martes, 28 de agosto de 2012

Misión Cumplida




Yo confieso.... 
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Que nunca pensé en embarcarme en el trabajo que he recién concluido y que he dado en llamar “mi Proyecto”, y menos aún en llevarlo a buen fin, en lo que a su eventual terminación se refiere.

Que el tema tiene su origen o gestación entre los años 2002 y 2004, cuando me matriculé en la UNED con la intención de disciplinar mis estudios hacia una licenciatura en Historia Antigua, estudios que tuve que interrumpir tras el fallecimiento en 2004 de mi único hijo varón, Licenciado en Ciencias Económicas, quien, a su regreso de Bogotá en el verano de 2001 de su más reciente misión con Médicos Sin Fronteras como Director Financiero, fue diagnosticado un tumor invasor en el hemisferio derecho del cerebro que eventualmente acabaría con su vida tras tres largos años de lucha, esperanza inicial y desesperanza final. A la sazón, yo rondaba ya los 70.

Que dejé, pues, los estudios oficiales y empecé a interesarme por la Historia Antigua, y muy específicamente, por la del Antiguo Egipto.

Que paralelamente, y convencido de que una bella pieza que tenía en mi poder desde hacía años - especie de cáliz de bronce con asas - con relieves que representan escenas y motivos típicamente funerarios egipcios podía ser autéctica, me puse en contacto con la Dirección del IEAE (Instituto de Estudios del Antiguo Egipto) en Madrid a cuyo  efecto les envié una ilustración gráfica consistente en fotos de alta calidad y un texto descriptivo con la esperanza de que pudiesen identificarla como tal y datarla, lo que me dio la oportunidad de conocer a la Gerencia del Centro, el Doctor Francisco Martín Valentín y su ayudante, la Licenciada Teresa Berman, ambos expertos egiptólogos españoles. 

Que al tratarse de un tema muy especializado sólo se aventuraron a opinar que podría ser auténtica y definitivamente egipcia, o al menos “egiptizante”; es decir, perteneciente a un período en el que los objetos y motivos egipcios volverían a popularizarse, como al parecer ocurriría en Italia durante los siglos XIV o XV. No  me quedé convencido en absoluto, por lo que sigue en mi poder con la espera de una dictamen autorizado que espero eventualmente conseguir a través de mis contactos en mi calidad de socio del British  Museum Friends, o de la propia EES (Egyptian Exploration Society), a la que pertenezco como Full Member; pero para ello, habrían que tener la pieza físicamente en sus manos.

(A continuación reproduzco el texto que en su día envié al IEAE junto a trece macrofotografías que cubrían vistas desde diferentes ángulos, una de las cuales exhibo más abajo con la esperanza de que algún lector de esta Hoja Suelta  puediese arrojar alguna luz sobre su procedencia, y de ser ésta egipcia, su posible datación dentro de cualquiera de los períodos faraónico, ptolemaico, romano, e incluso posterior. El documento describe de una forma minuciosa lo que parece ser el Juicio de los Muertos, con Osiris y Thot como relevantes personajes, a la vez que elementos típicos tales como discos solares, escarabeos, cartuchos reales, etc. Si se "pincha", es posible leer su contenido sin grandes dificultades.)




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Pero como escribiría Rouge, uno de los primeros egiptólogos franceses, “Cuando el pato de los jeroglíficos os muerde, ya nunca más os suelta”. Y así fue que, sin percatarme de ello, me encontré enfrascado e inmerso en Egipto y su viejo pasado, y mi actividad se inició de forma acelerada, electrizante y arrolladora; espoleada, eso sí, por ese inolvidable Viaje Especial de Formación Egiptológica, “De Nubia al Delta” - del 30 de julio al 13 de agosto de 2006 - organizado y encabezado por la propia Gerencia del IEAE.

Durante este viaje, más científico que turístico, se visitaron tumbas que durante años permanecían cerradas para la mayoría de visitantes, y lugares de negado acceso por razones de seguridad. La entrada de este blog de fecha  15/11/08, titulada “Solidaridad en el Nilo”, merece su lectura, pues refleja el espíritu de camaradería, solidaridad y afecto que caracterizó a ese memorable encuentro de los componentes de un grupo variopinto de personas y profesiones polivalentes - de edades comprendidas entre  los 25 y los 70 años - que supieron adaptarse y compartir estoicamente, sudor, calor, cansancio, agotamiento y, por qué no, bromas, risas, anécdotas, y alguna que otra lágrima; todo ello con el excitante goce y disfrute de estar haciendo realidad un sueño que todos albergábamos: Poder tocar, pisar, vivir, sentir, el Egipto milenario.

Durante quince días, lo compartimos todo, excepto cama. Y cuando llegó la forzada diáspora, dejó tras sí una sutil estela, mezcla de amarga desazón y dulce tristeza. Regresábamos a casa. 

En el primer trimestre de 2006, la editorial Routledge publica, simultáneamente en el Reino Unido, Estados Unidos y Canadá, una segunda edición, totalmente revisada, corregida, substancialmente ampliada y actualizada, de la conocida obra de Barry J. Kemp titulada “Ancient Egypt-Anatomy of a Civilization”. Ya en su primera edición en mayo de 1989,  asentó una manera nueva de entender la historia del Egipto faraónico, convirtiéndola en un libro básico para los estudiantes del Antiguo Egipto, y una verdadera joya para enriquecer cualquier biblioteca. Yo adquirí de inmediato un ejemplar de esta segunda edición en su versión original, como suelo hacer siempre que viajo a Londres, o directamente de Amazon.co.uk. 

