martes, 19 de octubre de 2010

La Dinastía XVIII antes del Período Amarna (c.1.550-1.352 A.C.) 8/9.- Amenhotep III

Cabeza de cuarcita de Amenhotep III, Dinastía XVIII, hacia 1.350 a.C. (Pinchar y Ampliar)

THE REJUVENATED KING

An exact likeness was not the main intention of most Egyptian art. However, a number of Egyptian statues are thought to resemble their subjects. Generally, the aim was to express a certain idea or show the subject in one particular light. Most royal statues show the king in an idealized form as the ruler of the world, neither very young nor very old.

This head of Amenhotep III (1.390-1.352 BC) has distinctively young features, and would seem an exception to this rule. There does, however, appear to be a reason. After a period of rule of thirty years, it was customary to celebrate a jubilee (know as a sed festival), at which the king's powers were symbolically reinvigorated and rejuvenated. The ceremony was then repeated every three years. It is known that Amenhotep III celebrated three such festivals. The images of him with youthful features seem to date to this later part of his reign, and are part of a conscious attempt to portray himself as renewed in the process. This ultimately led him to identify himself with the sun-god, Re.
(Base de Datos del Museo Británico).


AMENHOTEP III

El conjunto de treinta y ocho años de reinado de Amenhotep III representa un período de paz y abundancia. La construcción de monumentos reales durante su reinado fue a una escala casi sin paralelismos, y la Corte del faraón dejó tumbas, estatuas y capillas que rivalizaron con las de sus predecesores. Por desgracia, como en la mayoría de estos períodos, es imposible evaluar en términos comparativos la riqueza del rico con la del pobre. Se ignora, pues, si la vida del campesino mejoró económicamente como lo hizo la riqueza global de todo Egipto.

La documentación oficial podría sugerir que la población en general disfrutó, en algún momento, de prosperidad, como Amenhotep III y su Jefe de Graneros, Khemhet, lo hacían ver cuando alardeaban del “cosechón” recolectado durante el año crucial de su jubileo, año 30 de su reinado. Más de 1000 años después, el faraón sería recordado como un Dios de la Fertilidad asociado a un regalo de la Agricultura. De cualquier forma, este tipo de evidencia difícilmente va estar exenta de parcialidad, por lo que habrá que admitir nuestra humilde ignorancia.

Es probable que Amenhotep fuese sólo un niño cuando ascendió al Trono. Una estatua del Tesorero Sobekhotep sosteniendo a un príncipe Amenhotep niño, probablemente nos muestra al faraón poco antes de la muerte de su padre; y un mural en la tumba del niñero real Hekarnehhe (TT64) que describe al dueño de la tumba como el niñero real del Príncipe Amenhotep, representa al príncipe como un jovencito más que como un niño desnudo. La edad del faraón cuando ascendió al trono pudo haber sido entre los 2 y los 12 años, con preferencia hacia una tardía edad, dado que la madre de Amenhotep, Mutemwiya, apenas estuvo en escena más que Tiaa y Merytra, las madres de los dos faraones anteriores.

Parece poco probable una regencia de Mutemwiya, y si el faraón era sólo un niño cuando ascendió al Trono, su mandato se llevó en su nombre sin obstrucción alguna. Otra alternativa podría ser que los miembros de la familia de la reina Tiya asesorasen al faraón al principio de su reinado. Un escarabeo del año 2 de su reinado establece la temprana fecha de su matrimonio con Tiya, y la identificación en otro escarabeo de los padres de ésta, Yuya y Tuya, subraya la prominencia de estos. Al día de hoy, no hay evidencia avalada documentalmente de que la familia de Tiya actuase como un poder detrás del Trono.


No obstante, esta presunción ha llegado a ser tan insistente, que se ha dado por hecho que otros “creadores de reyes”, como es el caso de Ay – cuyo nombre en egipcio se parece al de Yuya – procedían de una misma familia de Akhmim. El descubrimiento de estatuas colosales de finales de la Dinastía XVIII en Akhmim, junto a otras de Amenhotep III, parece dar consistencia a esta idea, en cuanto a que aquella región se vio visiblemente beneficiada durante los reinados de Amenhotep III y Tutankhamun/Ay.

