Yo confieso....
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Que nunca pensé
en embarcarme en el trabajo que he recién concluido y que he dado en llamar “mi
Proyecto”, y menos aún en llevarlo a buen fin, en lo que a su eventual terminación se refiere.
Que el tema
tiene su origen o gestación entre los años 2002 y 2004, cuando me matriculé en
la UNED con la intención de disciplinar mis estudios hacia una licenciatura en
Historia Antigua, estudios que tuve que interrumpir tras el fallecimiento en
2004 de mi único hijo varón, Licenciado en Ciencias Económicas, quien, a su
regreso de Bogotá en el verano de 2001 de su más reciente misión con Médicos
Sin Fronteras como Director Financiero, fue diagnosticado un tumor invasor en
el hemisferio derecho del cerebro que eventualmente acabaría con su vida tras
tres largos años de lucha, esperanza inicial y desesperanza final. A la sazón, yo
rondaba ya los 70.
Que dejé, pues,
los estudios oficiales y empecé a interesarme por la Historia Antigua, y muy
específicamente, por la del Antiguo Egipto.
Que paralelamente, y
convencido de que una bella pieza que tenía en mi poder desde hacía años - especie
de cáliz de bronce con asas - con relieves que representan escenas y motivos típicamente
funerarios egipcios podía ser autéctica, me puse en contacto con la Dirección del IEAE (Instituto de Estudios del
Antiguo Egipto) en Madrid a cuyo efecto les envié una ilustración gráfica consistente en fotos de
alta calidad y un texto descriptivo con la esperanza de que pudiesen identificarla como tal y datarla, lo que me dio la oportunidad de conocer a la Gerencia del Centro, el Doctor Francisco Martín Valentín y su ayudante, la Licenciada Teresa Berman, ambos expertos egiptólogos españoles.
Que al tratarse de un tema muy especializado sólo se aventuraron a opinar que podría ser auténtica y definitivamente
egipcia, o al menos “egiptizante”; es decir, perteneciente a un
período en el que los objetos y motivos egipcios volverían a popularizarse, como al parecer ocurriría en Italia
durante los siglos XIV o XV. No me quedé convencido en absoluto, por lo que
sigue en mi poder con la espera de una dictamen autorizado que espero eventualmente conseguir a través de
mis contactos en mi calidad de socio del British Museum Friends, o de la propia EES (Egyptian Exploration
Society), a la que pertenezco como Full Member; pero para ello, habrían que tener la pieza físicamente en sus manos.
(A continuación reproduzco el texto que en su día envié al IEAE junto a trece macrofotografías
que cubrían vistas desde diferentes ángulos, una de las cuales exhibo más abajo con la esperanza de que algún lector de
esta Hoja Suelta puediese arrojar alguna luz sobre su procedencia, y de
ser ésta egipcia, su posible datación dentro de cualquiera de los períodos faraónico, ptolemaico, romano, e incluso posterior. El documento describe de una forma minuciosa lo que parece ser el Juicio de los Muertos, con Osiris y Thot como relevantes personajes, a la vez que elementos típicos tales como discos solares, escarabeos, cartuchos reales, etc. Si se "pincha", es posible leer su contenido sin grandes dificultades.)
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Pero como
escribiría Rouge, uno de los primeros egiptólogos franceses, “Cuando el pato de
los jeroglíficos os muerde, ya nunca más os suelta”. Y así fue que, sin percatarme de ello, me encontré enfrascado e inmerso en Egipto y su viejo pasado, y mi actividad se inició de forma acelerada, electrizante y arrolladora; espoleada, eso sí, por ese inolvidable
Viaje Especial de Formación Egiptológica, “De Nubia al Delta” - del 30 de julio al 13 de agosto de 2006 - organizado y
encabezado por la propia Gerencia del IEAE.
Durante este viaje, más científico que turístico, se visitaron tumbas que
durante años permanecían cerradas para la mayoría de visitantes, y lugares de negado
acceso por razones de seguridad. La entrada de este blog de fecha 15/11/08, titulada “Solidaridad
en el Nilo”, merece su lectura, pues refleja
el espíritu de camaradería, solidaridad y afecto
que caracterizó a ese memorable encuentro de los componentes de un grupo variopinto de personas
y profesiones polivalentes - de edades comprendidas entre los 25 y los 70 años - que supieron adaptarse y compartir estoicamente, sudor, calor, cansancio, agotamiento y, por qué no, bromas, risas, anécdotas, y alguna que otra lágrima; todo ello con el excitante goce y disfrute de estar haciendo realidad un sueño que todos albergábamos: Poder tocar, pisar, vivir, sentir, el Egipto milenario.
Durante
quince días, lo compartimos todo, excepto cama. Y cuando llegó la forzada diáspora, dejó tras sí una sutil estela, mezcla de amarga desazón y dulce tristeza. Regresábamos a casa.
En el
primer trimestre de 2006, la editorial Routledge publica, simultáneamente en el
Reino Unido, Estados Unidos y Canadá, una segunda edición, totalmente revisada,
corregida, substancialmente ampliada y actualizada, de la conocida obra de Barry J.
Kemp titulada “Ancient Egypt-Anatomy of a Civilization”.
Ya en su primera edición en mayo de 1989, asentó una manera nueva de entender la
historia del Egipto faraónico, convirtiéndola en un libro básico para los
estudiantes del Antiguo Egipto, y una verdadera joya para enriquecer cualquier
biblioteca. Yo adquirí de inmediato un ejemplar de esta segunda edición en su
versión original, como suelo hacer siempre que viajo a Londres, o directamente de Amazon.co.uk.