Debo advertir, eso sí, que su texto es duro y requiere un bilingüismo auténtico; no ya por sus tecnicismos con los que se suele estar más o menos familiarizado, sino por el inglés de su autor quien ya en una de sus obras, “100 Jeroglíficos”, de una mayor simplicidad de contenido, en el apartado de Agradecimientos, confiesa, y cito: “La idea de este libro se gestó  en la mente fértil de George Miller, mientras la tarea de moldear mi indomable inglés y convertirlo en algo más asequible y preciso correspondió a Bella Shand..…“ Este comentario se ajusta totalmente a la realidad. Su estilo literario – si se le puede llamar así – enrevesado y oscuro, resulta pesado y, a ratos, intratable  . Pero hay que leerlo.

Yo suelo adquirir las ediciones en su versión original pues debo admitir que disfruto de ellas más que con cualquier traducción, por buena que ésta sea, excepto en muy contadas ocasiones. Siento que me identifico más con el autor; como si participase, de alguna forma, en sus experiencias, o compartiese sus juicios. No me consta que esta segunda edición haya sido traducida al español, pero creo que la primera lo fue en 1992 y que estuvo a cargo de Mónica Tusell.

Mientras esto ocurría, mi bibliografía iba engrosando a un ritmo acelerado y, por medios varios, fui adquiriendo ejemplares, publicaciones, copias de textos y alguna que otra obra magna como el "Denkmäler" de Lepsius completo, con sus trece volúmenes de láminas maravillosas y las notas de campo manuscritas por el propio autor, también completas, producto de su  larga estancia en Egipto de 1842 a 1845; o los "Textos de las Pirámides", copiados de los originales por el propio Sethe y publicados en Leipzig en 1908; o los cinco volúmenes de la obra magna de Breasted titulada “Ancient Records of Egypt”, fruto de la recopilación y traducción al inglés de todos sus documentos históricos del Antiguo Egipto y los jeroglíficos que los componían, y que ya estaban disponibles a la vuelta del siglo XX. Su publicación tendría lugar entre 1906 y 1907.

Así, a una velocidad de vértigo, he ido adquiriendo y/o leyendo trabajos de destacados especialistas en el Antiguo Egipto, tanto modernos como antiguos, entre cuya pléyade veremos los nombres de Cyril Aldred, Nicholas Reeves, Michael Grant, Joyce Tyldesley, F. Max Müller, E.A. Wallis Budge, Dominique Vivan Denon, Christine El Mahdy, Barry J. Kemp, Bob Brier, James Henry Breasted, Molefi Kete Asante, Erik Hornung, Naguib Mahfouz, Kurt Mendelssohn, Donald B. Redford, Alan Gardiner, Belzoni, Howard Carter, Champollion, Zahi Hawass, Mark Lehner, Karl Richard Lepsius, Francois Auguste Mariette, Maspero, Naville, Flinders Petrie, Reisner, Kurl Sethe, Raymond Faulkner, A.B. Mercer, Ian Shaw, Paul Nicholson, y un largo etcétera que se pierde y que el tiempo será testigo de su crecimiento. 

He hurgado en los entresijos de esta maraña de personajes y sus obras de forma diversa y dispersa, buscando a veces la simple lectura a modo informativo, mientras que otras me han servido para constatar temas, hechos o personajes desde perspectivas diferentes, como podría ser el caso del Período Amarna y sus consecuencias posteriores, y muy específicamente, del propio "Faraón Hereje", Amenhotep IV, Amenofis IV o Akenatón, sin duda el personaje del Antiguo Egipto más denostado y controvertido que supo imponer, en un brevísimo espacio de tiempo, un nuevo concepto filosófico de la Vida y la Muerte, que cambiaría por un breve espacio de tiempo la vida cotidiana, el culto religioso y el propio estatus del faraón. Detestado aún por unos y aclamado por otros, es para mí, sin duda, el personaje más enigmático, la figura más atractiva del período, y la más estudiada del Antiguo Egipto por su misticismo, y por sentar las bases y el fundamento de posteriores religiones monoteístas; entre ellas el Cristianismo y el Islam. El pueblo egipcio pasó del politeísmo a un henoteísmo, o monolatría, que pronto se convertiría en monoteísmo. Recuerdo, que conforme abandonábamos el Museo de Luxor, le comenté a un compañero de viaje refiriéndome a las grandes esculturas expuestas: “Sólo hay cuatro que hablan; que parecen querer decir algo. Las demás, todas muertas, frías, mudas". Las cuatro eran de Akenatón.

He disfrutado enormemente con las fabulosas láminas de Lepsius de su famoso Denkmäler con maravillosas ilustraciones de elementos de obeliscos, estelas, murales y toda suerte de inscripciones en jeroglíficos, muchos de ellos ya desaparecidos o totalmente deteriorados por la erosión del tiempo, los elementos externos y, sobretodo, por el sistemático y no menos erosivo espolio y saqueo a gran escala de individuos y/o sus gobiernos, como parte y síntoma de un evidente desenfreno especulativo de las obras de arte.