LA DIVINIDAD DE AMENHOTEP III

Recientes debates sobre el reinado de Amenhotep III han sugerido que habría sido deificado en vida no sólo en Nubia, donde se construyó un templo de culto para sí mismo, sino también en el propio Egipto. El egiptólogo norteamericano, W. E. Raymond Johnson, del Instituto Oriental de la Universidad de Chicago, ha argumentado que la insistente identificación de Amenhotep III con el dios-sol en su iconografía monumental, y en las inscripciones, debe entenderse como su deificación, e incluso defiende que Amenhotep IV/Akenatón (1.352-1.336 A.C.) transformase a su padre en el incorpóreo disco solar, Aten, a través de la adoración de un Amenhotep III vivo como el único dios del mundo. La perspectiva de que Amenhotep IV adorase a su padre como el dios Atun – aunque fuese después de su muerte – había sido ya contemplada con anterioridad por el egiptólogo canadiense Donald Redford.

Conviene señalar que tal transmogrificación habría privado al padre no sólo de su propia existencia física, sino también de su nombre, y le habría obligado a participar en la aniquilación del dios al que en su propio nombre adora: Amun. Si bien la interpretación de Amenhotep III como el dios de su hijo lleva consigo la inequívoca influencia de la moderna psicología freudiana, la noción que tenían los egipcios de la relación entre su faraón y los dioses bien podría constituir la base de esta hipótesis.

Aunque hasta el momento no se dispone de texto o iconografía en el propio Egipto que identifique a Amenhotep III como deidad de culto durante su vida, a todos los faraones a los que el Doctor Jaromir Malek describe en el Capítulo 5 como netjeru neferu (dioses junior), se les consideraba dioses mayores a su muerte, y se les solía invocar as intercesores por sus sucesores, e incluso por personas privadas. Aún mas, se argumenta que ya era la intención de Amenhotep III de que se le identificase con el dios-sol desde los tiempos de su primer jubileo en los años 30-31, dado que las escenas que representan dicho festival lo muestran en el rol específico de Ra cabalgando en su barca solar.

El grado en que Amenhotep III estaba asociado con el dios-sol en los monumentos puede haber fomentado la idea de que, habiendo emergido con el Sol, como se esperaba que le ocurriese a un faraón después de su muerte, él tendría que estar presente en la deidad de Akenatón, el disco solar Aten. Pretender que esta fuese la intención real de Akenatón, sigue siendo una especulación con base psicológica.

También es digno de mención que Amenhotep III llamase a su propio complejo palaciego “El Radiante Atun” y usase sellos de estampar para artículos en los que se puede leer “Nebmaatra (su prenomen) es el Radiante Atun”. Está claro que los sellos son básicamente documentos comerciales y podrían referirse al propio complejo palaciego; por lo que bien podrían leerse como “El Radiante Atun de Nebmaatra”. Lo cierto es que la asociación del Aten con Amenhotep III aparece ya claramente establecida en su propia documentación, anterior al reinado de Amenhotep IV/Akenatón.

En este punto es imposible demostrar o refutar el argumento de Johnson. No hay ningunas estelas o estatuas en Egipto que con certeza estuviesen dedicadas a Amenhotep como un dios mayor durante su vida; y mucho menos como Aten. La deificación, unos 100 años más tarde, de Rameses II, estuvo acompañada de innumerables monumentos y templos, tanto reales como privados, que identificaban al dios Rameses en un cierto número de lugares de culto dentro del propio Egipto. Estos documentos datan del propio reinado de Rameses y no se refieren al faraón como “amado del dios X”, como ocurre en numerosos monumentos de Amenhotep III. Se refieren a Rameses como el dios, y lo muestran recibiendo ofrendas, normalmente como estatua.