Debo advertir,
eso sí, que su texto es duro y requiere un bilingüismo auténtico; no ya por sus
tecnicismos con los que se suele estar más o menos familiarizado, sino por el
inglés de su autor quien ya en una de sus obras, “100 Jeroglíficos”, de una mayor
simplicidad de contenido, en el apartado de Agradecimientos, confiesa, y cito: “La
idea de este libro se gestó en la mente
fértil de George Miller, mientras la tarea de moldear mi indomable inglés y
convertirlo en algo más asequible y preciso correspondió a Bella Shand..…“ Este
comentario se ajusta totalmente a la realidad. Su estilo literario – si se le
puede llamar así – enrevesado y oscuro, resulta pesado y, a ratos, intratable . Pero
hay que leerlo.
Yo suelo adquirir las ediciones en su versión original pues debo
admitir que disfruto de ellas más que con cualquier traducción, por buena que ésta sea,
excepto en muy contadas ocasiones. Siento que me identifico más con el autor; como
si participase, de alguna forma, en sus experiencias, o compartiese sus
juicios. No me consta que esta segunda edición haya sido traducida al español,
pero creo que la primera lo fue en 1992 y que estuvo a cargo de Mónica Tusell.
Mientras esto
ocurría, mi bibliografía iba engrosando a un ritmo acelerado y, por medios varios,
fui adquiriendo ejemplares, publicaciones, copias de textos y alguna que otra
obra magna como el "Denkmäler" de Lepsius completo, con sus trece volúmenes de láminas
maravillosas y las notas de campo manuscritas por el propio autor, también completas, producto de su larga estancia en Egipto de 1842 a 1845; o los "Textos de las Pirámides",
copiados de los originales por el propio Sethe y publicados en Leipzig en 1908;
o los cinco volúmenes de la obra magna de Breasted titulada “Ancient Records of
Egypt”, fruto de la recopilación y traducción al inglés de todos sus
documentos históricos del Antiguo Egipto y los jeroglíficos que los
componían, y que ya estaban disponibles a la vuelta del siglo XX. Su publicación tendría lugar entre
1906 y 1907.
Así, a una
velocidad de vértigo, he ido adquiriendo y/o leyendo trabajos de destacados especialistas
en el Antiguo Egipto, tanto modernos como antiguos, entre cuya pléyade veremos
los nombres de Cyril Aldred, Nicholas Reeves, Michael Grant, Joyce Tyldesley,
F. Max Müller, E.A. Wallis Budge, Dominique Vivan Denon, Christine El Mahdy, Barry
J. Kemp, Bob Brier, James Henry Breasted, Molefi Kete Asante, Erik Hornung,
Naguib Mahfouz, Kurt Mendelssohn, Donald B. Redford, Alan Gardiner, Belzoni,
Howard Carter, Champollion, Zahi Hawass, Mark Lehner, Karl Richard Lepsius,
Francois Auguste Mariette, Maspero, Naville, Flinders Petrie, Reisner, Kurl
Sethe, Raymond Faulkner, A.B. Mercer, Ian Shaw, Paul Nicholson, y un largo
etcétera que se pierde y que el tiempo será testigo de su crecimiento.
He hurgado en
los entresijos de esta maraña de personajes y sus obras de forma diversa y
dispersa, buscando a veces la simple lectura a modo informativo, mientras que
otras me han servido para constatar temas, hechos o personajes desde
perspectivas diferentes, como podría ser el caso del Período Amarna y sus
consecuencias posteriores, y muy específicamente, del propio "Faraón Hereje", Amenhotep IV, Amenofis IV o Akenatón,
sin duda el personaje del Antiguo Egipto más denostado y controvertido que supo
imponer, en un brevísimo espacio de tiempo, un nuevo concepto filosófico de la
Vida y la Muerte, que cambiaría por un breve espacio de tiempo la vida
cotidiana, el culto religioso y el propio estatus del faraón. Detestado aún por
unos y aclamado por otros, es para mí, sin duda, el personaje más enigmático, la figura más atractiva del período, y la
más estudiada del Antiguo Egipto por su misticismo, y por sentar las bases y el fundamento de
posteriores religiones monoteístas; entre ellas el Cristianismo y el Islam. El
pueblo egipcio pasó del politeísmo a un henoteísmo, o monolatría, que pronto se
convertiría en monoteísmo. Recuerdo, que conforme abandonábamos el Museo de Luxor,
le comenté a un compañero de viaje refiriéndome a las grandes esculturas
expuestas: “Sólo hay cuatro que hablan; que parecen querer decir algo. Las
demás, todas muertas, frías, mudas". Las cuatro eran de Akenatón.
He
disfrutado enormemente con las fabulosas láminas de Lepsius de su famoso Denkmäler con maravillosas ilustraciones de elementos de
obeliscos, estelas, murales y toda suerte de inscripciones en jeroglíficos,
muchos de ellos ya desaparecidos o totalmente deteriorados por la erosión del tiempo,
los elementos externos y, sobretodo, por el sistemático y no menos erosivo espolio y saqueo a gran
escala de individuos y/o sus gobiernos, como parte y síntoma de un evidente desenfreno
especulativo de las obras de arte.
Y
en este punto, me viene a la memoria la excepcional labor llevada a cabo por la
famosa escritora inglesa Amelia Anne Blanford Edwards, desde su llegada al
cálido y soleado Egipto en 1873, huyendo de la fría y húmeda Europa. Con un
grupo de amigos alquila una dahabiyeh, embarcación
flotante que les llevará en brazos del Nilo, de El Cairo a Abu Simbel, donde
permanecerá seis semanas en un inolvidable viaje, pleno de experiencias y
anécdotas, que Miss Edwards describirá en su libro titulado “A Thousand Miles up
the Nile” que alcanzaría un éxito editorial sin precedentes. Durante la última etapa de su viaje acomete una improvisada
excavación en el Templo de Rameses II en la que saldrá a la luz un santuario
desconocido que durante algún tiempo llevaría su nombre.