Y en este punto, me viene a la memoria la excepcional labor llevada a cabo por la famosa escritora inglesa Amelia Anne Blanford Edwards, desde su llegada al cálido y soleado Egipto en 1873, huyendo de la fría y húmeda Europa. Con un grupo de amigos alquila una dahabiyeh, embarcación flotante que les llevará en brazos del Nilo, de El Cairo a Abu Simbel, donde permanecerá seis semanas en un inolvidable viaje, pleno de experiencias y anécdotas, que Miss Edwards describirá en su libro titulado “A Thousand Miles up the Nile” que alcanzaría un éxito editorial sin precedentes. Durante la última etapa de su viaje acomete una improvisada excavación en el Templo de Rameses II en la que saldrá a la luz un santuario desconocido que durante algún tiempo llevaría su nombre.

Consciente de los peligros a que estaban expuestas las maravillas de un mundo casi irreal frente al turismo, los avances del mundo moderno, y el evidente desenfreno especulativo de las obras de arte, se convierte en una incansable defensora y mecenas de la investigación, preservación y conservación de los tesoros artísticos egipcios.

En el año 1882 propone a Reginald Stuart Poole, Director del Departamento de Monedas y Condecoraciones del Museo Británico, la puesta en marcha de un proyecto encaminado a explorar, inspeccionar y excavar en zonas de Egipto y Sudán, y publicar sus resultados. Y es así como en 1882 nace el aún hoy famoso Egypt Exploration Fund, precursor de la actual Egypt Exploration Society (EES) a la que me enorgullece pertenecer en mi calidad de "Full Member" (Socio Numerario), (Ver entrada de fecha 8 de diciembre de 2008 en este blog, dicada a la EES), en el que Edwards permanecerá como Secretaria General Honoraria hasta su fallecimiento 10 años más tarde. Hubiera sido feliz de saber que a su muerte su puesto sería ocupado por su amigo y colega Flinders Petrie, para mí, y para muchos otros más cualificados que yo, el omnipresente, indiscutible, y omnipotente Padre de la Auténtica Egiptología.

Y me cuesta hablar de Lepsius y su Denkmäler sin hablar a la vez de Breasted y su “Ancient Records of Egypt”. Ya que la lectura concatenada y simultánea de fragmentos de ambas obras nos puede llevar a un divertimento egipcio con perfiles pedagógicos. Digamos que una especie de solitario didáctico egipcio con el que, por poco tiempo, debo admitir, he disfrutado en un incipiente y precipitado deseo por mi parte de aprender a interpretar jeroglíficos antes que nada. Tarea ésta que, ahora me consta, ocuparía una buena parte, si no completa, de la vida profesional de cualquier individuo para adquirir un dudoso dominio de la compleja y variada escritura jerogífica cuyo origen y evolución bien merece un inciso antes de seguir con mis flirteos literarios con el binomio Lepsius/Breasted.

El término actual de "escritura jeroglífica" proviene del griego hieroglífica grammáta, "escritura de los grabados sagrados o divinos". Los egipcios la llamaban "escritura de las palabras de los dioses" y atribuían su invención al dios Thot. Para escribir la lengua egipcia se utilizaban cuatro sistemas de escrituras:

Jeroglífico

Usado desde finales del Período Predinástico (3.100 a.C.) hasta el siglo IV d.C., fue el sistema más empleado para escribir sobre los muros de los templos, tumbas y palacios.

Hierático

Del griego hieraticós, "sacerdotal", tuvo su origen en las formas cursivas y abreviadas de los caracteres jeroglíficos (jeroglífico cursivo) al escribirlos sobre papiros. También se conoce su utilización desde el Imperio Antiguo (3.000 a. C.) hasta el 470 d.C. Se usó, además, sobre otros soportes como cerámica, madera, telas y papiro; este último fue el soporte más utilizado. 

Demótico 

Del griego demoticós, "popular", también conocida por los primeros egiptólogos como "encorial", del griego egjoórios "indígena, autóctono". Los egipcios la denominaban "escritura de documentos" (o documental). El Demótico es una forma abreviada y modificada de la escritura hierática que al parecer comenzó a utilizarse a partir de la Dinastía Etiópica. En los tiempos de Ptolomeo fue usado como escritura para los asuntos de la vida cotidiana. Ocasionalmente, se encuentra en estelas de piedras y estatuas, como en la célebre Piedra de Rosseta.

Copto

Del el árabe gubti, siendo ésta una corrupción del griego Aiguptios "egipcio" (según W.V. Davies, 1993). El sistema de escritura copto deriva fundamentalmente del griego, salvo algunos signos que son adaptaciones de jeroglíficos egipcios, hieráticos y demóticos. La escritura cóptica solamente se utilizó para escribir el egipcio de la época cristiana.

(Opus interruptus.- Un problema ocular, del que llevo sufriendo hace tiempo, y que hacía del uso de Internet una tarea incómoda, se ha subsanado con una loable y brillante intervención quirúrgica que me permite tomar el relato donde lo dejé semanas atrás, por lo que pido disculpas a cualquier despistado que se haya armado de paciencia y valor, o que se haya sentido iluminado por algún extraño interés para seguirlo).

Volviendo a mis escarceos con el mencionado binomio Lepsius/Breasted,   la obra de este último titulada “Ancient Records of Egypt” consta de cinco volúmenes, con un total de unas dos mil páginas; los cuatro primeros cubren las dinastías I a la XXVI con páginas abarrotadas de notas a pié de página que enriquecen y abren puertas al investigador nato, mientras el quinto y último de ellos, titulado “Supplementary Bibliographies and Indices”, como su título indica, consta de dos partes: una, breve, sobre bibliografías suplementarias de la que es autor el Profesor Peter A. Piccione, junto a una Introducción que sitúa los comentarios históricos de Breasted  dentro de una perspectiva moderna. Estas bibliografías constituyen una valiosa guía para las traducciones posteriores y nuevos enfoques de las inscripciones que aparecen en el “Ancient Records of Egypt”. La segunda parte, mucho más amplía, consta de índices anexos sobre tópicos diversos tales como nombres de dioses, templos, faraones de Egipto, personajes, titulaturas, cargos, y rangos, índices geográficos, índices varios, índices generales en lengua egipcia, hebrea y árabe.

