encuentran con escasa frecuencia, mientras que las truncaduras y buriles son escasos y de deficiente fabricación.
Así pues el inventario de útiles del Kubbaniyense se caracteriza por un predominio de las mencionadas laminillas, con frecuencia con retoque marginal plano, no invasivo, que representan hasta un 80% de todos los útiles.
El yacimiento E71K12, un antiguo matadero cerca de Esna, pertenece a la cultura Fakhuriense, o está muy cercanamente relacionada con ella. El lugar, que consistía en un hoyo entre dunas en el que se habría formado un estanque estacional alimentado por las crecientes aguas de las inundaciones estivales, atraía a los animales que huían de las crecidas en las llanuras inundadas. Esto redundaba en la formación de un entorno idílico para la caza, destacando el ganado vacuno salvaje, el antílope y la gacela dorca. Muy probablemente, este lugar llegó a representar la base de subsistencia durante las inundaciones tardías, y durante el período inicial de las inundaciónes.
Una característica distintiva de la industria Ballaniense-Silsiliense (16.000-15.000 B.P.) es el “debitage” procedente de núcleos de plataforma simple y opuesta. “Debitage” es un término colectivo utilizado por los arqueólogos en referencia al material lítico de desecho producido durante la reducción lítica y la fabricación de útiles. A su homólogo en español, "debitado", se le define como un galicismo empleado en la descripción de las industrias líticas como sinónimo de "talla".
Estos útiles consistían en laminillas con técnica microburil y truncaduras. La introducción de dicha técnica supuso una innovación que se ha podido encontrar también en el Negev, zona desértica al sur de Israel, y en Jordania. Mientras que los microburiles de buena fabricación abundan, los microlitos geométricos y de retoque Ouchtata, escasean; los raspadores carenados son también poco comunes.
Hacia 13.000-12.000 B.P., las crecidas del Nilo fueron inusualmente altas debido a los cambios climáticos del último Período Glacial dando lugar a inundaciones excepcionalmente intensas. La época, conocida como “El Nilo Salvaje”, fue consecuencia de las condiciones climatológicas de la África sub-sahariana, si bien Egipto estuvo exento de lluvias locales.
Un yacimiento al que no llegaron las catastróficas inundaciones provocadas por “El Nilo Salvaje” fue Makhadma-4, ejemplo de la industria Afiense (12.900-12.300 B.P.), ubicado unos seis metros por encima de la actual llanura, más al norte de Qena.
Situado al borde mismo del desierto, en una especie de bahía lisa resultado de la unión de diferentes fondos de wadis, su rica colección de restos de peces incluye un 68% de Tilapia y un 30% de Clarias; el resto lo componen Barbus, Synodontis, y Lates.
El pez Tilapia (Oriochromis Niloticus), es un sabroso pez de África Oriental al que hasta ahora sólo se le reconocían sus propiedades nutritivas. Sin embargo, investigadores keniatas han descubierto que, además, este pez es un gran aliado en la lucha contra la propagación de la malaria. El pez tilapia, se come la larva del mosquito que transmite la enfermedad a los seres humanos, de modo que en el hábitat de estos peces, la presencia del mayor transmisor es menor.
La gran cantidad de Tilapia, y el pequeño tamaño tanto de Tilapia como de Clarias, parece indicar que la pesca debe haberse practicado más bien tarde, pasadas las inundaciones. Los peces habrían sido pescados en cuencas poco profundas donde los pescadores podían vadear.
El reducido tamaño de los peces sugiere la utilización de útiles de pesca sofisticados, como cestas de arrastre, redes y cestas barrederas.
De las grandes cantidades obtenidas producto de la pesca, no todas eran para su consumo inmediato, por lo que la existencia en el yacimiento de fosos con gran cantidad de restos de carbón vegetal quemado, sugiere que el pescado se secaba deliberadamente para su conservación y posterior consumo.
La gran extensión de este yacimiento parece demostrar que este lugar fue utilizado de forma frecuente durante largos períodos de tiempo.
La existencia de la industria Isniense, hacia 13.000 B.P., no microlítica, con grandes lascas, raspadores y morteros, se encuentra testimoniada en diversos yacimientos entre Wadi Kubbaniya y la llanura Dishna. El conjunto se caracteriza por su vasta técnica “knapping”, o de reducción lítica, cuyo resultado son lascas gruesas y vastas, y su inventario de útiles se encuentra en su mayoría dominado por raspadores sobre lascas.
En el yacimiento Makhadma-2, la base económica parece haber sido la pesca de Clarias; su fecha de ocupación data de 12.000 B.P., con lo que coincide con las inundaciones durante “El Nilo Salvaje”.
Entre la segunda catarata y el sur de Egipto se encuentra un conjunto de lascas microlíticas que corresponde a la industria Qadiense cuyo interés radica, primordialmente, en que está relacionada con cementerios.
El más significativo es el cementerio de Gebel Sahaba, con cincuenta y nueve esqueletos exhumados; todos enterrados medio encogidos, reposando sobre el lado izquierdo del cuerpo, con la cabeza hacia el este, de cara al sur.
Las tumbas son simples fosas cubiertas con una losa de piedra arenisca, y el producto lítico asociado puede atribuirse a la fase final del Qadiense, hacia 12.000 B.P.
De los cincuenta y nueve cuerpos, veinticuatro muestran señales de muerte violenta, testimoniada tanto por las innumerables puntas de esquisto incrustados en los huesos, incluso en el interior del cráneo, como por la presencia de profundas marcas de cortes en los huesos.