Consciente
de los peligros a que estaban expuestas las maravillas de un mundo casi irreal
frente al turismo, los avances del mundo moderno, y el evidente desenfreno
especulativo de las obras de arte, se convierte en una incansable defensora y mecenas de
la investigación, preservación y conservación de los tesoros artísticos
egipcios.
En
el año 1882 propone a Reginald Stuart Poole, Director del Departamento de
Monedas y Condecoraciones del Museo Británico, la puesta en marcha de un proyecto
encaminado a explorar, inspeccionar y excavar en zonas de Egipto y Sudán, y
publicar sus resultados. Y es así como en 1882 nace el aún hoy famoso Egypt
Exploration Fund, precursor de la actual Egypt Exploration Society (EES) a la que me enorgullece pertenecer en mi calidad de "Full Member" (Socio Numerario), (Ver entrada
de fecha 8 de diciembre de 2008 en este blog, dicada a la EES), en el que Edwards permanecerá
como Secretaria General Honoraria hasta su fallecimiento 10 años más tarde. Hubiera
sido feliz de saber que a su muerte su puesto sería ocupado por su amigo y
colega Flinders Petrie, para mí, y para muchos otros más cualificados que yo, el
omnipresente, indiscutible, y omnipotente Padre de la Auténtica Egiptología.
Y
me cuesta hablar de Lepsius y su Denkmäler sin hablar a la vez de Breasted y su
“Ancient Records of Egypt”. Ya que la lectura concatenada y simultánea de
fragmentos de ambas obras nos puede llevar a un divertimento egipcio con perfiles pedagógicos.
Digamos que una especie de solitario didáctico egipcio con el que, por poco
tiempo, debo admitir, he disfrutado en un incipiente y precipitado deseo por mi
parte de aprender a interpretar jeroglíficos antes que nada. Tarea ésta que, ahora me consta, ocuparía una buena parte, si no completa, de la vida profesional de cualquier individuo para adquirir un dudoso dominio de la compleja y variada escritura jerogífica cuyo
origen y evolución bien merece un inciso antes de seguir con mis flirteos literarios
con el binomio Lepsius/Breasted.
El
término actual de "escritura jeroglífica" proviene del griego hieroglífica
grammáta, "escritura de los grabados sagrados o divinos". Los egipcios
la llamaban "escritura de las palabras de los dioses" y atribuían su
invención al dios Thot. Para escribir la lengua egipcia se utilizaban cuatro
sistemas de escrituras:
Jeroglífico
Usado desde finales del Período Predinástico (3.100 a.C.) hasta el siglo IV d.C., fue el sistema más empleado para escribir sobre los muros de los templos, tumbas
y palacios.
Hierático
Del griego hieraticós, "sacerdotal", tuvo su origen en las formas
cursivas y abreviadas de los caracteres jeroglíficos (jeroglífico cursivo) al
escribirlos sobre papiros. También se conoce su utilización desde el Imperio Antiguo (3.000 a. C.) hasta el 470 d.C. Se usó, además, sobre otros soportes como
cerámica, madera, telas y papiro; este último fue el soporte más utilizado.
Demótico
Del griego demoticós, "popular", también conocida por los primeros
egiptólogos como "encorial", del griego egjoórios "indígena,
autóctono". Los egipcios la denominaban "escritura de
documentos" (o documental). El Demótico es una forma abreviada y
modificada de la escritura hierática que al parecer comenzó a utilizarse a
partir de la Dinastía Etiópica. En los tiempos de Ptolomeo fue usado como
escritura para los asuntos de la vida cotidiana. Ocasionalmente, se encuentra
en estelas de piedras y estatuas, como en la célebre Piedra de Rosseta.
Copto
Del el árabe gubti, siendo ésta una corrupción del griego Aiguptios
"egipcio" (según W.V. Davies, 1993). El sistema de escritura copto
deriva fundamentalmente del griego, salvo algunos signos que son adaptaciones
de jeroglíficos egipcios, hieráticos y demóticos. La escritura cóptica
solamente se utilizó para escribir el egipcio de la época cristiana.
(Opus
interruptus.- Un problema ocular, del que llevo sufriendo hace
tiempo, y que hacía del uso de Internet una tarea incómoda, se ha subsanado con
una loable y brillante intervención quirúrgica que me permite tomar el relato
donde lo dejé semanas atrás, por lo que pido disculpas a cualquier despistado
que se haya armado de paciencia y valor, o que se haya sentido iluminado por
algún extraño interés para seguirlo).
Volviendo a
mis escarceos con el mencionado binomio Lepsius/Breasted, la obra de este último titulada “Ancient Records of Egypt”
consta de cinco volúmenes, con un total de unas dos mil páginas; los cuatro
primeros cubren las dinastías I a la XXVI con páginas abarrotadas de notas a
pié de página que enriquecen y abren puertas al investigador nato, mientras el quinto
y último de ellos, titulado “Supplementary Bibliographies and Indices”, como su
título indica, consta de dos partes: una, breve, sobre bibliografías
suplementarias de la que es autor el Profesor Peter A. Piccione, junto a una
Introducción que sitúa los comentarios históricos de Breasted dentro de una perspectiva moderna. Estas
bibliografías constituyen una valiosa guía para las traducciones posteriores y nuevos
enfoques de las inscripciones que aparecen en el “Ancient Records of Egypt”. La
segunda parte, mucho más amplía, consta de índices anexos sobre tópicos
diversos tales como nombres de dioses, templos, faraones de Egipto, personajes,
titulaturas, cargos, y rangos, índices geográficos, índices varios, índices
generales en lengua egipcia, hebrea y árabe.