Finalmente, el último índice, Anexo XI que se titula “El Denkmäler de Lepsius y el Texto” (de Breasted) consiste en dos columnas: la de la izquierda nos ofrece un listado de las láminas del Denkmäler desde el Band III (o Tomo III) al Band XI (o Tomo XI) debidamente identificadas; la de la derecha nos ofrece un listado de sus correspondientes textos de las inscripciones traducidos al inglés, con su número de localización del tema e indicación numérica del volumen del  “Ancient Records of Egypt” en el que se encuentra. Por ejemplo, en uno se lee: Taf. 65, a, y frente a él, en la columna derecha, aparece: II 791-97. Su lectura es como sigue: Lámina 65 (ubicada en el Band V (Tomo V) del Denkmäler), elemento “a” (pues puede haber más de un elemento en la misma lámina), su texto jeroglífico traducido al inglés aparece en el Volumen II de Breasted, en los temas 791 y 792.
 
Pensando, ingenuamente por mi parte, que el aprendizaje de la escritura jeroglífica sería una tarea menor, empecé un curso básico de Egipcio Medio que pronto  dejaría a un lado, pero que, al menos, me alertó del volumen de la tarea que pretendía acometer y me permitió, con mis descritos cotejos Breasted/Lepsius,  identificar alguna que otra frase común y repetitiva, lo que me ilusionaba y me servía de preámbulo y acicate para seguir “picoteando” en el campo infinito de la Egiptología.

Tengo que recalcar, como comenta el Profesor Piccione que, dado los niveles restrictivos actuales de utilidad y fiabilidad, las traducciones de Breasted pueden aún utilizarse como lectura general y consulta improvisada, pero no para un estudio serio o un correcto análisis de los textos. Es, no obstante, en mi opinión, una obra magna por su extensión y su valioso y oportuno contenido en el tiempo, que se merece poseer como lo es la monumental obra de Richard Lepsius (1.810-1.884), ya mencionada, que se considera "la referencia más importante que se haya escrito sobre Egiptología".

Con respecto a la gramática egipcia, el referente sigue siendo la monumental obra de Sir Alan Gardiner “Egyptian Grammar. Como una introducción al estudio de los jeroglíficos", cuya Primera edición fue publicada en 1927, la Segunda en 1950, y la Tercera en sucesivas tiradas a lo largo de los años 1957, 1964, 1966, 1969, 1973, 1976, 1978, 1988, 1979, 1982, 1988, 1994. Difícil de encontrar, compre un ejemplar de esta Tercera Edición en uno de mis últimos viajes a Londres. Impresionante y de enorme interés para el estudio filológico de la lengua egipcia.Injusto sería pasar por alto una obra, pequeña de formato y gigante de contenido, como es “The Book of the Dead” de Sir E.A. Wallis Budge, publicada en 1899 en el Reino Unido, que he “picoteado” profusamente y me ha causado un gran placer y distracción. Consta de tres volúmenes en un solo tomo con traducciones de himnos y  textos religiosos que forman una colección de composiciones variadas que los egipcios tallaban en los muros de tumbas y sarcófagos, ataúdes y estelas funerarias, papiros y amuletos, etc., con el fin de asegurarse el buen estado de sus difuntos en el mundo del Más Allá de su tumba. Son traducciones de papiros y otros documentos que se encontraron principalmente en Tebas y, como conjunto, se les conoce como “La Recensión Tebana del Libro de los Muertos”; digamos que constituye la recensión de la gran obra funeral nacional que habría sido copiada por los escribas para ellos mismos, o para los faraones egipcios, reinas, sacerdotes y nobles, gentiles o no, ricos o pobres, desde 1.600 a.C. a 900 a.C., según se cita en el Prólogo de su obra. Estas traducciones habrían aparecido ya a finales del año 1897 en un tercer volumen que entonces se publicó bajo el título de “The Chapters of the Coming Forth by Day“(Los Capítulos de la Entrada del Día). El Volumen I incluye los capítulos I al XV; el Volumen II los capítulos XV al CXXXV; y el Volumen III los capítulos CXXXVI al CXC. Es pues, en mi opinión, una obra para un honroso lugar dentro de la bibliografía egipcia. Se trata de un ejemplar muy manejable por su formato, muy ilustrativo y didáctico, que facilita la labor del lector de familiarizarse con un elemento inportante: las viñetas, y sus significados, teniendo siempre en cuenta que los capítulos pueden no estar ligados entre sí y sirven a un objetivo propio, por lo que deben de considerarse como un corpus con alguna interrelación de sus elementos, o sin ella.