Nada de esto existe para Amenhotep III en todo Egipto, y los ejemplos que más se asemejan a monumentos dedicados a dioses, no pueden asignarse al tiempo en que vivió el faraón. Una estela de Amarna muestra a Amenhotep y Tiya recibiendo ofrendas de alimento bajo la lluvia de rayos de Aten. Aunque esto podría parecer que contradice la tesis de Johnson de que Amenhotep III era Aten, quizás sea significativo que proceda de los últimos años de reinado de Akenatón. Surge, pues, la cuestión de si el faraón y su esposa aún vivían, o si la estela, procedente de la capilla de una casa privada, veneraba a la pareja real fallecida como invitación a su intercesión. Dichas estelas votivas eran normales en los hogares de Deir el-Medina, antes y después del Período Amarna.

Un obstáculo mayor lo tenemos en nuestra incapacidad de asegurar si Amenhotep III y su hijo Amenhotep IV/Akenatón gobernaron como corregentes durante algún período de tiempo apreciable. Si esta propuesta, que apoya el Profesor Johnson, fuese demostrable, entonces los objetos votivos que veneraban a Amenhotep III, y fueron hechos en el reinado de Akenatón, podrían considerarse como adoración al faraón en vida, pero no necesariamente como Aten. La corregencia en Egipto era tan inusual que los estudiosos aún dudan de que gozasen de características consistentes. (Ver Capítulos 1, 7 y 10).

A pesar de tantos años de debate, no estamos más cerca de una resolución sobre la corregencia, o acerca de la deificación de Amenhotep III como Aten. No sería injusto sugerir, sin embargo, que Amenhotep III habría estado muy contento sabiendo que 3.350 años después de su muerte, aún no se sabría si efectivamente llegó a reinar en vida como un dios, o simplemente se esforzó en dar esa impresión.

EL PROGRAMA DE CONSTRUCCIÓN DE AMENHOTEP III

Sería justo describir las numerosas construcciones de Tutmosis III como un programa de construcción, en cuanto que desarrolló y extendió cultos en un número de lugares, incluidos Amada (para Amun y Ra-Horakhty), Karnak (el Templo Este para el dios-sol, y su propio edificio para el festival), y Hermópolis. Más importante fue, sin embargo, el impacto en Karnak, que tuvo carácter temático y dejó la dramática impresión del faraón guerrero cuyas victorias honraban simultáneamente al propio faraón y al dios Amun.

Las regiones geográficas que conquistó aparecen allí en eterna cautividad para el dios, y el faraón reclamó con orgullo el favor de Amun cuando construyó el templo del festival conocido como “Effective of Monuments”, un lugar de culto que eclipsó los de sus predecesores reales en Karnak. La divinidad de Tutmosis III, como fue diseñada para la eternidad, lo describe como “el mejor entre pares”, refiriéndose a los antiguos faraones de Egipto. Con esta divinidad se ganó la entrada al consejo supremo de dioses, de forma que compartió la barca solar con Ra y fue presentado a Amun.

El programa de construcción de Amenhotep III le proporcionó un espacio idóneo para diseñar una divinidad eterna propia, más allá de la visión de Tutmosis III. Él se identificó consistentemente con los dioses nacionales - no su predecesor real - y se representó a sí mismo, en diversas ocasiones, como el sustituto de los dioses mayores. Además, sus edificios entrañan un énfasis sin parangón en teología sola tal, que los cultos a Nekhbet, Amun, Thoth, y Horus-Khenty-Khety, por ejemplo, fueron profundamente solarizados durante el reinado de Amenhotep III. Claras tendencias en la literatura funeraria de la Dinastía XVIII, revelan que el ciclo solar y su potencial para la fertilidad, o la hambruna, estaban ya de manifiesto en el mundo y en el soberano, pero los monumentos y objetos hechos en tiempos de Amenhotep III pudieron haber diseminado estas nociones de una forma más amplia. Es imposible afirmar si los intelectuales de la época influyeron en la iconografía, o se les pidió que la formulasen.

Amenhotep III construyó templos y capillas en Sedeinga, Soleb, y la isla de Tabo. Hay elementos de construcción, o estelas, en su nombre en Amada, Aniba, Buhen, Mirgissa, y Gebel Barkal; quizás, esta última, reusada. Hay estatuas o escarabeos en su nombre en una variedad de lugares, incluyendo Gebel Barkal y Kawa, y en la mayoría de las estatuas de otros emplazamientos, en especial en Soleb. En el propio Egipto, el faraón construyó una capilla en Elkab, con toda probabilidad levantada por su padre. A unos 20 Km al sur de Tebas, Amenhotep III construyó un templo en Sumenu, lugar de culto del cocodrilo Sobek. Aunque el templo en sí sea difícil de localizar, numerosos objetos, y el cementerio asociado al lugar, han ido saliendo a la luz desde 1.960.