Finalmente, el
último índice, Anexo XI que se titula “El Denkmäler de Lepsius y el Texto” (de
Breasted) consiste en dos columnas: la de la izquierda nos ofrece un listado de
las láminas del Denkmäler desde el Band III (o Tomo III) al Band XI
(o Tomo XI) debidamente identificadas; la de la derecha nos ofrece un listado de sus correspondientes textos de las inscripciones traducidos al inglés, con su número de
localización del tema e indicación numérica del volumen del “Ancient Records of Egypt” en el que se encuentra.
Por ejemplo, en uno se lee: Taf. 65, a, y frente a él, en la columna derecha,
aparece: II 791-97. Su lectura es como sigue: Lámina 65 (ubicada en el
Band V (Tomo V) del Denkmäler), elemento “a” (pues puede haber más de un elemento en la misma lámina), su
texto jeroglífico traducido al inglés aparece en el Volumen II de Breasted, en
los temas 791 y 792.
Pensando,
ingenuamente por mi parte, que el aprendizaje de la escritura jeroglífica sería una tarea menor, empecé un curso
básico de Egipcio Medio que pronto dejaría a un lado,
pero que, al menos, me alertó del volumen de la tarea que pretendía acometer y me permitió, con mis descritos cotejos Breasted/Lepsius, identificar alguna que otra frase común y
repetitiva, lo que me ilusionaba y me servía de preámbulo y acicate para seguir
“picoteando” en el campo infinito de la Egiptología.
Tengo que
recalcar, como comenta el Profesor Piccione que, dado los niveles restrictivos
actuales de utilidad y fiabilidad, las traducciones de Breasted pueden aún
utilizarse como lectura general y consulta improvisada, pero no para un estudio
serio o un correcto análisis de los textos. Es, no obstante, en mi opinión, una
obra magna por su extensión y su valioso y oportuno contenido en el tiempo, que se merece poseer como lo es la monumental obra de Richard Lepsius
(1.810-1.884), ya mencionada, que se considera "la referencia más importante que se haya escrito
sobre Egiptología".
Con respecto a
la gramática egipcia, el referente sigue siendo la monumental obra de Sir Alan
Gardiner “Egyptian Grammar. Como una introducción al estudio de los
jeroglíficos", cuya Primera edición fue publicada en 1927, la Segunda en 1950, y
la Tercera en sucesivas tiradas a lo largo de los años 1957, 1964, 1966, 1969,
1973, 1976, 1978, 1988, 1979, 1982, 1988, 1994. Difícil de encontrar, compre un
ejemplar de esta Tercera Edición en uno de mis últimos viajes a
Londres. Impresionante y de enorme interés para el estudio filológico de la lengua egipcia.Injusto sería
pasar por alto una obra, pequeña de formato y gigante de contenido, como es
“The Book of the Dead” de Sir E.A. Wallis Budge, publicada en 1899 en el Reino
Unido, que he “picoteado” profusamente y me ha causado un gran placer y
distracción. Consta de tres volúmenes en un solo tomo con traducciones de himnos
y textos religiosos que forman una
colección de composiciones variadas que los egipcios tallaban en los muros de
tumbas y sarcófagos, ataúdes y estelas funerarias, papiros y amuletos, etc., con
el fin de asegurarse el buen estado de sus difuntos en el mundo del Más Allá de
su tumba. Son traducciones de papiros y otros documentos que se encontraron
principalmente en Tebas y, como conjunto, se les conoce como “La Recensión
Tebana del Libro de los Muertos”; digamos que constituye la recensión de la
gran obra funeral nacional que habría sido copiada por los escribas para ellos
mismos, o para los faraones egipcios, reinas, sacerdotes y nobles, gentiles o
no, ricos o pobres, desde 1.600 a.C. a 900 a.C., según se cita en el Prólogo
de su obra. Estas traducciones habrían aparecido ya a finales del año 1897 en un
tercer volumen que entonces se publicó bajo el título de “The Chapters of the
Coming Forth by Day“(Los Capítulos de la Entrada del Día). El Volumen I
incluye los capítulos I al XV; el Volumen II los capítulos XV al CXXXV; y el
Volumen III los capítulos CXXXVI al CXC. Es pues, en mi opinión, una obra para
un honroso lugar dentro de la bibliografía egipcia. Se trata de un ejemplar muy
manejable por su formato, muy ilustrativo y didáctico, que facilita la labor del
lector de familiarizarse con un elemento inportante: las viñetas, y sus significados, teniendo siempre en
cuenta que los capítulos pueden no estar ligados entre sí y sirven a un
objetivo propio, por lo que deben de considerarse como un corpus con alguna
interrelación de sus elementos, o sin ella.