Es también interesante cotejar en paralelo las traducciones de Wallis Budge con las del Doctor Raymond Faulkner, estas últimas consideradas  hoy como la mejor hasta la fecha. Su lenguaje es ligeramente menos arcaico que el de Wallis Budge, lo que hace su lectura más fácil y agradable al lector al utilizar expresiones más próximas al inglés actual, a la vez que trata de dotarlo de ese sabor rancio propio de los diálogos con los dioses, de los himnos y de los rezos. Será por eso que, en cierto modo, y sin evaluar la debida fidelidad de la traducción a su original, o la falta de ella, en muchos casos me gusta el estilo y las expresiones que usa Wallis Budge más que las de Faulkner, con el riesgo de que esta opinión personal pudiera ser objeto de anatema por parte de algún egiptólogo integrista radical. Es posible que ese inglés más rancio y arcaico que utiliza Wallis Budge le haga a uno sentirse más cerca de los dioses que de los humanos. De cualquier forma, el trabajo de Faulkner es exquisito.

Y, mencionando al Doctor Raymond Faulkner, no puedo pasar por alto la impresionante labor de equipo y el uso de tecnología punta de la obra editada en 1994, en edición de lujo, por James Wasserman cuyo título original lee: "The Egyptian Book of the Dead" (The Book of Going Forth By Day), que incluye el "Papiro de Ani", escrito e ilustrado por escribas y artistas hacia el año 1250 a.C., a todo color, traducido por Faulkner, el mejor ejemplo existente de los textos conocidos colectivamente, como “The Book of the Dead”. El original lo adquirió el Dr. E.A.Wallis Budge en 1888 quien, para evitar problemas aduaneros, cortó el original en 37 trozos de igual longitud y al parecer los ocultó en los más insospechados lugares de su equipaje personal , de lo que se arrepentiría cinco años más tarde al darse cuenta que el burdo sistema de trocearlo había destruido la secuencia y relación entre texto e imagen.

Con la utilización de la más reciente tecnología de imagen por ordenador, y un cuidadoso análisis de su contenido, el Papiro de Ani quedó restaurado en su estado original, y presentado en forma de libro, con dobles páginas desplegadas para mostrar las figuras que adornaban los bordes, tal y como aparecían en un principio, conservando a su vez el concepto original que el milenario rollo de papiro tenía sobre "significado" y "movimiento".

“The Egyptian Book of the Dead”, del que el Papiro de Ani es sólo uno, consta de unos 200 “capítulos” que nos aportan los escritos espirituales más antiguos de la Humanidad; una colección de hechizos, encantos, himnos, oraciones e invocaciones.

La traducción de Faulkner incluye también capítulos que no aparecían en la traducción de Wallis Budge, así como una traducción del  significativo Capítulo 64 por el  Doctor Ogden Goelet, quien también proporciona un utilísimo Comentario lámina-a-lámina. Por vez primera en casi 3500 años el corpus del papiro se muestra completo, con 74 páginas de imágenes y textos en suntuoso color que incorporan tanto los últimos avances en Egiptología y Filología como en tecnología informática. Por primera vez en su publicación, estas imágenes atemporales y exquisitas han sido presentadas junto a una traducción al inglés en la misma página. Tenemos, pues, en nuestras manos, una reproducción facsímil al 59% (36 x 25 cm) del primer facsímil de Walis Budge, que es el que se aproxima más a lo que el original habría sido cuando se creó por vez primera. Su confección y contenido son impresionantes; como lo son la calidad y colorido de sus láminas. La obra es, pues, digna de un lugar privilegiado en cualquier bibliotecade lujo.

La valiosa aportación del Doctor Raymond Faulkner ha sido, pues, reconocida de forma unánime, y su obra en cuestión ha ocupado un vacío por largo tiempo añorado. Su traducción tiene necesariamente que  haber subsanado y rectificado antiguos errores, erratas u omisiones, puesto al día las actualizaciones, incorporado la información y los datos adicionales que hayan surgido de las numerosas investigaciones y análisis llevados a cabo a lo largo del siglo transcurrido desde la aparición, en 1888, de la traducción de Wallis Budge que, en mi modesta opinión, tiene el valioso mérito de haber mantenido su vigencia durante el tiempo necesario y retenido su encanto durante más de de un siglo.

El "Papiro de Ani" es el ejemplo más completo y ornado del pensamiento filosófico, religioso y espiritual egipcio descubierto hasta ahora, y supone una interpretación artística de los misterios de la Vida y la Muerte.

Y, a poco de despedirme, no quisiera olvidarme sin mencionar al notable egiptólogo y filólogo berlinés Kurt Heinrich Sethe (30/06/1869-06/07/1934) - discípulo de Adolf Erman, y de quien más adelante serían pupilos suyos, Polotski y Gardiner - y la tremenda importancia y atractivo de sus "Textos de las Pirámides", publicados en dos volúmenes en los años 1908 y 1910, con centenares de páginas repletas de jeroglíficos de inscripciones - tomadas a mano por el propio Sethe - que, como en los casos de Lepsius y Breasted, de las que muchas de ellas han desaparecido por completo debido, en parte, a la dureza de los agentes externos del país, y en buena medida, al total abandono por parte de las propias autoridades locales, el pillaje local, el saqueo indiscriminado, y la voraz especulación con estas obras de arte que, visto el estado actual de lo que aún queda en el país, uno no ceja en preguntase si lo que hoy nos permiten apreciar y disfrutar los prestigiosos museos británicos, franceses o germanos, donde a las obras de arte se les trata con exquisito mimo, justifica o no, en cierta medida, una gran parte de los espolios de llevados a cabo por grupos o estamentos paraestatales u “oficiales” a nivel internacional. Este ha sido y será siempre un tema controvertido.
Esto me hace reflexionar, y me trae a colación una cita de Carlos Marx en referencia al Canciller Bismark, artífice de la unión de Austria y Alemania: “……fue para Alemania lo que un par de gafas para un miope, que son una suerte el tenerlas y una desgracia el necesitarlas”.