Es en Tebas donde la predilección de Amenhotep III por lo colosal es hoy más patente. Los Colosos de Memnon eran las descollantes imágenes de cuarcita de Amenhotep III que protegían el primer pilono del faraón de su templo funerario; el templo individual real mayor que se conoce del Antiguo Egipto. Dentro de su templo mortuorio se han encontrado más fragmentos de esculturas gigantes que en ningún otro recinto sagrado conocido. Los edificios del margen oriental de El Nilo, en Tebas, incluían una serie de construcciones en Karnak, así como en el templo del Luxor, que fueron totalmente reconstruidas.

La tumba de Amenhotep III, KV 22, se excavó en un wadi del Valle Occidental, lejos de otras ubicaciones de tumbas reales antiguas. Las excavaciones realizadas durante los años 90 por un equipo japonés, han hecho posible el cuidadoso trazado de esta sorprendentemente amplia y bellamente acabada tumba. El cuerpo del propio Amenhotep III - o de una momia así etiquetada – fue encontrado en la tumba de Amenhotep II (KV 35).

En el margen oeste de Tebas, al sur del enorme templo funerario real, se situaba su enorme palacio, “El Radiante Atun”, ahora llamado Malkata, de acuerdo con la designación árabe del cercano Valle de la Reina. Aún más al sur, en Kom el-Samak, el faraón construyó un pabellón del jubileo de adobe pintado. Una expedición japonesa excavó y cuidadosamente registró el edificio, hoy en ruinas. Junto al complejo Malkata está el gran puerto que Amenhotep creó para su utilización durante las obras y su estancia en el palacio. A principio de los 70, el puerto de Birket Habu fue objeto de una investigación por parte de los egiptólogos David O’Connor (australiano) y Barry Kemp (británico) quienes también estudiaron el palacio de Malkata. En el palacio también trabajó un equipo japonés en los años 80.

Amenhotep estuvo particularmente activo en el Medio Egipto, aunque poco queda de los trabajos en su templo de Hebenu y Hermópolis. En el norte, aún quedan bloques de cuarcita marrón con trabajos de decoración en relieve, en el gran templo real de Menfis, “Nebmaatra y Ptah Unidos”. Colosales estatuas de cuarcita de Ptah, vueltas a trabajar por Rameses II, se alzan ahora en el foyer del Museo Egipcio de El Cairo, con toda probabilidad procedentes del templo menfita de Amenhotep III. En los años 90, The Egypt Exploration Society, con W. Raymond Johnson a la cabeza, investigó los bloques de caliza de un pequeño templo de Amenhotep vuelto a usar por Rameses II. El interés del faraón por Menfis se muestra de nuevo por su asociación con el primer enterramiento conocido del Apis-Bull en el Serapeum, que conocemos por mediación de su hijo Tutmosis, el Gran Sacerdote de Ptah. Los elementos de construcción de Bubastis, Athribis, Letópolis, y Heliópolis, dan prueba del interés del faraón en el Delta Oriental. En Athribis, se construyó un templo bajo la supervisión de Amenhotep, Hijo de Hapu, persona de confianza del faraón.

El trabajo de Amenhotep III en Karnak, Luxor y su templo funerario, revelan su interés en acentuar la identificación real con el Dios-Sol. Una vez terminados los monumentos de su padre, Tutmosis IV, cambió el aspecto del templo de Karnak. En algún momento indeterminado de su reinado los trabajadores de Amenhotep III desmantelaron el patio del peristilo frente al Cuarto Pilono y las capillas asociadas con él, utilizándolos como relleno para un nuevo pilono, el Tercero, en el eje Este-Oeste.