Es también
interesante cotejar en paralelo las traducciones de Wallis Budge con las
del Doctor Raymond Faulkner, estas últimas consideradas hoy como la mejor hasta la fecha. Su
lenguaje es ligeramente menos arcaico que el de Wallis Budge, lo que hace su lectura más
fácil y agradable al lector al utilizar expresiones más próximas al inglés
actual, a la vez que trata de dotarlo de ese sabor rancio propio de los diálogos
con los dioses, de los himnos y de los rezos. Será por eso que, en cierto modo, y sin
evaluar la debida fidelidad de la traducción a su original, o la falta de ella,
en muchos casos me gusta el estilo y las expresiones que usa Wallis Budge más
que las de Faulkner, con el riesgo de que esta opinión personal pudiera ser
objeto de anatema por parte de algún egiptólogo integrista radical. Es posible
que ese inglés más rancio y arcaico que utiliza Wallis Budge le haga a uno
sentirse más cerca de los dioses que de los humanos. De cualquier forma, el
trabajo de Faulkner es exquisito.
Y, mencionando
al Doctor Raymond Faulkner, no puedo pasar por alto la impresionante labor de
equipo y el uso de tecnología punta de la obra editada en 1994, en edición de
lujo, por James Wasserman cuyo título original lee: "The Egyptian Book of the Dead" (The Book of Going Forth By Day), que incluye el "Papiro de Ani", escrito e
ilustrado por escribas y artistas hacia el año 1250 a.C., a todo color, traducido
por Faulkner, el mejor ejemplo existente de los textos conocidos
colectivamente, como “The Book of the Dead”. El original lo adquirió el Dr.
E.A.Wallis Budge en 1888 quien, para evitar problemas aduaneros, cortó el original en 37
trozos de igual longitud y al parecer los ocultó en los más insospechados
lugares de su equipaje personal , de lo que se arrepentiría cinco años más tarde al darse cuenta que el burdo
sistema de trocearlo había destruido la secuencia y relación entre texto e
imagen.
Con la
utilización de la más reciente tecnología de imagen por ordenador, y un
cuidadoso análisis de su contenido, el Papiro de Ani quedó restaurado en su estado
original, y presentado en forma de libro, con dobles páginas desplegadas para
mostrar las figuras que adornaban los bordes, tal y como aparecían en un
principio, conservando a su vez el concepto original que el milenario rollo de
papiro tenía sobre "significado" y "movimiento".
“The Egyptian
Book of the Dead”, del que el Papiro de Ani es sólo uno, consta de unos 200
“capítulos” que nos aportan los escritos espirituales más antiguos de la
Humanidad; una colección de hechizos, encantos, himnos, oraciones e
invocaciones.
La traducción de
Faulkner incluye también capítulos que no aparecían en la traducción de Wallis
Budge, así como una traducción del
significativo Capítulo 64 por el Doctor Ogden Goelet, quien también
proporciona un utilísimo Comentario lámina-a-lámina. Por vez primera en casi
3500 años el corpus del papiro se muestra completo, con 74 páginas de imágenes
y textos en suntuoso color que incorporan tanto los últimos avances en Egiptología y
Filología como en tecnología informática. Por primera vez en su
publicación, estas imágenes atemporales y exquisitas han sido presentadas junto
a una traducción al inglés en la misma página. Tenemos, pues, en nuestras manos,
una reproducción facsímil al 59% (36 x 25 cm) del primer facsímil de Walis Budge,
que es el que se aproxima más a lo que el original habría sido cuando
se creó por vez primera. Su confección y contenido son impresionantes; como lo son la calidad y colorido de sus
láminas. La obra es, pues, digna de un lugar privilegiado en cualquier bibliotecade lujo.
La valiosa
aportación del Doctor Raymond Faulkner ha sido, pues, reconocida de forma
unánime, y su obra en cuestión ha ocupado un vacío por largo tiempo añorado. Su
traducción tiene necesariamente que
haber subsanado y rectificado antiguos errores, erratas u omisiones, puesto al día las actualizaciones, incorporado la información y los datos
adicionales que hayan surgido de las numerosas investigaciones y análisis llevados a cabo a lo
largo del siglo transcurrido desde la aparición, en 1888, de la traducción de
Wallis Budge que, en mi modesta opinión, tiene el valioso mérito de haber mantenido su vigencia durante el tiempo necesario y retenido su
encanto durante más de de un siglo.
El "Papiro de
Ani" es el ejemplo más completo y ornado del pensamiento filosófico, religioso y
espiritual egipcio descubierto hasta ahora, y supone una interpretación artística de los
misterios de la Vida y la Muerte.
Y, a poco de
despedirme, no quisiera olvidarme sin mencionar al notable egiptólogo y
filólogo berlinés Kurt Heinrich Sethe (30/06/1869-06/07/1934) - discípulo de
Adolf Erman, y de quien más adelante serían pupilos suyos, Polotski y Gardiner - y la
tremenda importancia y atractivo de sus "Textos de las Pirámides", publicados en
dos volúmenes en los años 1908 y 1910, con centenares de páginas repletas de jeroglíficos
de inscripciones - tomadas a mano por el propio Sethe - que, como en los casos
de Lepsius y Breasted, de las que muchas de ellas han desaparecido por completo debido, en
parte, a la dureza de los agentes externos del país, y en buena medida, al total abandono
por parte de las propias autoridades locales, el pillaje local, el saqueo
indiscriminado, y la voraz especulación con estas obras de arte que, visto el
estado actual de lo que aún queda en el país, uno no ceja en preguntase si lo que
hoy nos permiten apreciar y disfrutar los prestigiosos museos británicos, franceses o
germanos, donde a las obras de arte se les trata con exquisito mimo, justifica o no, en cierta medida, una
gran parte de los espolios de llevados a cabo por grupos o estamentos paraestatales u “oficiales” a nivel internacional. Este ha sido y será siempre un tema controvertido.
Esto me hace
reflexionar, y me trae a colación una cita de Carlos Marx en referencia al
Canciller Bismark, artífice de la unión de Austria y Alemania: “……fue para Alemania lo
que un par de gafas para un miope, que son una suerte el tenerlas y una
desgracia el necesitarlas”.