Rodeado de esta maraña de nombres, lugares, personajes, miles de textos y libros para leer sobre temas tan diversos y dispersos, y sintiéndome en cierto modo desorientado, vino a caer en mis manos una historia del Antiguo Egipto que, al leer el Prólogo del que es autor su propio editor y contribuidor, Ian Shaw, con cuya obra estaba ya familiarizado – y a quien tendría el placer de conocer personalmente, junto al no menos conocido colega suyo, Paul Nicholson, más adelante, en Londres, durante la primera Junta General de la  EES (Egypt Exploration Society) a la que asistí como Full Member - comprendí que se trataba de un enfoque, totalmente distinto del de cualquier otra historia del Antiguo Egipto a las que había tenido acceso, que me atrajo por razones que a continuación expongo.

La obra está estructurada de forma que cubre por vez primera en un solo volumen 700.000 años del Antiguo Egipto, hasta la conquista romana.

El corpus de la obra se compone de quince secciones o capítulos numerados que abarcan otras tantas fases particulares de la historia del Antiguo Egipto.

Cada capítulo fue responsabilidad de un erudito en el tema que iba tratar, con la excepción de Ian Show y Alan B. Lloyd que se ocuparían del 1 y el 11, el primero, y el 13 y 14, el segundo. Es decir, la autoría recae sobre trece  profesionales de diferentes nacionalidades especializados en el tópico a desarrollar, lo que, de alguna forma, parece dotar a la obra de cierta variedad de criterios o enfoques propios de personajes diferentes que bebieron su formación y experiencia de fuentes diferentes .

Y finalmente, su más atractiva faceta consiste, como su propio autor expresa al principio de su Prámbulo:

“Este libro describe el nacimiento y evolución de la distintiva civilización de los antiguos egipcios, desde sus orígenes prehistóricos hasta su incorporación al Imperio Romano. En 1961, la obra de Alan Gardiner “The Egypt of the Pharaos”, ofrecía una visión fresca y detallada de la historia egipcia basada en los datos documentales y arqueológicos que se disponían en el momento. La historia de Gardiner se ocupaba, en especial, de las actividades de los faraones, los gobiernos y los altos cargos durante siglos, desde el comienzo del período faraónico hasta la llegada de los Ptolomeos. "The Oxford History of Ancient Egypt” (pues es ésta la obra objeto del Proyecto que nos ocupa y que acabo de terminar) sin embargo, se interesa no sólo de los cambios políticos, sino también del desarrollo social y económico, los procesos de cambio religioso e ideológico, y las tendencias en la cultura del material, ya sean en forma de estilos arquitectónicos, técnicas de momificación, o fabricación de cerámica. Esta visión histórica, de más amplio alcance, recurre a los nuevos tipos de evidencia que han estado disponibles desde que los arqueólogos han empezado a inspeccionar y excavar tipos de yacimientos que anteriormente habían sido abandonados”.

Bueno, después de esta contundente manifestación, más que un mero comentario, me pareció suficiente para apreciar que tenía ante mí el tipo de historia que buscaba; aquella que se basase en los verdaderos elementos que hicieron del Gran Egipto lo que fue: la economía, la administración, la religión, la cultura y, por supuesto, la propia sociedad y los ciudadanos que la componían. Poco se me apetecía entrar en divagaciones tanto sobre los amores de Cleopatra VII y Marco Antonio, como en los de la Reina/Faraón Hatshepsut con Senenmut, o en útópicas conjeturas sobre sus consecuencias en el desarrollo del país. Para eso, siempre nos queda Hollywood.

Todos estos argumentos me hicieron pensar de entrada en simplemente leerlo; pero luego pensé que podría intentar un resumen capítulo-a-capítulo de la obra completa; unas 500 páginas de texto en letra menuda, con enormes párrafos, escueto y duro, carente de estilo o fluidez, que se hacía pesado y aburrido y, a veces, se dejaba ver que algunos de los textos procedían de unos originales en idiomas distintos del inglés que habrían sido traducidos finalmente a esta lengua.

Hice un primer intento con el Capítulo 1, “Introducción: Cronologías y Cambio Cultural en Egipto” sin problemas, al tratarse de una mera introducción de consideraciones generales que podían ser resumidas, sin menoscabo del original, en un texto de inferior volumen al del original.

Pero en el Capítulo 2, “Prehistoria: Desde el Paleolítico a la Cultura Badariense”, nos enfrentamos con el verdadero problema. Esta vez no se trata de entelequias sino de hechos, fechas, períodos, acontecimientos, que no se podían resumir o postergar sin “matar” al mensajero. La versión o transcripción al español tenía que ser veraz y fiel en todos los sentidos a los textos originales, y considerar a éstos como un todo indivisible, obra de un sólo autor, eliminando así posibles diferencias de estilo. Y para acometer este reto tenía que estar preparado para ello, y aspirar a nota; y a nota alta. El trabajo de investigación se presentaba duro, y empecé por familiarizarme, mientras progresaba en mi trabajajo, con una terminológía peculiar, expresiones y nombres poco frecuentes, tanto de personajes como de herramientas o utensilios, con las que  el lector profano, pero iteresado, no tenía porqué esta familiarizado. Y ese ha sido el papel que he asumido en este Proyecto, en beneficio propio y de otros. Había casos en los que los autores daban por conocidos hechos, nombres, eventos, personajes o lugares que había que definir, interpretar e incluso ubicar.