La existencia de enterramientos múltiples, de hasta ocho cuerpos en una misma fosa, parece confirmar de forma inequívoca un cuadro de violencia.
Puesto que un cincuenta por ciento de esta población estaría representada por mujeres y niños, parece probable que el cementerio de Gebel Sahaba pudo haber sido escenario de un acontecimiento excepcionalmente dramático.
Se ha sugerido que estos casos pueden haber sido consecuencias lógicas de las cada vez más difíciles condiciones de vida causadas por “El Nilo Salvaje” y la posterior reducción de la aportación hídrica del Nilo a las antiguas llanuras.
En otro cementerio más pequeño, frente al de Gebel Sahaba, al otro lado del Nilo, la total ausencia de impactos en los cuerpos enterrados parece indicarnos que, en aquellos tiempos, no siempre la muerte tuvo que ser consecuencia de la violencia.
La posición cronológica de la industria Sebiliense, no está nada clara, muy a pesar del hecho de ser la industria más extendida del Paleolítico Superior Final, y estar presente desde la segunda catarata hasta el norte del meandro o curva de Qena.
La industria lítica de la cultura Sebiliense se caracteriza por la producción de grandes lascas y la preferencia por la piedra arenisca de cuarzo, o por las rocas volcánicas, como materia prima. Esto parece incompatible con la tradición lítica de las otras industrias del Paleolítico Superior Final. La industria Sebiliense, pues, bien puede haber sido prueba de la intrusión de grupos del sur que se extendieron hacia el norte a lo largo del Nilo.
Y antes de abandonar el Paleolítico Superior Final, conviene destacar la posible existencia de arte rupestre en el Valle del Nilo en este remoto período.
No lejos de la localidad de Abka, junto a la segunda catarata, en la Nubia sudanesa, ha sido identificado un posible ejemplo de arte rupestre en el yacimiento XXXII, y en el propio Egipto existen varios yacimientos de arte rupestre que pueden ser pre-neolíticos.
Entre las pinturas más destacadas se encuentran las de trampas para pescar representadas en el-Hôsh, al sur de Edfu. El plano de despiece de estas cercas laberínticas lo compone un complejo trazado de formas curvilíneas que terminan en unos extremos en forma de setas que son las auténticas trampas
Este tipo de pesca en aguas poco profundas encajaría dentro de las observaciones hechas anteriormente con relacion a la pesca masiva en yacimientos del Paleolítico Superior Final tales como el de Makhadma-4.
E inmediatamente después del Paleolítico Superior Final, nos enfrentamos a un vacío en la ocupación del Valle del Nilo ante la inexistencia de testimonio sobre la presencia humana en Egipto entre 11.000 y 8.000 B.P., a excepción de un reducido grupo de diminutos yacimientos Arkinienses, hacia el 9.400 B.P., en la zona de la segunda catarata del río Nilo.
Se ha sugerido que la testimoniada reducción de la aportación hídrica del Nilo durante este período ya mencionada, con su consiguiente repercusión en las llanuras sujetas a inundaciones, pudo ser la causa directa del deterioro de las condiciones medioambientales.
Si bien esta alteración del medioambiente es un hecho bien constatado, resulta altamente improbable que el Valle del Nilo permaneciese totalmente desierto durante todo este período de tiempo.
Más bien cabría pensar que estos yacimientos simplemente se cubrieron de depósitos aluviales, habida cuenta de la disminución de las llanuras sujetas a inundaciones y la normal ubicación de los yacimientos al borde mismo del bajo desierto.
Y termino así este trabajo sobre la fase final del Paleolítico Superior cuyo documento original, de contenido altamente especializado, texto denso, conciso y riguroso, deja sólo un estrecho margen para poder echar mano de un mínimo apoyo retórico que te ayude a embellecer conceptos y hacer, de un árido tema, una exposición algo más atractiva para los legos en la materia.
No obstante, y dentro de ese pequeño margen, sí he hecho uso de una cierta licencia a la hora de incorporar alguna que otra aportación, a modo de ampliación o aclaración, de ciertos tópicos, como ha sido el caso, entre otros, del pez Tilapia, del Pez Gato, del "debitage" o "debitado", de las ciperáceas, o la descripción de ciertas técnicas o elementos líticos que me han permitido ver, o entender mejor, usos, prácticas y/o aplicaciones que ignoraba, y que pueden ayudar a otros en circunstancias similares.
Y no olvidando la nacionalidad de los autores del estudio original, y su posterior versión en lengua inglesa, apelo a arqueólogos, geólogos, egiptólogos y lectores por igual, a que, ante la posibilidad de erratas en la terminología utilizada, o de la existencia de cualquier posible e inadvertido desliz, error o irregularidad que puedan detectar, me lo hagan saber por la presente vía para beneficio de todos.
Rafael Canales
“The Oxford History of Ancient Egypt”. Ian Shaw. Oxford University Press, 2003.
“Prehistoria”, Tomos I y II. Dra. Ana María Amilibia y otros. UNED 2001
“Historia Antigua Universal Próximo Oriente y Egipto”, Tomo I, 2ª Parte. Dra. Ana Mª Vázquez Hoys, UNED, 2001.
“Ancient Egypt. Anatomy of a Civilization”. Barry J. Kemp. Routledge, 2006.
“The Prehistoric Egypt”, W.M. Flinders Petrie, British School of Archaeology in Egypt and Egyptian Research Account, Twenty-Third Year, 1917. London, 1920.
“Diccionario de Prehistoria”, Mario Menéndez, Alfredo Jimeno y Víctor M. Fernández, Alianza Editoral. 2001.
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