Rodeado de esta
maraña de nombres, lugares, personajes, miles de textos y libros para leer
sobre temas tan diversos y dispersos, y sintiéndome en cierto modo desorientado, vino a
caer en mis manos una historia del Antiguo Egipto que, al leer el Prólogo del
que es autor su propio editor y contribuidor, Ian Shaw, con cuya obra estaba ya
familiarizado – y a quien tendría el placer de conocer personalmente, junto al no
menos conocido colega suyo, Paul Nicholson, más adelante, en Londres, durante la
primera Junta General de la EES (Egypt
Exploration Society) a la que asistí como Full Member - comprendí que se
trataba de un enfoque, totalmente distinto del de cualquier otra historia del
Antiguo Egipto a las que había tenido acceso, que me atrajo por razones que a
continuación expongo.
La obra está
estructurada de forma que cubre por vez primera en un solo volumen 700.000
años del Antiguo Egipto, hasta la conquista romana.
El corpus de la
obra se compone de quince secciones o capítulos numerados que abarcan otras
tantas fases particulares de la historia del Antiguo Egipto.
Cada capítulo
fue responsabilidad de un erudito en el tema que iba tratar, con la excepción de Ian
Show y Alan B. Lloyd que se ocuparían del 1 y el 11, el primero, y el 13 y 14,
el segundo. Es decir, la autoría recae sobre trece profesionales de diferentes
nacionalidades especializados en el tópico a desarrollar, lo que, de alguna forma, parece dotar a la obra de cierta variedad
de criterios o enfoques propios de personajes diferentes que bebieron su formación y experiencia de fuentes diferentes
.
Y finalmente, su
más atractiva faceta consiste, como su propio autor expresa al principio de su Prámbulo:
“Este libro
describe el nacimiento y evolución de la distintiva civilización de los
antiguos egipcios, desde sus orígenes prehistóricos hasta su incorporación al
Imperio Romano. En 1961, la obra de Alan Gardiner “The Egypt of the Pharaos”, ofrecía una
visión fresca y detallada de la historia egipcia basada en los datos
documentales y arqueológicos que se disponían en el momento. La historia de
Gardiner se ocupaba, en especial, de las actividades de los faraones, los
gobiernos y los altos cargos durante siglos, desde el comienzo del período
faraónico hasta la llegada de los Ptolomeos. "The Oxford History of Ancient
Egypt”
(pues es ésta la obra objeto del Proyecto que nos ocupa y que acabo de terminar)
sin embargo, se interesa no sólo de los cambios políticos, sino también del
desarrollo social y económico, los procesos de cambio religioso e ideológico, y
las tendencias en la cultura del material, ya sean en forma de estilos
arquitectónicos, técnicas de momificación, o fabricación de cerámica. Esta
visión histórica, de más amplio alcance, recurre a los nuevos tipos de
evidencia que han estado disponibles desde que los arqueólogos han empezado a
inspeccionar y excavar tipos de yacimientos que anteriormente habían sido
abandonados”.
Bueno, después
de esta contundente manifestación, más que un mero comentario, me pareció suficiente para apreciar que
tenía ante mí el tipo de historia que buscaba; aquella que se basase en los
verdaderos elementos que hicieron del Gran Egipto lo que fue: la economía, la
administración, la religión, la cultura y, por supuesto, la propia sociedad y
los ciudadanos que la componían. Poco se me apetecía entrar en divagaciones
tanto sobre los amores de Cleopatra VII y Marco Antonio, como en los de la Reina/Faraón
Hatshepsut con Senenmut, o en útópicas conjeturas sobre sus consecuencias en el desarrollo del país. Para
eso, siempre nos queda Hollywood.
Todos estos
argumentos me hicieron pensar de entrada en simplemente leerlo; pero luego
pensé que podría intentar un resumen capítulo-a-capítulo de la obra completa;
unas 500 páginas de texto en letra menuda, con enormes párrafos, escueto y
duro, carente de estilo o fluidez, que se hacía pesado y aburrido y, a veces,
se dejaba ver que algunos de los textos procedían de unos originales en idiomas
distintos del inglés que habrían sido traducidos finalmente a esta lengua.
Hice un primer
intento con el Capítulo 1, “Introducción: Cronologías y Cambio Cultural en
Egipto” sin problemas, al tratarse de una mera introducción de consideraciones
generales que podían ser resumidas, sin menoscabo del original, en un texto
de inferior volumen al del original.
Pero en el
Capítulo 2, “Prehistoria: Desde el Paleolítico a la Cultura Badariense”, nos
enfrentamos con el verdadero problema. Esta vez no se trata de entelequias sino de hechos, fechas,
períodos, acontecimientos, que no se podían resumir o postergar sin “matar” al mensajero. La
versión o transcripción al español tenía que ser veraz y fiel en todos los
sentidos a los textos originales, y considerar a éstos como un todo indivisible, obra de un sólo autor, eliminando así posibles diferencias de estilo. Y para acometer este reto tenía que estar
preparado para ello, y aspirar a nota; y a nota alta. El trabajo de
investigación se presentaba duro, y empecé por familiarizarme, mientras
progresaba en mi trabajajo, con una terminológía peculiar, expresiones y nombres poco frecuentes, tanto de personajes como de herramientas o utensilios, con las que el lector profano, pero iteresado, no tenía porqué esta familiarizado. Y ese ha sido el papel que he asumido en este Proyecto, en beneficio propio y de otros. Había casos en los que los autores daban por conocidos hechos, nombres, eventos, personajes o lugares que había que definir, interpretar e incluso ubicar.