Mi trabajo tendría que estar impregnado de mí y de mi forma de expresar algo, utilizando un lenguaje propio, directo, culto y fluido, distendido y fácil de asimilar para que la lectura de un tema técnico no resultase cansina. Los párrafos, más cortos, debían reducirse a unas diez líneas para evitar el hastío.

Seguí en esta línea con progresivas innovaciones como la introducción de preámbulos propios, impresiones personales, aclaraciones, definiciones de términos, conceptos y utensilios de uso poco común, identificaciones de ejemplares de la fauna y flora, explicaciones etimológicas de palabras poco comunes, identificación de personajes o lugares desconocidos para profanos, pero no así para los autores de los textos, y un largo etcétera de adiciones que engrosan el volumen final del trabajo en un proceso que he dado en definir como “aprender enseñando” o “enseñar aprendiendo”. Mi intención pues fue clara desde un principio: mi objetivo era que los lectores aprendiesen de mi trabajo a la vez que lo hacía yo que me estaba esforzando para mí mismo y para otros, de ahí que cualquier nombre, término o concepto que no me era familiar, lo investigaba a fondo, y lo compartía con unos lectores virtuales que esperaba que algún día se convirtiesen en reales.

Estoy, pues, satisfecho, pues con el enfoque de la obra original y del mío propio en la versión española, ya que su lectura te permite apreciar el cómo, el cuándo, el dónde y el porqué de lo acaecido en el Antiguo Egipto a lo largo de tres mil años; analizar las causas y extrapolarlas al mundo en que vivimos, que sigue siendo el mismo de entonces, ya que la Humanidad sigue teniendo las mismas carencias, las mismas apetencias, las mismas necesidades, las mismas ansias de poder y riquezas; y las resuelven de formas idénticas, si bien es cierto que se ajustan a las circunstancias que las rodean y a los medios de que se disponen.

A lo largo de esta confesión de razones e intenciones, es obvio que, debido a mi edad, al reducido tiempo que puedo dedicar a este mi último hoby como Cuidador que soy de mi esposa, y al inmenso panorama que se presenta al estudiante, al graduado, al licenciado y al doctor en materia de trabajo de investigación, sea en un despacho, o in situ con los pertrechos para el desierto, mis miras son cortas, y con este trabajo al que he dedicado tanto tiempo, siento haber cubierto mi expediente como mero aficionado, y nunca erudito, en este mundo de la Egiptología.

Dicho esto, volveré a mis añoradas lecturas pues con el volumen de material de que dispongo, tendré para mucho tiempo, e irán enfocadas más hacia los orígenes que a la evolución de la Egiptología, que me atrae en menor manera. Obvio decir que hay casos que desde luego me interesan, como ocurrió ante el aparente consenso sobre la K55 de que la moma encontrada pertenecía ciertamente a Akenatón, o la controvertida teoría desarrollada por el destacado egiptólogo norteamericano, Bob Briar Ph.D.,  paleopatólgo especializado en enfermedades de la Antigúedad y autor de numerosas autopsias en momias, quien en su libro titulado "The Murder of Tutankhamen" (Edición revisada en 2005), apoyado en pruebas científicas realizadas por reconocidos centros, puso a cabilar a medio mundo con pruebas avaladas científicamente sobre el probable asesinato del Faraón Niño, y el nombre de su autor; posibilidad que ya había sido considerada en más de una ocasión desde su primer ensayo con rayos X años atrás.

Para los iniciados, les podría interesar saber que mi primera Historia del Antiguo Egipto fue auditiva, y me pareció muy fácil de seguir en un inglés no muy americano, agradable y ameno, que de alguna forma bajé de Internet en la época en que se utilizaba el programa “emule” para bajar películas. El curso lo dirige el propio Bob Brier, y consta de 48 sesiones de audio de 30 minutos cada una; es decir, 24 horas lectivas que realmente valen la pena. Si alguien está interesado, creo que no debería haber complicaciones en conseguir una copia y cederla para fines puramente didácticos.

He encontrado un gran apoyo con el Museo Británico como socio que soy del grupo conocido como “The British Museum” Friends” utilizando su Base de Datos que me ha permitido incluir esos encabezamientos que aparecen en cada una de las llamadas Hojas Sueltas o Entradas, con ejemplares recibidos directamente del Museo, a los que se acompaña su correspondiente leyenda en inglés que en un principio empecé a traducir personalmente pero finalmente me pareció más apropiado su inserción original pensando que así ayudaría al lector a mejorar sus conocimientos de la terminología en lengua inglesa. Generalmente están relacionadas con la época del texto que encabezan; en otros casos, se trata de temas curiosos que pueden hacer la lectura más colorida y amena.

En resumen, nos encontramos ante una versión en español que reproduce de forma fidedigna los quince capítulos de que consta la obra original de Ian Shaw titulada “The Oxford History of Ancient Egypt”, reiteradamente mencionada como tal, en la que se ha utilizado un lenguaje acorde con el tema: veraz, correcto, fidedigno y fiel a su original, si bien más fluido, fácil de seguir y ameno que suaviza de alguna forma la ocasional dureza de un texto sobre un tema ya de por sí árido para el que el lector, si es profano en la materia, puede no estar preparado.

Se han incluido comentarios o reflexiones personales propias, notas aclaratorias, citas cuando ha procedido, definiciones de términos poco conocidos, étimos de vocablos poco comunes, listas pormenorizadas de faraones por períodos específicos, equivalencias o identificación de ejemplares de fauna o flora foráneos, localización de lugares, ciudades y estados de la época con sus equivalentes actuales, etc.