Con esto se creó una nueva entrada al templo, y se levantaron dos filas de columnas con capiteles de papiro abierto hacia el centro del recién formado antepatio. Empezó también la construcción del Décimo Pilono, en el extremo sur de Karnak, cambiando ligeramente su orientación de la del Séptimo y Octavo de forma que condujese a una nueva entrada al recinto de la diosa Mut, para la que pudo haber construido, o empezado, un templo. Para equilibrar el complejo del templo sur, había un nuevo edificio al norte del centro de Karnak, que consistía en una capilla para la diosa Maat, hija del Dios-Sol. Mut y Maat podrían representar el Ojo Solar de Ra, su representante en la Tierra.

David O’Connor ha observado que lo opuesto a Norte-Sur corresponde a los escenarios celestes o terrestres, un hecho que encaja con los roles divinos de Maat y Mut, respectivamente. Los rituales y ofrendas que proporcionaba Amenhotep III puede que estuviesen pensados para demostrar, mediante la arquitectura y las inscripciones, su habilidad, como Dos-Sol, para crear estabilidad en el cosmos. Unos relieves profundamente esculpidos procedentes de un granero de Karnak, muestran al faraón, con elaboradas insignias reales, coronado con múltiples discos solares, con el faldellín y el cuerpo enjoyados con imágenes solares. Además, la cara del faraón es la de un niño, y su cuerpo más grueso con menos cintura que en la mayoría de los relieves del templo. Se trata de un Amenhotep III rejuvenecido, que además exhibe la iconografía del jubileo con elaborados elementos divinos y, en particular, solares.

La construcción del templo de Luxor por Amenhotep III pudo haberse llevado a cabo en varias etapas. Reemplazó un antiguo edificio tutmósida por un templo de arenisca que celebraba la renovación de la realeza divina durante la fiesta Opet, le añadió una habitación para nacimiento en la que nació de la unión de Amun-Ra y su verdadera madre, Mutemwiya, y completó el templo con un nuevo lugar de culto para Amun de Ipet resy, o Luxor.

La preferencia real para el drama ritual fue además monumentalizada en el templo funerario de Amenhotep III. El templo contenía un gran número de estatuas de tamaño real, algunas, y otras colosales, con la figura de conocidas u oscuras deidades, con frecuencia de cuerpos humanos, coronados con cabezas de animales. Estas estatuas representaban, a la vez, los dioses del jubileo, y un calendario astronómico tridimensional para asegurar un propicio año festivo. Los rituales de Tebas comenzaban con una letanía para satisfacer a Sekhmet, el Ojo Solar de Ra, seguida en el templo del faraón en el Sudán, en Soleb, con el ritual de propiciación del deificado Nebmaatra, el Ojo Lunar de Ra. Terminada esta secuencia, empezaba, fervorosamente, el jubileo.

Y con un “Decíamos ayer…..”, dejamos esta “Hoja Suelta” para dar paso a la 9ª y última de este Capítulo 9º, en la que se hará una más que breve reseña del personaje de la Reina Tiya, que bien merece algo más que unas líneas, como este encorsetado estudio nos permite, y a las que seguirán detalles de las relaciones internacionales del país y de la estructura administrativa en la Dinastía XVIII.


Rafael Canales


En Benalmádena-Costa, a 27 de octubre de 2010

Bibliografía:

“Gott-Mensch-Pharao”, W. Seipel, Vienna, Kunsthistoriches Museum, 1992.
“The British Museum Book of Ancient Egypt”, S. Quirke and A.J. Spencer, London, The British Museum Press, 1992.
“The Enciclopedia of Ancient Art”, Helen Strudwick, Amber Books, 2007-2008.
“Ancient Egypt, Anatomy of a Civilization”, Barry J. Kemp, Routledge, 2006.
“Ancient Egypt. A Very Short Introduction”, Ian Shaw. Oxford University Press, 2004.
“The Oxford History of Ancient Egypt”, Ian Shaw, Oxford University Press, 2003.
“Antico Egitto”, Maria Cristina Guidotti y Valeria Cortese, Giunti Editoriale, Florencia-Milán, 2002.
“Historia Antigua Universal. Próximo Oriente y Egipto”, Dra. Ana María Vázquez Hoys, UNED, 2001.
“British Museum Database”.

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