Mi trabajo
tendría que estar impregnado de mí y de mi forma de expresar algo, utilizando un
lenguaje propio, directo, culto y fluido, distendido y fácil de asimilar para que la
lectura de un tema técnico no resultase cansina. Los párrafos, más cortos,
debían reducirse a unas diez líneas para evitar el hastío.
Seguí en esta
línea con progresivas innovaciones como la introducción de preámbulos propios,
impresiones personales, aclaraciones, definiciones de términos, conceptos y
utensilios de uso poco común, identificaciones de ejemplares de la fauna y
flora, explicaciones etimológicas de palabras poco comunes, identificación de
personajes o lugares desconocidos para profanos, pero no así para los autores
de los textos, y un largo etcétera de adiciones que engrosan el volumen final
del trabajo en un proceso que he dado en definir como “aprender enseñando” o “enseñar
aprendiendo”. Mi intención pues fue clara desde un principio: mi objetivo era
que los lectores aprendiesen de mi trabajo a la vez que lo hacía yo que me estaba
esforzando para mí mismo y para otros, de ahí que cualquier nombre, término o concepto que no me era familiar, lo investigaba a fondo, y lo compartía con unos lectores virtuales que esperaba que algún día se convirtiesen en reales.
Estoy, pues,
satisfecho, pues con el enfoque de la obra original y del mío propio en la versión española, ya que su lectura te permite apreciar el cómo, el cuándo, el dónde y el
porqué de lo acaecido en el Antiguo Egipto a lo largo de tres mil años;
analizar las causas y extrapolarlas al mundo en que vivimos, que sigue siendo
el mismo de entonces, ya que la Humanidad sigue teniendo las mismas carencias,
las mismas apetencias, las mismas necesidades, las mismas ansias de poder y
riquezas; y las resuelven de formas idénticas, si bien es cierto que se ajustan a las
circunstancias que las rodean y a los medios de que se disponen.
A lo largo de esta confesión de razones e intenciones, es obvio que, debido a mi edad, al reducido tiempo que puedo dedicar a este mi último hoby como Cuidador que soy de mi esposa, y al inmenso panorama que se presenta al estudiante, al graduado, al licenciado y al doctor en materia de trabajo de investigación, sea en un despacho, o in situ con los pertrechos para el desierto, mis miras son cortas, y con este trabajo al que he dedicado tanto tiempo, siento haber cubierto mi expediente como mero aficionado, y nunca erudito, en este mundo de la Egiptología.
Dicho esto, volveré a mis añoradas lecturas pues con el volumen de material de que dispongo, tendré para mucho tiempo, e irán enfocadas más hacia los orígenes que a la evolución de la Egiptología, que me atrae en menor manera. Obvio decir que hay casos que desde luego me interesan, como ocurrió ante el aparente consenso sobre la K55 de que la moma encontrada pertenecía ciertamente a Akenatón, o la controvertida teoría desarrollada por el destacado egiptólogo norteamericano, Bob Briar Ph.D., paleopatólgo especializado en enfermedades de la Antigúedad y autor de numerosas autopsias en momias, quien en su libro titulado "The Murder of Tutankhamen" (Edición revisada en 2005), apoyado en pruebas científicas realizadas por reconocidos centros, puso a cabilar a medio mundo con pruebas avaladas científicamente sobre el probable asesinato del Faraón Niño, y el nombre de su autor; posibilidad que ya había sido considerada en más de una ocasión desde su primer ensayo con rayos X años atrás.
Para los
iniciados, les podría interesar saber que mi primera Historia del Antiguo
Egipto fue auditiva, y me pareció muy fácil de seguir en un inglés no muy
americano, agradable y ameno, que de alguna forma bajé de Internet en la época
en que se utilizaba el programa “emule” para bajar películas. El curso lo dirige el propio
Bob Brier, y consta de 48 sesiones de audio de 30 minutos cada una; es decir,
24 horas lectivas que realmente valen la pena. Si alguien está interesado, creo que no
debería haber complicaciones en conseguir una copia y cederla para fines
puramente didácticos.
He encontrado un
gran apoyo con el Museo Británico como socio que soy del grupo conocido como
“The British Museum” Friends” utilizando su Base de Datos que me ha permitido
incluir esos encabezamientos que aparecen en cada una de las llamadas Hojas
Sueltas o Entradas, con ejemplares recibidos directamente del Museo, a los que
se acompaña su correspondiente leyenda en inglés que en un principio empecé a traducir
personalmente pero finalmente me pareció más apropiado su inserción original pensando que así ayudaría al lector a mejorar sus conocimientos de la
terminología en lengua inglesa. Generalmente están relacionadas con la época del texto que
encabezan; en otros casos, se trata de temas curiosos que pueden hacer la lectura más colorida y
amena.
En resumen, nos
encontramos ante una versión en español que reproduce de forma fidedigna los
quince capítulos de que consta la obra original de Ian Shaw titulada “The
Oxford History of Ancient Egypt”, reiteradamente mencionada como tal, en la que
se ha utilizado un lenguaje acorde con el tema: veraz, correcto, fidedigno y fiel a su
original, si bien más fluido, fácil de seguir y ameno que suaviza de alguna forma
la ocasional dureza de un texto sobre un tema ya de por sí árido para el que el
lector, si es profano en la materia, puede no estar preparado.
Se han incluido
comentarios o reflexiones personales propias, notas aclaratorias, citas cuando
ha procedido, definiciones de términos poco conocidos, étimos de vocablos poco
comunes, listas pormenorizadas de faraones por períodos específicos,
equivalencias o identificación de ejemplares de fauna o flora foráneos,
localización de lugares, ciudades y estados de la época con sus equivalentes actuales,
etc.