Pienso que la presentación de la obra en el blog invita a una lectura pausada y relajante, con párrafos no excesivamente largos ni frases o conceptos reiterativos. Y el listado, que encontrarán al final del Capítulo 15 que precede, les será de gran utilidad para la localización por fechas, dentro del corpus del blog, de las entradas de que consta cada uno de los quince capítulos del Proyecto.

No quisiera dejar mi blog de forma definitiva – a no ser en caso de force majeure  -  pues he tenido abandonada mi lectura desde hace, al menos, un par de años, y la añoro. Quizás podría publicar algunos artículos de actualidad de los que aparecen en el excelente boletín semestral de la EES titulado “Egyptian Archaeology” que recibo como socio. La EES nos envía también, una vez al año, un grueso volumen titulado “The Journal of Egyptian Archaeology” que viene publicando anualmente desde su fundación en 1882, que incluye artículos y/comunicados - yo diría que encaminados más bien a investigadores - sobre acontecimientos cotidianos, esporádicos descubrimientos in situ, comentarios sobre excavaciones en marcha, etc., cuyo contenido se escapa totalmente de mi experiencia de campo e interés actual pero son verdaderas joyas para investigadores interesados. EES dispone de una base de datos informatizada on-line que te permite visionar cualquier documento de su amplia biblioteca; como podría ser el primer número del mencionado volumen (Vol.1, No.1 Enero 1914).

Y quizás un último inciso para comunicar a aquellos que están en su inicio o poco más, que existe una editorial que publica unos libros de formato pequeño y unas 60 páginas de media, con ilustraciones en blanco y negro y color, de temas monográficos escritos por prestigiosos egiptólogos, como puede ser el titulado “Egyptian Faience y Glass”´del que es autor, Paul Nicholson, sin duda el mejor especialista del vidrio y la fayenza del momento.

Que yo sepa, deben tener en catálogo una treintena de títulos que yo adquirí en tandas, todos ellos monográficos, sobre temas todos de interés, tales como: Barcos y Embarcaciones, Fayenza y Vidrio, Alimentos y Bebidas, Animales de Hogar, Dioses y Mitos, Maquetas, Modelos y Escenas, Momias, Cerámicas, Shabtis, Templos, Textiles, Tumbas Cavadas en Roca, Ciudades y Pueblos, Carpintería y Muebles, Guerra y Armas, Medicina, Trabajos en Metal y Herramientas, etc. En mi opinión son de un valor didáctico enorme, y a unos precios asequibles que variaban entonces entre 4€ y 7€. Shire Publications Ltd. es la editorial, y podrán encontrarles en shire@shirebooks.co.uk

Aquellos que se hayan familiarizado con mi blog se habrán percatado que desde mi primera entrada de fecha 08/11/08 titulada  “El Vidrio en Egipto” la de fecha 08/12/12 titulada “Una Visita a la Egypt Exploration Society” (EES), hay un total de doce entradas de las que sólo una titulada “Cronología del Antiguo Egipto según Shaw” forma parte como Capítulo 1 del total de 15 de que se compone el corpus objeto del Proyecto. El resto, unas once, son artículos específicos de Egiptología con la excepción de una de carácter personal, titulada “No quiero...” Llanto por la muerte de un ser querido, por lo que quedan diez a las que hay que sumar tres más adelante, que también pertenecen a este grupo, lo que hace un total de trece las no relacionadas con el corpus de la obra.

Y de estas trece, las más leídas han sido: “La Cuadrícula en el Arte Egipcio” (05-03-09) y  “El ba, el ka, el akh, el Nombre y la Sombra” (14-11-08).Yo recomendaría, además, la titulada “Visita a la Egyptian Exploration Society….y algo más” (08-12-08) por el peso que lleva y ha ido llevando desde el año de su fundacón en 1882 en mantener la Egiptología a la altura que merece y seguir allí, en los yacimientos, con más ahínco e ilusión cada día. Me consta que de ellos se puede aprender mucho y su autoridad en esta materia es internacionalmente reconocida. Y, finalmente, la titulada “Solidaridad en el Nilo” (15-11-08), que idealiza nuestra visita a tierras faraónicas, donde vivimos días de vino y rosas a miles de años de distancia de nuestro hogar, perdidos como un grupo de escolares en un mundo irreal y lejano, con la tangible sensación de que lo que nos rodeaba no era el Egipto actual sino el de cualquiera de los milenios pasados.

Y sin más que contarles que pueda ser de vuestro interés, me retiro. Espero que mi trabajo haya aportado algo a algunos, pues conmigo lo ha conseguido. Y lo que voy a hacer ahora, lo crean o no, es leerlo. Y espero disfrutarlo. Habrá que hacer alguna que otra poda de erratas y limpieza de errores, omisiones, dudas, correcciones, que culminará con la consiguiente insatisfacción final. Y ordenar y racionalizar esa la Bibliografía que he dejado desatendida. Todo ello me mantendrá mi trabajo vivo.

Un cordial saludo y un fuerte abrazo para vosotros, compañeros, reales y virtuales, con el deseo de que mi trabajo os haya podido aportar algo que, por su enfoque y estructuración, pienso que puede gozar de una larga vida.

 
RAFAEL CANALES DE MENDOZA

Benalmádena-Costa, a 24 de diciembre de 2012