Pienso que la
presentación de la obra en el blog invita a una lectura pausada y relajante,
con párrafos no excesivamente largos ni frases o conceptos reiterativos. Y el
listado, que encontrarán al final del Capítulo 15 que precede, les será de gran
utilidad para la localización por fechas, dentro del corpus del blog, de las
entradas de que consta cada uno de los quince capítulos del Proyecto.
No quisiera dejar
mi blog de forma definitiva – a no ser en caso de force majeure - pues
he tenido abandonada mi lectura desde hace, al menos, un par de años, y la
añoro. Quizás podría publicar algunos artículos de actualidad de los que
aparecen en el excelente boletín semestral de la EES titulado “Egyptian
Archaeology” que recibo como socio. La EES nos envía también, una vez al año,
un grueso volumen titulado “The Journal of Egyptian Archaeology” que viene
publicando anualmente desde su fundación en 1882, que incluye artículos
y/comunicados - yo diría que encaminados más bien a investigadores - sobre acontecimientos
cotidianos, esporádicos descubrimientos in situ, comentarios sobre
excavaciones en marcha, etc., cuyo contenido se escapa totalmente de mi
experiencia de campo e interés actual pero son verdaderas joyas para investigadores interesados. EES
dispone de una base de datos informatizada on-line que te permite visionar
cualquier documento de su amplia biblioteca; como podría ser el primer número
del mencionado volumen (Vol.1, No.1 Enero 1914).
Y quizás un
último inciso para comunicar a aquellos que están en su inicio o poco más, que existe una
editorial que publica unos libros de formato pequeño y unas 60 páginas de media,
con ilustraciones en blanco y negro y color, de temas monográficos escritos por
prestigiosos egiptólogos, como puede ser el titulado “Egyptian Faience y
Glass”´del que es autor, Paul Nicholson, sin duda el mejor especialista del
vidrio y la fayenza del momento.
Que yo sepa, deben tener en catálogo una treintena de títulos
que yo adquirí en tandas, todos ellos monográficos, sobre temas todos de
interés, tales como: Barcos y Embarcaciones, Fayenza y Vidrio, Alimentos y Bebidas,
Animales de Hogar, Dioses y Mitos, Maquetas, Modelos y Escenas, Momias, Cerámicas,
Shabtis, Templos, Textiles, Tumbas Cavadas en Roca, Ciudades y Pueblos, Carpintería
y Muebles, Guerra y Armas, Medicina, Trabajos en Metal y Herramientas, etc. En
mi opinión son de un valor didáctico enorme, y a unos precios asequibles que variaban entonces
entre 4€ y 7€. Shire Publications Ltd. es la editorial, y podrán encontrarles
en shire@shirebooks.co.uk.
Aquellos que se hayan
familiarizado con mi blog se habrán percatado que desde mi primera entrada de
fecha 08/11/08 titulada “El Vidrio en
Egipto” la de fecha 08/12/12 titulada “Una Visita a la Egypt Exploration Society”
(EES), hay un total de doce entradas de las que sólo una titulada “Cronología
del Antiguo Egipto según Shaw” forma parte como Capítulo 1 del total de 15 de que
se compone el corpus objeto del Proyecto. El resto, unas once, son artículos específicos
de Egiptología con la excepción de una de carácter personal, titulada “No
quiero...” Llanto por la muerte de un ser querido, por lo que quedan diez a las
que hay que sumar tres más adelante, que también pertenecen a este grupo, lo
que hace un total de trece las no relacionadas con el corpus de la obra.
Y de estas trece,
las más leídas han sido: “La Cuadrícula en el Arte Egipcio” (05-03-09) y “El ba, el ka, el akh, el Nombre y la Sombra”
(14-11-08).Yo recomendaría, además, la titulada “Visita a la Egyptian
Exploration Society….y algo más” (08-12-08) por el peso que lleva y ha ido llevando
desde el año de su fundacón en 1882 en mantener la Egiptología a la altura que merece y seguir allí, en los yacimientos,
con más ahínco e ilusión cada día. Me consta que de ellos se puede aprender
mucho y su autoridad en esta materia es internacionalmente reconocida. Y,
finalmente, la titulada “Solidaridad en el Nilo” (15-11-08), que idealiza nuestra visita
a tierras faraónicas, donde vivimos días de vino y rosas a miles de años de
distancia de nuestro hogar, perdidos como un grupo de escolares en un mundo irreal y
lejano, con la tangible sensación de que lo que nos rodeaba no era el Egipto actual
sino el de cualquiera de los milenios pasados.
Y sin más que
contarles que pueda ser de vuestro interés, me retiro. Espero que mi trabajo
haya aportado algo a algunos, pues conmigo lo ha conseguido. Y lo que voy a hacer ahora, lo crean
o no, es leerlo. Y espero disfrutarlo. Habrá que hacer alguna que otra poda de erratas
y limpieza de errores, omisiones, dudas, correcciones, que culminará con la consiguiente insatisfacción final. Y ordenar
y racionalizar esa la Bibliografía que he dejado desatendida. Todo ello me mantendrá mi trabajo vivo.
Un cordial
saludo y un fuerte abrazo para vosotros, compañeros, reales y virtuales, con el deseo de que mi trabajo os haya podido aportar algo que, por su enfoque y estructuración, pienso que puede gozar de una larga vida.
RAFAEL CANALES DE MENDOZA
Benalmádena-Costa, a 24 de diciembre de 2012
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